En la madrugada de hoy, día 7 de marzo ha fallecido
Crescencia Eraña Montoya a los 91 años.
madre de Emilio y Luci Barrio Eraña
En la madrugada de hoy, día 7 de marzo ha fallecido
Crescencia Eraña Montoya a los 91 años.
madre de Emilio y Luci Barrio Eraña
Cuando te equivocas de diana, o escupes contra el cielo.
Manifestación de agricultores en Belfort (Francia) 31 enero de 2024. / Thomas Bresson (vía Wikimedia Commons) |
Las botas pardas se tiñen del marrón del barro. Algunos dirigentes de la extrema derecha europea habrán pisado más el campo en estas últimas semanas que en el resto de sus vidas. Desde Vox hasta Alternativa para Alemania, pasando por la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen o Hermanos de Italia, las formaciones ultras pretenden instrumentalizar la actual oleada de protestas de agricultores. Y eso que promueven el mismo modelo económico que tanto malestar genera entre los campesinos: el capitalismo neoliberal.
Cuando faltan cuatro meses para las próximas elecciones europeas, esta rabia del campo aparece como un regalo caído del cielo para la ultraderecha, que ya tenía el viento en popa de cara a los comicios del 9 de junio. Si bien en 2019 las manifestaciones climáticas de los jóvenes tuvieron una incidencia en ese escrutinio y favorecieron el crecimiento de los verdes en la Eurocámara, la actual oleada de protestas campesinas aparece como un síntoma del cambio de época. Es una señal del efecto backlash (reacción conservadora) que sufre el ecologismo, pero también de los límites e incoherencias del neoliberalismo verde.
Alemania, Francia, Polonia, Países Bajos, Rumania, Italia… Es larga la lista de los Estados donde se han producido este tipo de movilizaciones, que también han alcanzado a España desde principios de febrero. La dimensión continental de esta contestación evidencia el carácter estructural de los problemas del sector primario. Los agricultores y ganaderos europeos sufren una crisis capitalista de manual. Es decir, una crisis de crecimiento de una actividad que se desarrolló y prosperó durante décadas gracias a su modernización e industrialización, pero que se encuentra estancada desde principios del siglo XXI. Está encerrada en un modelo productivista que ya no crece y genera malestar entre unos endeudados y empobrecidos campesinos.
En 2020, el 0,5% de las explotaciones más grandes recibió el 16,6% de los fondos de la PAC
A eso se le suman las incoherencias de las políticas agrarias de la Unión Europea. Por un lado, el hecho de dar una gran cantidad de ayudas al sector, sobre todo los 41.400 millones de la PAC, pero hacerlo sin criterios de justicia social –en 2020, el 0,5% de las explotaciones más grandes recibieron el 16,6% de los fondos, con ayudas individuales superiores a los 100.000 euros– ni climática –se reparten en función de las hectáreas, lo que incentiva una agricultura productivista y contaminante–. Por el otro, el haber renunciado a una regulación de los precios que se pagan a los campesinos y haber suprimido los aranceles sobre los alimentos de fuera de la UE, con la firma de tratados de libre comercio.
Estos factores económicos no resultan las únicas explicaciones del actual malestar agrícola –también alimentado por las sequías, el exceso de papeleo, las normas medioambientales, la competencia “desleal” de los productos ucranianos…–, pero han influido en el estallido social de esta profesión, tan desigual como precarizada.
“Queremos vivir de nuestro trabajo”, “Cuando llego a final de mes, no me queda ningún ingreso neto. Vivo gracias al salario de mi mujer”… Testimonios como estos resultan habituales entre los campesinos que han cortado carreteras en Francia.
Grupúsculos ultras se infiltran en las protestas
A pesar de ello, los grandes medios y buena parte de la clase dirigente han impuesto una interpretación mucho más simplista y parcial: el campo contra la ecología. Este diagnóstico solo tiene en cuenta las últimas gotas que han colmado el vaso –la supresión de la subvención del diésel rural en Alemania o Francia o una reducción del tamaño de las granjas en Bélgica o Países Bajos– en lugar del caudal de este malestar. También sirve para no cuestionar a la industria alimentaria y la gran distribución –una de las dianas predilectas de los campesinos movilizados– ni los dogmas económicos neoliberales, como la no regulación de los precios o los tratados de libre comercio. Y, de hecho, se trata del mismo marco discursivo de la extrema derecha.
Los grandes medios y parte de la clase dirigente han impuesto
una interpretación simplista y parcial: el campo contra la ecología.
“La ecología se lleva a cabo de manera sistemática en perjuicio de nuestros campesinos”, dijo a la cadena TF1 Jordan Bardella, número dos de la RN. Era el 20 de enero y apenas dos días después de que hubieran empezado los primeros cortes de carreteras, el cabeza de lista en las europeas del lepenismo intentaba instrumentalizar las protestas visitando una explotación ganadera en el suroeste de Francia, propiedad de simpatizantes de su partido. Ese ejercicio comunicativo no terminó de salirle bien, ya que luego se supo que esos mismos granjeros habían robado el año pasado tres hectáreas y 39 fardos de henos. Pero inauguró el desfile preferido en las últimas semanas de los dirigentes ultras: el del campo.
Ya sea haciéndose el imprescindible selfi encima de un tractor o a base de tuits, los Le Pen, Abascal o Geert Wilders quieren sacar rédito electoral a la rabia del campo. Además, militantes de grupúsculos neofascistas participaron en protestas de viticultores en Montpellier, donde hicieron proclamas de “más para nuestros campesinos y menos para los migrantes”. Y a principios de enero, el ministro de Economía alemán, el verde Robert Habeck, quedó bloqueado en un ferri en el norte del país debido a una concentración de campesinos cabreados, organizada a través de un canal de Telegram conspirativo y xenófobo.
¿La extrema derecha saldrá beneficiada?
Más que su presencia en las protestas, el riesgo de la ultraderecha es ideológico y electoral. “Desde principios de los años 2000, el auge del lepenismo se debió a su capacidad de implantarse electoralmente en los territorios rurales”, explica el historiador Edouard Lynch, especialista del mundo agrícola y profesor en la Universidad Lumière-Lyon 2, refiriéndose a la estrategia de Marine Le Pen de convertirse en la portavoz de la “Francia de los olvidados”. La mayor parte de los 88 diputados de RN en la Asamblea fueron elegidos en circunscripciones rurales en las legislativas de 2022. Es el mismo modelo “ruralista” que intenta aplicar Vox en España.
Hablar del “campo” no solo sirve para intentar seducir electoralmente a los campesinos –el 30% de ellos votó a Le Pen o Zemmour en la primera vuelta de las presidenciales de 2022, un porcentaje parecido a la media del país–, sino también a todos los habitantes de los territorios rurales y periurbanos. Ellos ya habían estado sobrerrepresentados a finales de 2018 en la revuelta de los chalecos amarillos, que marcó asimismo la campaña de las europeas del año siguiente.
El Movimiento Campesino Ciudadano fue la primera fuerza en las elecciones provinciales de Países Bajos el año pasado
¿La ultraderecha sacará un rédito electoral a este malestar del campo? “Me cuesta imaginar que no lo vaya a hacer”, reconoce el politólogo Guillaume Letourneur. Sin embargo, este especialista de la implantación rural de RN matiza que “esto dependerá de la oferta electoral en las europeas”, en las que el presidente de la Federación de los cazadores, Willy Schraen, liderará un nuevo partido ruralista.
“Quizás será esta lista la que saldrá más beneficiada por las protestas”, sostiene Letourneur. Este nuevo partido francés se inspira en el Movimiento Campesino Ciudadano, que dio la sorpresa en Países Bajos y se convirtió en la primera fuerza en las elecciones provinciales en marzo del año pasado. La candidatura de la España Vaciada también pretende dar la sorpresa en los comicios de junio.
Demonizar la ecología sin caer en el climato-escepticismo
La derecha mainstream –desde la CDU en Alemania hasta el PP en España, pasando por el macronismo en Francia– sigue con inquietud esta evolución del electorado rural. Esto ha provocado que haya endurecido su discurso contra el ecologismo. El presidente del Partido Popular europeo, el alemán Manfred Weber, ya se había opuesto el año pasado con claridad al Green Deal (Pacto Verde) de la Unión Europea, a pesar de que esa batería de medidas ha quedado descafeinada ante la influencia de los grupos de presión. “El gran problema es el Green Deal y su visión claramente basada en el decrecimiento”, ha denunciado recientemente el presidente de la FNSEA (principal organización agrícola en Francia), Arnaud Rousseau, conocido por poseer más de 700 hectáreas.
Aunque la ultraderecha se presenta como defensora de los pequeños campesinos,
en realidad respalda las políticas que alimentan su malestar.
“Ante cada dificultad, ustedes se dedican a señalar a los agricultores” y los presentan “como delincuentes, contaminadores de nuestras tierras y como los torturadores de los animales”, reprochó el primer ministro francés, Gabriel Attal, a una diputada verde en la Asamblea Nacional. En lugar de hablar de “competencia desleal”, señalar a la gran distribución o cuestionar la desregulación de los precios, el Gobierno de Emmanuel Macron ha acusado de este malestar agrícola a los ecologistas. Ha sacrificado varias medidas medioambientales, como el final progresivo de la subvención del diésel rural o un plan para reducir el uso de pesticidas, para responder a la rabia del campo.
Esta reacción representa, sin duda, una victoria ideológica para la extrema derecha. Intentando distanciarse de los discursos climatoescépticos, el lepenismo (y también los ultras en otros países) afronta el debate sobre el cambio climático con una nueva estrategia. Lo plantea como una confrontación entre el “falso medioambiente” punitivo, que defienden los tecnócratas de Bruselas y los “burgueses” urbanos que votan a la izquierda, y el “verdadero medioambiente” de los campesinos y cazadores. Una posición puramente retórica y llena de contradicciones, pero que también ha abrazado una parte de la derecha clásica.
Aunque la ultraderecha se presenta como la defensora de los pequeños campesinos ante Bruselas, en realidad respalda aquellas políticas que alimentan el malestar del sector primario. Votó en la Eurocámara, a finales de 2021, los fondos de la PAC, repartidos sin criterios de justicia social ni climática. También ha respaldado recientemente acuerdos de libre comercio con Chile o Kenia. En cierta manera, la rabia del campo refleja la paradoja en que se encuentra atrapada Europa: un continente enfermo de un neoliberalismo que nutre el voto a la ultraderecha. Y eso que esta defiende el mismo modelo que alimenta el descontento
Concentración en el Chocolatero. Se han unido algunos tractores de la Rioja. |
Los pueblos de la mancomunidad Oca-Tirón se han unido para exigir a las administraciones correspondientes algunos servicios básicos que les faltan a sus vecinos en el día a día.
Así, solicitarán que el transporte a la demanda llegue a todas las personas de esta zona y que eso mismo ocurra con el autobús bancario. Estas reivindicaciones se suman a la que ya se plantearon hace un tiempo para mejorar el firme de cinco carreteras y con las que ahora se volverá a insistir para conseguir alguna solución.
La «desertización bancaria» se alza como una de las principales preocupaciones de este entorno y por ello se propone como alternativa que pueda circular por los pueblos el autobús de la Diputación y CaixaBank para este fin. Desde la mancomunidad se presentó hace un tiempo la moción a la Diputación, a la Junta y a las entidades CaixaBank, Caja Rural, Ibercaja, BBVA y Banco Santander.
«Nuestra zona se queda un poco desolada en cuanto a los bancos se refiere», explica Noemí González, presidenta de la mancomunidad y concejala de Belorado. Solo han obtenido respuesta del BBVA, que planteó un servicio a domicilio si les aseguraban un número mínimo de clientes. Esta opción no se consideró viable al no poder asegurar que operase un elevado volumen de gente con dicha entidad, aunque agradecen la propuesta.
En cuanto al autobús a la demanda aún quedan muchas zonas de la provincia donde la Junta no ha llegado, pese a que se lleva solicitando desde hace tiempo. Los pueblos que van al centro de salud de Briviesca, por ejemplo, sí cuentan con este servicio. Sin embargo, aquellos que pertenecen a Belorado aún no disponen de ello para ir al médico, a la unidad de respiro o a las compras. Hay muchas personas mayores y con esta medida se evitaría que tengan que pedir ayuda continuamente para desplazarse, manifiesta González.
Algunas vías de comunicación también suponen un problema y por ello insistirán a la Junta de Castilla y León para mejorar el firme de la BU-710 (Belorado-Briviesca); de la BU-703 (Villafranca Montes de Oca-N-I); de la BU-701 (BU-703 en Villalmóndar-N-I); y de la BU-704 (Tosantos- Villalómez). De las dos primeras reciben numerosas quejas por el peligro que suponen y por los accidentes que se producen en ellas, así que se consideran muy urgentes. Mientras, a la Diputación solicitan el arreglo de la BU-P- 7101 (Belorado-Haro).
Por otro lado, la presidenta de la mancomunidad expone que en la última reunión mantenida se informó de la adquisición de un nuevo camión de recogida de residuos. El presupuesto aprobado inicialmente para este 2024 ascenderá a 162.300 euros, de los que 116.200 irán para gastos de personal y 46.100 se enmarcan en el apartado de bienes corrientes y servicios.
Planes provinciales. Los municipios burgaleses recibirán en 2024 y 2025 un 25% menos de Planes Provinciales, ya que se distribuirán 34 millones de euros frente a los 23 de la última anualidad. La decisión de la Diputación de Burgos parece que no ha sentado nada bien en el medio rural y unas cuantas voces ya han expresado su malestar. En Oca-Tirón son varios los ayuntamientos enfadados por esta razón y por ello desde la mancomunidad se determinó elaborar un borrador de reclamación que sirva de base para que los pueblos puedan enviarlo a la institución provincial. En las últimas semanas también Quintanadueñas, una de las localidades con más habitantes de la provincia, mostró su enfado y presentó una moción que incluso apoyó la concejala del PP.
De esta mancomunidad forman parte Alcocero de Mola, Arraya de Oca, Bañuelos de Bureba, Bascuñana, Belorado, Carrias, Castildelgado, Cerezo de Río Tirón, Cerratón de Juarros, Espinosa del Camino, Fresneña, Fresno de Río Tirón, Ibrillos, Redecilla del Camino, Redecilla del Campo, Santa María del Invierno, Tosantos, Valle de Oca, Villaescusa la Sombría, Villafranca Montes de Oca, Villambistia y Viloria de Rioja. Como detalla González, los pueblos más pequeños se verán especialmente perjudicados por el nuevo reparto de dinero debido a que este se trata de su principal -y a veces el único- ingreso con el que cuentan para ejecutar sus inversiones.
El
31 de Julio de 1198, Diego López (IIº) de Haro donó[1] al monasterio Premostratense de CampoPajares
(Candepajares), actual convento de Bujedo[2], el término de “
En
ese término, también llamado Valcorza,
y ese monasterio o decanía estuvo bajo
la administración de la Orden Premostratense, y antes de estos fue una de las
bases fundacionales de la Orden Benedictica en España.
Está
documentado que la iglesia y demás territorios de Zabárrula pertenecieron
también a ese monasterio; por lo que estamos hablando de unidad territorial
ajena a la actual división administrativa y política.
El
Campo de
Los que nos dice este apeo es que ese monasterio era “propietario” de una parte considerable de los actuales Montes de Ayago, e incluso sobrepasaba Larrea, Pradilla hasta el monte Otero (en las cercanías de la Cruz de la Demanda, y en los nacientes del río Tirón).
En los nacientes del río Villar existen, visibles hoy en día, restos arqueológicos de edificaciones, probablemente de un convento, ermita, o decanía que pudieran ser el testimonio de la pertenencia de este Campo de ese Monasterio Premostratense...[7].
Ledanía de pastos y aguadas.
Sobre
ese espacio hay establecida una “Concordia de Pastos” entre ambos
pueblos (Zabárulla/Ojacastro y Redecilla del Camino).
Aún
hoy día, unos desde Redecilla y desde Zabárrula/Ojacastro los otros, suben (subían) hasta el monte de
Se
inicia la ceremonia con el rezo a la “bendita Magdalena”. El Secretario de
Redecilla daba lectura de los viejos documentos de dicho pacto y de otros
documentos que datan de los acuerdos tomados en el entorno de 1198(¿).
Se pregunta a los presentes "si han visto que alguno se llame a derecho con respecto al aprovechamiento
de pastos, con título legal o sin él".
A lo que responden "Que
a nadie se ha visto estar asistido de derechos, y lo prueba el venir todos
pastando sus ganados todos los años, sin interrupción y sin que persona alguna
haya puesto óbice, en los repetidos aprovechamienteos, de forma legal"[8].
Se firman las Concordias por parte de ambas autoridades. Hay
comida de hermandad entre autoridades, pastores y vecinos.
A continuación algunos pastores redecillanos bajaban unas pocas de sus reses a beber hasta el río Glera.
En el fondo estas concordias son como las mancomunidades actuales,
son pactos en beneficio mutuo. Consisten en que las ganaderías de ambos
municipios pueden pastar recíprocamente en los términos municipales y tener sus
respestivos derechos de aguada.
Logicamente cuando más sentido tenía esta concordia de pastos, cuando realmente se hace efectiva, es en los años en los que bien los pastos de un pueblo o bien los del otro padecen sequía; o cuando los manantiales de una cuenta u otra flaqueaban...
El
coto del monte de “
Recuerdo con nitidez una conversación que, siendo yo muy joven —hace más de 30 años—, tuvimos en Extremadura junto a una humilde zarza y en la que Suso, que era capaz como nadie de atraparte con esa voz grave y pausada, me convenció de que la zarza no tenía nada de humilde. Me explicó con tono apasionado que la zarza era un prodigio de la naturaleza, que fijaba el suelo junto al agua, que era la despensa de las currucas del norte cuando migraban y una verdadera fortaleza armada donde encontraban refugio los conejos que el lince cazaba. Y terminó con unos versos sobre las moras y una receta para hacer la mermelada. Así era Suso, una enciclopedia andante con un conocimiento deslumbrante sobre todo lo que le rodeaba, capaz de interpretar un paisaje solo con una mirada, conectando las tramas invisibles de la naturaleza con siglos de historia humana y con la cultura popular que lo rodeaba.
En los años setenta, cuando solo salían al campo los que en él habitaban, Suso recorrió con el apoyo de WWF palmo a palmo sierras y llanos de aquella España aún salvaje e inexplorada en busca de los últimos linces, lobos, osos, urogallos, avutardas y las escasas parejas de águila imperial que aún quedaban, casi extintas y acorraladas por una sociedad inculta que aún las consideraba simples alimañas. Ese conocimiento pionero permitió poner en marcha las primeras medidas para su conservación y le hizo merecedor desde muy joven de la amistad de Félix Rodríguez de la Fuente y del respeto de los mejores biólogos y científicos, asombrados por el extraordinario conocimiento de la vida salvaje que demostraba.
A mediados de los setenta, mientras exploraba las sierras extremeñas y subido al castillo de Monfragüe, descubrió cómo las excavadoras del Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) arrasaban las laderas dónde el río Tajo se junta con el Tietar, arrancando alcornoques, acebuches y jaguarzos para sustituir el bosque autóctono por monótonos eucaliptales. Suso lo dejó todo y se trasladó a vivir con Isabel, su compañera de viaje, y sus hijos, al corazón de Monfrague y se entregó en cuerpo y alma a una verdadera cruzada dentro y fuera de España hasta conseguir detener los aterrazamientos y la declaración de Monfragüe como parque natural en 1979. Con toda seguridad, ese templo de la biodiversidad mediterránea del que nos enorgullecemos hoy no existiría sin su determinación y coraje.
En 1984, fue nombrado Director General de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura, haciendo historia al ser el primer conservacionista en dirigir una administración y lograr situar a esta desconocida región en lo más alto del mapa de la biodiversidad de Europa. Pero tres años después abandonó los despachos para volver al activismo y al campo. Porque Suso fue un conservacionista que participó en la fundación y la vida de algunas de las principales organizaciones de defensa de la naturaleza de nuestro país, como WWF, Seo/Birdlife, ADENEX en Extremadura, ARCA en Cantabria, la CODA o el Fondo Patrimonio Natural, que en esos años de desarrollismo libraron infinidad de batallas para salvar de las máquinas y el cemento muchas de las joyas naturales con las que por suerte hoy contamos en España.
Suso fue un maestro y un referente para muchas de las personas que hoy lideramos la defensa del medio ambiente y que tuvimos la suerte de conocerle y aprender de él.
Defensor de la trashumancia
Pero por lo que probablemente será más recordado es por su lucha para recuperar las vías pecuarias, la ganadería extensiva y defender a los últimos trashumantes frente al arrollador modelo actual basado en una ganadería industrial, insostenible y desarraigada. Por el contrario, Suso defendía a ultranza el pastoreo estacional como una pieza clave, totalmente actual, de nuestra cultura y nuestra historia que había que rescatar. Y nuestros 125.000 kilómetros de vías pecuarias los defendía como una infraestructura única en el mundo y un arma estratégica para mitigar el cambio climático y adaptarnos a los impactos que están por llegar, para producir alimentos de calidad reduciendo el consumo de agua, piensos y energía, y para combatir el abandono rural y el desmoronamiento de la cultura tradicional. Para ello fundó organizaciones conservacionistas enfocadas a este objetivo, como Concejo de la Mesta y Trashumancia y Naturaleza, y se convirtió en un pastor más que cada año se ponía en marcha al frente del rebaño de ovejas, cabras o vacas para transhumar en busca de nuevos pastos entre Andalucía y Teruel o entre las dehesas de Extremadura y los puertos de León.
Durante tres décadas, con frío o calor, sol y nieve, Suso recorrió las cañadas y cordeles de España para denunciar su urbanización o la invasión por la agricultura o las carreteras y reclamar la recuperación de
este bien público para el uso y disfrute de toda la sociedad. Por eso cada año Suso irrumpía en Madrid atravesando el corazón de la ciudad con cientos de ovejas y cabras, recordándonos que todos descendemos de pastores, que la trashumancia es parte de nuestra tradición colectiva y el derecho ancestral de los rebaños sobre los coches a transitar.
Finalmente, este mes de diciembre la Unesco ha inscrito la trashumancia como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por “contribuir a la inclusión social, al fortalecimiento de la identidad cultural y a los lazos entre familias, comunidades y territorios”, un reconocimiento merecido a la vida de Jesús Garzón y a la de los últimos nómadas del mundo que aún practican esta forma de vida tan revolucionaria como ancestral.
Hay personas que dejan huella, personas que no se van. Suso siempre estará en cada pastor que trashuma, en cada esquila que suena y en cada nueva voz que se alza en defensa de la naturaleza salvaje y de la vida al aire libre y sin domesticar. Descanse en paz.
Según informa del Ayuntamiento de Redecilla de Camino, el bar/cafetería, ubicado en el Polideportivo Municipal abrirá todos los Fines de Sem...