Blog sobre Redecilla del Camino y comarca.

jueves, 18 de febrero de 2021

El seiscientos que quería ser un Lexus barato. La ganadería extensiva y de pastoreo produce alimentos sanos y de calidad.

Bárbara Palmero.  
Soy ganadera
y templo mi corazón
con prados y ovejas.
Soy ganadera,
y con caña vino y ron
me quito las penas.
Porque yo, soy ganadera.  

Bárbara Palmero  
Ganadera, escritora y alcaldesa de Prado, 

Sucedió en un curso sobre Bienestar Animal, pero podría haber sido en otro. Uno de esos infinitos cursos de obligada asistencia para agricultores y ganaderos, en el que después de completarlo se nos concede un diploma sin el cual nuestra existencia nunca sería la misma. Y es que la titulitis también afecta al mundo rural. No se es ganadero por llevar más de veinte años viviendo entre ovejas, qué va, el título oficial de ganadero se adquiere justo en el momento en el que se está en posesión de un bonito carnét que así lo acredita. 

Pues bien, en uno de estos cursos, con los que Europa nos enseña lo que ya sabíamos, al tiempo que nos descuenta dinerito de la PAC para concedérselo a otros más listos, y a cuento de una de las explicaciones ofrecidas por el veterinario que impartía las clases, uno de los allí presentes relató como anécdota que un empleado suyo de origen marroquí y credo musulmán era capaz de diferenciar a la perfección entre un plato de jamón de bellota y otro de cerdo de capa blanca, por muy haram que ambos sean. 

También sucedió hace ya bastantes años, durante la llamada Guerra del Jamón. Cuando el Gobierno de CyL, de la mano de cooperativas y sindicatos agrarios, perdónalos Dios mío porque no saben lo que hacen, apostó por equiparar el jamón de capa blanca de cerdos procedentes de la industria con el jamón de calidad de cerdos criados exclusivamente a montanera y en dehesa. Todos los productores patrios de jamón ibérico de bellota defendieron a cara de perro la calidad suprema de sus alimentos, así como los científicamente demostrados beneficios cardiosaludables de los mismos. Por lo que quienes nos gobiernan a todos los castellanos y leoneses perdieron juego, set y partido. 

Ha llovido poco desde entonces, pero al actual Gobierno autonómico sigue sin interesarle defender los alimentos de calidad procedentes de la ganadería extensiva y de pastoreo. Y es que en la CyL real, por oposición a la CyL de consejería y pandereta, hasta los musulmanes saben diferenciar el jamón ibérico de bellota del jamón de capa blanca. Del mismo modo que hasta el tonto del pueblo sabe de sobra que un Vega Sicilia no marida con un bocadillo de mortadela.
La ganadería extensiva y de pastoreo produce alimentos sanos y de calidad, mientras que la industria de lo barato produce lo que produce y por eso debería ir a otro ministerio. No somos legión, al contrario, cada vez quedamos menos, pero seguimos aquí, cientos de pequeños productores en modo tradicional. 

Agricultores, marineros, apicultores y ganaderos, orgullosos todos de nuestro buen saber hacer y de la excelente calidad de cada uno de nuestros productos. Así como de la enorme responsabilidad que supone el dar de comer a diario a millones de personas con alimentos sanos y de calidad, al tiempo que contribuimos a hacer del planeta un lugar habitable en el que poder seguir existiendo como especie.
Los alimentos sanos y de calidad procedentes de la ganadería extensiva y de pastoreo marcan la diferencia con respecto a la comida barata procedente de la industria. Porque los animales procedentes de la ganadería en extensivo y de pastoreo aprovechan los diferentes tipos de suelos, de estepa y montaña, boscosos, páramos y hasta eriales. Toman de la tierra y le devuelven a la tierra ya transformado lo que de ella han tomado. El quid pro quo de toda la vida.

Los animales procedentes de la ganadería en extensivo y de pastoreo se mueven libres como el sol cuando amanece, libres, libres como el mar, respirando aire fresco y aprovechándose de los benéficos rayos solares. Viven en perfecta simbiosis y armonía con el medio ambiente. Sin arrasarlo, como haría una plaga de langostas. Como hace la industria. 

Pero al final, la facultad para elegir recae en el consumidor, que es quien debe realizar un acto de voluntad y decidirse entre alimentos sanos y de calidad o comida industrial y barata. Verbigracia, pienso para humanos. Y que es quien debe calibrar si prefiere gastarse cincuenta euros en la cesta de la compra, y después doscientos euros en cosméticos, más noventa en el gimnasio, para que reparen las consecuencias de haberse gastado apenas cincuenta euros en la cesta de la compra. O si elige alimentarse al modo de las abuelas, que sólo necesitaban usar la crema Nivea de toda la vida, porque se alimentaban como Dios manda. Y al gimnasio no iban, ni aunque les pa
garan.

jueves, 11 de febrero de 2021

Las mentiras del turismo rural. Ll turismo no es un motor de desarrollo. El turismo es un complemento.

El turismo no crea apenas riqueza, 
porque es una actividad de bajo valor añadido y que paga salarios basura. 
A ello se añade que la demanda turística es elástica en relación al ingreso y los precios.  

Hace semanas, en este mismo blog, veíamos como las políticas de los últimos 30 años han sido nefastas para el Norte y Noroeste de España. Intentaron acabar con la ganadería, con la agricultura, con la poca industria que había… Consiguieron cerrar las minas…
Lo curioso es que, después de todas estas fechorías, la gente se sorprenda que los pueblos queden sin gente.
Es curioso también que esos mismos ‘listos’ que han venido avalando y aplicando estas ‘antipolíticas’ crean tener la SOLUCIÓN a todos los males, y no es otra que, tatachán, tatachán… el turismo rural.

Políticos de uno y otro signo repiten como el ‘ora pro nobis’ (como un ‘mantra’, que dirían los modernos) que el turismo puede ser motor de desarrollo. Que si avistar lobos en la Sierra de la Culebra… que si las Reservas de la Biosfera… que si el Museo del Botijo Español (que, por cierto, en León siempre se llamó ‘barrila’)… que si una estación de esquí de fondo en Babia… que si una Cátedra de Turismo Rural y Desarrollo Sostenible…

Nada. Afirmar que el turismo es una ‘apuesta de futuro’ es una falacia. Parece más bien un discurso improvisado y dirigido a ingenuos o incautos votantes.
Cuando un político habla de la potencialidad del turismo para crear riqueza o como motor de desarrollo de una comarca, provincia o región, en realidad está disimulando su falta de ideas y demostrando que no sabe ni de economía, ni de desarrollo. Sí, sí. Suena bien aquello de ‘necesitamos desarrollar el potencial turístico de la provincia’, ‘tenemos que poner en valor el patrimonio’… Pero son generalidades. No deja de ser más que un discurso sin contenido. 
El turismo no es la panacea, y no porque lo diga yo. Lo dice también un economista llamado Miquel Puig que ha escrito varios libros y numerosos artículos criticando los modelos económicos basados en el desarrollo turístico. Además, sus teorías están sólidamente avaladas por datos; así por ejemplo Baleares que ha apostado por el turismo tiene una renta per cápita más baja y más paro que Lérida, y hace 30 años era al contrario. 

El turismo no crea apenas riqueza, porque es una actividad de bajo valor añadido y que paga salarios basura. A ello se añade que la demanda turística es elástica en relación al ingreso y los precios. Respecto al ingreso, pongamos por caso que alguien se queda sin trabajo, pues de lo que primero prescinde es de los gastos suntuarios (p.e., una escapada a una casa rural). Respecto a los precios, si un dueño de una casa rural decide subir los precios, la gente se va a otro lugar. En realidad para atraer a algo de turismo hay que ‘reventar’ los precios a la baja. Y cuanto menor poder adquisitivo tenga el turista, peor. Seamos sinceros, la mayoría de los turistas por lo general gastan poco, y muchos de los que van a las casas rurales llevan del supermercado de la capital hasta el pan. 

Por otro lado, también hay tener en cuenta las ‘externalidades’ que generan las actividades turísticas; así por ejemplo, dedicar el Parque Nacional de Picos de Europa a usos recreativos, como la caza o el turismo, tiene un coste muy alto para los ‘usuarios’ tradicionales de estos espacios que, en este caso, son los ganaderos. Sin embargo, nadie contabiliza esos costes, excepto quienes los sufren. No todo lo que trae el turismo es el maná; por ejemplo, proteger los lobos tiene un coste que va más allá del precio con el que la Administración indemniza al ganadero en caso de que pierda alguna res.
Además el tipo de modelo de turismo rural propuesto pretende convertir al campo en un ‘parque temático’ para consumo de la gente estresada de la ciudad. Todo idílico: naturaleza ‘salvaje’, ‘pajaritos’, prados verdes, sol… Los problemas se presentan cuando llueve en verano, te encuentras con ‘peligrosos’ perros ‘sin bozal’ al salir a pasear por el monte, en las calles hay ‘moñicas’ y ‘cagayas’, bañeras y somieres te ‘fastidian’ la foto del prado, los perros ladran por la noche y los gallos cantando al ser de día no te dejan dormir, etc, etc. Porque quizás ese turista desconoce que a veces llueve en verano lo cual, todo sea dicho, es una bendición para el campo, los mastines están para proteger los rebaños, las vacas beben mucha agua y no son como los gatos que las puedes enseñar a que vayan a cagar al arenero, los perros ladran y los gallos cantan así empieza a amanecer e incluso antes… etc, etc.  
 
Por último, hay que subrayar que la mayoría de inversiones públicas que se hacen para fomentar el turismo rural, y el caso de León es un muy buen ejemplo, son un despropósito y un despilfarro de dinero. La promoción turística ha sido una de las excusa de los políticos de turno para viajar por el mundo a costa de los contribuyentes. Para muestra, los viajes de Isabel Carrasco cuando estaba al frente de la Diputación; o del alcalde de León, Francisco Fernández, que gastándose un dineral fue a Nueva York, ni más ni menos, a promocionar los productos agroalimentarios de la provincia. ¡Qué Dios nos asista! ¡Nueva York! ¿Alguien sabe cuántos neoyorkinos nos han visitado desde entonces? ¿Alguien sabe cuántos kilos de chorizos leoneses o alubias se han exportado a Nueva York? Pregunto más que nada para saber cuántos siglos faltan para acabar de amortizar la ‘inversión’ realizada. Por favor, que dejen de tomarnos por idiotas… 

Para ir cerrando el artículo, y resumir de alguna manera lo dicho hasta ahora, les diría que el turismo es ‘pan para hoy y hambre para mañana’. Desengáñense de una vez: el turismo no es un motor de desarrollo. El turismo es un complemento, una ‘limosna’. De limosnas no se vive. En provincias como León hacen falta inversiones y que las instituciones públicas gasten el dinero en iniciativas para crear verdadera riqueza. Faltan personas comprometidas con la provincia, y sobran especuladores y vendedores de humo.
En fin… queda dicho: no crean a los charlatanes, y menos a aquellos que les presentan el turismo rural como la panacea y la solución a los graves problemas que padecen provincias como la de León.

miércoles, 10 de febrero de 2021

Legumbres, las proteínas de moda que se cultivan de forma sostenible.

Las Legumbres pone en valor un alimento con alto contenido proteico, saludable y barato 
cuyo cultivo es además excelente para el medioambiente 
por su fijación en la tierra del nitrógeno del aire.
Este miércoles se celebra el Día Mundial de las Legumbres, instaurado por la ONU y que catapultó el consumo de estos alimentos -en declive desde que se globalizaron hábitos como la comida rápida- cuando en 2016 dedicó el año a su promoción internacional.

En 2020, las compras de los primeros días de confinamiento en España provocaron que judías, garbanzos y lentejas fueran de los primeros alimentos -junto al papel higiénico- en tener roturas de stock; e incluso ahora, con las restricciones de horario y aforo en los restaurantes, los chefs no han dejado de preparar sus mejores recetas y las ofrecen para llevar a casa.

Repunte del consumo

De acuerdo a los datos del presidente de la Asociación Española de Leguminosas (AEL), Alfonso Clemente, el consumo per cápita de legumbres ha repuntado en los últimos años y se sitúa en cerca de 1,4 raciones por semana, una cifra sin embargo muy alejada de las tres que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El consumo es un 60 % inferior al que había en los años 80“, ha recordado Clemente, tras señalar que de los diez sellos de calidad que hay en España, los de mayor producción son los de Garbanzo de Fuentesaúco (Zamora), Lenteja Tierra de Campos (León, Palencia, Valladolid y Zamora) y Garbanzo de Escacena (Huelva y Sevilla).

Su organización reivindica este producto tradicional español porque “cada cultivo tiene sus características propias asociadas a cada terreno” y “es bueno para el medio ambiente del país, ya que es un cultivo que limita el uso de fertilizantes nitrogenados” en el campo.

Además, “mejora la estructura del suelo agrícola, y como es un cultivo que rota con el de cereales, es bueno para interrumpir el ciclo de enfermedades vegetales“, ha remarcado.

El director técnico de Legumbres de Calidad, Nicolás Armenteros, también defiende la compra de lentejas, garbanzos y judías de “kilómetro cero” y confirma que su mayor demanda ya se ha traducido en un alza de la producción en Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) como las de garbanzos de Fuentesaúco y Pedrosillo.

DOP e IGP españolas de legumbres. Efeagro/ Cedida por MAPA

A pesar de estos crecimientos, España es claramente deficitaria en la producción de legumbres, ya que el 60 % del volumen comercializado es de importación, sobre todo de Canadá.

Según los datos que maneja, la ingesta total de los hogares españoles en 2019 fue de 3,5 kg per cápita, un 4,6 % más que en 2018, y la producción española alcanzó en la campaña 2019/20 las 67.400 toneladas, de las que 36.600 fueron de garbanzos, 21.400 toneladas de lentejas y 9.400 de alubias.

“El repunte exponencial del consumo durante el confinamiento no se ha perdido del todo“, apunta esperanzado Armenteros, quien también defiende la versatilidad de un alimento rico en fibra y proteína vegetal que se puede tomar en pucheros, cremas, ensaladas y que ahora está disponible en múltiples formatos y preparaciones.

Ya sea preparado en casa, recibiéndolo a domicilio, en restaurantes o haciendo turismo gastronómico, como en las rutas del cocido madrileño, las del lebaniego o de la fabada.

lunes, 8 de febrero de 2021

La utopía urgente de volver al campo: Historia de Repoblación .

En Ollauri (320 habitantes; La Rioja) ha reabierto la escuela con la llegada de varios niños. 
Héctor, un crío de largas pestañas y ojos de alma honda, es uno de ellos. 
Tiene nueve años y vivía en un décimo piso en Alcorcón. 
Durante la pandemia sus padres tuvieron que llevarlo al psicólogo porque creía que se iba a morir. 
En septiembre se mudaron al pueblo. 
Una mañana de diciembre, estaba en su pupitre haciendo con sus nuevos compañeros de primaria un árbol compuesto de cartulinas en las que escribían sus deseos navideños.
—¿Tú qué has pedido?
—Que nadie de mi familia se muera. Y de segundo, el Cortex Challenge, un juego de memoria.

En el mundo urbano, irse al campo siempre ha sido un ideal de fuga hacia la buena vida, 
y nunca la ciudad nos había apresado tanto como durante la pandemia del coronavirus. 
Algunos ya han elegido escaparse. 
¿Estamos en un momento de cambio 
o ante el eterno retorno de la quimera rural?

- Carola es una niña de tres años que acaba de descubrir su amor por los tractores. Vive desde julio en Arboleya, una aldea asturiana de 30 vecinos. Antes vivía en Tetuán, un distrito de Madrid de 161.000 habitantes. Su hermano, Tomé, tiene seis años y le gusta la aldea porque aquí puede jugar. Hoy ha comido cocido. Hace frío y Tomé sopla con un pompero burbujas de jabón al aire limpio de invierno.

—En Madrid también podías jugar.
—Sí, pero aquí puedo salir a jugar solo.

- En Ollauri (320 habitantes; La Rioja) ha reabierto la escuela con la llegada de varios niños. Héctor, un crío de largas pestañas y ojos de alma honda, es uno de ellos. Tiene nueve años y vivía en un décimo piso en Alcorcón. Durante la pandemia sus padres tuvieron que llevarlo al psicólogo porque creía que se iba a morir. En septiembre se mudaron al pueblo. Una mañana de diciembre, estaba en su pupitre haciendo con sus nuevos compañeros de primaria un árbol compuesto de cartulinas en las que escribían sus deseos navideños.

—¿Tú qué has pedido?
—Que nadie de mi familia se muera. Y de segundo, el Cortex Challenge, un juego de memoria.

- Era una noche de octubre cuando Samara llegó con su padre en paro de la ciudad de Valencia a Villerías de Campos, una pedanía palentina con 60 vecinos. De aquella noche recuerda que, según se acercaban en coche, estaba todo oscurísimo e iba como hipnotizada por el extraño parpadeo rojo de los molinos eólicos. Tiene 12 años. Al principio temía que le costase integrarse en el instituto, pero le ha ido bien. Estudia en el Jorge Manrique de Palencia, a media hora en coche.

—¿Quién fue Jorge Manrique?
—No lo sé. Es que acabo de llegar…

—¿Podrías buscarlo en Google, por favor?
—Sí, espera que me acerco a la ventana para coger cobertura —dice en su cuarto, móvil en mano.

Teclea y lee que “Jorge Manrique fue un poeta castellano del Prerrenacimiento y un hombre de armas”.

- El Frago (50 habitantes; Zaragoza) fue fundado en el siglo XII por Alfonso I el Batallador. Los Uruguayos —Verónica Giacoboni y Santiago Campiglia— llegaron en septiembre desde la costa levantina. Tienen dos perritas miméticas de raza Jack Russell que solo ellos logran distinguir: Mila y su hija Arya, a la que llamaron así por la valiente heroína de Juego de tronos que mató al Rey de la Noche.

- El 21 de junio se terminó el primer estado de alarma. A los cinco días, Alona y Alberto se subieron a su furgoneta de camping y dejaron su adosado de alquiler en la sierra de Madrid para comenzar una nueva vida en una antigua casa campesina en Muras (Lugo), un Ayuntamiento de 642 vecinos que desde mediados del siglo XX ha perdido un 80% de población. La primera noche la pasaron en una tienda en el patio. De madrugada oyeron lobos. Para ahuyentarlos, pusieron música tecno.

- Ana Moreno y Julio Albarrán, los padres de Tomé y Carola, ya tenían pensado irse al campo antes de que "todo esto" ocurriese. "Todo esto" fue lo que precipitó la operación, o, en palabras de Ana, “la necesaria y definitiva patada en el culo” para llevarla a cabo y al fin mudarse de la capital a un sitio sereno como Arboleya.

¿Cuánta gente habrá hecho lo mismo desde marzo? 
¿Desde dónde, hacia dónde, con qué motivos?

No tenemos ni idea. Lo que hay es un cúmulo de indicios que no sabemos si pueden o no suponer un hito de un proceso que debiera darse en España: el equilibrio estructural —y espiritual— entre lo urbano y lo rural en un país que concentra a 41 de sus 48 millones de ciudadanos en un 30% del territorio. Hay indicios subjetivos —como la cara de éxtasis de tu amiga en el selfi que te envía con su orondo bebé desde la aldea de su familia, a donde se ha ido a teletrabajar, y tu reacción a la foto desde la ciudad: “Quiero una aldea y un bebé orondo”—; y los hay objetivos pero puntuales: desde iniciativas de Ayuntamientos que tratan de atraer población joven con buen Internet hasta datos como el aumento de búsquedas de vivienda en municipios de menos de 5.000 habitantes registrado por Idealista (14,8% del total en noviembre pasado frente al 10,1% de enero de 2020), o el subidón de solicitudes para mudarse a un pueblo que ha tenido Proyecto Arraigo: 2.000 en 10 meses, tantas como en cuatro años desde que abrieron su empresa de ayuda a la repoblación. El Instituto Nacional de Estadística ha avanzado a El País Semanal que planea estudiar en los próximos meses los movimientos de población de la ciudad al campo que se hayan podido producir durante la pandemia. Análisis como este parecen indispensables para fundamentar las estrategias de la Secretaría General para el Reto Demográfico, creada en 2020; el órgano ad hoc de mayor rango en la historia del Gobierno estatal.

Por un camino de Arboleya pasa un vecino.
—¿Usted cree que el campo se reactivará?
—Yo no lo veré, pero no queda otra —responde.

Pues está lo del medio ambiente, lo de las grandes urbes (más caras, más desiguales, más saturadas), lo de la adicción a los móviles y toda esta convulsión existencial que viene siendo el siglo XXI y que tiene al ser humano sin poder respirar. Sin poder respirar de ansiedad y sin poder respirar por el virus, que parece la materialización patógena de nuestro tiempo.

Carola y Tomé tienen una amiga que se llama Selma que vive en el pueblo de al lado. Selma vivió en Ciudad de México, y si bien allí le encantaba ir al cine —cómo olvidar aquella tarde en que vio Zootopia, protagonizada por la coneja policía Judy Hopps—, cree que aquí hay una cosa que le gusta todavía más: “El aire puro”.

- Ana y Julio, artista textil de 40 años y fotógrafo de 37, se sienten seguros de la decisión que han tomado. “Vinimos con dudas, pero esto es increíble. A veces me quedo boba mirando por la ventana y me preguntó si algún día me hartaré”, dice ella desde su holgada vivienda de 400 euros al mes de renta con vistas a los Picos de Europa. “¿Aunque sabes qué echo de menos?”, añade. “De vez en cuando, una llamadita al Burger King”.

Las tierras de la comarca de Haro son ocres, marrones, rojizas. Tienen la gravedad metafísica de un lienzo de ­Rothko o del Perro semihundido de Goya, y dan unos vinos buenísimos. “Aquí te tomas por 80 céntimos un chato por el que en Madrid te cobrarían tres euros”, dice Javier Ruiz en la plaza de Ollauri, el pueblo del que escapó su madre hacia la ciudad en los años sesenta y al que él ha regresado con su familia escapando de la ciudad. “Jamás pensé que podría venirme a vivir aquí…”, cavila ante la fachada de una casa señorial cuyos escudos talló en arenisca Carmelo, su abuelo el cantero.

- Fueron demasiadas semanas metidos los cuatro en el piso con las noticias de la pandemia. Héctor empezó a decir que no quería comer, que tenía una espina en la garganta que no le iba a salir. El médico les explicó que era pura angustia. Pasaron el verano en Ollauri en casa de la difunta abuela de Javier y el niño mejoró. En septiembre regresaron a Alcorcón para el inicio de curso, pero les dio pánico volverse a quedar allí confinados. Tramitaron el cambio de expediente de Héctor al colegio de Ollauri y el de su hija Paula, de 13 años, al cercano instituto de Haro. Para aprovechar el espacio del coche, en vez de usar maletas, Leticia García propuso a su marido apretujar la ropa en bolsas de basura de 30 litros.

—¿Qué sentiste al verlo todo así en tu casa?
—Alegría —contesta Héctor.

De Madrid echa de menos el metro y los trenes. Los domingos sus padres lo llevaban en metro hasta la estación de Atocha y allí, desde una pasarela, disfrutaba de las llegadas y salidas del AVE. El buen inglés que traía de su colegio bilingüe lo cuida con dos horas semanales de conversación telemática junto a niños de otros países dirigidas por un profesor desde Filipinas.

Héctor Ruiz García en su casa de Ollauri con su perra, 'Trufa'. 
Paula no veía claro lo del pueblo, aunque lo único que le fastidiaba de verdad era distanciarse de su amiga Andrea. En sí, para ella la vida en Alcorcón no tenía grandes alicientes: “Allí no tenía nada que hacer aparte de estar en casa leyendo o tocando el piano”, dice. Aquí ha hecho pandilla y usa menos el móvil, lo que no impide que día a día siga por TikTok a @payton, un influencer de 17 años del que valora especialmente “su pelo”.

En Alcorcón su madre era peluquera en un centro para mayores. Con la pandemia entró en un ERTE. Entre Ollauri y alrededores no ha tardado en encontrar trabajo cuidando a ancianos a domicilio. Por ahora, Leticia prefiere su nueva vida. Cree que en la ciudad “la gente solo va a su bola”. Cuando ya llevaban unas semanas en el pueblo, se murió su madre y ella se sintió arropada por el cariño de los vecinos. El viejo pésame.

La fibra llegó aquí el año pasado. Gracias a eso, Javier programa sin problema para su empresa de Madrid desde el comedor de su abuela Constantina. Escribe código sobre el mismo mantel de hule que había cuando lo llevaban de niño al pueblo y comían alubias pochas. Equipado con un portátil y un monitor de sobremesa, junto al ratón inalámbrico que le acaba de llegar por correo y dos cotorras enjauladas, se siente “superbién” en este cuarto, aunque tiene que acordarse de sacar de encima de un mueble una escalofriante ardilla disecada que le gustaba mucho a la abuela.

—Mamá, ¿me traes leche con cereales?
—Cereales no quedan, ¿quieres un colacao?
—Bueno, vale, pero échale azúcar bastante.

-David es el mayor. Tiene 15 años y es el que menos quería venir de Valencia a este pueblo ventoso llamado Villerías de Campos. Lo suyo era andar por ahí con sus colegas, con su look a la moda de pantalones estrechos y chaqueta plateada reflectante. “Los primeros días aquí me agobiaba bastante”, dice. “Estaba todo el día solo y no salía de casa. Pero me voy acostumbrando”. David es un chico de agudo sentido estético, y una cosa que le frustró al llegar fue que en Palencia no le cortaran el pelo como pidió: “Me lo cortaron todo, y yo quería un degradado con flequillo corto por delante”.

A Samara, la segunda, le gusta que en Villerías no hay tantos coches ni tanto ruido como en Valencia, “y eso mola”, y de Valencia le gustaban el verano y las Fallas, “porque está todo lleno de gente”. A la tercera, Tatiana, de 10 años, le parece que su ciudad era “muy chula porque había muchas niñas”, aunque en su clase en Ampudia —al lado de Villerías— tiene una compañera que se llama Alba que le cae de maravilla porque se parece a Lucía, su mejor amiga de Valencia, “y tenemos los mismos pensamientos”. En el pueblo sus sitios favoritos son “el estanque de las ranas” y el campo de fútbol de cemento, donde echa partidos con sus padres y con sus hermanos, entre ellos la benjamina, Carmen, de cinco años, que insiste en ser entrevistada como los demás y dice de carrerilla “A mí me gusta jugar con el viento pero no me puede gustar porque si no nos constipamos”.


Tatiana Arenas tiene 33 años y su marido, David García, 35. Ella era cocinera de un restaurante y entró en un ERTE en marzo. Él no conseguía un empleo fijo desde que hace dos años perdió su trabajo en una subcontrata de la empresa de frutos secos Churruca. “Cargaba para Turquía contenedores de sacos de kikos", dice. "A los turcos les flipan los kikos”. Cuenta que pasó los primeros meses de la pandemia echando una mano en reformillas y en un taller mecánico para sumar con el paro de su mujer lo básico para alimentar a sus hijos. Dejaron de pagar el alquiler. Un día, a Tatiana se le ocurrió buscar información sobre pueblos que necesitaban familias y dio con Proyecto Arraigo. La empresa de vocación social que dirigen Enrique Martínez y su hijo Juan, ambos ingenieros, los puso en contacto con Mariano Paramio, alcalde de Villerías, productor de un rico queso de oveja churra y hombre con un único objetivo: “Que nuestro pueblo sea un pueblo vivo”. Paramio vivió en su infancia el éxodo rural y sostiene que más de medio siglo después está asomando un “cambio de percepción” de aquel traumático rechazo del campo hacia su revalorización. Los hijos de los que se fueron, razona, están viniendo más de vacaciones e incluso rehabilitando las casas porque ven lo que disfrutan los niños —es decir: los nietos y bisnietos de aquellos que emigraron a las ciudades por el bien de sus hijos—. “Es como una espiral que, muy lento, empieza a girar del revés”, observa.

Villerías acababa de rehabilitar la antigua casa del cura y David y Tatiana tenían cuatro niños: un maná en un país en cuyas zonas rurales los menores de 15 años son el 12,4% de la población, los mayores de 65 el 23,8% y la tasa de envejecimiento ha aumentado un 30% en los últimos años, según datos oficiales. Les alquilaron la vivienda a bajo precio y les brindaron trabajo, a él de alguacil y a ella de encargada del bar del Ayuntamiento. Tatiana llegó con las dos niñas pequeñas en un coche de alquiler lleno de bolsas y con la leche, las legumbres, la longaniza y el pollo que le ofreció antes de salir su pastor evangélico de Valencia. Maestra paellera, en Villerías de Campos ha aprendido a cocinar sopa de ajo, va recuperando el tiempo que atrás no pudo dedicar a sus hijos y casi ha dejado de ver Sálvame. “Yo he sufrido mucho en esta vida, y como creo en el karma siempre he pensado que algo grande me tenía que pasar. Me imaginaba que sería la lotería o algo así; pero el otro día le decía a David: ‘¿Y si era esto lo que nos tenía que pasar?”.

- En tanto que Javier Ruiz, en Ollauri, tiene la dicha de contar con “fibra de 100 megas”, José Ramón Reyes carga con la cruz de una cobertura precaria para su pueblo, El Frago, un precioso enclave medieval erigido sobre un peñasco de roca aragonesa. Afiliado al Partido Comunista desde los 14 años, el alcalde reflexiona una mañana de domingo: “Si Marx vio el potencial de la electricidad para cambiar el mundo, qué hubiera dicho de Internet”. Serán las diez, y suenan en el bar los bufidos de vapor de la cafetera que maneja Santiago Campiglia.

Se fueron de Montevideo en 2018. En los suburbios las cosas se estaban poniendo feas, y no lo aguantaron más cuando asaltaron a la madre de ella. “Le dieron con un fierro en la cabeza y le volaron tres dientes”, dice Verónica. Emigraron a España y trabajaron en el turismo en Xàbia hasta la pandemia. Se quedaron sin ingresos y con un alquiler oneroso. “La única ayuda que entraba en casa eran 30 euros al mes del Ayuntamiento para comprar en el supermercado Masymas”, detalla Santiago. A través de Proyecto Arraigo dieron con la posibilidad de irse a El Frago con un alquiler asequible y rentando el bar de la madre del alcalde. “Y los vecinos nos han dado una acogida bárbara”, dice él. Los clientes son siempre los mismos y en apenas un par de meses el Bar 4 Reyes funciona como si Los Uruguayos lo hubieran llevado de siempre. Saben, por ejemplo, que Domingo solo toma cerveza 0,0, o que a Eladio, el cabrero, le gusta la Fanta de naranja en vaso de tubo “y con un chorrito de vino”.

Verónica y Santiago se encuentran “contentos”, aunque se pasan el día entero en el bar. Cuando puede, a ella le gusta tejer o dormir la siesta. Él valora que su economía doméstica ahora es más sostenible. También que el aire es “buenísimo” y siente que se oxigena de lujo cuando sale a correr. Antes de adentrarse en los bosques, eso sí, preguntó si había osos. Eladio se ha convertido en su maestro de las cosas del lugar y una tarde se lo llevó a enseñarle a conocer las setas que se comen: “El rebollón, las setas de cardo, los morricos de corzo…”, dice el pastor.

- Además de Los Uruguayos, a El Frago llegaron en octubre Nando González y Noemí Abad, una pareja de Santander —mensajero de paquetería y profesora particular de inglés— quemada de la ciudad y asustada con el virus porque ella tiene asma. “Yo ya no podía más”, confiesa Nando, que, bien abrigado y con su quinto en la mano en la plaza Mayor, emana plenitud.

Otra vecina desde el verano es Marina Joven, una terapeuta ocupacional cuyos abuelos se compraron hace tiempo una casa en El Frago. Le gustaría quedarse, pero como trabaja en persona con sus pacientes cree que tendrá que volver a Zaragoza. Marina va en silla de ruedas por una algodistrofia, una enfermedad neurológica que causa dolores severos. Uno de los beneficios del pueblo, dice, es que después de cada brote se recupera antes. Habla del silencio, de dormir mejor, de que un vecino te toque a la puerta para ver cómo estás, de que la cabeza le vaya “a dos mil por hora, como siempre”, pero teniendo el monte al lado para salir un rato a meditar, y del sonido de la escarcha “regalándose por las mañanas”.

Qué sutileza de verbo: regalar no de dar sino “Del lat. regelāre ‘deshelar”, dice la RAE.

—¿Es una utopía lo de irse al campo?
—Hoy por hoy, sí —responde en el bar—, pero a mi generación cada vez le interesa más y la administración lo va teniendo en cuenta. Yo soy de las que creen en que la sociedad avanza, y pienso que vamos camino de ello.

Marina ha dado talleres de igualdad en El Frago y ha tenido sus disensos con la madre del alcalde, Celia, conservadora aunque enemiga del machismo. Santiago, que en Uruguay hacía kickboxing, dio un curso de defensa personal y Celia explica que consistió en aprender a golpear a un posible agresor “para dejarlo esturdido”. Recuerda cuando la población de aquí era 10 veces mayor que ahora y en la escuela estudiaban en aulas separadas, con la Enciclopedia Álvarez como libro común y, aparte, labores para las niñas y trabajo en el huerto para los niños. En los sesenta, cuenta, “se empezó con los tractores y las máquinas y ya no hacía falta tanta mano de obra, y fue un desembarco grandísimo la de gente que se fue a Francia y a Zaragoza. Muchos hombres se quedaron porque tenían un trozo de tierra y estaban muy arraigados, pero las mujeres salieron a servir, y de tanto soltero ha venido la despoblación tan grande que tenemos”. Ella ve muy difícil que El Frago vuelva a ser un sitio tan vivo como cuando era niña, aunque su hijo esté “haciendo lo imposible”. Entre los vecinos han rehabilitado la abadía y José Ramón prevé que en breve se instale en ella un matrimonio de Soria con siete hijos. Además, espera que venga una pareja de Sevilla con otros cuatro. El alcalde podría reabrir pronto el colegio, su reto número uno. “Sin críos no hay pueblo”, afirma con su camiseta del Che Guevara.

Para Verónica Giacoboni habría nueva clientela con la que tratar de llevar su propuesta más allá de las hamburguesas y sus pizzas artesanas. “Con los mayores cuesta. Se extrañan si les pongo pasta con albóndigas. Me dicen: ‘Primero pasta, luego albóndigas’. El zucchini [calabacín] si lo pongo en suflé tampoco, porque lo toman en sopa. Empecé a hacer bizcocho y no me lo comían, porque según ellos solo se hace para los cumpleaños; pero entonces lo usé para hacer magdalenas y ahora sí me lo toman más con el café”. Verónica hace un esfuerzo intercultural por combinar lo uruguayo con lo local, aunque de broma ha advertido a la concurrencia que, si no se adaptan, les servirá solo tallos de borraja, una monástica hortaliza de Aragón.

- Ya había pasado bastante de aquello cuando conoció a Alberto Pérez Gordillo en un festival de música trance en Las Hurdes. Él la vio, le preguntó si tenía fuego y ella le dijo que sí; de modo que así nació en 2018 esta improbable pareja: él de Mérida y ella de Kazán.

Buscando campo, se fueron juntos a Miraflores de la Sierra, pero la vida de adosado a una hora de Madrid no les satisfizo y en 2019 salieron con su furgoneta a buscar “algo salvaje” por el norte. Yendo por Galicia, vieron en una web el anuncio de una vivienda rural deshabitada hace años, la visitaron y para ellos lo tenía todo: acceso por una pista pavimentada, agua de un manantial que sale allí mismo de unas rocas, papeles en regla y ningún otro humano en más de un kilómetro a la redonda. No les importó que aquello estuviera “en semirruina”, como lo define Alberto. Compraron y volvieron a Miraflores con la idea de ir reformando la casa con calma, pero su plan gradual voló por los aires con el confinamiento y en cuanto pudieron se marcharon a Muras. Llevan medio año en esta vivienda labriega del siglo XIX, situada sobre una ladera verde que va a dar a un riachuelo y a cuyo lado solo hay otra casa, abandonada hace décadas y en la que Alona siente “presencia de energías”.

A estas alturas han logrado adecentar con calidez, y alguna gotera, la parte donde estaba el pajar. El colchón lo tienen sobre el suelo envuelto en nórdicos: dos por encima, uno por abajo. Se calientan con una cocina de leña. Tienen buen chorizo y buen queso de la zona. Lo que no tienen es buen Internet. Alberto, técnico de sonido, ha colgado en el tendal del balcón una bolsa del súper que contiene un móvil viejo que hace de antena y capta la señal de 4G, y por bluetooth cogen cobertura dentro. Alona dice que si en sitios como este hubiera una conexión de calidad sus amigos techies de San Francisco, donde residió después de Kazán y de Moscú, se vendrían felices. Ella tiene la ilusión de montar en los alrededores de casa “proyectos de música inmersiva”. Él, que pasó siete años trabajando en Barcelona y seis en Madrid, desea poder sostener su vida aquí cuando "todo esto" amaine, “quizás saliendo por temporadas a currar en la ciudad”.

Adoran estar en medio de la nada y tener a unos minutos la cabecera municipal. Van a menudo de compras o a comer en el café restaurante O Santi, que tiene un soberbio menú de 10 euros y encima les recibe la paquetería. Hoy Alberto ha tomado lentejas de primero y bacalao con cebolla, y Alona ensalada y de segundo merluza a la plancha con patata cocida. Además, ella se volverá a casa con un chaleco que le pidió a Zara y él con una motosierra de gasolina que encargó por 
Amazon. 
Jeff Bezos y Amancio Ortega no creen que haya una España vacía.

domingo, 7 de febrero de 2021

Recuperación del Humedal de San Totis, en la confluencia ríos Tirón y Reláchigo.

La zona intervenida ha sido señalada 
como la zona con mayor densidad de ejemplares de visón europeo.
La CHE finaliza la formación del humedal de Herramélluri 
tras una inversión de 94.927 euros.


La zona intervenida ha sido señalada en el proyecto europeo LIFE Lutreola para la conservación del visón europeo, el vertebrado más amenazado de Europa, como la zona con mayor densidad de ejemplares
En esta zona de antiguos sotos, las avenidas periódicas del río Tirón formaban pequeños humedales de gran riqueza ambiental, como el que se ha recuperado. Los humedales son hábitats atrayentes con un alto valor natural, algunos organismos los necesitan para completar su ciclo acuático (caso de los anfibios, caballitos del diablo y libélulas) pero muchos otros, encuentran en dichos enclaves, parte de su alimento, caso de aves, reptiles y/o mamíferos, o pueden emplearlos para hidratarse. Por ello la CHE hace décadas promueve y apoya iniciativas de restauración y/o creación de humedales.
La Confederación Hidrográfica del Ebro (Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico) celebra el Día Mundial de los Humedales 2021 contribuyendo a aumentar la biodiversidad de la confluencia de los ríos Reláchigo y Tirón, un espacio de alto valor ecológico, gracias a la finalización de los trabajos de formación del humedal de San Totis, en Herramélluri (La Rioja), en el que se han invertido 94.927 euros, también en la recuperación de un tramo de río. Las labores también han incluido la recuperación de un tramo de río. El espacio se sitúa en terrenos ocupados hasta ahora por choperas productivas, renaturalizados para que sirva de cobijo a la fauna autóctona, lo que ha contribuido a mejorar la biodiversidad del entorno.
En la puesta en marcha de estas iniciativas de recuperación de zonas húmedas, el impulso y la implicación de los agentes locales resulta de vital importancia, como ha sucedido en este caso con la CHE, el Ayuntamiento de Herramélluri y la Asociación Sociocultural Ciudad de Libia.
Fuentes
iagua.es
J.Albo,  La Rioja.

sábado, 6 de febrero de 2021

Video del Camino de Santiago en Burgos que empieza en Redecilla del Camino.

El pasado 27 de junio 2020 se inició desde Redecilla del Camino la marcha peregrina del El Camino de Santiago burgalés  pasadas las 9,30 horas.
 
Se publica aquí el acceso al video de esa etapa.


Fueron 60 las personas que  participaron en esta primera etapa de 12 kilómetros hasta Belorado, que ha contado también con una parada en Villamayor del Río.

Además del kit habitual del peregrino en esta ocasión tampoco faltó en ninguno de los presentes las mascarillas, a pesar del caluroso día. Entre los asistentes se agradecieron la gran organización para poder disfrutar del Camino mezclando el amplio patrimonio de la provincia con un poco de deporte.

La ruta contó con un total de nueve etapas (111 kilómetros) dese Redecilla del Camino su final el sábado 25 de julio en Castrojeriz.

 Una iniciativa de la Fundación VIII Centenario de la Catedral con el objetivo de poner en valor el patrimonio de Burgos y a su vez reactivar el turismo




jueves, 4 de febrero de 2021

¿Son los trigos modernos peores para la salud y el medio ambiente?.

 En general, no debemos obsesionarnos 
con los posibles perjuicios, no demostrados, de los trigos modernos frente a los antiguos. 
Más problemáticos pueden ser los procesos de elaboración del pan. 
No obstante los estudios son pocos, y no concluyente.


Espelta (Triticum spelta). 
Robert Flogaus-Faust /
Wikimedia Commons
CC BY
Los alimentos que consumimos en la actualidad poco tienen que ver con los que consumían nuestros antepasados. Tenemos nuevas técnicas de producción, es posible utilizar aditivos y enzimas añadidas. Los propios cultivos, e incluso las razas de animales, han cambiado mucho. El alimento más básico de nuestra cultura, el pan, no ha sido ajeno a estos cambios.
Aunque el pan se remonta a la época de las culturas egipcias y babilónicas, hoy no reconoceríamos como pan lo que se elaboraba entonces. Y todos estos cambios se aceleraron de manera muy importante en el siglo pasado, por lo que son relativamente recientes.
A pesar de que los cambios en los alimentos han permitido abastecer a un creciente número de personas que cada vez tienen una mayor esperanza de vida, existe una parte de la población que reivindica los alimentos y las prácticas que se usaban en la antigüedad. Esta reivindicación se basa en aspectos relativos al impacto medioambiental, o a la salubridad. Y en el caso del pan, existe una vuelta a las variedades de trigo cultivadas en la antigüedad, y en general se está incrementando el consumo de granos antiguos o ancestrales.

Trigo vestido y trigo desnudo
El trigo ha ido cambiando desde la antigüedad. Los agricultores han ido escogiendo las variedades que mejor se adaptaban, con mayor rendimiento o que menos enfermedades tenían, de manera natural. También potenciaron el cultivo de las variedades desnudas frente a las vestidas.

Las variedades vestidas poseen una cáscara dura que recubre al grano, y que debe eliminarse antes de la molienda del trigo. Esta cáscara supone un subproducto, y para su eliminación se requiere una maquinaria especial que no se encuentra en la mayoría de las harineras actuales. Así, algunos trigos antiguos, como la espelta o el kamut®, son trigos vestidos.
En el siglo XX, la ciencia permitió que este trabajo se hiciera de forma más planificada. Grandes centros públicos y empresas privadas obtuvieron nuevas variedades con las que se obtenía un mejor rendimiento, se adaptaban a condiciones climáticas antes impensables, y resistían mucho mejor a plagas y enfermedades.

Cambios en la planta y el grano
Además, se han obtenido variedades con mejores características nutricionales o con mejor funcionalidad para hacer panes u otros productos. En concreto, en el caso del trigo, uno de los mayores avances lo constituyó el desarrollo de variedades con el gen del enanismo. Estas variedades generaban plantas que crecían menos, pero que daban la misma cantidad de grano.

Al crecer menos, hay un menor gasto de nutrientes dedicados a la formación de estructuras que no interesan para la alimentación. Pero también se consigue que las plantas no se caigan por su propio peso, algo que se conoce como encamado. Esta cualidad ha permitido que se pueda mecanizar la recolección del trigo, y que haya menos problemas de contaminación. Al caer y estar en contacto con el suelo, que puede estar húmedo, se incrementan algunos problemas de hongos y contaminación.

Otro de los grandes avances que ha sufrido el trigo es el desarrollo de variedades con una mayor calidad proteica. De este modo, con un menor contenido de proteínas se pueden conseguir trigos con mejor calidad panadera. Y el desarrollo de proteínas en el grano es un proceso costoso, tanto para el suelo como por la necesidad de ciertos abonados.

A finales del siglo XX se realizaron grandes avances en el desarrollo de nuevas variedades de plantas mediante la modificación genética. Aunque el trigo es un organismo más complejo de modificar que otros cereales, ya existen variedades de trigo modificadas genéticamente, como algunas con un contenido en gluten casi nulo, pensadas para los enfermos celiacos y los intolerantes al gluten. Sin embargo, ninguna de estas variedades está aprobada en Europa, de momento.

¿Los trigos modernos causan más intolerancias?.
Como hemos comentado, las nuevas variedades tienen ventajas evidentes, y responden a las demandas de la sociedad. Por una parte, de los consumidores, que demandan productos más económicos. Por otra, de los agricultores, que reclaman variedades con un mayor rendimiento, adaptadas a las condiciones de suelo y clima, y resistentes a plagas y enfermedades.

En los últimos años se ha extendido la creencia de que las variedades antiguas tienen ventajas en cuanto al impacto medioambiental y a sus características nutricionales, incluso un menor potencial para causar reacciones adversas, como intolerancias o alergias, en personas sensibles.
El impacto medioambiental del trigo dependerá más de cómo se cultive que de la variedad. Sería necesario estudiar múltiples aspectos, como, por ejemplo, si se riega o no, el coste de esa práctica, si se abona, si se utilizan fitosanitarios, etc. Y habría que considerar el rendimiento en grano en todos esos casos. Pero también si el trigo se procesa en molinos cercanos, y si la harina producida se utiliza en elaboraciones que se realizan y comercializan en instalaciones próximas, o viajan cientos o miles de kilómetros.
El gluten es una proteína del trigo que puede causar intolerancias. TIBine / Pixabay
En cuanto a la capacidad de los trigos modernos de causar reacciones adversas en personas sensibles, las investigaciones realizadas hasta ahora no han aportado resultados concluyentes.
Existen estudios que encuentran un mayor potencial alergénico o inmunogénico en las variedades antiguas. Otros trabajos no encuentran diferencias entre los trigos modernos y los antiguos. Y algunos trabajos encuentran evidencias de que los trigos antiguos pueden tener ventajas sobre los modernos.
En general, se admite que la genética influye en las características de las proteínas y que estas influyen en el potencial alergénico, o en la inmunogenicidad, de los trigos. El problema es que los estudios realizados hasta la fecha comparando trigos antiguos y modernos han estudiado un número de variedades muy limitado.

Los trabajos también pueden divergir por la manera en que se estudia su potencial alergénico o su inmunogenicidad. Por tanto, es necesario realizar estudios más amplios. Muy posiblemente podamos encontrar variedades con menor potencial alergénico o inmunogénico, de gran utilidad para ser incluidas en programas de mejora genética y reducir así estas propiedades indeseadas de los trigos. Pero estas variedades no tienen por qué estar asociadas con las antiguas.

Contenido de fibra y nutrientes
Algunas personas afirman que las variedades antiguas poseen un mayor número de componentes beneficiosos, como fibra o componentes bioactivos, que las modernas. Sin embargo, los estudios realizados, además de ser escasos, no confirman esta percepción. De hecho, algunos afirman que la cantidad de fibra de los trigos antiguos es menor que la de las variedades modernas.
Aunque algunos trigos antiguos tienen un mayor contenido en carotenos que las variedades modernas usadas para elaborar pan, en la actualidad también tenemos variedades modernas de trigo duro, las utilizadas para la elaboración de pasta, con muy alto contenido en carotenos.
Es posible que estos trigos antiguos estén ligados a algunas prácticas en las elaboraciones que pueden mejorar algunos aspectos, como la biodisponibilidad de nutrientes o la digestibilidad de algunos componentes, como el uso de masas madre o fermentaciones lentas. Pero en esos casos las ventajas nutricionales vendrían por las técnicas de elaboración empleadas, y no por las variedades utilizadas.

¿Nos sienta mejor la espelta?
Dicho esto, podemos encontrarnos a personas que han cambiado el consumo de pan de trigo por panes elaborados con harinas procedentes de variedades antiguas, como la espelta o el kamut®, y que dicen sentirse mejor. Algo parecido puede ocurrir con el tritordeum, un hibrido entre trigo y cebada, que es de creación muy reciente.
Una de las explicaciones que se dan a este fenómeno es el efecto placebo, o el nocebo. Las personas tendemos a sentirnos mejor cuando creemos que tomamos algo que nos beneficia (placebo). O, al contrario, nos sentimos mal cuando nos convencemos de que algo nos sienta mal (nocebo).

En los estudios con pacientes, una parte de los sujetos estudiados deben tomar un producto que no tiene efecto, aunque el sujeto crea que recibe el mismo tratamiento que los demás. Esto se hace para eliminar el efecto placebo. Así, si alguien cree que el trigo le puede perjudicar, debido a algunas noticias o comentarios de conocidos, es posible que se sienta mal cuando coma pan normal, y que pueda sentirse mejor cuando coma pan elaborado con trigos antiguos, bajo la creencia que este pueda sentarle mejor. En esos casos puede ser difícil convencer a la persona de las bondades de los trigos modernos, y quizás sea positivo que siga tomando los antiguos.

En general, no debemos obsesionarnos con los posibles perjuicios, no demostrados, de los trigos modernos frente a los antiguos. Aunque sería conveniente profundizar en el estudio de estos aspectos, con el fin de incrementar el conocimiento y aprovecharlo en la mejora de los trigos futuros.

* Manuel Gómez Pallarés ,Catedrático en Tecnología de Alimentos, Universidad de Valladolid
* Eduardo Arranz, Catedrático de Inmunología. Director del Departamento de Pediatria, Inmunología, Ginecología-Obst., Nutrición-Brom., Psiquiatría e Hª de la Ciencia, Universidad de Valladolid

miércoles, 3 de febrero de 2021

Esta vez sí, la PAC de la convergencia: 6 años después de la mayoría de países de la UE.

Mientras, desde 2014, España tiene 50 regiones productivas, 
en Alemania 1 sola, en Francia únicamente dos... 
Eso hace que en España el pago PAC se mueva entre 60 y 1.400 € hectárea, 
causando enormes diferencias entre regiones productivas, CCAA 
y, lo que es más injusto, entre agricultores y ganaderos.
La mayor parte de los países optaron por abandonar 
la referencia a los derechos históricos...
Somos el único Estado Miembro que en la negociación de la PAC para el periodo 2014-2020, 
desoyó la recomendación de la Comisión de ir a un modelo más justo.

Francisco Martínez Arroyo*, 
 
La Política Agraria Común (PAC) es siempre compleja de explicar al conjunto de los ciudadanos. Aun siendo la principal política común en la Unión Europea (UE) y la principal fuente de ingresos para España procedente del Presupuesto comunitario, es grande el desconocimiento sobre los aspectos básicos de la misma. Y sobre el detalle, hay que ser experto para desentrañar muchos de sus matices. Estamos en la obligación de hacerla comprensible, entendible y, sobre todo, argumentable. Para los agricultores y ganaderos pero, sobre todo, para la población en general, que es quien la financia y quien tiene que considerarla como propia y sentirse concernida y beneficiada por lo que la misma aporta.

En esta reforma estamos de suerte. La convergencia puede ayudarnos. Por fin ha llegado el momento de igualar los pagos a los agricultores y ganaderos de nuestro país, aplicando el sentido común y tratando por igual, en la medida de lo posible a todos los que se dedican a la agricultura y a la ganadería.

Pero para explicarlo, mejor rebobinemos.

La PAC es ya mayor, tiene unos 60 años y, en este tiempo, ha pasado por diferentes fases. Hace ya casi treinta años, en 1992 y, más tarde en la reforma de la PAC de la Agenda 2000, por no entrar en detalles sobre cuestiones anteriores, se establecieron unos pagos directos, por hectárea o cabeza de ganado, denominados pagos compensatorios para los agricultores y ganaderos que, como su propio nombre indica, compensaron la pérdida de renta que sufrían debido a la eliminación paulatina de los mecanismos de intervención de mercados y de los subsidios a la exportación, entre otras medidas, que mantenían artificialmente altos, respecto a los mercados mundiales, los precios de las materias primas europeas. Los pagos compensatorios estaban vinculados a la producción. Cuanto mayor era ésta, mayores eran los pagos, lo que primaba la actividad más productiva -y por ende, más rentable- y, por lo tanto, la que, en teoría, más compensación necesitaba. Hasta aquí, todo coherente, siempre dentro de los objetivos de aquella PAC, hoy añeja.

Posteriormente, la Comisión Europea, con el acuerdo de los Estados Miembros le dio una nueva vuelta de tuerca a la PAC, instaurando en 2003 el pago único, disociado de la producción, que se ligó a los llamados derechos históricos’, calculados en función de los rendimientos productivos por hectárea entre 2000 y 2002, primando, el regadío y cultivos muy productivos o rentables, como el algodón o el tabaco, por citar algunos ejemplos.

Pistachos de Castilla-La Mancha.


Posteriormente, en la reforma de la PAC para el periodo 2014-2020, se mantienen las ayudas de la PAC, en forma de derechos. El pago único se transforma en pago básico. Y la Comisión propone una convergencia de las ayudas por hectárea entre agricultores y ganaderos de un mismo Estado Miembro, y también entre Estados Miembros. La mayor parte de los países optan por abandonar la referencia a los derechos históricos, siempre difíciles de justificar, pero más ahora en 2014, con la mayor parte de la superficie con derecho a ayuda que nada tiene que ver con lo producido en el año 2000. Y aplican, de manera decidida, la convergencia y la reducción de las regiones agronómicas o territoriales utilizadas para diferenciar las ayudas y mantenerlas vinculadas a los derechos históricos. Optan, en definitiva, por avanzar en dirección a una tasa plana, la misma ayuda por hectárea para todos los agricultores y ganaderos en todo el país; la convergencia al 100%.

Es el caso de Alemania, que hoy, después la aplicación de una convergencia desde 2015, tiene una tasa plana. Se cobran 173,16 euros por hectárea de pago básico; 84,74 euros por hectárea, de pago verde y un pago redistributivo de 50,82 euros para las primeras 30 hectáreas y 30,49 euros para las siguientes 16 hectáreas, hasta la número 46. En Francia el planteamiento es muy similar, con dos tasas planas, una especial para la isla de Córcega y otra general para el resto del país. Son solo dos ejemplos.

La mayor parte de los Estados Miembros (EEMM), ya en 2015, aplicaron la tasa plana en una única región (es decir, la misma ayuda por hectárea para toda la superficie con derecho ayuda en todo el país) y sólo 6 optaron por varias regiones y ayudas distintas. A día de hoy, solo 5, incluida España, mantienen más de una región para diferenciar las ayudas. España, tiene 50 regiones productivas (con ayudas muy diferentes en cada una de ellas y entre las hectáreas de cada región); los otros 4 EEMM, dos o tres regiones como máximo. Y, cuando en Europa, el valor promedio de los derechos oscila entre 150 y 200 euros por hectárea, aquí se mueve entre 60 y 1.400 euros por hectárea, causando enormes diferencias entre regiones productivas, CCAA y, lo que es más injusto, entre agricultores y ganaderos. Algo falla.

Somos el único Estado Miembro que en la negociación de la PAC para el periodo 2014-2020, desoyó la recomendación de la Comisión de ir a un modelo más justo, aplicando de verdad la convergencia de las ayudas y reduciendo al mínimo las regiones productivas, olvidando la vinculación a los derechos históricos, que dieron lugar al pago único. Todos los otros EEMM, en menor o mayor medida, siguieron las recomendaciones de la Comisión Europea. Desde mi punto de vista, España fue muy poco valiente, llegando incluso a presumir el ministro Cañete, con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, de que el éxito de la aplicación de la PAC en España era que no iba a haber movimiento de ayudas entre CCAA y entre beneficiarios, ¡el más absoluto inmovilismo!, reforzando la figura de los denominados agricultores de sofá y excluyendo del sistema a los pequeños productores.

Ahora ya no hay opción. Toca hacer lo que no hicimos para 2014-2020

La convergencia y la reducción drástica de regiones, a partir de 2023, que es cuando entrará en vigor la nueva PAC, es absolutamente urgente y debe hacerse lo antes posible, para tratar por igual a todos los agricultores y ganaderos de nuestro país. Los diferentes modelos productivos y las tipologías de la agricultura y ganadería en España pueden aconsejar mantener entre 5 y 7 regiones productivas, leñosos de secano, leñosos de regadío, herbáceos de secano, herbáceos de regadío, pastos; y, como máximo, dos geográficas, una para la Cornisa Cantábrica y otra para las Islas Baleares. Pero es difícil justificar más cuando en toda Europa habrá una o, en poquísimos casos, dos por Estado Miembro.

El objetivo, inaplazable, no solo por las recomendaciones de la Comisión Europea, si no, por la necesidad de simplificar la PAC, hacerla más explicable y justa, es que un agricultor o ganadero, esté donde esté su explotación en nuestro país, si se dedica a un modelo productivo determinado (leñosos de secano, o de regadío, herbáceos de secano o de regadío, o pastos), reciba la misma ayuda por hectárea. Es de pura lógica y de justicia que así sea.

La nueva PAC tiene muchos retos, pero este es sin duda crucial para poder legitimar los recursos públicos de una política imprescindible, si hacemos las cosas bien, para nuestra agricultura y para nuestro medio rural.


*Francisco Martínez Arroyo. Soy Ingeniero Agrónomo, con experiencia en política agraria y desarrollo rural. He desarrollado mi actividad profesional en distintas administraciones, en temas agrarios, rurales y medioambientales. Actualmente soy el Consejero de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural, en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Todas las opiniones expresadas en este blog son absolutamente personales.

lunes, 1 de febrero de 2021

Rutas senderistas desde Pradoluengo sobre la Sierra de la Demanda.

 LA web del Ayto de Pradoluengo nos propone este .pdf con 4 rutas para patearse con toda seguridad algunos de los rincones más hermosos de nuestra tierra:
.- por el río Oropesa (sí y no estamos en Castellón)
.- a la fuente Muñeca
.- a Bagadia
.- al desfiladero de Garganchón.

Perfectamente documentadas, mapas, fotos..., con las normas de seguridad precisas. Animarse a caminarlas será una de las mejores decisiones que se puedan tomar.

Acceso al documento .pdf:  Rutas Senderismo, Pradoluengo Naturalemente.



Naturaleza = Salud

 SALUD  =  NATURALEZA En los pueblos queda mucha Naturaleza