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jueves, 16 de marzo de 2017

Catedrático Luis Gil,haciendo resistentes a los Olmos.

La UPM premia al científico que ha salvado los olmos españoles.

El catedrático de la ETSI Montes, Forestal y del Medio Natural Luis Gil, Premio de Investigación 2016 de la UPM en reconocimiento a su dilatada trayectoria investigadora, docente y profesional en el ámbito de la genética forestal.

06.02.2017
Biólogo y doctor ingeniero de Montes, el madrileño Luis Gil es catedrático de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). En ella dirige el Grupo de Investigación Genética, Fisiología e Historia Forestal, trabajando desde hace décadas en el estudio genético de las especies forestales. Por su actividad, que ha permitido conocer mejor nuestro patrimonio forestal, su historia y cómo preservarlo para que tenga futuro,  ha recibido el Premio de Investigación 2016 de la UPM.
El galardón también aquilata la destacada trayectoria profesional y la labor docente de este profesor de notable personalidad, que ha contagiado su vocación científica a varias generaciones de estudiantes.
Luis Gil trabaja no solo para rehacer la vida de los árboles y dar continuidad a las especies arbóreas. También para que lo hagan en las mejores condiciones y, en consecuencia, se beneficien las personas, por lo que en todo ese esfuerzo de años no ha faltado su implicación en proyectos de cooperación en Etiopía para romper el pernicioso círculo entre pobreza y degradación ambiental.

PREGUNTA.- Su investigación se ha centrado en la anatomía y fisiología de las principales especies arbóreas de los bosques ibéricos y macaronésicos y en la mejora y conservación de sus recursos genéticos forestales. ¿Cómo se puede reducir su vulnerabilidad ante amenazas potenciales como incendios, erosión, gestión inadecuada, cambio climático…?

RESPUESTA.- La vulnerabilidad de las especies forestales se debe a la acción del hombre: fuego para incrementar las áreas de pasto, pues nuestra fauna doméstica o cinegética no tiene la capacidad de alimentarse de la biomasa de los árboles por su altura. Pero cuando son jóvenes y de baja talla, el ganado los utiliza como alimento. Desaparecidas estas causas, salvo en zonas donde caza y ganadería son todavía importantes y extensivas, solo se puede reducir por la repoblación forestal cuando no existe arbolado en su proximidad. El otro aspecto más destacado es que haya una gestión activa que elimine los efectos de la actuación humana. La filosofía generalizada de que se debe dejar actuar solo a la naturaleza es errónea. Ignora nuestra historia.  
P.- Desde 1992, trabaja en el Hayedo de Montejo en la Comunidad de Madrid, uno de los sistemas forestales mejor conocidos de España gracias a sus investigaciones. Para el mismo, existe la aspiración de que se convierta en Patrimonio Natural de la UNESCO.  ¿Cuál es el “estado de salud” de este sistema en constante transformación y especialmente sensible a los efectos del cambio climático?
R.- Para cualquier observador sería excelente, por el elevado porcentaje de flora y fauna que posee. Pero un examen detallado muestra que es un sistema en retroceso por la elevada densidad de árboles en el que aparece un regenerado potente de hayas y robles. Lo que es falso, pues responde a una situación próxima al colapso por la competencia intraespecífica: árboles con un dedo de grosor resulta que poseen 50 años. Por otro lado las viejas hayas, uno de los mayores valores del monte, están en una importante regresión, por la competencia de los individuos que se regeneraron tras el cese del pastoreo, agravado por unos veranos muy secos, más frecuentes en las últimas décadas. Procesos que reducen su vitalidad, lo que favorece el incremento por la presencia de hongos patógenos que eliminan su sistema radical primario y las viejas hayas caen abatidas por no superar mecánicamente el esfuerzo del viento.
El hombre posee la capacidad y la técnica para recuperar
casi cualquier especie amenazada
P.- Otras de sus áreas de atención es la recuperación de poblaciones con demografía reducida y caracterizadas por su singularidad evolutiva. Su grupo ha conseguido genotipos válidos para clonar olmos autóctonos resistentes a la grafiosis, la enfermedad fúngica que está aniquilando a la especie en todo el mundo.  ¿La intervención humana será definitiva en este caso?
R.- El hombre posee la capacidad y la técnica para recuperar casi cualquier especie amenazada, pero el coste no es comparable entre unas y otras especies. En el caso de los olmos, gracias al Ministerio de Agricultura que proporcionó las superficies y el mantenimiento de las colecciones y parcelas de ensayo durante más de 30 años, ya es posible. Aumentar el número de olmos resistentes es cuestión de financiación, y los árboles carecen del atractivo de ciertas especies animales o endemismos vegetales de ser más valorados, pero nos apoya el enorme interés suscitado en los pueblos que van recuperando olmos jóvenes que sustituyen a los viejos. Es entrañable ver que la calle, la plaza o los pueblos que incluyen la palabra olmo recuperan al organismo que les dio nombre.
P.-  Académico de la Real de Ingeniería, formalizó su ingreso en la institución con su discurso “La diversidad que no se ve”,  con un particular homenaje a los pinos y rodales españoles a los que considera infravalorados ¿Cuál es el papel histórico de esta especie?
R.- En su historia reciente, junto al foráneo eucalipto, han sido considerados los malos de nuestros paisajes actuales, como si fueran los culpables de su presencia. De los pinos se decía, y aún se mantiene en ciertos círculos, que no eran naturales en su mayoría, que habían sido introducidos por los ingenieros de montes, que acidificaban y empobrecían los  suelos, que impedían crecer la hierba bajo su sombra, que sus acículas no se degradaban, que favorecían los incendios, que sus repoblaciones eran colocar barriles de trementina; que eran especies de crecimiento rápido y un largo etcétera de opiniones nunca demostradas por la ciencia.
En la historia pasada fue una especie dominante de nuestras montañas em“pinadas”, por su carácter rústico, lo que le impedía rebrotar como hacen la mayoría de los árboles ibéricos. Pero fue incapaz de adaptarse a la perturbación humana más recurrente: fuego seguido de pastoreo.
La gestión forestal es la mejor forma
de favorecer la adaptación al cambio
P.- Historiador pionero de la flora forestal ibérica. ¿Cuáles son las principales amenazas para preservar nuestro valioso patrimonio genético y cómo puede defenderse?
R.- Lo que nos ha llegado, tras haber superado el periodo de ganadería extensiva y agricultura marginal, carece de amenazas salvo por cuestiones de urbanización, de cambio climático o de una gestión inadecuada. La gestión forestal es la mejor forma de favorecer la adaptación al cambio, promoviendo la regeneración en aquellas poblaciones de mayor singularidad. El nuevo regenerado se establecería bajo las condiciones actuales y sobrevivirían aquellos individuos con las combinaciones genéticas adecuadas para las nuevas situaciones ambientales. Posible, por ser la variación genética intraespecífica de los arboles forestales muy elevada. Situaciones como la actual han estado presente desde hace millones de años y las especies forestales han persistido.
Luis Gil recibe del rector Guillermo Cisneros, el Premio UPM de Investigación.
P.- Por cierto, ¿cómo ve el futuro de nuestros bosques?
R.- Desde un punto de vista humano, incomprendidos. La sociedad no percibe sus valores naturales, culturales ni como promotores de desarrollo rural. Su falta de movimiento los considera como seres inanimados insensibles al cambio en el corto plazo, que es el que demanda la sociedad y la política. Su futuro es el de seguir aumentado su área por el abandono rural, pero conservando unas estructuras inadecuadas para una evolución dinámica y progresiva hacia más parámetros más adecuados con sus características ecológicas. La sociedad actual demanda conservación de lo ya existente, que son formaciones rejuvenecidas y lo que se debería fomentar es una gestión dinámica hacia estructuras más evolucionadas.
P.- ¿Cómo valora el descenso actual de vocaciones tecnológicas entre los jóvenes,  que puede tener como consecuencia la escasez de técnicos en un futuro? ¿Dónde cree que están las causas?
R.- La valoración es negativa, pero es acorde con los tiempos en que vivimos, en que la única ingeniería nombrada por los medios de comunicación es la mal denominada “ingeniería financiera”. Cualquier innovación técnica no puede competir en beneficio económico con los generados por las especulaciones financieras. El desarrollo económico del país y un empobrecimiento cultural favorece que los jóvenes dediquen sus esfuerzos a profesiones con mayores ganancias salariales y, éstas, no suelen estar ligadas con los beneficios de la empresa en su conjunto, sino con los que proporciona a la élite empresarial; en general cuando es poseedora de un porcentaje minoritario. La minusvaloración de una cierta dignidad social y empresarial es la principal causa.
P.- Ha dirigido proyectos de cooperación para mejorar el eucalipto como instrumento para la reducción de la pobreza en las Tierras Altas de Etiopía, por los que recibió  el reconocimiento del gobierno de aquel país y el de la  UPM, que en 2014 le concedió el Premio de Cooperación Internacional en Investigación para el Desarrollo. ¿Qué alcance tuvo la iniciativa?
R.- La iniciativa fue una experiencia muy valiosa y enriquecedora. Pero partíamos con la ventaja del apoyo de un funcionario forestal etíope que había realizado su tesis en nuestro grupo y que, desde sus primeros años en España, tuvo claro que quería volver a su país. Colaboración que evita las incertidumbres propias de los trabajos de cooperación. Aprendimos, que no teníamos que plantar el bosque que deseábamos, formado por las especies autóctonas en peligro de extinción. Teníamos que utilizar especies que favorecieran el desarrollo rural, árboles con un crecimiento que permitiera retornos económicos en pocos años y que pudiera convivir con el ganado, pues no se podían cerrar las plantaciones. Solo una especie reunía las condiciones y, además, ya estaba presente en el país: el eucalipto. Iniciado en 2006, en 2010 el proyecto UPM-ETSIM de recuperación de tierras degradadas fue premiado por el Gobierno de Etiopía y nuestro colaborador es el actual ‎Director General del Ethiopian Environment and Forest Research Institute (EEFRI). Con el proyecto se pudo construir un centro forestal que lleva el nombre de Margarita Burón; investigadora y cooperante de la UPM que falleció en 2007.

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