domingo, 14 de septiembre de 2025

Quintanilla del Monte en Rioja, su retablo renacentista en el Museo del Retablo.

 El Museo del Retablo, sito en la iglesia de San Esteban detrás de la catedral de Burgos, incorpora a la colección de retablos, la pieza renacentista y muy detallada de Quintanilla del Monte en Rioja, dedicada a San Bartolomé

La iglesía de Quintanilla entró en crisis hace unos años por la mala composición de su piedra con alta proporción de yesos. 
Eso motivó que la iglesia quedara declarada en ruina, desacralizada, y cerrada al público.
Solo se celebraba una misa al año, con motivo de la fiesta de la Virgen Blanca, que se conmemora a primeros de septiembre. Y ni siquiera se hace en ese templo parroquial, sino en la cercana ermita. 
La razón es el deplorable estado de conservación, que hace incluso peligrar la estabilidad del inmueble. La falta de mantenimiento durante años, en especial del tejado, ha hecho que el agua haya ido filtrándose por los muros compuestos de demasiados yesos, horadando poco a poco su interior hasta volverlos inestables. Una cubierta de chapa, instalada hace pocos años, sólo ha ralentizado un deterioro que ya es irreversible.
En ella había varios retablos, pero sobresale el de dedicado a San Bartalomé. El altar mayor, barroco, ya estaba soportando parte del tejado de la iglesia, lo hizo imposible su rescate.
Pero en una nave lateral había un retablo de menor envergadura, y de más valor de estilo renacentista.
Cuando fueron a desmontarlo para su restauración, había desaperecido la estatua central del retablo, la dedicada a San Bartolomé.

Retablo del altar mayor del que se rescatan las imagenes y algún otro elemento.
Fotos del Azobispado Burgos.

Ángel Santamaría, su párroco y de Redecilla del Camino, lleva seis años en el pueblo y nunca ha podido presidir una misa en el templo. Asegura que no sabe cuándo fue la última que se celebró. Al entrar en la iglesia salimos de dudas. Un cirio pascual a medio consumir nos da la pista. «2009», puede leerse entre la cruz y las letras alfa y omega. 15 desde la última vigilia pascual, 15 años sin culto.

Altar mayor desmontando la imagen de Ntra. Sra. de la Asunción.

Todas estas razones hacen que sea perentorio rescatar del interior de la iglesia todo lo que se pueda antes de que se venga abajo. Y eso incluye, también, los retablos. El Taller Diocesano de Restauración ha acudido para desmontar uno de los retablos y, tras restaurarlo, ofrecerle una nueva vida en otro lugar con más vida: el Museo del Retablo.

La restauracion se asignó a la empresa burgalesa Batea Restauraciones
El retablo que vienen a buscar se encuentra frente a la puerta de entrada. Es del siglo XVI y, a pesar de la situación general del templo, se encuentra en buen estado. En apenas unos minutos, los operarios de Batea Restauraciones (agosto 2024) han empezado a montar el andamio que permita acceder a los cuerpos más altos del monumento. Comienzan desarmando el remate, para seguir por el segundo piso, después el primero, y terminar retirando el banco. En menos de 20 minutos, el retablo está troceado y listo para ser trasladado al taller.

Pero, ante el estado general del inmueble, los restuaradores deciden tratar de salvar todo lo posible, y 
también se rescatan las imágenes y adornos del retablo mayor. Este último, barroco y de gran belleza, es insalvable, ya que soporta en su ático parte de las cargas de la bóveda, que los nervios ya no son capaces de sostener por sí mismos. Retirarlo pondría en peligro inmediato la integridad del templo, explica el director del Servicio Técnico de Obras del Arzobispado, Miguel Ángel Ortega, también desplazado a Quintanilla del Monte en Rioja para evaluar el estado estructural de la iglesia.

Ese es el retablo de San Bartolomé de Quintanilla del Monte en Rioja,
recibiendo los últimos cuidados antes de su exposición al público.

El director del Museo del retablo de Burgos y del Taller diocesano de restauración, Antonio García Ibeas, necesita hablar con el delegado de Patrimonio de la archidiócesis, Juan Álvarez Quevedo, porque la retirada de este segundo retablo no estaba prevista, y en el taller no hay sitio para más. Es posible que, dado su buen estado de conservación, se pudiera colocar en alguna de las parroquias de nueva factura que la archidiócesis ha construido en la capital y que no gozan de la magnificencia decorativa de las antiguas.

De momento, los operarios han desmontado este retablo, dejando a la vista unas pinturas previas al encalado de los muros. También se atestigua que, para instalarlo, fue necesario recortar los nervios de la capilla lateral, así como hacer un hueco en el grueso muro para que cupiera el monumento. 
El tiempo –y el delegado de Patrimonio– han decidido colocar este retablo en este Museo del Retablo.

En el Taller de Restauración, con la ayuda de un grupo de jóvenes estudiantes que cursan el Grado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales en la Universidad del País Vasco (*UPV), que realizaron sus prácticas sobre este patrimonio de Quintanilla, han recuperando su esplendor para que tengan una vida nueva a partir de ahora.

Lo único que puede visitarse con seguridad de la iglesia parroquial de Quintanilla del Monte en Rioja, es el retablo que Batea Restauraciones acaba de montar en la capital, en una de las naves laterales de San Esteban, donde se ubica el Museo del Retablo. Se trata de esta pieza renacentista, de dos cuerpos, que se cree que está dedicada a San Bartolomé. Pero es suposición, porque esta talla, que debería ir en el medio de la calle central, no ha aparecido todavía. 

El retablo se encontraba en un estado de conservación deplorable. La suciedad y los ataques de carcoma habían dejado la madera en una situación que nada tiene que ver con la que habían previsto los artistas que diseñaron y ejecutaron la obra, allá por el siglo XVI. «Estaba muy deteriorado, había zonas con un ataque muy fuerte de xilófagos, los bichitos que se cargan la madera, sobre todo en las partes más débiles, más blandas. Esas las habían machacado», explica el sacerdote. «El trabajo ha consistido fundamentalmente en consolidar el soporte donde va apoyada la pintura, fijar la policromía al soporte, el asentado de color y la limpieza, que ha sido muy bonita porque había mucha suciedad, muchos restos de humo, de velas y de la porquería que se va acumulando en el ambiente. La limpieza ha sido espectacular», asegura Antonio García Ibeas.
Asi se ha salvado el retablo, que desde ayer (13 de septiembre) puede volverse a contemplar en todo su esplendor. Solo que, en lugar de en una parroquia con culto, lo hacen en Museo de Retablo. «Todo lo que tenemos aquí es propiedad de las parroquias. Nuestra función es restaurar, conservar y exhibir el patrimonio, pero facilitando también la devoción, porque todo lo expuesto tiene una misión evangélica», subraya.

Los visitantes del museo podrán distinguir varias partes en el retablo, de autoría desconocida. El retablo "tiene unas dimensiones más aproximadas de 3,10 metros de ancho por unos 4,5 metros de alto"
La base del primer cuerpo está dedicada a escenas de la Pasión de Cristo: la oración en el huerto, el prendimiento, el beso de Judas... 
Justo encima, está el piso dedicado a San Miguel, cuya imagen destaca en la calle central. 
Y a izquierda y derecha, escenas propias de la leyenda que se le atribuye: la creación del santuario y la inauguración por parte del obispo, que es uno de los paños más logrados. 
El segundo piso, dedicado a San Bartolomé, es simétrico y tanto a izquierda como a derecha refleja escenas de su martirio: latigazos y el desollamiento. 
En el ático, Santa Catalina de Alejandría, con la cabeza del rey Majencio a sus pies. 
Y, por encima, el Padre eterno, con la bola de la Tierra. 
«Es muy completo. Si se observan las caras, los estofados... Se ve que la policromía es muy elegante», comenta García, puntualizando que las imágenes y relieves están tallados en nogal; el resto es pino.

Información del Arzobispado de Burgos y del Diario de Burgos.














* UPV: 
Por 37 años consecutivos, la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU ha ofrecido a sus estudiantes la oportunidad de participar en prácticas de restauración en la Diócesis de Burgos. Este año no fue la excepción: un grupo de estudiantes se sumergió en la restauración del retablo de la iglesia de Quintanilla del Monte en Rioja (Burgos), consolidando así una tradición que vincula la teoría con la práctica y garantiza la preservación del patrimonio cultural.

El profesor del Grado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales Carlos Venegas ha sido el motor de un programa que desde 1987 une teoría y práctica en el campo de la rehabilitación. Lo que comenzó como una iniciativa de un grupo de estudiantes de Bellas Artes en la Diócesis de Burgos, se ha convertido en una tradición ininterrumpida, incluso durante el fatídico año 2020. Gracias a este programa, generaciones de restauradores han adquirido experiencia práctica y han contribuido a la preservación de nuestro patrimonio.

“Estas prácticas han permitido a los estudiantes no solo aplicar sus conocimientos teóricos en la restauración, sino también profundizar en el contexto histórico y artístico de las obras que han intervenido. Gracias a las visitas culturales organizadas por la Diócesis, han adquirido una visión más completa del patrimonio cultural”, se congratula Carlos Venegas, profesor

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