El deporte es pasión, disfrute y alegría. Pero también es un canal hermoso para llegar al Mundo, al cercano y al lejano. Tomar posturas, mostrarlas, enseñarlas y generar reflexión. Como el año pasado cuando utilizó la casaca en alusión al incendio de Notre Dame. 
San Pablo, esta vez, fue con la bandera en alza para apoyar, dar a conocer, y tirar arriba de la mesa la temática sobre luchas sociales en pueblos españoles.
Llenos de magia

La problemática se instaló hace tiempo, 1976 dicen en los medios de allá. A través de muestras culturales llegaron las primeras canciones en forma de protesta notando lo que se venía: la “España Vaciada”. La centralización hizo su efecto y el paso del tiempo aumentó el problema sin frenar a reparar la brecha -cada vez más grande- que se estaba generando.

Hoy se habla de dos “Españas”, que avanzan a velocidades distintas jugando una carrera tan desigual que no se podría imitar ni poniendo a competir un Mercedes Benz último modelo con el Fusca de Mujica.

Por un lado la España moderna, centralizada, urbana, de ciudades que el resto del Mundo desea visitar y conocer. En el olvido la España rural, donde los recursos son escazos y las oportunidades menores. Los pueblitos que supieron gozar de buena salud en épocas en blanco y negro, ya no saben de progreso, ni siquiera como para tener la voluntad de buscarlo en el diccionario. El día a día afecta tanto que la bonanza solo se ve en fotos. Cercanías geográficas con diferencias abismales, en una lucha difícil de emparejar.

A fines de marzo un grupo de “jóvenes rurales“ salió a la calle a reivindicar posturas y solicitar atención, desde sus ideales estiman y añoran una sociedad que ofrezca equilibrio en busca de oportunidades similares. Desde ese momento, el tema avanzó, al menos generando una notoriedad pública cada vez más grande.
Los manifestantes, obviamente, quieren resultados, como el hincha que va a la cancha. Pero saben -parafraseando al Maestro- que el camino es la recompensa y en ese transitar se afilian a aquello de que los pueblitos, unidos, jamás serán vencidos.


Ayer San Pablo Burgos le ganó al Kyiv Basket de Ucrania y se metió en la fase de grupos de la Champions League. Un partido importante, obvio. 
Pero que seguramente no hubiera generado tanta repercusión de no ser por esa camiseta violeta (o morada, como dicen ellos) con la que salió a disputar el encuentro. Cada jugador, en vez de llevar su nombre, tenía estampada la nomenclatura de un “pueblo olvidado”.

 Bruno Fitipaldo fue el encargado de representar a la subcomarca de Montes de Ayago 
con la localidad de Avellanosa de Rioja

Los basquetbolístas llevaron el dorsal de la cantidad de habitantes que van quedando en el lugar que representaba su camiseta.
Además, para incentivar la presencia de los pobladores de esas ciudades olvidadas, la instutución regaló mil boletos para el juego de ayer. Y ahora que logró llegar a la fase de grupos, habrá descuentos especiales para las personas de estos lugares que decidan comprar un abono para la Champions League.
Como los cánones del Mundo moderno lo indican. Las redes sociales fueron factor clave en la movida generada. Y la morada del San Pablo Burgos fue tan famosa que hizo que un triunfo deportivo tan importante pasara a segundo plano.
Hoy, por varios rincones se habla de la “España Vaciada”, hasta en algún portal de básquetbol al sur del sur. Donde más allá de ideologías y posturas, se celebra que el deporte sea el canal para dar a conocer movimientos sociales.

Burgos: Identidad
Con este video, San Pablo Burgos dio a conocer oficialmente la movida realizada: