"No sé para el resto cómo es,
pero para mí es especial porque es un trozo de mi.
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Proyecto La Wawa. Asoc. Casa Libélula |
Decidieron entonces lanzar un nuevo proyecto "precioso y maravilloso", como lo describe su coordinadora, Alejandra Correa que, con el apoyo de la Fundación Triodos Bank, consiste en "acercar esta perspectiva de derechos hacia los entornos rurales, incluir este punto de vista en la ruralidad porque defendemos que los proyectos sociales y culturales también son desarrollo local y queremos pueblos que sean más amigables con la infancia", explica.
Se pone así en marcha LaWawa, que significa 'niña' en lengua indígena aymara, un proyecto a modo de caravana que "lo que quiere es generar este acercamiento y poner en el centro las políticas de infancia como motores de desarrollo de los entornos rurales", defiende Alejandra. LaWawa, inspirada en proyectos como la caravana de PlanetaDots, que llevan a los territorios proyectos de moda sostenible, busca la mejor forma de aproximar la perspectiva de derechos de los más pequeños a lugares "donde a lo mejor no tengan recursos, no puedan invertir o ni siquiera se lo han planteado, teniendo el entorno, las posibilidades y la población infantil", expone.
Correa hace una "firme defensa de que las políticas de la infancia son tractoras y fijadoras de población" y justifica que cualquier familia necesita un espacio en el que sus hijas e hijos se desarrollen de una forma integral, un derecho de niñas y niños con "independencia del lugar en el que vivan".
A través de este proyecto, la asociación ofrece asesoramiento tanto para crear espacios colectivos con las familias, "con las peques y los peques" en los que se aprenda a participar, como con los ayuntamientos, ofreciendo un acompañamiento en la implementación de políticas y planes para la niñez tras realizar un diagnóstico previo. Alejandra pone el acento en que existen en la Comunidad de Madrid, al menos, 100 municipios menores de 5.000 habitantes y en todos ellos hay población infantil, aunque, hasta ahora, muy pocos son los que "tienen implementada una política de infancia como eje vertebrador del desarrollo local".
Y es que, como aseguran desde Casa Libélula, cuando se realizan actividades desde la perspectiva de los derechos de la población infantil, "toda la economía se mueve". La Wawa está formada por un equipo multidisciplinar de mujeres expertas en cada uno de los proyectos que ofrecen. En este momento, buscan financiación a través de micromecenazgo para la campaña. Como retos marcados a corto plazo, está el poder comprar caravana de LaWawa, acondicionarla y, como último desafío, ponerla en marcha para ser itinerantes por el territorio, ofreciendo sus servicios a ayuntamientos, asociaciones y empresas privadas que quieran crear espacios para la niñez. Como dice Alejandra, "esta es la reconquista de la infancia y de los espacios públicos".
Un documental sobre los estudiantes de ESO Y Bachillerado de Belorado y la comarca en su instituto Hipólito Ruiz López: un entorno rural al este de la prov. de Burgos, frontera con La Rioja, y al norte de la Sierra de la Demanda, pegados los Montes de Ayago y de Oca, y en el inicio de la llanada riojana.
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Beatriz Solórzano, con dos de los alzadores que ha comprado gracias a las aportaciones de 14 ayuntamientos. - Foto: Patricia |
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Mario Lodi. Imagen toma da de www.antonellalenti.it |
Conviene no soltar la noción de cercanía para acercarse a la figura de Lodi, seguidor del francés Célestin Freinet, cuyas ideas y técnicas enriqueció con un barniz de cosecha propia. En especial, mediante un fuerte énfasis en la cooperación y un paidocentrismo a ultranza, habituales también en otros maestros y pedagogos italianos de la segunda mitad del siglo XX. “Allí dieron una impronta propia a las propuestas freinetianas, centrándose en el diálogo y la interrelación de alumnos con alumnos, de los chavales con el profesor, y entre profesores. Lodi es el paradigma de la corriente italiana”, asegura Javier Casado, maestro jubilado y miembro del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular, que agrupa a los freinetianos españoles.
Lodi se graduó como maestro en el año 1940. Tampoco en este caso se desplazó en exceso: estudió en el Istituto Magistrale de Cremona, capital de la provincia lombarda homónina a la que también pertenece Piadena (apenas 30 kilómetros separan a ambas localidades). El italiano obtuvo el título de maestro en plena Segunda Guerra Mundial. El fervor bélico-fascista de aquella época soliviantó profundamente al joven Lodi, que pasó unos años en la cárcel por oponerse al régimen de Mussolini.
Tras el fin de la contienda, este compromiso político había sentado con solidez las bases de un compromiso pedagógico que no le abandonaría el resto de su vida. Casado traza una clara analogía entre la trayectoria de Lodi y la de tantos maestros renovadores españoles que, como el propio Casado, dieron —especialmente durante el franquismo tardío y la transición— continuidad a en el aula a sus convicciones políticas: “Fuimos maestros militantes pedagógicos, quizá pecando a veces de idealistas. Lodi también era un utópico, pero en esta profesión es bueno aspirar a una utopía, tenerla como horizonte”.
En los años 50, los escritos de Freinet se popularizan entre los educadores transalpinos más críticos con la escuela tradicional. Muchos maestros y maestras (y en menor medida profesores de secundaria) experimentan en aquellos años con las principales técnicas freinetianas: el texto libre, la imprenta, el cálculo vivo… Se funda entonces el Movimento di Cooperazione Educativa, con Lodi como una de sus figuras más destacadas. La institución —que influyó notablemente en su homóloga española— inicia entonces una inscansable actividad de difusión, intercambio de ideas e innovación pedagógica que dura hasta nuestros días.
En 1956, Lodi recala en la pequeña escuela de Vho y encuentra, por fin, un lugar de libertad para aplicar sus ideas educativas. Allí permanece hasta 1978. Más de 20 años de clases dinámicas en las que alumnas y alumnos tienen voz y voto, con la figura del maestro oscilando entre el mero observador y el facilitador de conexiones no tan evidentes para una mente sin madurar. En una entrevista de Francesco Tonucci a Lodi, reproducida en el último número de la revista Educar(NOS), el maestro italiano afirmaba, a una pregunta sobre su supuesto “espontaneísmo”, lo que sigue: “Partir del niño significa aceptar su experiencia como el material sobre el que trabajar para conectarlo con los problemas del ambiente y de la sociedad, en un proceso continuo de ampliación […] del saber individual y de grupo”.
En los 22 años que enseña en Vho, Lodi publica también algunas de sus obras más conocidas. Cipi, que cuenta la sencilla historia de un pájaro y supone un referente esencial de escritura colectiva entre alumnos y maestro. O Il paese sbagliato (traducido, según algunos estudiosos, confusamente al español como El país errado, cuando sería más correcto traducir, en este caso, paese como pueblo, y quizá sbagliato como equivocado).
Más que sesudos ensayos pedagógicos, la mayoría de libros escritos por Lodi reflejan con precisión lo ocurrido en el aula, la magia que surge cuando el maestro facilita a sus alumnas un espacio de libertad genuina. “Era un forofo de la historia oral, de dejar a los niños que se expresaran. Transmite en sus obras cómo los chavales van reflexionando sobre su propia realidad y quieren saber más. Son transcripciones de conversaciones reales en las que los alumnos, a través de sus razonamientos sobre lo que les atañe más directamente, van desarrollando conocimiento, van aprendiendo”, explica Casado. Y añade que Lodi ejerció en él una influencia notable en su modo de entender la acción educativa: “Logró que mi afán como maestro fuera escribir un diario, unos cuadernos llenos de anotaciones”. Aunque Casado no se plantea, por el momento, dar forma editorial a ese material en bruto de apasionada observación docente, sí pudo, hace unos años, dar a conocer su forma de trabajar a alumnos de Magisterio mediante una colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid.
A principios de los años 60, Lodi fue a visitar a Lorenzo Milani y su famosa Escuela de Barbiana (Toscana), otra gran experiencia pedagógica del rico siglo XX italiano. La visita fue corta pero tremendamente fructífera. Según José Luis Corzo, editor de Educar(NOS) y principal difusor de Milani en España, este pudo conocer de primera mano las experiencias de escritura colectiva que Lodi ya estaba llevando a cabo en Vho. “Le resulta algo nuevo y muy beneficioso, Milani lo repitió una y otra vez. Con el tiempo, va desarrollando su propio método, que culmina en Carta a la Maestra [otra cumbre de la escritura colectiva escolar]”.
Corzo sostiene que ambos educadores adaptaron dicho método a la etapa educativa de sus alumnos (primaria para Lodi, secundaria para Milani). “En el caso de Lodi, era deductivo: tenían la idea de escribir sobre un pajarito y los niños proponían capítulos: cómo creció, cómo se hizo papá… Y lo iban desarrollando en textos libres que corregían entre todos”, explica Corzo. El de Barbiana, sin embargo, optó por la vía inversa. “Para Milani, el proceso era inductivo: proponía escribir, por ejemplo, al jefe del Estado, y cada chico escribía su texto. A partir de ese material, digamos empírico, se iban reuniendo similitudes, se organizaban y se construía un texto colectivo que, como siempre insistió Milani, superaba a cada uno de sus autores”.
Lodi deja la enseñanza reglada en 1978, pero ni mucho menos abandona el mundo de la educación. Tampoco arrincona el contacto directo con los chavales. Hasta su fallecimiento en 2014, se vuelca en iniciativas variopintas en las que traslada su apuesta pedagógica más allá de la escuela. A propuesta de las autoridades de Piadena, diseña y lidera a finales de los 70 la Scuola della Creatività, abierta a niños entre 3 y 14 años, así como a adultos. La scuola se erige en auténtico laboratorio de tormentas creativas que trascienden las fronteras disciplinares, aunque las artes escénicas tuvieron un gran peso específico. Ya en los 80, la creatividad infantil también articula su siguiente proyecto: un repositorio con 5.000 cuentos elaborados por niñas y niños de toda Italia.
Las décadas posteriores sitúan a Lodi en múltiples frentes de batalla. La lucha contra el efecto pernicioso de la televisión entre los menores y la revalorización del juego como instrumento educativo esencial son solo dos de ellas. También fundó Il Giornale dei Bambini, un periódico íntegramente escrito e ilustrado por chavales. Todas sus iniciativas surgieron de una premisa que acompañó su vida y obra: la educación no debería implicar cadenas, sino un aprendizaje de la libertad. Como dijo a finales de los 80 en un congreso internacional (recuerda el especial de la revista Educar(NOS)), “el niño no es propiedad de la familia, ni de la escuela, ni del estado; cuando nace, tiene derecho a la felicidad”.
Subvenciones destinadas a entidades locales, con población inferior a 20 000 habitantes, para financiar proyectos de interés turístico regio...