Blog sobre Redecilla del Camino y comarca.

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domingo, 18 de febrero de 2024

En defensa de los agricultores

 

Fotografía: Tractores en Toledo, febrero de 2024. 
Autora: Francisca Bravo, 

¡Cómo han cambiado las cosas en muy poco tiempo! Tras las manifestaciones de los agricultores en Alemania, y, sobre todo, Francia, nadie hubiera imaginado una reacción como la que han tenido los agricultores y ganaderos españoles. Hace unas semanas en este mismo blog relatábamos las reivindicaciones de los agricultores en los países citados y cómo consiguieron el apoyo de la sociedad y las negociaciones con sus respectivos gobiernos (https://ruralsiglo21.org/2024/01/28/la-voz-del-campo/). Incluso, el presidente de la República Francesa trasladó las preocupaciones de los agricultores de su país a la presidenta de la Comisión Europea.

En un contexto de reflexión sobre el futuro de la Política Agraria Común (PAC) y los condicionantes medioambientales, la presidenta de la Comisión Europea, influida, sin duda, por las próximas elecciones del mes de junio y el inusual impacto social de las reivindicaciones del campo en todo el continente, decidió dar marcha atrás a la decisión de reducir en un 50% el uso de fitosanitarios en la agricultura europea.

Creo, en primer lugar, que este nuevo planteamiento y lo que está sucediendo estos días, pone de manifiesto que las decisiones sobre la PAC, y sobre las cuestiones agrarias en general, deben tomarse teniendo en cuenta a los agricultores y ganaderos, los que están sobre el terreno y conocen la realidad de lo que sucede en el campo. Y, por otra parte, los que, en la práctica, en el ámbito agrario, van a tener que llevar a cabo los compromisos del Pacto Verde.

Una segunda reflexión es que el futuro de nuestra sociedad, y también de la agricultura, depende, en gran medida, de nuestro compromiso europeo, inquebrantable, con la lucha contra el cambio climático, la reducción de gases de efecto invernadero, la transición energética y los objetivos de la Agenda 2030. Este compromiso no puede ponerse en cuestión. Algunos, desde planteamientos muy reaccionarios, vinculados a partidos de ultraderecha, aprovechando el río revuelto, y rozando el ridículo, lo cuestionan, incluso señalan estos objetivos ambientales como el mayor problema para los agricultores y ganaderos. Hay que combatir este discurso, sin ambages. La agricultura y ganaderías europeas solo tendrán futuro en el marco de los compromisos del Pacto Verde. El componente ambiental ha de ser, además, un argumento fuerte para solicitar una PAC con más recursos y con un reparto mas justo de las ayudas, que priorice a las explotaciones familiares, pequeñas y medianas que, desde la multifuncionalidad, son las que vertebran el territorio, combaten la despoblación y cuidan del medio ambiente.

Es muy necesario hacer un esfuerzo pedagógico, hacia los agricultores y ganaderos, con los que, insisto, hay que contar para aplicar las medidas y para que éstas sean exitosas y consigan los objetivos propuestos en el Pacto Verde. Pero también hacia la sociedad en su conjunto, para que vea a los agricultores y ganaderos como un colectivo fundamental para el progreso social, en el desarrollo del medio rural, la preservación del medio ambiente o la garantía de la seguridad alimentaria. Quizá las manifestaciones de estos últimos días, que demuestran la fuerza del sector, mayoritariamente desde el respeto, y que han contado con un gran apoyo social, puedan constituir un punto de inflexión a este respecto.

Ajustando el foco, en el caso de España, hay algunas medidas en las que el gobierno ha actuado con rapidez y contundencia en los últimos años. El volumen de ayudas nacionales -al margen de la PAC- por la sequía, los efectos de la guerra de Ucrania o las consecuencias económicas de la pandemia, ha sido el más alto de nuestra historia. También, la subida exponencial del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) de los últimos años o la reforma laboral, han tenido en cuenta, me atrevería a decir que, por primera vez, al eslabón más débil de la cadena agroalimentaria, los trabajadores asalariados del campo, tantas veces olvidados.

Es momento, ahora, de afrontar otras cuestiones. La defensa a ultranza de un modelo de agricultura familiar, que se asienta sobre pequeños y medianos emprendedores en nuestros pueblos, profesionales de la agricultura y ganadería, es urgente, imprescindible, si queremos que nuestro sector tenga futuro. Para ello, urge una PAC orientada a este modelo de explotación, que les priorice de verdad, que sea más sencilla y fácil de entender para nuestros agricultores y para el conjunto de la sociedad. Y es muy necesaria la elaboración de una ley de agricultura familiar que blinde este modelo de agricultura, que canalice la prioridad política hacia ellas, de tal forma que puedan competir en igualdad de condiciones con las grandes empresas y con los productores y operadores del feroz mercado global.

Y por supuesto, como ha comprometido el presidente del Gobierno, reforzar la Ley de la Cadena Alimentaria, para que exista rentabilidad en todos los eslabones, principalmente en el más débil, el primero. Que los costes sean razonables para todos, que los márgenes comerciales nos sean abusivos y que los precios sean dignos para todos. Parece muy lógico, pero no es fácil de lograr. Sin embargo, la batalla es necesaria, también muy urgente

Es evidente que la movilización de los agricultores y ganaderos tiene una motivación económica. Pero en la demostración de fuerza de estos últimos días hay también un deseo de decir a la sociedad de nuestro país algo así como: “Aquí estamos. Formamos parte de la sociedad, producimos alimentos y somos importantes. Y así queremos que nos veáis

Nos lo están pidiendo. Y debemos escucharlos. Es momento de estar con ellos, de apoyarles y entenderles. No sólo estos días. Siempre.


jueves, 15 de febrero de 2024

Guía para abordar las tractoradas desde la España vaciada.

La lucha de los agricultores y ganaderos puede ser capitalizada por partidos neoliberales, 
y la izquierda será cómplice de ello por graves carencias discursivas.

¿Recuerdan cuando Alberto Garzón criticó las macrogranjas y los ganaderos se indignaron? 
El problema no estuvo en los contenidos de la crítica. 
Se trata, en realidad, de una cuestión de identidades políticas. 



En primer lugar, Garzón era el líder de Izquierda Unida, y en el mundo rural minifundista, el de los pequeños propietarios, el de los autónomos, hay una larga tradición de enemistad con la izquierda, vista como una amenaza a la propiedad privada. Porque en territorios como Castilla y León, el agricultor es y ha sido mayoritariamente un pequeño propietario, y no un asalariado como por ejemplo el jornalero andaluz que trabajaba para un señorito. Históricamente, los pequeños propietarios siempre han constituido una zona de confusión y conflicto en la tradición marxista y en el movimiento obrero. ¿Pequeñoburgueses u otra víctima del capital? ¿Amigos o enemigos? En no pocos lugares, las identidades políticas se han construido en torno a esa lucha fratricida entre los desposeídos y los casi desposeídos del todo. 
Esto sigue presente, y creo que es lo que explica el hecho de que un ganadero que trabaja a pérdidas por culpa de tratados de libre comercio vote opciones neoliberales. No es algo exclusivo del campo: ocurre lo mismo con los autónomos de las ciudades. No hay espacio aquí para hablar del gran error de considerar al pequeño propietario el enemigo, como si fuera lo mismo poseer Inditex que una zapatería o una cafetería de barrio. Pero sí tengo que resaltar que en el campo ese error sale aún más caro, porque el poso histórico del miedo a la pérdida de la tierra que da de comer es mucho más grande de lo que pueda parecer. Esto es lo primero que la izquierda tiene que entender.

No, no va a funcionar hablar de ecologismo. Primero, porque es percibido como algo de izquierdas. Así de sencillo y así de complejo. Pero además, no va a funcionar porque los agricultores y ganaderos sienten que se les hace pagar a ellos la factura ecológica de todos. Es uno de sus hartazgos. La Unión Europea le está sacando partido a la ola verde de las protestas de 2019. Pone medidas restrictivas dentro mientras firma tratados de libre comercio con países que desde luego no participan de pacto verde alguno. Y si los agricultores protestan, siempre podrán decir a la opinión pública que la UE quería ser verde, pero que estos señores bloquearon las calles con tractores pidiendo volver a lo de siempre. Y así, Von der Leyen y compañía ya tendrán lo que buscan: que se acreciente ese falso dilema entre el mundo rural y el desarrollo sostenible; que los de abajo se enfrenten entre ellos. Por eso ha sido muy inteligente la maniobra de retirar la ley que pretendía reducir el uso de pesticidas. 

Además, mientras se ponga el acento en la cuestión ecológica, no se pone en la económica. Mientras debatamos sobre los mililitros de fertilizantes permitidos que recoja la siguiente normativa, no hablamos de que todo apunta a que de aquí a unos pocos años toda la agricultura y la ganadería estarán en manos de grandes corporaciones transnacionales, y que los pueblos de Europa estarán más vaciados si cabe, porque arruinados, sus habitantes pasarán a formar parte de la masa desempleada o precarizada de las ciudades. Es muy difícil y a la vez muy fácil: hay que hablar en términos económicos, hay que explicar adónde se va el dinero que están dejando de ganar los agricultores, para que todos tengamos claro quiénes son los culpables y dónde está el enemigo. Sin perdernos en detalles, por muy importantes que puedan ser esos detalles. Hay que ir a lo estructural; hay que hacer una suerte de pedagogía de lo estructural. Porque en los últimos años se ha querido articular tantas demandas distintas, que quizá hemos acabado por perder de vista la demanda que tiene que articular a las demás, eso que podríamos llamar “la demanda estructural”. Y no es que haya demandas que no sean importantes. Lo que ocurre es, entre otras cosas, que lo que se está haciendo no funciona, porque interpela sólo a quienes se identifican con la izquierda. Se podría ir al campo a hablar en términos de ecologismo y vestidos con chaquetas de coderas, pero les puedo ahorrar el trabajo: no va a funcionar. Y la razón de ello, insisto, no está en el contenido del mensaje, está en una cuestión de identidades. Se percibe una amenaza de izquierdas, pero no la amenaza neoliberal, y eso hace que si la lucha contra las macrogranjas o contra el libre comercio la abandera alguien con ropaje de izquierdas, esa lucha será lucha del enemigo y se percibirá como un ataque. 

Se pueden crear nuevas identidades, claro está. Se suponía que, desde el análisis de Mouffe y Laclau, era lo que pretendía hacer el primer Podemos, pasando de la dicotomía izquierda-derecha a los de abajo contra los de arriba. Pero al final todo quedó en un nuevo partido de izquierdas, y lejos de interpelar a una mayoría, la mitad del país vio el proyecto como algo situado a la izquierda de la izquierda. O sea, como al enemigo. Y ahora, una vez muerto el espíritu del 15M, ¿sigue habiendo oportunidades de articular un “los de abajo” contra el capitalismo salvaje? ¿Por dónde empezamos? Las nuevas identidades no nacen de la nada, sino que surgen a partir de las que preexisten, que se funden, se separan, se desarrollan, mutan… Y es una mala idea pretender que surja una nueva identidad popular partiendo de la identidad “izquierda”, porque no va a funcionar. Desde sectores como el campo (pero no sólo), todo lo que surja a partir de la izquierda se verá como un otro amenazante: en el peor de los casos, un otro enemigo, y en el mejor, un otro que habla desde lejos y que los mira con condescendencia. 

La lejanía y la condescendencia, aunque sean involuntarias, se aprecian en el propio uso del lenguaje: ¿por qué los medios de izquierdas hablan de los “campesinos”, si es un término con el que jamás se identificaría un agricultor? ¿Saben dónde no se cometen esos errores? En Vox. Y ojo, no hay que confundir la capitalización que hace Vox de la causa de los agricultores y ganaderos con la acusación de que sea ese partido quien los esté convocando. Porque ahora se está hablando de dos tipos de agricultores: los fieles a los sindicatos, cuya lucha es legítima, y los que pasaron por encima de estas organizaciones y convocaron sus propias manifestaciones el 6 de febrero, presentándose a estos últimos como marionetas de Vox que alteran el orden público con métodos fascistas por no tener una autorización de la subdelegación del gobierno que corresponda. Si la izquierda quiere una receta para terminar de regalarle a Vox la causa del campo, ahí la tienen: continúen insultando a un gremio al borde de sus límites, y sobre todo, alíense con sus enemigos. Porque, créanme, ahora mismo la inmensa mayoría de los ganaderos y agricultores de este país ve en los sindicatos agrícolas a un lastre con el que ya no están dispuestos a seguir cargando. Y no, esa misma inmensa mayoría, no ha acudido a ninguna cita de Vox. Es difícil saber aún quiénes han liderado la organización del movimiento y qué intereses puede haber detrás, pero a efectos de esta guía, me da igual: los agricultores no han sacado los tractores pensando en acudir a un acto de Vox.



 



Pero si seguimos por este camino, quizá la próxima vez sí lo hagan
. Se le está poniendo en bandeja a Vox que capitalice un movimiento al que probablemente se le sumen los transportistas y quizá al final todos los autónomos. Sigan llamándoles fascistas, hasta que al final se dé una profecía autocumplida en media España. Después, ustedes dirán que ya avisaron del peligro. Yo diré lo mismo.

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* Bárbara del Arco es profesora de filosofía en Las Palmas de Gran Canaria, pero procedente de un pueblo de Zamora.

jueves, 8 de febrero de 2024

El malestar del campo: la crisis del neoliberalismo que amenaza con teñirse de pardo.

Cuando te equivocas de diana, o escupes contra el cielo.

La dimensión continental de esta contestación evidencia el carácter estructural 
de los problemas del sector primario. 
Los agricultores y ganaderos europeos sufren una crisis capitalista de manual. 
Es decir, una crisis de crecimiento de una actividad que se desarrolló y prosperó 
durante décadas gracias a su modernización e industrialización, 
pero que se encuentra estancada desde principios del siglo XXI. 
Está encerrada en un modelo productivista que ya no crece y genera malestar 
entre unos endeudados y empobrecidos campesinos.

La PAC nació en 1962. Desde entonces, se está subvencionando la agricultura en Europa. Hay que potenciar la soberanía alimentaria pero protegiendo a los pequeños agricultores, no a grandes empresas que trabajan en Europa pero también en países con menos exigencias sociales y medioambientales. Hay que cuidar a la agricultura pero no a cualquier precio. El cambio climático es una realidad de la que no podemos escapar. Por muchas tractoradas, la lluvia no se puede subvencionar.

Manifestación de agricultores en Belfort (Francia) 31 enero de 2024. / Thomas Bresson (vía Wikimedia Commons)

Las botas pardas se tiñen del marrón del barro. Algunos dirigentes de la extrema derecha europea habrán pisado más el campo en estas últimas semanas que en el resto de sus vidas. Desde Vox hasta Alternativa para Alemania, pasando por la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen o Hermanos de Italia, las formaciones ultras pretenden instrumentalizar la actual oleada de protestas de agricultores. Y eso que promueven el mismo modelo económico que tanto malestar genera entre los campesinos: el capitalismo neoliberal.

Cuando faltan cuatro meses para las próximas elecciones europeas, esta rabia del campo aparece como un regalo caído del cielo para la ultraderecha, que ya tenía el viento en popa de cara a los comicios del 9 de junio. Si bien en 2019 las manifestaciones climáticas de los jóvenes tuvieron una incidencia en ese escrutinio y favorecieron el crecimiento de los verdes en la Eurocámara, la actual oleada de protestas campesinas aparece como un síntoma del cambio de época. Es una señal del efecto backlash (reacción conservadora) que sufre el ecologismo, pero también de los límites e incoherencias del neoliberalismo verde.

Alemania, Francia, Polonia, Países Bajos, Rumania, Italia… Es larga la lista de los Estados donde se han producido este tipo de movilizaciones, que también han alcanzado a España desde principios de febrero. La dimensión continental de esta contestación evidencia el carácter estructural de los problemas del sector primario. Los agricultores y ganaderos europeos sufren una crisis capitalista de manual. Es decir, una crisis de crecimiento de una actividad que se desarrolló y prosperó durante décadas gracias a su modernización e industrialización, pero que se encuentra estancada desde principios del siglo XXI. Está encerrada en un modelo productivista que ya no crece y genera malestar entre unos endeudados y empobrecidos campesinos.

En 2020, el 0,5% de las explotaciones más grandes recibió el 16,6% de los fondos de la PAC

A eso se le suman las incoherencias de las políticas agrarias de la Unión Europea. Por un lado, el hecho de dar una gran cantidad de ayudas al sector, sobre todo los 41.400 millones de la PAC, pero hacerlo sin criterios de justicia social –en 2020, el 0,5% de las explotaciones más grandes recibieron el 16,6% de los fondos, con ayudas individuales superiores a los 100.000 euros– ni climática –se reparten en función de las hectáreas, lo que incentiva una agricultura productivista y contaminante–. Por el otro, el haber renunciado a una regulación de los precios que se pagan a los campesinos y haber suprimido los aranceles sobre los alimentos de fuera de la UE, con la firma de tratados de libre comercio.

Estos factores económicos no resultan las únicas explicaciones del actual malestar agrícola –también alimentado por las sequías, el exceso de papeleo, las normas medioambientales, la competencia “desleal” de los productos ucranianos…–, pero han influido en el estallido social de esta profesión, tan desigual como precarizada. 

“Queremos vivir de nuestro trabajo”, “Cuando llego a final de mes, no me queda ningún ingreso neto. Vivo gracias al salario de mi mujer”… Testimonios como estos resultan habituales entre los campesinos que han cortado carreteras en Francia.

Grupúsculos ultras se infiltran en las protestas

A pesar de ello, los grandes medios y buena parte de la clase dirigente han impuesto una interpretación mucho más simplista y parcial: el campo contra la ecología. Este diagnóstico solo tiene en cuenta las últimas gotas que han colmado el vaso –la supresión de la subvención del diésel rural en Alemania o Francia o una reducción del tamaño de las granjas en Bélgica o Países Bajos– en lugar del caudal de este malestar. También sirve para no cuestionar a la industria alimentaria y la gran distribución –una de las dianas predilectas de los campesinos movilizados– ni los dogmas económicos neoliberales, como la no regulación de los precios o los tratados de libre comercio. Y, de hecho, se trata del mismo marco discursivo de la extrema derecha.

Los grandes medios y parte de la clase dirigente han impuesto
una interpretación simplista y parcial: el campo contra la ecología.

“La ecología se lleva a cabo de manera sistemática en perjuicio de nuestros campesinos”, dijo a la cadena TF1 Jordan Bardella, número dos de la RN. Era el 20 de enero y apenas dos días después de que hubieran empezado los primeros cortes de carreteras, el cabeza de lista en las europeas del lepenismo intentaba instrumentalizar las protestas visitando una explotación ganadera en el suroeste de Francia, propiedad de simpatizantes de su partido. Ese ejercicio comunicativo no terminó de salirle bien, ya que luego se supo que esos mismos granjeros habían robado el año pasado tres hectáreas y 39 fardos de henos. Pero inauguró el desfile preferido en las últimas semanas de los dirigentes ultras: el del campo.

Ya sea haciéndose el imprescindible selfi encima de un tractor o a base de tuits, los Le Pen, Abascal o Geert Wilders quieren sacar rédito electoral a la rabia del campo. Además, militantes de grupúsculos neofascistas participaron en protestas de viticultores en Montpellier, donde hicieron proclamas de “más para nuestros campesinos y menos para los migrantes”. Y a principios de enero, el ministro de Economía alemán, el verde Robert Habeck, quedó bloqueado en un ferri en el norte del país debido a una concentración de campesinos cabreados, organizada a través de un canal de Telegram conspirativo y xenófobo.

¿La extrema derecha saldrá beneficiada?

Más que su presencia en las protestas, el riesgo de la ultraderecha es ideológico y electoral. “Desde principios de los años 2000, el auge del lepenismo se debió a su capacidad de implantarse electoralmente en los territorios rurales”, explica el historiador Edouard Lynch, especialista del mundo agrícola y profesor en la Universidad Lumière-Lyon 2, refiriéndose a la estrategia de Marine Le Pen de convertirse en la portavoz de la “Francia de los olvidados”. La mayor parte de los 88 diputados de RN en la Asamblea fueron elegidos en circunscripciones rurales en las legislativas de 2022. Es el mismo modelo “ruralista” que intenta aplicar Vox en España.

Hablar del “campo” no solo sirve para intentar seducir electoralmente a los campesinos –el 30% de ellos votó a Le Pen o Zemmour en la primera vuelta de las presidenciales de 2022, un porcentaje parecido a la media del país–, sino también a todos los habitantes de los territorios rurales y periurbanos. Ellos ya habían estado sobrerrepresentados a finales de 2018 en la revuelta de los chalecos amarillos, que marcó asimismo la campaña de las europeas del año siguiente.

El Movimiento Campesino Ciudadano fue la primera fuerza en las elecciones provinciales de Países Bajos el año pasado

¿La ultraderecha sacará un rédito electoral a este malestar del campo? “Me cuesta imaginar que no lo vaya a hacer”, reconoce el politólogo Guillaume Letourneur. Sin embargo, este especialista de la implantación rural de RN matiza que “esto dependerá de la oferta electoral en las europeas”, en las que el presidente de la Federación de los cazadores, Willy Schraen, liderará un nuevo partido ruralista.

“Quizás será esta lista la que saldrá más beneficiada por las protestas”, sostiene Letourneur. Este nuevo partido francés se inspira en el Movimiento Campesino Ciudadano, que dio la sorpresa en Países Bajos y se convirtió en la primera fuerza en las elecciones provinciales en marzo del año pasado. La candidatura de la España Vaciada también pretende dar la sorpresa en los comicios de junio.

Demonizar la ecología sin caer en el climato-escepticismo 

La derecha mainstream –desde la CDU en Alemania hasta el PP en España, pasando por el macronismo en Francia– sigue con inquietud esta evolución del electorado rural. Esto ha provocado que haya endurecido su discurso contra el ecologismo. El presidente del Partido Popular europeo, el alemán Manfred Weber, ya se había opuesto el año pasado con claridad al Green Deal (Pacto Verde) de la Unión Europea, a pesar de que esa batería de medidas ha quedado descafeinada ante la influencia de los grupos de presión. “El gran problema es el Green Deal y su visión claramente basada en el decrecimiento”, ha denunciado recientemente el presidente de la FNSEA (principal organización agrícola en Francia), Arnaud Rousseau, conocido por poseer más de 700 hectáreas.

Aunque la ultraderecha se presenta como defensora de los pequeños campesinos,
en realidad respalda las políticas que alimentan su malestar.

“Ante cada dificultad, ustedes se dedican a señalar a los agricultores” y los presentan “como delincuentes, contaminadores de nuestras tierras y como los torturadores de los animales”, reprochó el primer ministro francés, Gabriel Attal, a una diputada verde en la Asamblea Nacional. En lugar de hablar de “competencia desleal”, señalar a la gran distribución o cuestionar la desregulación de los precios, el Gobierno de Emmanuel Macron ha acusado de este malestar agrícola a los ecologistas. Ha sacrificado varias medidas medioambientales, como el final progresivo de la subvención del diésel rural o un plan para reducir el uso de pesticidas, para responder a la rabia del campo.

Esta reacción representa, sin duda, una victoria ideológica para la extrema derecha. Intentando distanciarse de los discursos climatoescépticos, el lepenismo (y también los ultras en otros países) afronta el debate sobre el cambio climático con una nueva estrategia. Lo plantea como una confrontación entre el “falso medioambiente” punitivo, que defienden los tecnócratas de Bruselas y los “burgueses” urbanos que votan a la izquierda, y el “verdadero medioambiente” de los campesinos y cazadores. Una posición puramente retórica y llena de contradicciones, pero que también ha abrazado una parte de la derecha clásica.

Aunque la ultraderecha se presenta como la defensora de los pequeños campesinos ante Bruselas, en realidad respalda aquellas políticas que alimentan el malestar del sector primario. Votó en la Eurocámara, a finales de 2021, los fondos de la PAC, repartidos sin criterios de justicia social ni climática. También ha respaldado recientemente acuerdos de libre comercio con Chile o Kenia. En cierta manera, la rabia del campo refleja la paradoja en que se encuentra atrapada Europa: un continente enfermo de un neoliberalismo que nutre el voto a la ultraderecha. Y eso que esta defiende el mismo modelo que alimenta el descontento


Tractorada de protesta de los agricultores comarcanos entre Redecilla del Camino y Espinosa del Camino.

 Unos 150 tractores de agricultores y ganaderos de la comarca han marchado en protesta por la situación que se vivie en el campo en la N-120 desde el km 75 en Espinosa del Camino hasta el kilometro 56 en Redecilla del Camino, donde daban la vuelta.

Concentración en el Chocolatero. Se han unido algunos tractores de la Rioja.


 

jueves, 1 de febrero de 2024

Claves de la agricultura regenerativa certificada, AENOR, Nuevo certificado de Agricultura Regenerativa.

 AENOR ha desarrollado el nuevo certificado Agricultura Regenerativa conforme al modelo Epigen Healthy Bite, que pone el foco en la regeneración del suelo como elemento clave en la producción agrícola. Conoce las principales claves de esta certificación y las ventajas que tiene para el consumidor.


Nuevo certificado de Agricultura Regenerativa

En la actualidad, el 37 % de las tierras mundiales son agrícolas y tan solo un 11 % son cultivables. Es por ello, que los suelos constituyen un recurso esencial que hay que conservar para mantener la capacidad productiva y la calidad de los alimentos que se producen

A medida que los problemas ambientales y la crisis climática son cada vez más evidentes, la necesidad de encontrar soluciones sostenibles y respetuosas con el medio ambiente se vuelve más urgente. Empresas y productores no son ajenos a la estrategia de la UE para la producción de alimentos en la que, entre otras medidas, se propone reducir un 50 % el uso de fitosanitarios para el año 2030, así como un mínimo de un 20 % el uso de fertilizantes.

La agricultura regenerativa ofrece un enfoque innovador que, si bien lleva algunos años entre nosotros, poco a poco está ganando popularidad en todo el mundo y puede jugar un papel fundamental en el escenario descrito. Se trata de un sistema de producción que mejora la fertilidad de los suelos, recupera su salud, reduce la dependencia de insumos químicos y contribuye a aumentar el contenido de carbono

Nuevo certificado de Agricultura Regenerativa

Dirigida a agricultores y a sus fincas de producción, AENOR cuenta con una nueva solución de certificación. Se trata del certificado de Agricultura Regenerativa conforme al Modelo Epigen Healthy Bite y pone el foco en el suelo como elemento clave en la producción agrícola. Y es que, un suelo sano es la base para producir alimentos de máxima calidad y la agricultura regenerativa es un sistema de producción que contempla la regeneración de los suelos para mantener e incrementar su fertilidad.

Uno de los pilares clave de la esta certificación reside en la evaluación de prácticas agrícolas establecidas y en cómo mejoran la salud del suelo. En el largo plazo, la conservación de los suelos es esencial en toda explotación agrícola, ya que un suelo sano puede retener más agua, absorber más nutrientes y mantener una mayor biodiversidad.

Para lograr esto, se evalúan técnicas como la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos y compostaje, el laboreo mínimo y una adecuada gestión de malas hierbas, eficiencia en el uso de agua de riego, planificación de siembras y cultivos, rotaciones, fomento de la biodiversidad en el entorno de producción, uso de maquinaria, nutrición vegetal y del microbioma, gestión de plagas y enfermedades, así como el manejo del pastoreo controlado. La certificación evalúa ese conjunto de técnicas de cultivo que tienen como propósito incrementar la fertilidad del suelo, aumentar el microbioma nativo (bacterias, hongos, y demás microorganismos) del suelo y lograr un nuevo equilibrio en el ecosistema suelo-planta.

En el proceso de certificación, los expertos de AENOR evalúan la mejora continua en los suelos, incluyendo el seguimiento de indicadores y la toma de muestras de este como para la medición del carbono presente en el suelo.

Principales beneficios de la agricultura regenerativa

Principales beneficios de la agricultura regenerativa
Modelo Epigen Healthy Bite

El Modelo Epigen Healthy Bite de Agricultura Regenerativa está basado en la ciencia y en la experiencia. Es un modelo que ya ha sido testado en el cultivo y plantaciones de cereza, uva de mesa, melocotón, naranja, fresa, arándanos, sandía, plátano de Canarias, tomate, pimiento rojo, pepino o lechuga, entre otros.

El proyecto EPIGEN se inicia con un grupo diverso de productores: Keops Agro, Biosabor, Cuna de Platero, Hortofrutícola Poli, Tany Nature, La Rinconada, Costa de Níjar, Hortamira, MABE, EcoMurcia, Horto Villamanrique y Las Marismas de Lebrija. Gracias a su implicación en el proyecto, ha sido posible ir adquiriendo la experiencia inicial tan necesaria en los cultivos antes mencionados.

En cuanto a la ciencia, cuenta con el respaldo de investigadores de las universidades de Almería y Granada, y el propio grupo de expertos que se integran en el equipo de Epigen como su CEO, Francisco del Águila, y el investigador y experto en microbioma, Carlos Meza.

Alternativa sostenible a métodos agrícolas tradicionales

Alternativa sostenible a métodos agrícolas tradicionales

Además de mejorar la fertilidad del terreno, la agricultura regenerativa contribuye a recuperar la salud de los suelos y a que exista un mejor equilibrio del microbioma del suelo, la humedad del campo, el enraizamiento y la productividad.

Igualmente, reduce la dependencia de los insumos químicos (fertilizantes y fitosanitarios) y contribuye a aumentar el contenido de carbono en el suelo. Un microbioma saludable y diverso juega un papel crucial en la retención de carbono.

Esto se debe en parte al hecho de que las técnicas utilizadas en la agricultura regenerativa ayudan a mejorar la calidad del suelo, lo que a su vez puede aumentar el rendimiento de los cultivos y la calidad de los alimentos obtenidos.

En resumen, la agricultura regenerativa ofrece una alternativa prometedora y sostenible a los métodos agrícolas tradicionales. Al enfocarse en la salud del suelo y la minimización del uso de productos químicos sintéticos, los productores pueden mejorar tanto el medio ambiente como la propia rentabilidad de la explotación agrícola. A medida que más agricultores adoptan esta forma de agricultura, es probable que veamos un cambio significativo hacia sistemas agrícolas más sostenibles en todo el mundo.

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Calidad y salud para el consumidor

Opinión de Francisco Javier del Águila
CEO Epigen Healthy Bite


La Agricultura regenerativa se basa en la búsqueda de alimentos y entornos más saludables a través de técnicas de producción que fomentan la captura de carbono en suelo y la máxima expresión natural de los alimentos. 

Las exigencias del consumidor en las últimas décadas ha ido cambiando y, junto al deterioro del entorno natural y agrícola, empuja a la población a exigir un mimo por el medio ambiente en todas las áreas de la vida; y la producción agrícola es un componente clave para mejorar esta encrucijada.

A esta preocupación por el planeta se le suma la prioridad por comer más sano. Por ello, el origen de los alimentos y el saber qué aporta cada uno de estos tras la ingesta, se esta convirtiendo en una exigencia en los lineales de los supermercados

Epigen Healthy Bite, nace tras años de desarrollo e investigación con colaboraciones entre empresas productoras agroalimentarias e instituciones universitarias. El fruto de este trabajo ha sido la estandarización para contribuir a una mayor captura de carbono en suelo que con ningún otro método de producción. 

Los datos medios de este hito como ejemplos del año 2022 en hortícolas se incrementa entre un 66 % y 100 %, y en cultivos frutales por en encima del 25 %. Esta medida nos asegura tres ventajas inmediatas: aumento de la productividad, optimización del uso del agua debido a la reestructuración del suelo, menos emisiones de CO2 a la atmosfera.

El efecto directo en los alimentos producidos bajo el sello de agricultura regenerativa es que los frutos obtengan su máxima expresión natural. Por esto la proporción metabolómica , esto es, los ingredientes que los componen llegan a su óptimo, siendo frutos que la medicina moderna podría considerar como alimentos funcionales. La etiqueta Epigen Healthy Bite no solo marca un producto que proviene de la agricultura regenerativa. También lleva un código Qr donde el consumidor puede ver la captura de carbono en suelo donde se ha producido, qué tipo de alimento funcional es y la descripción metabólica completa del mismo (aminoácidos, azúcares, ácidos orgánicos...) 

Cada productor bajo Epigen Healhy Bite recibe seguimiento especializado para garantizar y evolucionar hacia la máxima expresión de agricultura regenerativa.

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¿Qué es la agricultura regenerativa?

Se define como un sistema de producción cuyo propósito es mantener e incrementar la fertilidad de los suelos, mejorando el contenido de materia orgánica y desarrollando el microbioma nativo de los suelos. Es una forma de establecer un nuevo equilibrio en el ecosistema suelo-cultivo.

El microbioma del suelo se refiere a la comunidad diversa de microorganismos, como bacterias, hongos y virus, que habitan en él. Estos microorganismos desempeñan una serie de funciones vitales en el suelo agrícola, incluida la descomposición de materia orgánica, la liberación de nutrientes y la protección contra patógenos.

Se basa en principios fundamentales de respeto por la tierra y sus ecosistemas naturales. A diferencia de los sistemas agrícolas tradicionales, que a menudo dependen en gran medida de productos químicos sintéticos y monocultivos intensivos, la agricultura regenerativa tiene como protagonista al suelo como elemento esencial en la producción agrícola.

Un suelo sano es la base para obtener un cultivo sano y producir alimentos de máxima calidad, de ahí la importancia de este sistema como base para la regeneración de los suelos

domingo, 28 de enero de 2024

La voz del Campo, ¿por qué se grava la crisis en los agricultores?

 No es fácil que un periódico de referencia como Le Monde dedique su portada a los agricultores y ganaderos. 
En esto, Francia es muy especial. Siempre, allí, lo que tiene que ver con la agricultura y la ganadería, en definitiva, con el campo, es prioritario. 
En esta ocasión es aún más especial, sobre todo visto con los ojos españoles, poco dados a dar protagonismo a la gente del campo.

Así, se destacaba en el primer diario francés el pasado 17 de enero la lucha de los agricultores alemanes, no de los franceses, en defensa de sus intereses (“L’Allemagne gagnée par la peur du deéclassement. “Scholz affronte la colère des agriculteurs”). Y el jueves 25 de enero, de nuevo portada, esta vez las reivindicaciones de los agricultores franceses, que se mantienen hasta hoy (“Agriculteurs: pourquoi la crise s’aggrave”). Y así durante toda esta última semana (sirva como ejemplo: https://www.lemonde.fr/economie/article/2024/01/20/partout-en-europe-la-colere-des-agriculteurs-gagne-du-terrain_6211913_3234.html?lmd_medium=email&lmd_campaign=trf_newsletters_lmfr-[a-la-une]-20240120-[zone_edito_1_titre_1]&M_BT=38915310877151).

Conviene destacar, en primer lugar, que en el país vecino lo que pasa en el campo influye en la sociedad. Lo reflejan los medios de comunicación generalistas, pero también forma parte del debate político al más alto nivel y de las preocupaciones que la sociedad considera como propias. No son de extrañar las palabras del primer ministro francés del pasado viernes: “Francia, sin la agricultura, no sería Francia”.

Envidia sana desde España, donde nos olvidamos frecuentemente de quienes producen los alimentos, excelentes, por cierto, que nos dan la mayor seguridad alimentaria del mundo. Son ellos, además, los que viven en nuestro medio rural, generan la actividad económica y el empleo imprescindibles para su futuro, y conservan el medioambiente y el territorio.

En segundo lugar, la protesta de los agricultores alemanes es muy sintomática de la sensación de todos los agricultores europeos en estos momentos complicados. Ante la intención del gobierno, y sin entrar en detalles, de gravar con una nueva tasa los tractores y otros vehículos agrícolas, y eliminar la bonificación al gasóleo agrícola, los agricultores han sido capaces de parar Berlín y mandar un mensaje de fuerza, que ha contado con el apoyo mayoritario de la sociedad alemana. Y han torcido el brazo al ejecutivo alemán, que ha dado marcha atrás en la primera de las medidas propuestas, y ha decidido reducir las ayudas al gasóleo de manera progresiva hasta 2026, y no de golpe en 2024.

El contagio de los últimos días a la agricultura francesa ha puesto en alerta a su gobierno, que se enfrenta a una de las mayores protestas de los últimos años. En España, hay que decirlo, la situación es distinta. Se han mantenido las bonificaciones al gasóleo agrícola (exención del impuesto especial de hidrocarburos) y 2023 ha sido el año con más ayudas directas con fondos nacionales al sector agrario en España, haciendo del actual gobierno el que más ha apostado por los agricultores y ganaderos en momentos de dificultad. Los datos son objetivos. Y tozudos.

No obstante, las protestas podrían extenderse. No es solo una cuestión de las dificultades coyunturales. Es también la necesidad, y parece que tímidamente empieza a entenderlo así la Comisión Europea, de repensar la PAC. Si uno de los objetivos principales de la PAC es conseguir a través de esta política unos beneficios ambientales concretos, si los agricultores y ganaderos no se sienten concernidos porque sus esfuerzos son inútiles para alcanzar algunas metas o las ayudas como contraprestación son insuficientes, estos no se alcanzarán. Y la PAC no servirá.

No sólo debe repensarse la PAC, para lo que será muy interesante el dialogo estratégico sobre el futuro de la agricultura europea, lanzado por la presidenta de la Comisión, von der Leyen, el pasado jueves, sino que hay que desterrar la percepción, cada vez mas extendida, de que son los que menos tienen los perdedores de la transición ecológica. En este grupo se sitúan muchos agricultores y ganaderos, que sienten que las nuevas políticas les perjudican. Para cambiar esta sensación, es necesaria una mayor pedagogía, y un nuevo modelo de ayudas en la PAC, que proteja a los que más lo necesitan, frente a los retos de la necesaria transición ecológica, a los que deben hacer frente en sus explotaciones.

Y también hay que reivindicar el papel esencial de los agricultores, su valoración y reconocimiento social. Es urgente hacerlo. España, igual que Francia, no puede entenderse sin la agricultura. Y esta verdad hay que contarla. Y defenderla.

Al mismo tiempo, parece muy urgente afrontar un cambio hacia un modelo de beneficiarios que responda al concepto de explotación familiar. No puede ser que las ayudas públicas se distribuyan sin tener en cuenta el modelo de negocio y las multifuncionalidades evidentes del tipo de explotación que nos ocupa, frente a otros, legítimos, pero que no deberían contar con los mismos apoyos públicos.

Por otra parte, la simplificación de la política, lejos de haberse conseguido en esta reforma de la PAC en España, es también acuciante. No puede ser que para gestionar una explotación familiar se necesiten apoyos profesionales externos hasta el punto de poner en riesgo la rentabilidad de la explotación. Las exigencias para las explotaciones familiares, generalmente pequeñas y medianas, no pueden ser las mismas que para grandes grupos inversores. Urge pues un cambio de planteamiento.

Se acerca la fecha de las elecciones al parlamento europeo y la agricultura tiene que contar. También en España. La PAC supone un tercio del presupuesto comunitario y sigue siendo una de las políticas más comunes. Su importancia es muy grande en nuestro país, el segundo Estado Miembro en cuantía de ayudas de la PAC, gracias a las cuales, España es un beneficiario neto de fondos europeos (recibe más fondos de los que aporta al presupuesto comunitario).

Los agricultores y ganaderos se están dirigiendo a los partidos políticos de toda Europa. También a los españoles. Y sus reivindicaciones tienen el apoyo del conjunto de la sociedad europea. Es sin duda un buen momento para impulsar la valoración social del sector. Y un excelente momento para que se escuche la voz del campo desde la política.

Es hora, pues, de cambiar el paradigma del sector agrario en España. Ha llegado el momento de tener en cuenta a los agricultores y ganaderos. De escucharlos.

martes, 23 de enero de 2024

Los nuevos señoritos del campo. España Rural.

Los fondos de inversión están detrás de casi todas las operaciones 
de compraventa de fincas rústicas en Andalucía. 
El Gobierno del PP y Vox se lo está poniendo fácil. 
También a las grandes corporaciones energéticas


ctxt.es.

Trabajos agrícolas en la finca El Humoso de Marinaleda, de gestión colectiva. / AJ+ Español (Youtube)

Cuando imaginamos el tejido rural, Marinaleda es un emblema. Un municipio sevillano en el que viven 2.626 personas, según el censo de 2018, con muy escaso desempleo y en el que la población más joven quiere seguir viviendo. Los pilares de este proyecto son la planificación comunitaria, la gestión pública de la tierra y autogestión cooperativa.

La política municipal ha sido desde 1979 la herramienta política de transformación social en Marinaleda. La lucha por el acceso a la tierra, la construcción de viviendas destinadas a las jornaleras, jornaleros y sus familias, la consecución del pleno empleo… Y, en general, las políticas que han actuado como dique frente a las lógicas de explotación, de seres humanos y de la tierra, propias de lo que se llama desarrollo en los contextos capitalistas.

Un total de ocho cooperativas trabajan en las 1.200 hectáreas de El Humoso, una finca que la lucha y la desobediencia de la gente del campo consiguió arrebatar en 1992 al duque del Infantado. El pueblo y las cooperativas no son propietarios de la tierra, porque, tal y como defienden, la tierra no debe ser de nadie, y solo existe la posibilidad de trabajarla. Esas tierras son el principal sustento económico de todo el pueblo. En ellas se trabaja por turnos, compartiendo las labores y su fruto.

Ahora ese modelo está bajo amenaza. El Gobierno andaluz quiere vender la finca. La normativa que aprobó el Gobierno andaluz sobre los usufructos de la finca de El Humoso otorga al Ayuntamiento de Marinaleda una opción de compra preferente, pero los precios que se marcan son abusivos y se corre el riesgo de que solamente grandes inversores puedan comprar. En junio de 2021, la Junta de Andalucía, gobernada por PP y Vox, los partidos que más sacan pecho en la defensa de las y los agricultores, emitió una orden de desalojo que las cooperativas recurrieron. Por el momento las cooperativas resisten.

Se intenta sacar tajada y convertir la destrucción en beneficios y nuevas oportunidades para el lucro.

Es la lógica del capitalismo del desastre. Se intenta sacar tajada y convertir la destrucción en beneficios y nuevas oportunidades para el lucro. Estamos en una profunda crisis ecosocial y asistimos de forma cada vez más violenta a la pugna por los recursos naturales. La tierra fértil es uno de los más importantes. La pérdida de suelo fértil provoca que el terreno agrícola productivo aumente su precio en los mercados capitalistas. La inversión en tierra se convierte de este modo en un “activo rentable” para los fondos financieros especulativos y los grandes inversores. Estos, cuando llegan al campo, intentan sacarle jugo de la forma más rápida posible a través de la superintensificación productiva. Pero la conversión de la agricultura en una industria extractiva agudiza la erosión y empobrecimiento de los suelos, la pérdida de nutrientes y de biodiversidad. La aplicación masiva de agroquímicos empeora la fertilidad de los terrenos y contamina las masas de agua dulce.

Acaparamiento de tierra fértil escasa, destrucción medioambiental, degradación de los suelos y contaminación de las aguas, que provocan mayor escasez de tierra viva. Una escasez inducida que supone una oportunidad de negocio. Un círculo vicioso y nefasto que demuestra que cuanto mejor le va al capital, peor parada sale la vida en su conjunto y en particular la humana.

El agronegocio financiero, la política monetaria y los agentes especulativos

En los últimos 15 años, los fondos de inversión especulativos se han lanzado a comprar fincas agrícolas y empresas del sector primario y agroindustrial en todo el mundo. El campo, como activo alternativo al tradicional ladrillo, ofrece una alta rentabilidad con relación al riesgoSe convierte en un paraguas contra la inflación, al estar algo más alejado de los sobresaltos de los mercados financieros. Según datos de la consultora inmobiliaria CBRE, en este período se ha multiplicado por diez el número de inversores que compran terrenos agrícolas, y por 15 los que entran en empresas agroalimentarias.

Estos fondos especulativos se han beneficiado de la política monetaria impuesta en los últimos lustros por las supuestamente “neutras” autoridades monetarias y los bancos centrales. Tras la crisis de 2008, se pusieron en marcha “políticas monetarias no convencionales”, entre las cuales, la principal fue la denominada “flexibilización cuantitativa” (Quantitative Easing, QE). La política de QE consistió en inyectar dinero en el sector financiero con el fin de que los bancos pudiesen prestar y mantener los tipos de interés cercanos al cero (o incluso por debajo). Posteriormente, la crisis inducida y agravada por la pandemia mundial de covid empujó a los bancos centrales a ampliar sus programas de compra de activos, así como a inyectar ingentes sumas de liquidez al sistema financiero. Para autores como Chesnais, la QE es el elegante nombre que esconde la creación de moneda. Es lo que en otros tiempos se conocía como la puesta en marcha de la maquinaria de hacer billetes.

Andalucía, la tierra para quien especula

Andalucía está siendo víctima de este proceso. Con la pandemia, las inversiones de capital foráneo en la agricultura andaluza aumentaron. Los fondos de capitales buscan fincas “buenas y grandes”, de 500 hectáreas o más, y con posibilidades de regadío, fundamentalmente para cultivos leñosos. Mientras una buena parte de la actividad económica estaba seriamente afectada por la pandemia, el olivar aumentó en 2021 casi 10.000 hectáreas en Andalucía. Un 2% respecto a la superficie total de este cultivo.

Con la pandemia, las inversiones de capital foráneo en la agricultura andaluza aumentaron

En 2021, según el Instituto Nacional de Estadística, Andalucía se situó a la cabeza de las comunidades autónomas españolas en la lista de compraventas de fincas rústicas, con 2.211 operaciones. Durante 2022 se alcanzaron las cotas más altas de los últimos 15 años en las compraventas de terreno rústico.

Los fondos de inversión están detrás de prácticamente todas las operaciones de mayor envergadura y de la mayor parte de las nuevas plantaciones, superintensivas o intensivas. Las entradas de estos capitales son muy fuertes también en empresas que forman parte de la cadena de valor agrícola o en la industria agroalimentaria andaluza. Es el caso de la conservera ALSUR. Los fondos de inversión Acon Southern Europe y Quarza Inversiones se han hecho con la mayoría de Sola de Antequera, empresa especializada en la fabricación de conservas vegetales, principalmente de alcachofa, judías, habitas y pimientos.

El traspaso de tierras desde quienes tradicionalmente han mantenido la agricultura a los fondos de inversión está provocando cambios drásticos en la configuración del campo. Hay menos explotaciones agrarias, cada vez más grandes y menos familiares. En Andalucía, se convierten en los “nuevos amos”.

Son tres los factores que despiertan la voracidad inversora: el agua, el despliegue de las energías renovables y la cercanía a los grandes núcleos urbanos. Esos tres factores están relacionados con tres usos distintos: el puramente agrícola, el relacionado con las nuevas megaplantas de energías renovables, y el dedicado únicamente al ocio.

Ante la escasez de agua, el Gobierno andaluz se pone al servicio del capital. Ante la demanda de los nuevos terratenientes de fincas muy grandes, bien comunicadas, con agua y cerca de vías de comunicación, la Junta de Andalucía anunció en octubre de 2022 la puesta en marcha del “Plan SOS” (de soluciones y obras frente a la sequía), que dotará 4.047 millones de euros para impulsar obras hídricas hasta el año 2027.

Respecto a las nuevas megaplantas de energías renovables, el neoliberalismo andaluz también pone las cosas fáciles a los intereses de las grandes empresas energéticas. Las grandes corporaciones del “oligopolio energético” están acaparando tierras en muchos pueblos de Andalucía para instalar megaplantas que dejarán pocos beneficios al conjunto de la economía y población local. Decenas de ayuntamientos se organizaron para presentar una Iniciativa Legislativa de los Ayuntamientos (ILA) ante el Parlamento de Andalucía para suspender temporalmente el “tsunami de megaproyectos”. La intervención pública en este ámbito da lugar a hablar de “burbuja especulativa con las cartas marcadas” pues las promotoras juegan con la declaración de utilidad pública y, en última instancia, conseguir que el Estado expropie los terrenos.

Resistir desde la política de los comunes

Ante esta situación, resulta importante defender y sostener los proyectos e iniciativas consolidadas alrededor de lo común, de la economía política de los comunes o la economía social transformadora. Un común reúne a coproductores que actúan conjuntamente dándose a sí mismos reglas colectivas. La economía política de los comunes hace de la cooperación el antídoto contra la lógica capitalista. Es ahí donde se pueden enmarcar dos alternativas de economía social transformadora que a continuación se muestran, y que hacen frente a los procesos anteriormente descritos.

Por un lado se encuentra el proyecto cooperativo de Marinaleda, experiencia que ha resistido a las relaciones capitalistas de poder asimétricas que destruyen los bienes comunes. La planificación pública comunitaria del proyecto cooperativo siempre se ha guiado por las actividades productivas que permitan generar el mayor número de jornales posibles. La gestión (cooperativa) no tiene por finalidad la maximización de los beneficios o aumentar los salarios de unas determinadas personas, sino alcanzar los objetivos planificados de crear el máximo número de empleos posibles para las personas que habitan el pueblo.

Uno de los elementos fundamentales del proyecto es la consideración de la tierra como un bien común.

Uno de los elementos fundamentales del proyecto es la consideración de la tierra como un bien común; la tierra, por la que se luchó colectivamente, no debe ser privatizada, mercantilizada. Se apuesta por la creación de una fundación que imposibilite la privatización de la tierra; que la haga indivisible, invendible, inespeculable y gestionada por las cooperativas de Marinaleda.

La oferta de compra de la tierra por parte de las cooperativas para posteriormente vincularlas a una fundación recibió como respuesta, por parte del Gobierno andaluz, una orden de desalojo. Frente a la creación de empleo y riqueza para todo un pueblo y su comarca, la intervención neoliberal prefiere vender a los fondos de inversión.

Otra experiencia valiosa de economía social transformadora que queremos mostrar es la creación de la Comunidad Energética Local de Alcalá del Valle. El proceso tiene como fin crear una cooperativa de consumo energético que permita la participación abierta y voluntaria, el control efectivo por las personas socias y la priorización absoluta de los beneficios medioambientales y socioeconómicos de la ciudadanía frente a las ganancias financieras. A partir de ahí, se están realizando los estudios técnicos y financieros para poder contar con la infraestructura necesaria para generar la energía que requiere la localidad. En este sentido, la infraestructura que generará la energía a partir del sol se considera como un bien común gestionado de modo cooperativo y con una propiedad colectiva.

Son proyectos que funcionan. En el caso de Marinaleda, la eficiencia, desde el punto de vista del bienestar de las personas del pueblo, está demostrada desde hace más de cuarenta años. Tienen valor en sí mismo y como faro para iluminar e inspirar muchos otros.

No les dejemos solos en esta lucha. Cada espacio que se abandona al capital se traduce en menos oportunidades para disfrutar de vidas buenas, ya y en el futuro.

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Óscar García Jurado es economista y forma parte de Talaios Kooperatiba.


sábado, 16 de diciembre de 2023

El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2023: Revelar el verdadero costo de los alimentos.

Pague tres pero nos cuesta siete. 
El gran desfalco alimentario:
Al salir de un comercio conocemos lo que marca el ‘ticket’ de compra, 
pero a esta cantidad han de añadirse gastos ocultos sanitarios, ambientales y sociales,
no contemplados en esa factura/recibo.

Por cada tres euros que pagamos al salir del supermercado de turno, 
tenemos que añadir cuatro euros más de costes invisibles.

Siempre se ha dicho que, si el sistema económico actual es "rentable" 
y si "funciona",  es porque no paga lo debe:
porque en el precio de venta no incorpora todos los costes de producción.
si lo hiciera se derrumbaría él solito.

Y esto no solo es aplicable a los alimentos: agricultura, ganadería...

El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2023.


La administración española nos dice que, de promedio, gastamos en alimentación casi 1.600 euros al año por persona. En cambio, Naciones Unidas sostiene que en España esta cifra asciende a casi 3.800 euros. 
¿A qué se debe este desfase? A nivel mundial, esta diferencia supone cada día unos 35.000 millones de dólares, 
pero ¿por qué nadie va a la cárcel por este descomunal desfalco?

Las cifras las acaba de publicar la FAO, el organismo de Naciones Unidas encargado de los temas alimentarios, en el informe El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2023. Revelar el verdadero costo de los alimentos para transformar los sistemas agroalimentarios. Como dice el subtítulo, en él se aborda un aspecto clave para quienes cuestionamos el modelo alimentario globalizado: el coste real de los alimentos. Porque, si bien al salir de un comercio conocemos el coste monetario de nuestra compra –lo que marca el ticket–, a éste habría que añadirle otros gastos que, aunque no nos lo parezca, también acabamos pagando y que podemos agrupar en sanitarios, ambientales y sociales.

Imagen de recurso de supermercado. / Pixabay
En este detalladísimo estudio, los costes ocultos sanitarios se cuantifican a partir de las pérdidas de productividad laboral que provocan enfermedades derivadas de malos hábitos alimentarios, como la obesidad, y que a nivel mundial representan el 73% de toda esta contabilidad enmascarada. En el caso de España, para el año 2022, significa una cantidad aproximada de casi 80.000 millones de euros, que representaría nada menos que el 6% del PIB nacional. Este porcentaje aumentaría aún más si se contabilizaran los costes directos de los tratamientos de estas patologías que se asumen desde la sanidad pública.

Los costes ambientales que pagamos entre todas, pero que no aparecen en las facturas, representan según este estudio algo más del 23% del total, y se calculan en función de las pérdidas agrícolas y de servicios ecosistémicos causadas por las emisiones de gases de efecto invernadero y nitrógeno, la escasez de agua y los cambios en el uso del suelo, y en función de las pérdidas de productividad provocadas por la contaminación del aire, la contaminación del agua y su escasez. En el caso español, la suma de este capítulo representaría un total aproximado de 23.800 millones de euros.














Gráfico extraído del informe de FAO.

Por último, los costes sociales se calculan a partir de las pérdidas de productividad asociadas con la desnutrición y el coste social de eliminar la pobreza a lo largo de la cadena de valor alimentaria. Estos costes, lógicamente, son más altos en países de rentas bajas, donde llegan a alcanzar el 14% de su PIB. En nuestro país, su valor proporcional es mucho más bajo, pero aún así, crematísticamente representaría 62 millones de euros en un año.

Por cada tres euros que pagamos al salir del mercadona de turno, tenemos que añadir cuatro euros más de costes invisibles.

Decíamos al principio que, según el Ministerio de Agricultura, en promedio en España gastamos 1.597 euros por persona al año en la compra de alimentos. Si tenemos en cuenta la Contabilidad de Costes Reales de la alimentación (CCR), como le llama la FAO, deberíamos añadirle un total de 2.183,41 euros más, es decir, el gasto anual per cápita en realidad sería de 3.780 euros. Esto equivaldría a interiorizar que por cada tres euros que pagamos al salir del mercadona de turno, tenemos que añadir cuatro euros más de costes invisibles.

Seguramente sin pretenderlo, el informe de la FAO lleva directamente a señalar a quienes se debería imputar estos costes, este desfalco astronómico, pero dado que hablamos de las poderosas corporaciones de la agricultura y la alimentación industrial, es fácil deducir por qué ni se les nombra, ni se les acusa, ni se les juzga. Y siguen en libertad.

Y claro, en los lineales de los supermercados convencionales no encontraremos propaganda que diga: pague tres pero le cuesta siete. Sus estrategias de marketing no pasan por decir la verdad. En cambio hay otras agriculturas y otras alimentaciones que no solo no engañan en el precio, sino que al estar basadas en cuidar la tierra y multiplicar la biodiversidad, producen beneficios incalculables, ya que no hay cifras capaces de expresar el valor que tiene proteger la vida en el planeta.

 

Gustavo Duch

Licenciado en veterinaria. Coordinador de 'Soberanía alimentaria, biodiversidad y culturas'. Colabora con movimientos campesinos. 

jueves, 19 de octubre de 2023

Científico europeo propone incorporar ganado para cuidar el ambiente.

El metano es el precio a pagar para beneficiarse de este servicio altamente eficiente”.

"Es fundamental contrarrestar desde la ciencia el concepto apresurado de que 
el ganado debe ser excluido de la agricultura por sus emisiones de metano. 
Es más, volver a acoplar la ganadería al sistema de cultivos con una carga adecuada 
debería absorber este impacto negativo, ya que existe un equilibrio entre la liberación de metano 
y su contribución a una drástica reducción de las emisiones asociadas al uso de fertilizantes”.

A contramano de la opinión pública, Gilles Lemaire destaca la importancia de los sistemas mixtos por sus efectos en el reciclaje de nutrientes y en la fertilidad del suelo, lo cual reduce las emisiones por el uso de fertilizantes en los cultivos.



El Dr. Gilles Lemaire, referente del Instituto de Investigación Agropecuaria de Francia (INRA) presentó una visión disruptiva en el 46º Congreso de la Asociación Argentina de Producción Animal (AAPA), que se contrapone a la movida ambientalista de la sociedad europea. En este marco propuso reincorporar el ganado a los sistemas de cultivos -como ocurría en tiempos históricos- con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación de los recursos hídricos, asociados con el uso de fertilizantes industriales. 
Desde Valor Carne (Argentina) reproducimos su presentación que respalda desde la ciencia la estrategia de los sistemas agroganaderos integrados del país.

¿Cómo se construyeron los suelos fértiles? “Se desarrollaron a lo largo de los períodos geológicos. En un ecosistema natural, los nutrientes minerales disponibles para las plantas (P, K, micro y oligoelementos) son provistos mediante un proceso de erosión muy lento del lecho rocoso. En cambio, el nitrógeno (N) se acumula a través de la fijación simbiótica o sin intervención de los seres vivos desde la atmósfera”, explicó Lemaire en el encuentro que se realizó recientemente en Pergamino, bajo el lema de “Innovaciones para sistemas sustentables”.

En cuanto a la vegetación, agregó que existe un reciclaje interno de nutrientes durante la senescencia foliar y el 80% de los mismos queda como reserva para un nuevo período de crecimiento, mientras que el 20% regresa al suelo con las hojarascas y raíces. Esta fracción ingresa a la materia orgánica fresca y, a través de la actividad microbiana, se transforma en nutrientes disponibles que son reutilizados por las plantas y por las comunidades microbianas del suelo.

El investigador sostiene que este sistema de reciclaje es muy eficiente porque las formas disponibles de N, como nitrato y amonio, no pueden acumularse en grandes cantidades debido a la alta competencia entre plantas y microbios. Entonces, “en tiempos históricos sus pérdidas hacia la atmósfera como óxido nitroso (un poderoso gas de efecto invernadero) así como la contaminación de los recursos hídricos fueron muy bajas”, aseveró.

¿Cómo actúa el ganado en este ecosistema? “La cosecha de forraje por parte de los rumiantes reduce el reciclaje de nutrientes de las plantas y, a la vez, se produce un reciclaje de la fracción consumida por los animales durante la fermentación ruminal. Luego las heces y las deposiciones de orina resultan con una proporción de nutrientes muy favorable para estimular la actividad microbiana del suelo”, indicó.

Esto significa una gran fortaleza para los sistemas agroganaderos. “Las comunidades microbianas del rumen y del suelo tiene un patrón genético similar lo cual acelera el ciclo de nutrientes dentro del ecosistema. Por eso, la emisión de metano debida a la digestión de la celulosa debe considerarse como el ‘precio a pagar’ para beneficiarse de este servicio altamente eficiente y no puede evaluarse únicamente por su impacto negativo”, subrayó.

Ganado & sustentabilidad

Lemaire destaca el rol del herbívoro en la sustentabilidad de los sistemas de producción. “El mayor dilema actual es que necesitamos producir más para alimentar a la creciente población mundial y, a la vez, reducir esos impactos ambientales negativos. Pero en la visión moderna se considera al ganado como un disturbio por la emisión de gases de efecto invernadero”, planteó.

Sin embargo, en los inicios de la agricultura los herbívoros actuaban como catalizadores del reciclaje de los nutrientes. “Luego, en la Edad Media, ante la necesidad de aumentar la productividad de los suelos, se incorporaron leguminosas que fijan nitrógeno, aunque entonces la limitante estaba en las deficiencias de fósforo y potasio, entre otros. Después de la Segunda Guerra Mundial, la producción industrial de fertilizantes en gran escala dio como resultado el abandono progresivo del ganado para mantener la fertilidad del suelo”, contó aludiendo a las causas que llevaron al desacople entre ganado y cultivos.

Desde entonces, los sistemas de producción agrícola intensiva se basan en el uso masivo de fertilizantes que “inevitablemente conducen a emisiones de óxido nitroso y a la contaminación de los cursos de agua con nitrógeno”.

Para el investigador estos efectos son en mayor medida consecuencia de la simplificación y homogeneidad de los modelos de uso del suelo que de un nivel de productividad demasiado alto. “Por eso, es fundamental contrarrestar desde la ciencia el concepto apresurado de que el ganado debe ser excluido de la agricultura por sus emisiones de metano. Es más, volver a acoplar la ganadería al sistema de cultivos con una carga adecuada debería absorber este impacto negativo, ya que existe un equilibrio entre la liberación de metano y su contribución a una drástica reducción de las emisiones asociadas al uso de fertilizantes”, aseguró Lemaire, refiriéndose al alto uso de estos insumos químicos en países desarrollados.

¿Y en la Argentina? Desde Valor Carne difundimos cada vez más estudios locales y experiencias de productores que demuestran los beneficios de integrar la ganadería a los sistemas agrícolas, que además utilizan niveles relativamente bajos de fertilizantes, lo cual permite producir hacienda con resultados económicos y ambientales positivos. Un camino que marca una oportunidad para la carne argentina.
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Reapertura de la Cafetería y Bar de Redecilla del Camino, Polideportivo Municipal, día 27 de marzo.

Según informa del Ayuntamiento de Redecilla de Camino, el bar/cafetería, ubicado en el Polideportivo Municipal abrirá todos los Fines de Sem...