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jueves, 1 de febrero de 2024

Claves de la agricultura regenerativa certificada, AENOR, Nuevo certificado de Agricultura Regenerativa.

 AENOR ha desarrollado el nuevo certificado Agricultura Regenerativa conforme al modelo Epigen Healthy Bite, que pone el foco en la regeneración del suelo como elemento clave en la producción agrícola. Conoce las principales claves de esta certificación y las ventajas que tiene para el consumidor.


Nuevo certificado de Agricultura Regenerativa

En la actualidad, el 37 % de las tierras mundiales son agrícolas y tan solo un 11 % son cultivables. Es por ello, que los suelos constituyen un recurso esencial que hay que conservar para mantener la capacidad productiva y la calidad de los alimentos que se producen

A medida que los problemas ambientales y la crisis climática son cada vez más evidentes, la necesidad de encontrar soluciones sostenibles y respetuosas con el medio ambiente se vuelve más urgente. Empresas y productores no son ajenos a la estrategia de la UE para la producción de alimentos en la que, entre otras medidas, se propone reducir un 50 % el uso de fitosanitarios para el año 2030, así como un mínimo de un 20 % el uso de fertilizantes.

La agricultura regenerativa ofrece un enfoque innovador que, si bien lleva algunos años entre nosotros, poco a poco está ganando popularidad en todo el mundo y puede jugar un papel fundamental en el escenario descrito. Se trata de un sistema de producción que mejora la fertilidad de los suelos, recupera su salud, reduce la dependencia de insumos químicos y contribuye a aumentar el contenido de carbono

Nuevo certificado de Agricultura Regenerativa

Dirigida a agricultores y a sus fincas de producción, AENOR cuenta con una nueva solución de certificación. Se trata del certificado de Agricultura Regenerativa conforme al Modelo Epigen Healthy Bite y pone el foco en el suelo como elemento clave en la producción agrícola. Y es que, un suelo sano es la base para producir alimentos de máxima calidad y la agricultura regenerativa es un sistema de producción que contempla la regeneración de los suelos para mantener e incrementar su fertilidad.

Uno de los pilares clave de la esta certificación reside en la evaluación de prácticas agrícolas establecidas y en cómo mejoran la salud del suelo. En el largo plazo, la conservación de los suelos es esencial en toda explotación agrícola, ya que un suelo sano puede retener más agua, absorber más nutrientes y mantener una mayor biodiversidad.

Para lograr esto, se evalúan técnicas como la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos y compostaje, el laboreo mínimo y una adecuada gestión de malas hierbas, eficiencia en el uso de agua de riego, planificación de siembras y cultivos, rotaciones, fomento de la biodiversidad en el entorno de producción, uso de maquinaria, nutrición vegetal y del microbioma, gestión de plagas y enfermedades, así como el manejo del pastoreo controlado. La certificación evalúa ese conjunto de técnicas de cultivo que tienen como propósito incrementar la fertilidad del suelo, aumentar el microbioma nativo (bacterias, hongos, y demás microorganismos) del suelo y lograr un nuevo equilibrio en el ecosistema suelo-planta.

En el proceso de certificación, los expertos de AENOR evalúan la mejora continua en los suelos, incluyendo el seguimiento de indicadores y la toma de muestras de este como para la medición del carbono presente en el suelo.

Principales beneficios de la agricultura regenerativa

Principales beneficios de la agricultura regenerativa
Modelo Epigen Healthy Bite

El Modelo Epigen Healthy Bite de Agricultura Regenerativa está basado en la ciencia y en la experiencia. Es un modelo que ya ha sido testado en el cultivo y plantaciones de cereza, uva de mesa, melocotón, naranja, fresa, arándanos, sandía, plátano de Canarias, tomate, pimiento rojo, pepino o lechuga, entre otros.

El proyecto EPIGEN se inicia con un grupo diverso de productores: Keops Agro, Biosabor, Cuna de Platero, Hortofrutícola Poli, Tany Nature, La Rinconada, Costa de Níjar, Hortamira, MABE, EcoMurcia, Horto Villamanrique y Las Marismas de Lebrija. Gracias a su implicación en el proyecto, ha sido posible ir adquiriendo la experiencia inicial tan necesaria en los cultivos antes mencionados.

En cuanto a la ciencia, cuenta con el respaldo de investigadores de las universidades de Almería y Granada, y el propio grupo de expertos que se integran en el equipo de Epigen como su CEO, Francisco del Águila, y el investigador y experto en microbioma, Carlos Meza.

Alternativa sostenible a métodos agrícolas tradicionales

Alternativa sostenible a métodos agrícolas tradicionales

Además de mejorar la fertilidad del terreno, la agricultura regenerativa contribuye a recuperar la salud de los suelos y a que exista un mejor equilibrio del microbioma del suelo, la humedad del campo, el enraizamiento y la productividad.

Igualmente, reduce la dependencia de los insumos químicos (fertilizantes y fitosanitarios) y contribuye a aumentar el contenido de carbono en el suelo. Un microbioma saludable y diverso juega un papel crucial en la retención de carbono.

Esto se debe en parte al hecho de que las técnicas utilizadas en la agricultura regenerativa ayudan a mejorar la calidad del suelo, lo que a su vez puede aumentar el rendimiento de los cultivos y la calidad de los alimentos obtenidos.

En resumen, la agricultura regenerativa ofrece una alternativa prometedora y sostenible a los métodos agrícolas tradicionales. Al enfocarse en la salud del suelo y la minimización del uso de productos químicos sintéticos, los productores pueden mejorar tanto el medio ambiente como la propia rentabilidad de la explotación agrícola. A medida que más agricultores adoptan esta forma de agricultura, es probable que veamos un cambio significativo hacia sistemas agrícolas más sostenibles en todo el mundo.

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Calidad y salud para el consumidor

Opinión de Francisco Javier del Águila
CEO Epigen Healthy Bite


La Agricultura regenerativa se basa en la búsqueda de alimentos y entornos más saludables a través de técnicas de producción que fomentan la captura de carbono en suelo y la máxima expresión natural de los alimentos. 

Las exigencias del consumidor en las últimas décadas ha ido cambiando y, junto al deterioro del entorno natural y agrícola, empuja a la población a exigir un mimo por el medio ambiente en todas las áreas de la vida; y la producción agrícola es un componente clave para mejorar esta encrucijada.

A esta preocupación por el planeta se le suma la prioridad por comer más sano. Por ello, el origen de los alimentos y el saber qué aporta cada uno de estos tras la ingesta, se esta convirtiendo en una exigencia en los lineales de los supermercados

Epigen Healthy Bite, nace tras años de desarrollo e investigación con colaboraciones entre empresas productoras agroalimentarias e instituciones universitarias. El fruto de este trabajo ha sido la estandarización para contribuir a una mayor captura de carbono en suelo que con ningún otro método de producción. 

Los datos medios de este hito como ejemplos del año 2022 en hortícolas se incrementa entre un 66 % y 100 %, y en cultivos frutales por en encima del 25 %. Esta medida nos asegura tres ventajas inmediatas: aumento de la productividad, optimización del uso del agua debido a la reestructuración del suelo, menos emisiones de CO2 a la atmosfera.

El efecto directo en los alimentos producidos bajo el sello de agricultura regenerativa es que los frutos obtengan su máxima expresión natural. Por esto la proporción metabolómica , esto es, los ingredientes que los componen llegan a su óptimo, siendo frutos que la medicina moderna podría considerar como alimentos funcionales. La etiqueta Epigen Healthy Bite no solo marca un producto que proviene de la agricultura regenerativa. También lleva un código Qr donde el consumidor puede ver la captura de carbono en suelo donde se ha producido, qué tipo de alimento funcional es y la descripción metabólica completa del mismo (aminoácidos, azúcares, ácidos orgánicos...) 

Cada productor bajo Epigen Healhy Bite recibe seguimiento especializado para garantizar y evolucionar hacia la máxima expresión de agricultura regenerativa.

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¿Qué es la agricultura regenerativa?

Se define como un sistema de producción cuyo propósito es mantener e incrementar la fertilidad de los suelos, mejorando el contenido de materia orgánica y desarrollando el microbioma nativo de los suelos. Es una forma de establecer un nuevo equilibrio en el ecosistema suelo-cultivo.

El microbioma del suelo se refiere a la comunidad diversa de microorganismos, como bacterias, hongos y virus, que habitan en él. Estos microorganismos desempeñan una serie de funciones vitales en el suelo agrícola, incluida la descomposición de materia orgánica, la liberación de nutrientes y la protección contra patógenos.

Se basa en principios fundamentales de respeto por la tierra y sus ecosistemas naturales. A diferencia de los sistemas agrícolas tradicionales, que a menudo dependen en gran medida de productos químicos sintéticos y monocultivos intensivos, la agricultura regenerativa tiene como protagonista al suelo como elemento esencial en la producción agrícola.

Un suelo sano es la base para obtener un cultivo sano y producir alimentos de máxima calidad, de ahí la importancia de este sistema como base para la regeneración de los suelos

miércoles, 2 de agosto de 2023

Restauración de la naturaleza y seguridad alimentaria. Dos agriculturas, las Dos necesarias.

El Parlamento Europeo aprobó el pasado 12 de julio 
Sin embargo, el acuerdo no fue fácil dadas las discrepancias entre las dos posiciones contrapuestas de la Alianza de Socialistas y Demócratas (S&D) y el Partido Popular Europeo (PPE). 
Finalmente fue aprobado. La controversia estaba entre unas posiciones más exigentes 
ante el deterioro medioambiental y el cambio climático 
y, otras, preocupadas por los impactos que las nuevas medidas pudieran provocar. 


Acceso a Ley de Restauración de la Naturaleza: 

En la elaboración de la Ley han participado muy dispares posiciones, desde el negacionismo, al dogmatismo medioambiental hasta posturas meramente productivistas
El resultado es un documento que deja claramente entrever la presencia de estas distintas posiciones. Pero, finalmente queda un único documento. Un resultado, una solución que nunca será perfecta, pero aspira a ser la mejor de las posibles

Sin embargo, en la Comunidad de Plataforma Tierra Francisco José Castillo se preguntaba si, tras la implantación de la Ley sobre la Naturaleza, la Unión Europea sería capaz de producir suficientes alimentos para satisfacer la demanda de fibras y alimentos para su población. 

Este es el quid de la cuestión: 
avanzar en la sostenibilidad sin poner en riesgo la producción de alimentos suficientes, asequibles y desde estructuras productivas económica y socialmente viables. 
No es una tarea fácil. 

Las propuestas
El Reglamento pretende la recuperación continua, a largo plazo y sostenida de una naturaleza rica en biodiversidad y resiliente en todas las zonas terrestres y marítimas de la UE mediante la restauración de los ecosistemas y la consecución de los objetivos generales de en materia de mitigación del cambio climático y adaptación al mismo. 
Las medidas de restauración efectivas y basadas en la superficie que, en conjunto, abarcarán al menos el 20 % de las zonas terrestres y marítimas de la Unión de aquí a 2030 y, de aquí a 2050, todos los ecosistemas que necesiten restauración. 
En resumen, las principales propuestas son:
1.- Revertir el declive de insectos, muy especialmente los polinizadores.
2.- Ecosistemas forestales: gestión adecuada de la madera muerta, de los bosques con edades diferentes, conectividad forestal, reservas de carbono.
3.- Ecosistemas urbanos: aumento y preservación del espacio verde.
4.- Ecosistemas agrícolas: aumentar las mariposas de los prados y aves en tierras agrícolas, incrementar la reserva de carbono en los suelos, proporción adecuada de tierras agrícolas con elementos paisajísticos diversos. Valorada el 30 % de las turberas drenadas por usos agrícolas hasta 2030 y 70 % hasta 2050.
5.- Ecosistemas marinos: recuperar hábitats marinos como prados marinos o fondos de sedimentos. Valorada hábitats de especies.
6.- Conectividad fluvial: detectar y eliminar barreras que impiden la conectividad de las aguas superficiales de manera que 25.000 km de río vuelvan a tener caudal libre de aquí a 2030.
La dificultad
En cualquier caso, la complejidad suele ir de la mano de la dificultad. Muchas de las medidas propuestas tienen una relación directa o indirecta sobre los rendimientos de la producción agraria, forestal y pesquera. 
La reducción de insecticidas, que es una medida imprescindible para defender a los polinizadores e insectos en general, genera indefensión frente a plagas. Algunas prácticas agroecológicas, a pesar de su interés medioambiental, conllevan rendimientos productivos inferiores, como por ejemplo la agricultura ecológica, que en cereales supone reducciones de la producción en más de un 30 % respecto al cultivo convencional. Algunas técnicas de cultivo regenerativo afectan igualmente a los resultados productivos. La destrucción de barreras para alcanzar caudales libres en los ríos puede afectar a las posibilidades de regadío
Pero estos hechos ciertos no pueden esconder el problema medioambiental que se pretende resolver. Todo ello puede acarrear pérdida de competitividad y, consecuentemente, de viabilidad empresarial en el marco de la economía global. 
En relación con este riesgo, la Unión Europea se propone liderar el cambio hacia formas más sostenibles de producir, pero está condicionada por los acuerdos en la Organización Mundial de Comercio.
Gestionar los impactos
La Ley pone mucho énfasis en los argumentos de daño ambiental para justificar las medidas propuestas, pero poco en la gestión de los impactos que puedan ocasionar las medidas establecidas. Para justificar sus propuestas, utiliza de aval los detalles que da el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) acerca de la gravedad de los problemas medioambientales. Pero no cita el IPCC cuando este ofrece vías de solución frente a los impactos. 
El tema es suficientemente preocupante y requiere una reflexión en busca de la mejor manera de abordarlo. Por un lado, hay unas problemáticas medioambientales severas que hay que resolver, pero hay unas necesidades vitales relativas a la alimentación que no pueden menospreciarse. Por otra parte, los productores (agricultores, granjeros, pescadores) expresan su cansancio frente a los esfuerzos y riesgos que suponen los cambios
Hay que estar muy atentos a los ritmos, a la oportunidad y a la viabilidad de las medidas. Todas las propuestas deben basarse en una rigurosa y documentada justificación, con participación, conocimiento y comprensión de las partes más afectadas y de la sociedad en general. En caso contrario, los vendedores de soluciones fáciles, los populismos, impondrán su criterio.
La restauración de la naturaleza según el IPCC
En el capítulo sobre el ‘Suelo, océano, alimento y agua’, el IPCC dice: “Muchas opciones de la agricultura, silvicultura y otros usos del suelo (AFOLU) proporcionan beneficios para la adaptación y mitigación que se podrían aumentar a corto plazo en la mayoría de las regiones. La conservación, mejora de la gestión y restauración de bosques y otros ecosistemas ofrecen la parte más importante del potencial de mitigación económica, con una reducción de la deforestación en las regiones tropicales donde está el mayor potencial de mitigación sobre el total. La restauración de ecosistemas, la reforestación, y la aforestación puede requerir compensaciones debido a las demandas competidoras sobre la tierra. La minimización de compensaciones requiere enfoques integrados para alcanzar múltiples objetivos, incluida la seguridad alimentaria. Las medidas por el lado de la demanda (cambio a dietas saludables sostenibles y reducción de la pérdida/desperdicio de alimentos) y la intensificación agrícola sostenible puede reducir la conversión de los ecosistemas y las emisiones de metano y óxido nitroso, liberando tierras para la reforestación y restauración de ecosistemas".
Es decir, el IPCC afirma que hay que avanzar en la conservación y restauración de los ecosistemas, pero al mismo tiempo hay que atender la seguridad alimentaria. Por lo que, por el lado de la demanda, es necesario avanzar hacia dietas saludables y evitar el desperdicio alimentario; por el lado de la producción, hay que avanzar hacia la intensificación sostenible de la agricultura. 
Este camino de menos exigencia de recursos (dieta), menos pérdidas (desperdicio) y producción más intensiva a la vez que sostenible deben permitir ganar espacios hacia la recuperación y restauración de los ecosistemas naturales. 
El IPCC insiste en la palabra 'compensación'. El IPCC es consciente de que algunas medidas que propone reducen el potencial productivo agrícola; por lo tanto, para garantizar la seguridad alimentaria harán falta estrategias compensadoras. El IPCC lo ha entendido.
  1. Cambio a dietas saludables y sostenibles. Tema que está en el centro de las tendencias. En este sentido recordar las cualidades de la dieta mediterránea. Abogar por una evolución hacia un consumo más vegetal sin demonizaciones ni prohibiciones y dejando a la demanda como guía (un proceso que ya se está produciendo). Valorar otras opciones alimentarias no competitivas con el suelo: insectos, algas, hongos, cianobacterias. Otras opciones tecnológicas avanzadas tales como nuevos procesos de fermentación y producción de carne por cultivo celular in vitro. Finalmente, en este capítulo, vale la pena añadir la apuesta por la proximidad, que reduce transporte y dinamiza la agricultura local. 
  1. Reducción de la pérdida/desperdicio de alimentos. Este tema, que está presente en todos los programas agroalimentarios, no es sencillo ya que requiere reforzar la conciencia ciudadana y recuperar hábitos culturales más adecuados. Sin embargo, existen herramientas poderosas para hacer frente al desperdicio bajo el nombre de bioeconomía circular con todas las ‘R’ relacionadas (reducir, reutilizar, rellenar, recuperar, reciclar, regenerar), dando nueva vida a los residuos como nuevo producto 
  1. Intensificación sostenible. La adopción por parte del sexto informe del IPCC del concepto ‘intensificación sostenible’ debe considerarse un paso importante hacia el realismo transformador. Este concepto ha sido defendido desde años por la propia FAO, Sin embargo, la intensificación de la producción ha sido considerada desde el ecologismo utópico como un anatema absoluto. Esta concepción ha bloqueado el uso de herramientas eficaces en el camino de las soluciones.
Dentro de este concepto encontramos herramientas o sistemas de producción del ámbito de la agroecología (agricultura orgánica, producción integrada, agricultura de conservación, uso de técnicas de bio-control, uso de bio-estimulantes, etc.).
Que se complementan con las biotecnologías, las cuales pueden generar, por ejemplo, productos resistentes a plagas que eviten el uso de insecticidas. Asimismo, el regadío tiene un papel importante ya que multiplica la producción, la acerca y evita deforestación. Por su parte, las tecnologías digitales proporcionan las herramientas para implantar la agricultura y la ganadería de precisión, aquella que usa los mínimos inputs al aplicarlos al momento y en las cantidades precisas, obteniendo máximos de eficiencia. 
En fin. Ya tenemos Ley de Restauración de la Naturaleza, ahora solo queda concretar la forma definitiva entre el Parlamento y el Consejo en base a los acuerdos tomados. Su ejecución, sin embargo, debe alejarse de los ideologismos y reforzar todas las decisiones en base a datos objetivos
Comenta Daniel Innerarity que “La principal amenaza de la democracia no es la violencia ni la corrupción o la ineficiencia, sino la simplicidad”. La realidad, en general, responde a este mismo esquema. Tras la simplicidad se esconde el dogmatismo o la ingenuidad, cuál de ellos más peligroso. Por tanto, dada la complejidad, será conveniente tratar la aplicación de las medidas con flexibilidad, verificando su desarrollo con indicadores contrastados adecuados y, si procede, corrigiendo. 

jueves, 4 de mayo de 2023

“La mayor causa de desertificación es el mal uso del suelo y del agua, no la sequía”, Fernando T. Maestre.

Entrevista a Fernando T. Maestre, ecólogo investigador, dirige el 
Laboratorio de Ecología de Zonas Áridas y Cambio Global de la Univ. de Alicante, 
señala que “no es realista”, seguir prometiendo agua y asegura 
que es necesario reducir los regadíos

El investigador alicantino Fernando T. Maestre (Sax, 46 años) es uno de los mayores especialistas del mundo en la ecología de las zonas áridas. Dirige el Laboratorio de Ecología de Zonas Áridas y Cambio Global en la Universidad de Alicante y es una de las principales atalayas científicas desde las que se estudia el avance de la desertificación en España.
Maestre se encuentra entre el 1% de autores científicos más citados del mundo, y desde esa posición, se moja respecto a unas políticas del agua que considera irreales e irresponsables en medio de la crisis climática. El investigador afirma que la mayor causa de la desertificación en nuestro país no es el calentamiento global ni la sequía, sino “el mal uso del suelo y del agua”. Aunque espera que la actual escasez de lluvias suponga un cambio de mentalidad sobre la falta de este recurso tan preciado, reconoce que “lamentablemente, no hemos aprendido mucho de las sequías que hemos sufrido en épocas anteriores”.
Los conflictos por el agua han estallado con la propuesta para amnistiar regadíos ilegales en Doñana o el rechazo de Murcia y la Comunitat Valenciana al recorte al trasvase Tajo-Segura. ¿Es realista seguir prometiendo más agua?
No es realista. Es una huida hacia adelante el planteamiento que están haciendo determinados gobiernos y agentes sociales de seguir aumentando el regadío. No solo no es realista sino que además es muy irresponsable, nos encaminamos hacia escenarios climáticos que en nuestro país van a estar caracterizados por una menor disponibilidad de agua, por consiguiente lo que tenemos que hacer es prepararnos para el futuro y ahorrar agua, no gastar más. Plantear que la solución a los problemas del campo y a los problemas económicos de muchas zonas es aumentar el regadío es un sinsentido, porque sencillamente no va a haber agua para alimentar todo este regadío en el futuro. 
Lo que tenemos que intentar es que sea una actividad lo más sostenible posible. De nada sirve que sea una actividad que pueda mantenerse unos pocos años, pero que luego colapse totalmente o casi totalmente porque no va a haber suficiente agua. 

En ocasiones se escucha que la península ibérica va camino de convertirse en un desierto. ¿Es esto una exageración?
No es una exageración del todo, en el sentido de que cada vez tenemos un clima más árido en la península Ibérica, caracterizado por temperaturas más elevadas, una mayor evapotranspiración y una menor disponibilidad de agua debido al aumento de temperatura asociado al cambio climático. Y nos estamos acercando a condiciones climáticas cada vez más similares a las que tenemos en muchas zonas desérticas del planeta. De la noche a la mañana no vamos a tener paisajes llenos de dunas, pero durante las próximas décadas nuestro clima, y por tanto nuestros paisajes, sobre todo en la mitad sur de la península, se van a ir pareciendo más cada vez a los que tenemos en zonas más desérticas. 

¿De qué modo está afectando la actual sequía a los ecosistemas en la península?
Está afectando de una forma muy negativa, está amplificando las consecuencias de otras actividades humanas y reduciendo la cantidad de agua disponible en nuestros ecosistemas, disminuyendo la recarga de acuíferos y el caudal de los ríos y está amplificando actuaciones como el uso que hacemos del agua, sobre todo de las masas subterráneas.
Las consecuencias las estamos viendo a día de hoy, por ejemplo con la desecación de Doñana o las Tablas de Daimiel, que por desgracia llevan muchos años en la UCI. Pero quien habla de Doñana o Daimiel, que son casos emblemáticos, habla de otros muchos ecosistemas, sobre todo acuáticos, que son los más sensibles a la bajada en los niveles de los acuíferos y la disminución de los caudales de las aguas superficiales. Pero está afectando a todo tipo de ecosistemas, como muchas zonas forestales que están experimentando una mortalidad masiva de árboles porque no pueden soportar la falta de agua, y también a muchas especies animales. 

Más allá del cambio climático, ¿hay otras causas que agravan la desertificación en España?
La desertificación es un fenómeno causado por dos factores fundamentales, los cambios en el clima y la acción humana. Y en el caso de España, el principal agente desertificador somos nosotros. Se alude mucho al cambio climático, y a la sequía, y obviamente son factores que no ayudan, pues hacen que nuestros ecosistemas semiáridos y secos subhúmedos sean más propensos a sufrir más degradación y por ende desertificación, pero el principal agente desertificador en España somos nosotros, por el mal uso del suelo y del agua. 

¿Cuál es el problema con los suelos?
Lo estamos salinizando, lo erosionamos, lo cementamos... Básicamente, lo maltratamos. Según las estadísticas oficiales del Inventario Nacional de Suelos, estamos hablando de que en el conjunto de España, al año, más de 500 millones de toneladas de suelo se pierden por erosión, pese a que es lo que nos da de comer. Es un problema que ocurre sobre todo cuando el suelo está desprovisto de vegetación. Las raíces de la vegetación y la hojarasca permiten que el suelo se mantenga donde está. Cuando desaparece la vegetación, el suelo queda expuesto a la acción erosiva del agua y el viento. Los datos apuntan a que más de un tercio de la superficie española soporta erosiones que se califican como graves o muy graves. En nueve comunidades autónomas, el promedio de pérdida anual de suelo está por encima de lo que se considera tolerable.
Aunque la agricultura utiliza el 80% del agua en España, desde el sector del regadío se defiende que ese tipo de agricultura es una herramienta para frenar la desertificación. ¿Qué le parece esa afirmación?
Es una falacia por dos motivos. Primero porque el regadío es un agente de desertificación fundamental al sobreexplotar el agua, sobre todo los acuíferos. Un aspecto clave para que nuestros ecosistemas puedan albergar vida es el agua que los sustenta. Y esa agua, en muchos ecosistemas, está fuertemente determinada por los aportes de los acuíferos, que son los que estamos sobreexplotando y agotando con la agricultura intensiva. 
Además, se alude a que los cultivos disminuyen la erosión del suelo, por la vegetación que mantienen, cuando lo que ocurre es todo lo contrario. Las técnicas de cultivo tradicionales, de laboreo o de eliminación de la vegetación natural, aumentan mucho la erosión del suelo en comparación con los ecosistemas naturales. La agricultura no solo no frena la desertificación, sino que la incrementa. 
El regadío es un agente de desertificación fundamental al sobreexplotar el agua, sobre todo los acuíferos

Entonces, ¿debería plantearse una reducción de la superficie de regadío?
Sí, lo que tenemos que ir planteando es reducir el regadío, empezando sobre todo y fundamentalmente por el regadío ilegal. Se desconoce la extensión del regadío ilegal, pero como podemos ver en la zona de Doñana, en Daimiel, en el Mar Menor, pero también en otras zonas como la Axarquía en Málaga, estamos hablando de miles y miles de hectáreas de regadíos ilegales, que son las primeras que habría que clausurar. Lo que está claro es que ya no puede plantearse un aumento del regadío, sencillamente porque no va a haber agua para poder regarlo todo, y si queremos racionalizar el uso del agua y salvaguardar nuestros recursos hídricos con el escenario de cambio climático que tenemos para el futuro hay que limitar y reducir el regadío, no nos queda otra. 

El ministro de Agricultura, Luis Planas, ha defendido que no hay que reducir el regadío en España, y desde su Ministerio se va a destinar una enorme inversión de dinero público a la modernización de los regadíos. ¿Se ahorra agua con esa medida?
Es importante aumentar la eficiencia. Si estás regando a manta y lo pasas a riego por goteo, ahorras mucha agua. Pero ahora bien, lo que ocurre en la práctica es que ese ahorro de agua no se traduce en un ahorro real, porque los regantes tienen concesiones de agua. Si al mejorar la eficiencia del regadío ahorran agua, lo que suelen hacer es poner más superficie en cultivo, por lo que al final ese ahorro es cero. No solo no se ahorra agua, sino que aumenta la superficie regada, aumenta la demanda a futuro. 

Dicho así es un ciclo algo perverso...
Con el regadío se da un ejemplo clarísimo de lo que se llama paradoja de Jevons, que es que cuanto más eficientes somos en el uso de un recurso, más usamos ese recurso. A la vista está que el regadío no para de crecer en nuestro país, y que el consumo de agua por parte del regadío sigue aumentando pese a las inversiones millonarias que se hacen cada año en mejora de regadíos. Si realmente estas inversiones fuesen efectivas, veríamos una disminución continuada del uso del agua en el regadío conforme mejora la eficiencia, lo cual no es el caso. La evidencia y la realidad nos dice que si aumentamos la eficiencia, acabamos usando más agua. 

Y aparte de reducir el regadío, ¿qué otras medidas son necesarias?
Es imperativo reducir el desperdicio alimentario. Una parte de la cosecha se tira antes de ser comercializada porque no puede venderse, lo que ocurre frecuentemente cuando el mercado está saturado debido a un exceso de producción. En estos casos, los precios son tan bajos que no compensa cosechar la fruta y verdura. Si tomamos datos oficiales del Ministerio de Agricultura, en España no se han comercializado casi 64 millones de kilos de fruta y verdura aptos para el consumo entre diciembre de 2021 y diciembre de 2022. Y estas son cifras oficiales que los agricultores registran para cobrar subvenciones de la PAC, la cantidad real de fruta y verdura que se tira o no se recoge es mucho mayor.
La evidencia y la realidad nos dice que si aumentamos la eficiencia, acabamos usando más agua. 

Muchos agricultores de secano en diversas zonas de España están augurando una cosecha desastrosa, con pérdidas enormes en el cereal, por ejemplo. ¿Se puede adaptar este tipo de agricultura, que depende de la lluvia, a un escenario climático con sequías más intensas y prolongadas?
Es algo que tenemos que hacer, y es algo que tenemos que hacer a múltiples niveles. Habrá que buscar cultivos que sean más resistentes a la sequía, y que puedan permitir cierta productividad en condiciones climáticas más secas que las que tenemos a día de hoy. Estoy pensando en cultivos como el algarrobo, que es un árbol que está muy bien adaptado a las condiciones de nuestros entornos semiáridos. Se está haciendo mucha investigación muy buena en nuestro país, y hay mucha que queda por hacer, para obtener variedades más resistentes a la sequía para determinados cultivos, variedades mejor adaptadas a las condiciones climáticas que vamos a tener en el futuro. Claramente tenemos que ir adaptando la agricultura de secano, porque con un clima más árido y más impredecible, será cada vez más difícil llevarla a cabo tal y como la veníamos realizando hasta ahora. Una vez el territorio se ha degradado, ¿hay algo que hacer para revertir el avance de la desertificación?Es posible, no es sencillo pero es posible. Lo primero que hay que hacer es gestionar mejor el agua, ahorrar agua, intentar que se vayan recuperando poco a poco nuestras masas de agua subterráneas, no seguir sobreexplotándolas y contaminándolas. Esa es la norma número uno. Luego tenemos que ir recuperando el suelo, por ejemplo, incorporando los restos de las cosechas al suelo, que en muchos sitios a día de hoy se queman. Así mejoramos su contenido en materia orgánica, mejoramos su capacidad de infiltración de modo que, cuando llueva, ese suelo sea capaz de infiltrar mejor el agua y retenerla durante más tiempo.
Si eso lo combinamos con técnicas de no laboreo en los cultivos, dejar la vegetación natural, esta vegetación también va a ir incrementando los niveles de carbono en el suelo, va a prevenir la erosión, y cuando lleguen lluvias torrenciales ese suelo estará mejor sujetado y se perderá menos. Todos estos cambios en los sistemas agrícolas los podemos combinar también con campañas de revegetación, con especies adaptadas a las condiciones climáticas más secas.
Cuando habla de campañas de revegetación, ¿se refiere a plantar árboles?
Las especies arbóreas se pueden utilizar en aquellos lugares en los que las condiciones climáticas futuras permitirán el mantenimiento de estos árboles, pero en otras muchas zonas esto ya no va a ocurrir. Hay que empezar a utilizar de manera más frecuente otras especies vegetales mejor adaptadas a las condiciones de sequía, especies herbáceas y arbustivas. También, aunque este tipo de investigación todavía está en pañales, para la restauración y recuperación de suelos degradados podemos utilizar otros organismos como las cianobacterias que forman parte de la costra biológica. 
¿Qué es la costra biológica?
Es un conjunto de organismos que viven en la superficie del suelo, son muy importantes a nivel global y en nuestro país ocupan una gran superficie dentro de los ecosistemas áridos y semiáridos, los que no están degradados, porque estos organismos son muy sensibles al pisoteo y la perturbación del suelo. Suelen ocupar buena parte de la superficie que no está ocupada por las plantas vasculares, son agrupaciones de musgos, de líquenes, de cianobacterias, y de una comunidad microbiana asociada que juega un papel ecológico muy importante. 

¿Cuáles son esas funciones?
Estos organismos por una parte fijan carbono, contribuyen a aumentar los contenidos de materia orgánica del suelo y a reducir CO2 de la atmósfera, también los hay capaces de fijar nitrógeno, y algunos, como las cianobacterias, secretan sustancias, se denominan exopolisacáridos, que fijan las partículas de suelo. Son como una especie de pegamento que aumenta la estabilidad del suelo y reduce su erosión. Debido a estas características, y a que son organismos que son capaces de vivir sin precipitación, solo con la humedad ambiental, son muy resistentes a la sequía, y se están empezando a utilizar en muchas zonas áridas del planeta para recuperar suelos degradados. Aquí en España hay investigación al respecto, como la del grupo de Yolanda Cantón en la Universidad de Almería, y hay pruebas piloto muy prometedoras para utilizar estos organismos, estas comunidades biológicas, en la lucha contra la desertificación. 

¿Cree que esta sequía cambiará la manera de gestionar el agua en España?
Quiero ser siempre optimista, obviamente la sequía es una característica cíclica de nuestros climas, y si echamos la vista atrás, lamentablemente no hemos aprendido mucho de las sequías que hemos sufrido en épocas anteriores, si bien es cierto. Una característica que distingue a esta sequía de otras que hemos sufrido en el pasado, es que está acompañada de unas temperaturas a las que no estamos habituados, como tener 30 y pico grados en abril. Quiero pensar que esta sequía va a cambiar nuestra mentalidad, que vamos a ser conscientes que el agua es un recurso muy escaso y que lo hemos estado despilfarrando en muchas ocasiones. Quiero pensar que tanto las administraciones cómo los ciudadanos van a ser más conscientes de la necesidad de plantearnos de una vez por todas un uso más racional de nuestros recursos hídricos, y que empecemos a relacionarnos con el agua y con los ecosistemas naturales de una manera diferente a como lo hemos estado haciendo hasta ahora.

Peligro extremo para los peregrinos en Redecilla del Camino, en todos los cruces con la N-120.

Se veía venir, lo que se observa diario: que algún de los Medios de Comunicación, esta vez de la mano del  Plan Director del Camino de Stgo....