Día 18 de julio.
Observando a los peregrinos te das cuenta que aunque cada uno fluye a su ritmo acaba reencontrándose con otros peregrinos que se cruzaron una o dos etapas antes saludándose como si se conociesen de toda la vida. Es agradable el reencuentro. El Camino fomenta el reencuentro en cada etapa, en cada parada. Pero no sólo el reencontrar al prójimo sino reencontrarte a ti mismo, tu esencia, esa que en lo cotidiano de la vida queda difuminada por tantas cosas vanas.
Y el reencuentro con Dios y con la Santísima Virgen, éste se vive con intensidad para quien se para a charlar con ellos. Por que es fundamental pararte, tomarte tu tiempo, mirar a los ojos al reencontrado y compartir una palabra.
Hoy mismo, un peregrino de Bilbao, me decía que sólo entraba una vez al año a la iglesia (en la fiesta de la Patrona de su pueblo), se sentía buen católico pero no practicaba por que socialmente, en su entorno social y familiar, estaba mal visto mostrar tu fe. Hoy ha entrado en la iglesia. En el Camino se está reencontrando consigo mismo y con su fe.
Como la cosa va de reencuentros no podemos olvidar los nuestros, hoy ha tocado reencontrarse con amigos del Camino. José el del albergue Essentia siempre tan cercano y jovial. Sergio que con su ejemplo de servicio a la Comunidad nos da un ejemplo a seguir. José Antonio y Ángel, nuestros sacerdotes, a los que agradecemos la confianza depositada en nosotros. Sabina vecina nonagenaria (casi centenaria) con la memoria, la sonrisa y las ganas de vivir de una moza de 20.
A todos ellos y a tantos otros un placer haberos reencontrado.
El Camino es lugar de reencuentros.
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