La comida del futuro puede estar en peligro. Hasta
hace relativamente poco, hablar de que había problemas con la comida en
el mundo era ser tachado de Malthusiano fuera de tiempo. Tras la
revolución verde de los años 1940 – 1970 parece que el tema de la
hambruna por falta de comida ha acabado. Ahora se habla de la
redistribución de la comida, pero no de la falta de comida.
En cambio unos pocos llevan advirtiendo de este problema, pero recientemente la BBC sacó el documental “The Future of Food”,
una posible crisis alimentaria se convierte en un tema de conversación
“mainstream”. Algo sobre lo que podemos hablar en la sobremesa sin
parecer un loco que postea en foros y que lleva un gorro de papel de
aluminio.
En un principio fue la revolución verde
Liderada por Norman Borlaug,
con la introducción de técnicas de cultivo modernas, se suele decir que
la revolución verde cambió el planeta entre 1940 y 1970. La revolución
verde incrementó, especialmente en países como México o India la
cantidad de comida producida y es la que está detrás del incremento de
la población en el siglo XX.
La revolución verde se basa en el uso de variedades de alto
rendimiento (algunas híbridas), el uso de fertilizantes sintéticos,
mecanización, técnicas de irrigación y mejoras en la gestión del medio
agrícola. Si lo pensamos ha sido un éxito, puesto que la producción de
comida se ha incrementado y se ha reducido el número de personas
viviendo de ello.
The future of Food
El documental de la BBC básicamente pilota sobre tres ejes, el primero es porqué vamos a necesitar más comida, el segundo porqué nos va a costar más conseguirla y el tercero las consecuencias que está teniendo ya la combinación de los dos primeros factores. Se utilizan los siguientes argumentos:
- El crecimiento de la población está provocando que sea necesario producir más comida de lo que lo hacemos hasta ahora. Tendríamos que producir más comida y necesitaremos más tierra arable.
- El enriquecimiento de la población demanda más comida animal, que requiere más cultivos para conseguirla. Es más eficiente comer grano que utilizarlo para alimentar un animal que será sacrificado y convertido en filetes de los que nos alimentaremos. Se pierden muchas calorías por el camino.
- El crecimiento del uso de los biocombustibles requiere más superficie de cultivo que no se utiliza para cultivar comida. Si los coches van a usar comida para funcionar, habrá menos diponible.
- El calentamiento global, que si por un lado hace el tiempo impredecible, por otro destruye cosechas. Un año de malas cosechas puede empujar a la hambruna a millones de personas del tercer mundo.
- La falta de disponibilidad de agua adecuada para el cultivo, especialmente en países pobres. Al importar comida de los países pobres, los países ricos también importan el agua utilizada.
- La sobrepesca que ha agotado caladeros del primer mundo y que ahora lo está haciendo en los caladeros del tercer mundo, a los que se obtiene acceso mediante pagos de los países ricos.
- El fin de las reservas de petróleo y de productos derivados (fueles y pesticidas) necesarios para la producción agrícola. La revolución verde se basa en la mecanización y en los productos químicos para sacar adelante la producción de comida.
Respecto a las alternativas que se dan son muy
pocas: políticas públicas de fuerte intervencionismo para reducir los
daños, aprender del sistema de cultivo de Cuba (aunque reconocen que al
ser intensivo en mano de obra incrementa los precios) y que nuestra
dieta dependa menos de las calorías procedentes de los animales y más de
las calorías procedentes de los vegetales
Lo que hacen los inversores y estados
Hace tres años y medio nos hicimos eco de la noticia de una serie de inversores que estaban invirtiendo en cacao,
dado que pensaban que íbamos a encontrarnos ante un retroceso en la
producción mundial que haría subir los precios. Pero una crisis
alimentaria es a otra escala, y los inversores ya se están posicionando.
Recientemente el conocido inversor Jim Rogers comentó que no recomendaba estudiar un MBA, sino una carrera relacionada con la agricultura.
Según este inversor el futuro no está en el lado de los financieros,
sino de aquellos que sean capaces de maximizar la producción de comida.
Por otro lado tenemos a China, que ya ha comprado el 5% de la tierra de Ucrania.
Ucrania siempre ha sido el granero de Europa, un gran productor de
cereal. Parece que en China se han fijado en eso y quieren utilizar
parte de este granero para alimentar a su creciente (aunque ya no tanto)
población, que siguiendo la tendencia global cada vez quiere consumir
más carne.
Por otro lado hace poco que GurusBlog se hacía eco de la fuerte importancia las minas de fosfatos
del Sahara Occidental. Su gran riqueza en este recurso ayuda a Estados
Unidos y China que han prohibido la exportación de las reservas. Si
Marruecos garantiza que la producción de fosfatos no se va a detener
mientras que controle el Sahara, es poco probable que nadie quiera
cambiar la situación.
Soluciones
¿Qué alternativas estamos viendo para la crisis alimentaria global? De momento muy pocas. Recientemente hubo bastante revuelo (y cachondeo, todo hay que decirlo) con la recomendación de la FAO de comer insectos
para paliar el hambre global. Pero son una fuente barata de proteínas y
muy eficiente, bastante más que las de origen animal (como mamíferos,
pescado o ave).
Otra opción de la que se habla es de las semillas de cáñamo, por su alto valor proteico o reducir nuestro consumo de productos animales e incrementar el de vegetales, algo que recomiendan en el documental de la BBC. La próxima vez que vean a un vegetariano pídanle recetas, puede que sea el futuro.
Aunque estos problemas de la comida no son acuciantes ahora y puede
haber cierto alarmismo, quizás no es una mala idea que se empiece a
trabajar sobre este tema a gran escala ahora que todavía hay tiempo para
arreglarlo. Es cierto que no hay soluciones a la vista, pero
también que no parece que nos hayamos puesto a buscarlas con el mismo
ahínco con el que solucionamos otros problemas.