Blog sobre Redecilla del Camino y comarca.

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jueves, 22 de diciembre de 2022

Aullidos de Esperanza: ¡Feliz Navidad, Felices Fiestas, Buen año 2023!.

 


Aullidos de esperanza en estos días en que acaba un año donde la naturaleza ha manifestado su poder, se ha quemado a sí misma y nos ha dejado en evidencia.

¡A los que os tocó ser fuertes en 2022,

os deseamos que os toque ser felices en 2023!

 

¡FELIZ NAVIDAD, FELICES FIESTAS y SALUD!


Calle y Camino, Vitor Barrio Sierra.



“Aullidos de esperanza” 
poema de David Herrero (Puche), con el arte de mi amigo Fernando Roldán. 
Pequeño homenaje en forma de poema,  y en apoyo 
a las gentes de la Sierra de la culebra, Aliste, Carballeda, Valle del Tera, 
arrasados este verano por el fuego
 
 
"Llora el corzo,
la cigüeña y el águila,
el ciervo y el zorro.
 
Llora el jabalí y el tejón,
el águila y el búho,
la jineta y el Halcón.
 
Aúlla el lobo en la maleza,
la manada no contesta,
se perdieron entre el humo
y ahora llora de tristeza.
 
Ya no repta la culebra que le dio nombre a esta sierra,
 ya no repta la escalera
 antes verde, ahora negra.
 
Se perdieron los castaños y los robles,
las retamas y escobones.
 
El brezo y el tomillo,
el madroño y el cantueso,
y los pinos ya quemados
en carbón se convirtieron.
 
No trabajan las obreras, las cenizas no las dejan,
ya no quedan flores
 que visiten las abejas.
 
Rojo fuego, llama intensa, que te trajo la tormenta, te llevaste el verde bosque, que te lleve a ti y no vuelvas.
 
Buenas gentes, 
pueblos nobles,
noroeste de valores, lucharemos contra todo, contra el fuego y los galones.
 
No estás sola, gente buena, de la Sierra la Culebra,
la provincia de Zamora solidaria ya se vuelca.
 
El futuro que te espera, no depende de quién manda, solo quieren que les votes, lo demás no le interesa.
 
Con aullidos de esperanza, orgullosa de tu gente,
tierra negra, antes verde,
la Culebra no se calla,
ni se compra ni se vende".
 
        David Herrero (Puche)

jueves, 20 de octubre de 2022

Somos malos, ‘semos’ agricultores.

Para algunos no somos ni suficientemente campesinos ni suficientemente cultivados. 
Nos ven como un lodo, como una mezcla de líquidos por decantar

Manifestantes en defensa del mundo rural en Madrid, el 20 de marzo

Este verano he asistido en Twitter a un festival de odio contra eso que vamos a llamar, en aras de abreviar las frases, agricultores
Aunque la red social del pájaro azul no representa la realidad (no veo a mucha gente con capa y florete por la calle), sí es un buen medio para tomarle el pulso a la izquierda cibernética, puesto que muchas de sus cabezas visibles adoptan a diario posturas vehementes sobre múltiples asuntos. Queramos o no, la cultura del esfuerzo a veces funciona con la gente vocinglera y cansina. Y, así, resulta que los que invierten cientos de horas en impartir doctrina web acaban al final marcando tendencia, dibujando el clima de prejuicios con el que inevitablemente nos enfrentamos a los temas políticos, sobre todo a los que no conocemos de primera mano.

El paseo por algunas de esas cuentas y sus comentarios más glosados nos muestra un preocupante desprecio, cuando no clasismo rampante u odio explícito hacia el colectivo de agricultores, ganaderos y trabajadores de la tierra por cuenta propia. Muchas veces esos ataques vienen de parte de personas a las que considero, sin ambages, compañeros de trinchera, así que a mí me dan unas ganas terribles de llorar. No sólo porque sea injusto, como lo son todas las olimpíadas morales que establecen los que se creen ilustrados, sino porque sé que los que pisan la tierra huelen ese desprecio a la legua (estamos entrenados desde chicos para detectar el listosplaining) y están virando en masa hacia la derecha tóxica. Existen otros motivos y más profundos que explican ese viraje, lo sé, pero haríamos mal en subestimar el poder del sentimiento de abandono como movilizador de voluntades electorales. Es fácil irse con el único que no cuestiona permanentemente tu forma de vida, aunque su proyecto político vaya contra la vida en mayúsculas. Es fácil irse con quien no cuestiona tu ética desde sus rutinas cosmopolitas y consumistas. Es fácil y yo, si me perdonan, hasta lo comprendo, aunque lo sufra con las carnes abiertas.

   Los motivos y los despliegues de ese desprecio hacia agricultores y ganaderos siguen caminos inescrutables, cuya cartografía nos obliga a mezclar hipótesis políticas y sociológicas con otras más psicoanalíticas, porque de lo contrario, no se entiende. Algo de eso debe haber en la génesis de imágenes distorsionadas, criminalizaciones baratas y leyendas urbanas sobre los agricultores, además de una buena dosis de clasismo barato, concepto que depreda también las mentes de los que dicen luchar contra las desigualdades sociales. El clasismo no bebe sólo de la fuente del dinero. Un buen diván pondría de manifiesto que aquellos que han contaminado medio mundo con sus viajes iniciáticos consideran a los de pueblo como seres más brutos. El formidable resurgimiento de la palabra “cateto”, insulto del que creíamos habernos liberado tras el invierno nuclear del desarrollismo franquista, isidoro y aznarino, da buena cuenta de ello.

El moderno desprecio del campo a menudo se fundamenta en una herida que algunos usan como látigo. Para esos que se las dan de marvins harris de la vida, ni siquiera podemos denominarnos campesinos, “porque habéis dejado de serlo”. Nos niegan la identidad y la conciencia de sujeto colectivo al tiempo que nos castigan por ello. La gente del agro ha dejado de ser lo que era, cierto, pero ha cambiado en la misma medida en que lo ha hecho la gente del asfalto, ha introducido modernas técnicas de laboreo por influjo de la mano invisible que a todos nos acogota, ha abrazado el capitalismo con similar pasión inconsciente y se ha disgregado como casi cualquier grupo social. Pero no por ello deja de tener algunas pulsiones distintivas y una historia socioeconómica común. Tener tractor en lugar de mula nos convierte, si acaso, en un tipo de campesinado específico del primer mundo que debería merecer la misma curiosidad intelectual que las sociedades campesinas tradicionales (recomiendo a este respecto el epílogo del Puerca Tierra de John Berger o el soberbio Vidas a la intemperie de Marc Badal). En lugar de eso, nada: para algunos no somos ni suficientemente campesinos ni suficientemente cultivados. Nos ven como un lodo, como una mezcla de líquidos por decantar.

Para mi sorpresa, me he enterado de que no todos los trabajadores del medio rural son igual de ladinos, no. He leído algún hilo donde una docena de tuiteros dejaban claro que los pescadores son diferentes, menos agresivos, más respetuosos. “No se les puede meter en el mismo saco”. Ante tamaña categorización moral, investigué un poco y encontré chicha: la inmensa mayoría de pescadores viven en eso que algunos llaman naciones históricas o pueblos con no sé qué características propias (quiten Cantabria, si acaso), así que en el desprecio al campo también subyace, cómo no, un odio a todo lo que parezca de interior y, por tanto, muy español. Yo también desearía que mis colegas de la tierra tuvieran el mismo sentimiento nacional que los topillos del huerto, pero no podemos juzgar a la gente por la bandera con la que le han enseñado a arroparse.

Por si fuera poco, el campesino español parece que tampoco atesora capital simbólico para la izquierda, como sí lo tienen los mineros, por poner un ejemplo. Debo reconocerles que los agricultores envidiamos el cariño, las excepciones y las tragaderas que merecen los mineros. A estas alturas, no vamos a reivindicar ya como propios los hitos del campo contestatario (las colectivizaciones agrarias antes y después del golpe de Estado), pero agradeceríamos, al menos, que fueran tan comprensivos con nuestras subvenciones. A los ya míticos ataques del nacionalismo periférico contra el PER, se suma ahora un creciente enfado por las ayudas de la PAC. Desconocen, ignorantes, que la PAC no sólo sustenta a duras penas a un sector económico clave al borde del colapso permanente, sino que también contribuye a abaratar los precios de productos de excelente calidad que ellos llevan a su mesa tres veces al día. Las subvenciones, en muchos casos, suponen de facto un trasvase de renta hacia el consumidor, que no paga lo que cuestan de verdad las cosas, mientras que el agricultor mantiene los mismos márgenes de beneficio, haya subvención o no. El aumento de calidad de vida y de los índices de salud ligado a la mejora de la dieta en la Europa reciente se debe en buena medida a la implementación de un sistema injusto que empobrece el campo para nutrir las ciudades. Las subvenciones conforman la estructura metálica de este chiringuito, compañeros. Muchos productos agrarios tienen más valor de uso que valor de cambio porque se producen al albur de ese totalitarismo que es el mercado libre. Otra cuestión insoslayable es que la PAC infla las cuentas, básicamente, de las grandes fortunas, pero da igual: el que odia al agricultor va a Twitter y nos llama subvencionados, apesebrados, mantenidos. Y se mete una tosta con aceite virgen extra de 3 míseros euros el litro entre pecho y espalda.

Tampoco entiende alguna gente que no nos hagamos agricultores ecológicos o en extensivo, circunstancia que provoca verde indignación. No comprenden –¡lógico!– que no queramos ser terratenientes, el tipo de agricultor respetuoso con el medio ambiente por excelencia. Sin ánimo de generalizar, en el sitio del que vengo la mayoría de las explotaciones extensivas y/o ecológicas pertenecen a grandes capitales o a neorrurales con capital heredado, snif, ¡quién pudiera! La tierra es cada vez más cara y las explotaciones respetuosas a las que debemos tender requieren a menudo (para ofrecer al agricultor las mismas cuatro perras) extensiones superiores de un bien escaso y costosísimo o inversiones tecnológicas u horas de trabajo a las que la mayoría de catetos no podemos aspirar. En consecuencia, los agricultores seguimos ganando el pan con el sudor de nuestros usos antinaturales, así que merecemos el desprecio de aquellos que declinan entender el porqué de las cosas.

Por si fuera poco, el verano siempre es buena época para culpar de los incendios a los oscuros intereses agrarios, porque han descubierto que queremos plantar soja en los pinares quemados como hacen en el Amazonas. También es tiempo para que gente que censura el consumo de leche o de chuletillas de cabrito reclame rebaños de cabras limpiadores del monte. La solución ha de ser entonces, digo yo, un montón de cabras montesas funcionarias introducidas a la fuerza en bosques impropios. O millones de venados, de esos que luego se te tiran en la carretera comarcal contra el coche nuevo que has comprado con tu inocente trabajo cognitivo.

Con el calor también se nos recuerda que los agricultores excavamos muchos pozos de sondeo ilegales, cuando lo cierto es que quien tiene pasta, legaliza el pozo, salvo casos flagrantes, porque cualquier normativa ambiental se esquiva legalmente con un par de agrónomos que hagan proyectos gordos. Se da el caso, fíjate qué gracia, de que a menudo son las modernas explotaciones ecológicas (de monocultivo, por ejemplo) las que reciben los parabienes técnicos a disparates ambientales en zonas protegidas. Pero, ¡ay!, el sello verde, qué bien queda en la etiqueta y qué bien blanquea sus muertos.

La criminalización de agricultores y ganaderos actual también está vinculada a las fatigas del lobo, el lince y otros animales, a quienes negamos la vida por unas cosas o por otras. Salvo que sea una invención de mi cerebro infantil, yo juraría haber visto imágenes en televisión de una terrible cosechadora aplastando un nido de perdiz con polluelos. Como aquí estamos a favor de la perdiz, del lince y del lobo (también de los pobrecitos corderos que este se cepilla, de los que nadie se apiada), nos fastidia que esos tópicos alimenten aún más el odio contra los otrora campesinos.

El penúltimo de los asuntos que quería tratar hoy pasa por algo que podría demostrar Tezanos el día que se quiera poner a ello con sus encuestas. Y es que mucha gente se forma su idea de los agricultores sobre la base de una galería de fotos terribles protagonizadas por cazadores, toreros de pueblo, señores a caballo, machotes con patillas y caciquillos en todoterreno. Otra vez más, la herida usada como látigo, la sal escupida sobre la llaga.

Y lo que no falta nunca en las prédicas de internet, para acabar, es ese leit motiv que dice que la gente del campo es muy victimista. “Todo el día quejándose por todo”. Lo indignante del caso no es que haya gente autoproclamada de izquierdas que se moleste por las reclamaciones legítimas, sino que algunos son los mismos que quisieron impugnar el sistema porque su ascensor social no pasaba de la entreplanta, porque sus títulos y sus idiomas de clase media no les servían para no sé qué proyecto utópico que nos iba a beneficiar a todos.

Con estos y otros motivos se está levantando la imagen del perverso agricultor, que no tiene estómago, hijos ni proyecto de vida, sino codicia y tormenta. Esa ficción que algunos andan escribiendo, como toda historia de buenos y malos, también contiene mitos de contraparte. Se trata de una saga de héroes del medio rural protagonizada, entre otros, por ecologistas, veterinarios, guardias forestales, ¡guardias civiles del SEPRONA! y técnicos varios. Pero de ellos, si queréis, hablamos en otra ocasión, porque hoy tengo la tensión alta y el corazón blandito.

*Autor, Pedro Lópeh, Musicólogo especializado en folclore, cultura popular y flamenco. Hombre del campo que escribe y toca el acordeón

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jueves, 28 de julio de 2022

"Ni percepción ni capacidad de autocrítica": visión de "Silvestres Ezcaray" sobre los incendios de este verano.

Recojo aquí una reflexión que, partiendo de la ola de incendios actual, me parece muy acertada, 
muy conocedora de la realidad e historia de nuestros montes, 
y que nos apunta problemas reales (no inventados) y alguna salida a esta situación.

Ha sido publicada en el facebook de Guía intérprete del Medio Natural. Técnico Forestal y Guía Profesional de Media Montaña de Silvestres Escaray.

De mucho interés las fotos publicadas y sus comentarios.

Aldea de Posadas. Sin árboles. Sin bosques. Limpio todo como la patena. Silvestres Ezcaray



Metidos de lleno en plena vorágine de incendios, asistiendo a como se arrasa y también se atenta, sin escrúpulo alguno, contra el patrimonio natural de todos, la biodiversidad y sus paisajes. Justo en el momento preciso y despiadadamente, cuanto más vulnerable e indefenso se encuentra el monte, ese insustituible ecosistema forestal por el que se sufre y lucha frente a una sofocante amenaza, acechante y destructiva, que no es otra que la originada por nuestra propia especie
Ante la acuciante agonía de muchísimas personas que están perdiendo sus hogares, animales y bienes en cuestión de minutos, su futuro y medio de subsistencia, sin poder hacer nada, abandonos a su suerte, ante la desidia de mandatarios políticos y administraciones que se escudan y eluden cualquier clase de responsabilidades. 
Resulta fácil señalar y autoexcluirse. De excusar errores. De continuar alentando un argumentario populista y simplón, azuzado por un desenfrenado ambiente de sinrazón y de controversia ideológica, de continuada desinformación y que excede ya, en mucho, al ámbito de los manidos incendios forestales. 
No pecamos por falta de conocimiento, no. De lo que se peca es de una carencia de entendimiento e insensatez en todas sus facetas, magnitudes y contextos. 
Se habla largo y tendido sobre la problemática. Se debate, se señala y se vuelve a señalar. No se reflexiona. Se sueltan barbaridades y sandeces por doquier, a cada cual más exagerada y surrealista. La majadería es tal que algunos iluminados están proponiendo poner a la gente desempleada a trabajar limpiando el monte, al menos como se hacía antaño, tajamatas en mano ¿no? 
¿Qué tiene que decir ante tamaño menosprecio y descrédito el sector forestal de nuestro país? ¿Qué ocurre con la dignidad y prestigio de todo un colectivo profesional? ¿Con el grado de experiencia, atribuciones y competencias conseguidas a base de mucho esfuerzo y trabajo? Proseguimos infravalorando su deber y compromiso para con el resto de la sociedad, fomentando una vez más la precariedad laboral, el vilipendio, la desatención y burla… ¡Qué tremendísima falta de respeto!

Se acusa por otra vertiente al excesivo control e impermisibilidad de las leyes proteccionistas ¡Pero coño! si es que si se nos deja lo depredamos todo. Da igual truchas, que setas, que leñas, que caza, que agua..., y no son los emigrantes, no, vivo en un pueblo y los que me conocen saben de sobra de lo que hablo y a qué me refiero ¿Cómo no regular entonces? Aún recuerdo en mis años de estudiante como un profesor de la escuela de ingeniería arremetía contra la gente que se llevaba de los pinares - ¡hasta las piñas! -. Dada la situación y con la que está cayendo, posiblemente hoy opine todo lo contrario… 

Numerosos representantes relacionados con la política y gestión forestal aprovechan para acaparar réditos y proseguir con las imputaciones olvidándose de que, en cierta medida, tampoco se han hecho las cosas demasiado bien por su parte, y si no ¿Quién le iba haber dicho a un ingeniero del antiguo ICONA que las repoblaciones que se planteaban por entonces, por su extensión, monoespecificidad y densidad, iban a ser un verdadero problema ante las condiciones extremas que se están viviendo cincuenta años después? 
Resulta paradójico observar cómo todavía se planta a marcos excesivamente reducidos y a altas densidades, atendiendo a unos más que evidentes criterios productores y económicos, incluso en cuarteles y montes de marcada vocación protectora y conservacionista 
¿Quién les iba decir, igualmente, que la expropiación forzosa de terrenos para reforestaciones iba a ser uno de los detonantes que propiciaría el abandono de pueblos y aldeas a finales del siglo pasado? Se vetaron múltiples usos, y con ello desaparecieron muchas costumbres, tradiciones y paisajes. Esas prácticas seculares que ahora mismo se plantean resucitar a toda costa, con muy poco juicio y mucha falta de coherencia. 
Cabe recordar que, si la superficie forestal nacional ha logrado recuperarse en los últimos decenios, esencialmente ha sido gracias a ese éxodo rural y a la disminución de unas formas de explotar los recursos que poco tienen que ver con las demandas sociales en la actualidad
y qué decir de lo que imponen los mercados en mundo cada vez más globalizado y manipulado. 
No es de ahora. Esto se veía venir desde hace mucho tiempo ¿Buscamos culpables? 
Aldea de Zaldierna. No había bosque. Los pagos y cultivos ascendían hasta donde el clima
y el suelo lo permitiesen. Silvestres Ezcaray.

El bosque crece y se expande, a razón de una reducida tregua suscitada por la emigración de pueblos a ciudades. Reclama sólo sus anteriores dominios, coloniza y compite en base a unos desatendidos terrenos caídos en desuso ¿por descuido? ¿supresión? ¿indolencia? Así lo documentan los Inventarios Forestales Nacionales, aunque, ¿resulta verdaderamente positivo? 
Analizo imágenes en blanco y negro de mediados del siglo pasado de La Demanda y Alto Oja riojano y, es cierto, efectivamente, el monte estaba bien limpito y aseado. Blanco y negro, literal. Se rozaba y quemaba con bastante asiduidad. Los incendios no resultaban tan devastadores ni peligrosos porque básicamente había muy poco que quemar. Apenas quedaba arbolado autóctono y muchas repoblaciones todavía se encontraban en un estado muy incipiente de desarrollo. 
La misma situación era extrapolable al resto de la península ibérica. En relación con esto, debe entenderse que, si hoy en día continúan existiendo en el campo áreas de “maleza” espesa y cerrada; de ese repudiado matorral que es promesa y cuna de futuros bosques, que da comer a nuestras abejas, refugia a la caza, retiene humedades y abona el suelo, entre otras muchas cosas más, es porque justamente ha sido el uso reiterado del fuego el que ha creado y retroalimenta esta clase de estructura y composición vegetal. Es consecuencia de un círculo vicioso, propiciado fundamentalmente por el hombre. Si se quema con cierta frecuencia tendrás más matorral, más denso e intransitable y, por ende, mucho más acúmulo de combustible dispuesto a arder y propagar llama en caso de incendios recurrentes. 
Antiguos prados y pagos abandonados, colonizados por el bosque mixto original.
Valle de Urdanta. Silvestres Ezcaray.

Impacta escuchar a numerosos expertos en su afirmación de que: “vamos a pasar de proteger el bosque, a defendernos de él”. No sé a vosotros, pero a mí me rechinan estas contundentes declaraciones. 
Solo espero que no se malinterpreten de forma generaliza, como lo que sigue; 
.- Que los montes se hallan completamente abandonados. 
.- Que, por estas mismas razones, sólo por estas, arden con una virulencia incontrolable. 
.- Que hace falta gestión, gestión y más gestión. 
.- Desproteger especies y espacios naturales, atenuando limitaciones normativas. 
.- Limpieza, ganadería sin limitaciones, implantación de parques solares y eólicos fuera de control, más quemas si cabe y que, en resumidas cuentas, en el campo se vuelva hacer lo que a cada uno le entre en gana...profundizado un poco en el asunto, se comprende que suelen coincidir las mismas causas y motivaciones por las que a menudo se da fuego al monte de manera furtiva y absolutamente intencionada 
¿Contra quién realmente debemos defendernos entonces? No se trata de dementes o de pirómanos trastornados ¡No!: Sobre dicha lacra poco se discute y razona. 

Se habla de desbrozar sin medida y fuera de época cuando en la atmosfera se dan unos niveles de CO2 que hacen que la vegetación se reproduzca súbitamente de nuevo, de fragmentar al máximo las masas y comarcas forestales, de crear más cortafuegos, pistas y caminos, cuando la mayoría de los incendios provocados se originan cerca de caminos, pistas y carreteras, de reintroducir ovejas y cabras donde se quiera, cien, doscientas, trescientas,…a miles…, que se talen más y más árboles y que tras los aprovechamientos maderables se deje al bosque hecho una zarria, inundado de ramajes altamente inflamables, de desmontes y nuevos accesos, que se extraiga y mercadee con toda suerte de leña,…explotación, explotación, explotación, sin mencionar apenas regeneración. 

Reitero. Regeneración en todas sus facetas, magnitudes y contextos. El momento es delicado, condicionado por un clima severo y una sequía que se atisba atroz y persistente. Ahí está el verdadero peligro y, contra esto, volvemos a desviar preocupaciones 
¿Debemos reaccionar? por supuesto que sí ¿Regresar a la actividad y prácticas tradicionales desde un prisma más amplio, innovador y sostenible? Ojalá, no hay mejor alternativa, pero ¿A qué nivel o escala? ¿Con qué medios y de qué forma? ¿Con qué financiación y recursos?... ¿Con qué apoyo? ¿Cómo se explica y se hace ver una sociedad urbana, a unas nuevas generaciones, cuando la desvinculación e indiferencia respecto a esta orden de desafíos roza los límites del no retorno?
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Contacto con Silvestres Ezcaray
Calle Carnicerías, nº14 bajo
26280 Ezcaray – LA RIOJA
Tlfn. 679078471 (Juan)

miércoles, 20 de julio de 2022

Los agricultores y ganaderos, la gente de los pueblos, ellos previenen y apagan incendios.

Este verano agricultores y ganaderos de Quintanilla, de Redecilla del Campo y del Camino, de Cerezo, de Ibrillos, de Villarta, de Quintanar, de Zamora, de Treviana, 
de Valuercanes, de Cirueña, de Grañón, de Sto. Domingo... 
han controlado varios incendios en la comarca,
¡ellos son los héroes apaga fuegos!.

Todos contra el fuego, todos: los protocolos, los ingenieros, los bomberos forestales, 
los agricultores, los ganaderos, los cazadores, todos, todos los vecinos.

Cuando se toca a arrebato, no sobra nadie; es arrebato: "impulso repentino, inesperado y generalmente brusco de hacer cierta cosa", Drae.

Los protocolos no saben de arrebatos, son la planificación y la puesta servicio de recursos para lograr sus objetivos.

Los protocolos antincendios habrán planificado mucho, habrán intentado poner estrategias y recursos (de prevención (poca), de extinción, de reconstrucción (menos)), mas una cosa es incuestionable: 
estos fuegos de los últimos años están desbordando todos los protocolos.

Al final, lo que estamos observando es que la profesionalización (protocolarización...), la prevención y lucha con el fuego y su gestión está bien, pero, de hecho, no es suficiente.

Al final, la participación de la ciudadanía es importante, es necesaria y, como vemos, inevitable para la gestión del fuego, y habrá que compensarla.

Al final, se aprecia que el trabajo "al arrebato" de un tractorista, de una población unida y con sus herramientas, hay que tenerlo en cuenta porque es muy efectiva en muchos de los incendios.

Al final, esa política fácil de evacuar a los pueblos, para saberles la vida, no les salva de nada, porque el fuego mata su proyecto de vida, y además no les han dejado hacer nada por su vida (otro proceso migratorio más al que se somete a las gentes de los pueblos: mejor echarlos de su pueblo, ya vendrán (-ya han venido-) los fondos de inversión a  tomar el territorio desde la city). Los que se han ocultado de la Guardia Civil, y no se los han llevado, han salvado más de un pueblo...

Al final, si se quiere de verdad repoblar el campo habrá que contar con los agricultores, con los ganaderos, con los silvicultores, con los recolectores (caza, pesca, miel, tubérculos, setas, paja y forrajes...), y no solo para que apaguen los fuegos cuando los protocolos han sido sobrepasados...; también para gestionar el territorio en todos los sentidos.

Incendio,  Redecilla del Camino, Villorceros, El Rebollar, el 13 de julio de 2015,
en el que los tractores 1º perimetraron el fuego de cereales
y luego los bomberos controlaron una lengua de fuego que se había metido en El Rebollar. 

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Entre tanto ganaderos y agricultores hacían lo que debían, defender lo que les da de comer o les daba, ahora morirán las ayudas en despachos y estamentos pudiendo haber evitado el desastre que lleva a Zamora a perder cerca de 70.000 hectáreas de terreno en menos de un  mes. 

En decenas de situaciones hemos estado con ellos, con remolques cargados de depósitos llenos de agua de sus mismos pozos y balsas. Con cubas llenas de agua, con mangueras y bombas de achique listas para sacar agua y recargar sus depósitos salvadores. 

Hemos visto tractores con arados, vertederas y rotavators arrancando cultivos para evitar que el fuego llegará más allá, más cerca de pueblos y explotaciones, de casas y granjas, de naves y rediles. 

La llamada a fuego antes se hacia a toque de campana y allí en la puerta de la iglesia, todos contra el fuego. 
En los pueblos se sabe que los bomberos tardan, que están lejos y muchas veces llegan al " humo de las velas ", y no porque ellos quieran sino porque la lejanía en los parques tiene un verdadero problema que se llama tiempo, y contra el fuego, el tiempo es oro, el oro de vida que se lleva entre los dos incendios de la Culebra miles de vidas que producen oxígeno, animales y plantas que cohabitan con los que de forma negligente juegan a un juego que nunca sale bien.

Por eso los agricultores y ganaderos, siempre tienen preparadas sus herramientas y son los que mejor prevén casos como los que estos días ahogan a las administraciones que no ven más allá de 4 años más de sillón. 

Huertos, cultivos, naves, almacenes de paja y grano, casas y edificios se han perdido por el fuego, lugares a los que no llegan con escaleras en altura los bomberos porque no las tienen, al menos en la provincia de Zamora, a los que no llegan porque los parques siguen lejos para los ciudadanos de segunda, si, de segunda que sólo son de primera a la hora de los votos. 

Veredas que ellos saben, caminos que conocen a la perfección y que gracias a su profesión han dado a las brigadas la pauta para ataques a las llamas de forma contundente. Ellos son los verdaderos héroes del sofocar de forma directa. La administración en este caso de velar por los pueblos es la Diputación y su Consorcio de Bomberos, que fueron activados tarde aún a sabiendas que muchos de los bomberos se ofrecieron horas antes sabiendo lo que les llegaba.

No vale la ingeniería muchas veces, sino el ingenio y ser de pueblo y a mucha honra.

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jueves, 30 de junio de 2022

Sendero Los siete puentes. Uno de los Senderos más bonitos de España.

Con Descripción de la ruta
Con itenerario Gráfico para no perderse.
Con indicación de GPS para imposible perderse (pdfs, tracks...)


Introducción
Seguramente, si le pidiéramos a cualquier persona que nos describiese qué se imagina al pensar en un sendero, nos describiría esta maravillosa ruta por el barranco formado por el arroyo de Usaya en la Sierra de la Demanda.

Este sendero circular parte desde la aldea de Azarrulla y transcurre a la ida junto al mencionando arroyo, bajo la sombra de frondosas hayas, cruzando el caudal en diversas ocasiones por los puentes que dan nombre a la ruta. A su vuelta, el sendero discurre entre pinos, a media ladera, hasta llegar a la solana desde donde podremos divisar unas vistas maravillosas del valle y de los picos circundantes, como el San Lorenzo, el más alto de la sierra con 2.270 m. y en cuya ladera norte se encuentra la estación de esquí de Valdezcaray. Podemos decir, por tanto, que este sendero es un dos por uno: un sendero de ribera y un sendero de media-alta montaña.

En cuanto a la vegetación, las hayas, robles, álamos y demás vegetación de ribera son los protagonistas indiscutibles de la primera parte del recorrido, ofreciéndonos un espectáculo grandioso de colores en la época otoñal. Esta ruta es, también, un paraíso para los aficionados a las setas, que aquí crecen en gran abundancia y variedad. En la parte alta del recorrido encontraremos pinos, piornos, helechos y acebos.
Por lo que respecta a la fauna, estos bosques de aspecto mágico, dan cobijo a multitud de especies como el corzo, el jabalí, el tejón, el gato montés o la ardilla común (que quizás sea la menos difícil de avistar); numerosas aves, entre las que destacan el águila culebrera, el águila calzada, la real y el buitre leonado;  anfibios como la rana común, la salamandra común, el tritón jaspeado, el tritón palmeado y el sapo partero común; y, por supuesto, reptiles como la lagartija ibérica, la culebra de collar, la lagartija roquera y el lagarto verde.
Aviso La nieve puede ser muy abundante en esta zona. Siempre es conveniente consultar el parte meteorológico a la hora de preparar una excursión y llevar el equipamiento adecuado para las circunstancias que podamos encontrarnos.

El recorrido
El sendero comienza en la aldea de Azurralla. Al llegar encontraremos una pequeña explanada la izquierda de la carretera donde podremos aparcar nuestro vehículo. En este punto, junto a los carteles informativos, sale una pista que da inicio a nuestro sendero y que tras unos pocos metros gira hacia la izquierda en dirección al barranco del Usuaya. Toda la ruta está bastante bien señalizada con las marcas blancas y amarillas de sendero de pequeño recorrido que iremos viendo desde su mismo inicio.
Tras caminar unos doce minutos llegaremos a un cruce con una pista que asciende a nuestra izquierda, la ignoramos y seguimos de frente sin desviarnos. Unos cinco minutos después y tras un giro a la izquierda, el sendero inicia un suave ascenso. A partir de aquí iremos siempre ascendiendo, aunque será un ascenso suave la mayor parte del tiempo. Llevamos el arroyo a nuestra derecha que va bajando y jugando con las rocas, formando pequeños saltos, cascadas y pozas. Caminamos entre hayas y álamos por un camino cada vez más amplio, alfombrado de hojarasca  que lo tiñe de tonos entre el marrón y el púrpura.
Tras unos cuarenta minutos de marcha alcanzamos el primero de los siete puentes de madera por los que cruzaremos sobre el arroyo. Lo cruzamos y continuamos nuestro camino, ahora con el arroyo a nuestra izquierda. Tras otros cinco minutos, volvemos a cruzar el cauce por el segundo de los puentes y continuamos nuestro camino, ascendiendo suavemente por el barranco, con el Usuaya saltando entre las rocas a nuestra derecha.
Seguimos caminando y entre las copas de los árboles, a nuestro frente, podemos ver la cima del majestuoso San Lorenzo, nevada o no según la época del año en la que hagamos la ruta. Unos diez minutos desde el último puente, nos encontraremos con el tercero y, cinco minutos después, con el cuarto. Los cruzamos y seguimos por el sendero, cuya pendiente se incrementa ahora durante algunos cientos de metros hasta llevarnos al quinto puente. Tras cruzarlo, giramos a la derecha y, a los pocos metros, de nuevo a la izquierda.
Continuamos nuestro ascenso bajo una arboleda imponente y rodeados de rocas cubiertas de musgos. El piso del sendero se vuelve un poco más agreste, barranco parece estrecharse un poco, hasta que, finalmente, llegamos al sexto puente. Lo cruzamos y continuamos nuestro camino por el margen izquierdo del arroyo. En unos poco minutos alcanzamos el séptimo y último puente de madera que cruza el arroyo justo por debajo de donde éste forma una pequeña cascada escalonada. Una vez cruzado el puente, debemos prestar atención a la señalización del camino, ya que unos metros más adelante debemos girar a la izquierda abandonando la aparente pista que tenemos frente a nosotros. El camino trepa entre los árboles y deberemos seguir las marcas de color amarillo fosforescente que encontraremos en los árboles y que nos indicarán un giro hacia la derecha. Subimos una empinada pendiente y llegamos a un cruce indicado por un poste de madera donde giraremos hacia la izquierda, tomando la dirección “Solana de Usuaya”. Seguimos caminando y a los diez minutos, aproximadamente, de haber cruzado el último puente, tendremos que vadear el arroyo Usuaya en primer lugar y otro pequeño arroyo en segundo, unos metros más adelante. Ahora el sendero se ha vuelto mucho más estrecho y la vegetación ha cambiado, con los pinos como protagonistas. Estamos alcanzando la máxima cota de nuestro camino.
Tras unos viente minutos de marcha, salimos de los pinos a una zona más despejada y cubierta de helechos. Debemos estar atentos en este punto a las señales de continuidad del sendero y a los pequeños hitos de piedra que marcan el camino que gira hacia nuestra izquierda en unos 45 grados y continúa descendiendo, de nuevo entre los pinos. Unos minutos después volveremos a salir del abrigo de los pinos y alcanzaremos la solana. El sendero continúa su descenso a media ladera, ofreciéndonos unas vistas que nuestras retinas tardarán en olvidar y que bien merecen detenerse un rato para disfrutarlas. En esta parte del camino, además de las marcas de pintura blanca y amarilla encontraremos postes que nos indicarán el camino.
Continuamos bajando. En dos ocasiones llegaremos a sendos cruces en los que debemos seguir el camino en dirección descendente, hasta que el sendero desemboque en una ancha pista. Nos incorporamos a  ella y seguimos bajando hasta que ésta hace una pronunciada curva a la izquierda. En este punto veremos una vereda que sale a la derecha, la cogemos y seguimos descendiendo por ella hasta que desemboquemos en la pista por la que iniciábamos el sendero, justo al salir del aparcamiento.
No te puedes perder
1. Los Puentes: Estas sencillas estructuras de madera, con malla de alambre en el piso para evitar resbalones, nos permitirán cruzar de una orilla a otra del Usuaya hasta en siete ocasiones. Dan nombre a la ruta y el ir a su encuentro constituye, sin duda, el gran aliciente de la primera parte del sendero.

2. Los saltos de agua: El sendero discurre en su primera mitad por el barranco formado por el Usuaya. Este arroyo de aguas cristalinas baja alegre desde la montaña, precipitándose en numerosas pequeñas cascadas y saltos de agua dignos de ver.

3. Vistas desde la Solana de Usuaya: Uno de los grandes atractivos de este sendero es el marcado contraste entre la solana y la umbría de Usuaya. Durante la primera parte del recorrido vamos por el fondo del barranco, en sombra, rodeados de hayas, robles y vegetación de ribera. Pero, en la segunda parte, hemos ganado altura, hemos caminado entre un espeso pinar y, finalmente, hemos salido a la solana que, desnuda de árboles, nos regala unas vistas impresionantes del valle y de sus cimas circundantes. Bien merece la pena detenerse un rato a disfrutar de ellas.

miércoles, 23 de febrero de 2022

La Sierra de la Demanda, nuestro destino a lado de casa y aún para disfrutar.

La Sierra de la Demanda, compartida por las provincias de Burgos
(por el norte de la Sierra desde Redecilla del Camino al sur del Camino de Santiago hasta Sierra de Atapuerca, 
y desde ahí por el sur de la Sierra al norte de la carretera N-234 Burgos/Soria), 
La Rioja (por el norte de esta Sierra desde Nájera hasta Grañón al sur del Camino de Santiago y límites con Soria y Burgos
y Soria (por el sur de la Sierra, al norte de la carretera  N-234 Burgos/Soria y sus límites con Rioja), en España, 
promete lugares inmersos en una infinita naturaleza donde la armonía, la tranquilidad 
y el contacto con el medio ambiente invitan a realizar variadas actividades 
para sacudirse de la vida cotidiana de las ciudades.

Lagunas, cascadas, senderos, flora y fauna forman parte de un escenario auténtico de espacios todavía no explorados por muchos turistas, quienes llegan a las grandes ciudades pero no siempre conocen sus entornos y todo lo que la naturaleza tiene para brindar.
Aquí se describen algunas de sus rutas. La información fue extraída desde el website de AGALSA - Sierra de la Demanda, que tiene como objetivo fundamental promover el desarrollo socio-económico de la Sierra de la Demanda, apoyándose en el concurso, participación y colaboración de todos los agentes públicos y privados que intervienen en los procesos de desarrollo económico, social y cultura.

Rutas imperdibles

Sierra de la Demanda, España

La Garganta de Garganchón
Este sencillo sendero recorre la garganta formada por el río Urbión. En el primer tramo, que discurre junto al lecho del río por el fondo de la garganta, los escaladores pueden encontrar nueve vías abiertas para disfrutar de otra forma este desfiladero. Pasados unos tres kilómetros, el camino inicia la ascensión hacia la izquierda hasta llegar al Mirador de Covanegra a 950m.
Desde este momento el camino regresa por la cornisa del desfiladero, permitiendo disfrutar de las vistas, hacia el sur, de los picos más elevados de la Sierra (San Millán, Trigaza, Peña Mulacardo), y hacia el este de la vista sobre el cañón.
El Alto del Camino se encuentra más adelante, a 1230m de altura, mejorando las visuales, y a continuación Peña Gavilanes, desde donde es fácil observar grupos de buitres leonados


Sierra de la Demanda, España
El Sendero de la Genciana
Entre los dos picos más altos de las inmediaciones, el Trigaza y el San Millán, surge el Barranco de la Genciana.
Este sendero se inicia en Alarcia y recorre los pinares y hayedos de la vertiente norte de la Sierra de la Demanda, alcanzando dos miradores desde los que disfrutar del paisaje serrano.
Se inicia la ruta cruzando el pueblo de Alarcia hasta llegar a la “fuente del burro”. Se continúa subiendo hacia un robledal que se abre finalmente para mostrar una panorámica de los montes de Villasur de Herreros.
Continúa la ruta entre pinares y hayedos hasta llegar al Mirador de la Genciana, desde el que la panorámica se dirige al este, divisando los Montes de Oca, la presa de Alba, Valmala, Rábanos y Villamudria.
Hay que retroceder unos metros para adentrarse por fin en los Barrancos de la Tejera y la Genciana, entre hayas, tejos y acebos.
Tras circular brevemente por la carretera se continúa el ascenso por el barranco entre pequeñas cascadas y torrenteras hasta llegar al Mirador de la Cruz, desde donde ver hacia el sur los picos Trigaza y Zapatera antes de descender cómodamente hasta Alarcia.
Indicación: El sendero transcurre por la carretera unos 400 metros para luego cruzar al otro lado. Hay que extremar la precaución en este tramo.

Sierra de la Demanda, España
Subida al Pozo Negro
Desde Fresneda de la Sierra Tirón, hay que seguir dirección Ezcaray hasta el desvío “Área recreativa Las Zarras”. A unos tres kilómetros, pasado el área recreativa, se llega al refugio Tres Aguas, donde se puede dejar el coche e iniciar la ruta, tomando la pista que surge detrás de la construcción, hacia la izquierda.
En todo momento hay que seguir las indicaciones del GR-290 “Dos Aguas”, en dirección Barbadillo de Herreros a la ida (dirección Fresneda de la Sierra a la vuelta).
Si se va en bicicleta, es mejor tomar un sendero que surge a la izquierda, con buen firme, poco después de pasar “Tres Aguas”. La senda discurre junto al arroyo de Pozo Negro, cruzándolo varias veces (se recomienda equilibrio y calzado adecuado).
La dureza de las rampas es cada vez mayor, hasta que finalmente se abren los pastizales sobre los que se encuentra la laguna. No importa el contenido del bocadillo, que a estas alturas sabe a gloria.
Tras disfrutar de este espectáculo se puede regresar por el mismo camino o lanzarse hasta el pico Otero, a un kilómetro y medio de distancia y 262 metros de desnivel, y con una impresionante panorámica sobre la Sierra de la Demanda (sobresaliendo los picos San Millán al este y San Lorenzo al oeste), Montes de Oca al norte y Sierra de Neila al sur.


Sierra de la Demanda, España
La Ruta de las Cascadas

Desde Fresneda de la Sierra Tirón, hay que seguir dirección Ezcaray hasta el desvío “Área recreativa Las Zarras”. A unos tres kilómetros, pasado el área recreativa, se llega al refugio Tres Aguas, donde se puede dejar el coche e iniciar la ruta, tomando la pista que surge detrás de la construcción, hacia la izquierda.
En todo momento hay que seguir las indicaciones del GR-290 “Dos Aguas”, en dirección Barbadillo de Herreros a la ida (dirección Fresneda de la Sierra a la vuelta).
Si se va en bicicleta, es mejor tomar un sendero que surge a la izquierda, con buen firme, poco después de pasar “Tres Aguas”. La senda discurre junto al arroyo de Pozo Negro, cruzándolo varias veces (se recomienda equilibrio y calzado adecuado).
La dureza de las rampas es cada vez mayor, hasta que finalmente se abren los pastizales sobre los que se encuentra la laguna. No importa el contenido del bocadillo, que a estas alturas sabe a gloria.
Tras disfrutar de este espectáculo se puede regresar por el mismo camino o lanzarse hasta el pico Otero, a un kilómetro y medio de distancia y 262 metros de desnivel, y con una impresionante panorámica sobre la Sierra de la Demanda (sobresaliendo los picos San Millán al este y San Lorenzo al oeste), Montes de Oca al norte y Sierra de Neila al sur.

Sierra de la Demanda, España
La Senda de los Batanes
La senda de los Batanes es un paseo agradable con un interesante trasfondo histórico: la industria textil de Pradoluengo.
El recorrido, perfectamente señalizado, descubre las principales industrias textiles que operaban en la localidad, mientras se remonta el río que les daba energía.
La ruta tiene unos 4 km de ida desde el centro del pueblo. Hasta aquí también se puede llegar en coche por una carretera. Y si se quiere continuar el paseo, se puede llegar al nacedero del Oropesa, que se encuentra a 6km desde este punto, tras atravesar un bonito hayedo: sólo hay que seguir las indicaciones del PR (línea amarilla sobre blanca).
Para regresar a Pradoluengo se puede tomar el camino que asciende hasta una carretera, con firme de grava hasta la depuradora y después asfaltada, en la que se encontrarán paneles informativos acerca de los edificios de esta Senda de los Batanes.
La ruta acumula un desnivel de 172m, es de baja dificultad y los bosques que atraviesa merecen la pena.


Sierra de la Demanda, España
Laguna de Haedillo
Esta ruta comienza en el pueblo de Tolbaños de Arriba, junto a la ermita de Nuestra Señora del Salterio (pasando el pueblo en dirección a Neila, a la derecha). El camino discurre bajo el bosque. La senda asciende con suavidad hasta llegar a una pista ancha. Hay que cruzar el arroyo por el puente señalizado (Puente de los Angelitos) y girar a la derecha para buscar la pista bien marcada que sube hacia la izquierda. Ya sólo hay que seguir esta pista, que trepa rápidamente en zigzag por la ladera. Está señalizada con hitos (montones de piedras). En invierno hay que estar muy atento porque estos montones quedan ocultos con la nieve y es posible perder el sendero. El último tramo es el de mayor pendiente, y el sendero se difumina. Una vez arriba se puede pasear por la laguna o dirigirse hacia el oeste para alcanzar a unos 600 metros el Pico Haedillo, desde donde se divisa hacia el norte y de izquierda a derecha Sierra del Mencilla, San Millán y San Lorenzo, y hacia el sur el valle del Arlanza.
Si hay ganas de continuar, se puede tomar la cuerda de la Sierra hacia el este. A 7 kilómetros del Pico Haedillo siguiendo la cuerda, divisaremos las Lagunas de Neila.
La ruta parte del área recreativa de Santa Icilia. En el camino hasta allí, una pequeña cascada cae sobre una bonita zona de baño. Se debe desechar la pista forestal que sube al Guariste (marcada como GR-290 –Dos Aguas), y el camino de grava que baja Santa Icilia; entre ellos aparece un sendero entre robles que es el que se debe seguir hasta llegar a un puente de madera.
La cascada se encuentra en el margen izquierdo del rio Umbría, por lo que no se atravesará el puente y se subirá por un estrecho camino que asciende por la montaña, hasta llegar a una pequeña campa, donde desemboca el arroyo del Chorranco. Siguiendo su recorrido contracorriente, llegaremos a la Cascada del Chorranco, de unos 20m de altura. El paisaje de robles, hayedos y pinar es una delicia.


Sierra de la Demanda, España
Subida al San Millán
El camino menos dificultoso para subir al San Millán parte desde Pineda de la Sierra.
El paisaje que se muestra durante todo el trayecto y la panorámica desde el pico más alto de la provincia hacen que merezca la pena el esfuerzo. El recorrido no presenta dificultades técnicas (más allá de su longitud y el desnivel).
Al terminar el pueblo, pasado el puente sobre el Arroyo Malo, hay que tomar una senda bien marcada a la izquierda sobre una ladera de pastos y matorral bajo, la Loma de los Helechares, que desemboca en la base del Pico San Millán.
Hacia atrás queda el cordal de la Sierra de la Demanda coronado por El Trigaza (2.084m), a la izquierda el profundo Barranco Malo y a la derecha el Mencilla. Al llegar a
un marcado cruce de caminos hay que tomar el de la derecha, que incrementa la pendiente. En seguida el camino se une a otro más ancho que llega allí desde el Puerto del Manquillo.
Queda el tramo más corto pero más duro del recorrido, para llegar a la cima del San Millán (2.131m) y disfrutar del paisaje infinito que ofrece la cumbre más alta de la provincia.
El regreso se puede hacer por el mismo camino, o bien tomando la pista ancha hasta el Puerto del Manquillo para allí unirse a la Vía Verde (esto añadirá unos 5 kilómetros a la ruta). Esta última opción permite visitar el modesto nacimiento del río Arlanzón, a unos 5 kilómetros después de iniciar el descenso, ya en el término municipal de Riocavado de la Sierra
 
Sierra de la Demanda, España
Dehesa de Arlanzón
Este pequeño recorrido por la dehesa de Arlanzón es ideal para realizar con niños.
Se puede llegar hasta la Abadía de Foncea siguiendo el trazado de la Vía Verde hasta encontrar, pasados algo más de tres kilómetros desde Arlanzón, el panel que señaliza los restos de la Abadía. Desde el mismo panel se desciende unos metros hasta el arroyo Foncea, al otro lado del cual se encuentran los restos del monumento.
Sorprende lo poco que se ha conservado de esta Abadía que fue sin embargo una de las más destacadas por su jurisdicción y poder.
De todo ello percibía el abad rentas y aprovechamientos y compartía posesión con el Concejo de la Villa de Arlanzón. Su abad era un miembro destacado del cabildo de la catedral de Burgos.
De la antigua casa-palacio con su iglesia tan sólo se conservan cinco monolitos que indican su antigua ubicación sobre los que se ha colocado una cruz.
Se puede regresar por el camino que surge en las inmediaciones, paralelo a la vía verde, bajo la bien conservada dehesa de Arlanzón. Abunda la fauna y la ganadería en esta zona, y es fácil cruzarse con parsimoniosas vacas y pequeños pájaros de bosque (herrerillos, carboneros, mitos, trepadores azules, agateadores…).


Sierra de la Demanda, España
Desfiladero en los Montes de Oca
En el curso alto de los ríos, las pendientes son elevadas, las aguas de escorrentía impredecibles y la fuerza del agua crea paisajes incisivos, horadados en la roca. El conjunto de desfiladeros del río Oca y afluentes son un gran ejemplo.
Se puede recorrer un sistema de profundas gargantas calizas de un kilómetro aproximadamente siguiendo un pequeño sendero tallado en la misma roca en las inmediaciones de la ermita de Nuestra Señora de Oca (desvío desde la N-120, poco antes de entrar en Villafranca si se va desde Burgos).
Para localizarlo: frente a la entrada de la ermita surgen dos caminos, uno ancho que discurre a lo largo de una pradera para llegar a la Fuente de San Indalecio y, junto a él, otro estrecho que sube suavemente por la ladera y que conduce al desfiladero.
Este sendero finaliza al toparse con el muro de cierre de la presa de Alba, y hay que volver sobre nuestros pasos para regresar.
Otro conjunto de desfiladeros se abre aguas arriba de la presa, y se puede acceder desde la localidad de Villamudria, en la vertiente sur de los Montes de Oca (a la que se llega tomando el desvío en Ibeas de Juarros hacia la BU-820).



Sierra de la Demanda, España
Camino de San Olav
Antes de morir a los 28 años –dicen que de nostalgia- la princesa Kristina de Noruega hizo prometer a su esposo que construiría en Covarrubias un templo a San Olav. La hija del rey Haakon IV de Noruega llegó a España en 1257 para casarse con un hermano del rey Alfonso X, el Sabio, y así fortalecer la unión entre ambos reinos. El matrimonio vivió en Sevilla, pero como el marido, don Felipe, había sido abad de la Colegiata de Covarrubias, decidió enterrar allí a su joven esposa cuando ésta murió sólo cuatro años después de la boda.
El Camino de San Olav arranca a los pies de la Catedral de Burgos, enlaza con la Vía Verde del Santander Mediterráneo, y atraviesa varios pueblos hasta introducirse en el territorio de Lara en Revilla del Campo. El retablo de su iglesia merece una parada antes de continuar hacia Quintanalara, pequeña localidad en la que perdura el arte del carboneo. El camino continúa hasta Cubillo del César mientras el paisaje se va poblando de sabinas a medida que se avanza hacia los Sabinares del Arlanza. La siguiente localidad es Cubillejo de Lara, donde destaca el dólmen que se encuentra junto al pueblo. Continúa el camino hacia Quintanilla de las Viñas, ya mencionado por la relevancia de su ermita visigótica y también por el yacimiento de incitas de Las Serenas, y después prosigue hasta Mambrillas de Lara, donde aflora otro de los yacimientos de incitas, el de La Pedraja.
Cruzando la N-234 se inicia una subida a través de la bien conservada dehesa de Mambrillas, hasta la primera de “Las Mamblas”, cerca de la entrada al valle de Santa Olalla. Siguiendo las indicaciones y ya muy cerca de Covarrubias, se desciende hasta la ermita de San Olaf, un edificio contemporáneo que representa con lenguaje actual todo el simbolismo del medievo y la nostálgica historia de Kristina de Noruega.

Sierra de la Demanda, España
Sendero Minero de San Adrián de Juarros
El doble atractivo, ecológico y etnográfico, de este recorrido lo convierten en una muy buena opción para descubrir el valle.
El sendero enlaza la historia de una minería en auge entre mediados del s. XIX hasta finales del XX, cuando otros combustibles más baratos y eficientes pasaron a sustituir la función del carbón. La historia de esta minería se explica en paneles informativos en un recorrido circular entre los pueblos de San Adrián y Brieva de Juarros.
El camino atraviesa robledales y pinares, típicos del paisaje juarreño. Desde el Mirador del Sauce, a caballo entre las dos localidades, se pueden sacar estupendas fotos de las cumbres de la Sierra, dominadas por el Pico San Millán.
La ruta parte de San Adrián de Juarros, donde se encuentra el centro de recepción de visitantes al final del pueblo. Junto a él, un panel informativo resume los datos de interés del camino y a su lado surge el sendero.

martes, 16 de noviembre de 2021

La Laguna de Hervías.

Paca Sapena. 

LAGUNA DE HERVÍAS - La Rioja


Hoy te llevo a la laguna de Hervías
Se encuentra muy cerca del pueblo, y se accede a ella por el camino que está a la izquierda de la iglesia 


Desde el 2007 es Área Natural Singular, se trata de una laguna natural estacional de carácter salobre, única en La Rioja en la que no se han alterado sus características morfológicas. De marzo a verano se deseca

Ocupa una extensión de 10 Ha. con una profundidad media de 30 cm, 80 en el momento de máxima inundación. En ella descansan muchas aves durante sus viajes migratorios.

Es de origen cuaternario asentada sobre un abanico aluvial del río Oja Se han detectado más de 20 especies de aves acuáticas 

Sendero de la Laguna
Una de las mejores formas de poder contemplar las aves es paseando por este sendero que la rodea. Tiene un recorrido de 2,2 Km de longitud (aproximadamente una hora), y es aconsejable hacer el recorrido en silencio para así disfrutar del sonido de las aves
Se recomienda utilizar prismáticos y vestir ropa poco llamativa, y está prohibido abandonar el sendero para acercarse a la laguna.


Cuenta con una zona de ocio

Y de juegos para niños

Allí fotografié esta flor de una Daucus carota
Planta muy común que se encuentra en los bordes de los caminos y en campos de cultivo abandonados, y se le conoce como zanahoria silvestre, ya que su aroma recuerda a la zanahoria, cuando la pelamos con la uña. Lo más bonito de esta planta es la umbela blanca formada por frutos cubiertos por espinillas. Toda la planta está cubierta por pelos que le confieren un aspecto áspero al tacto.

Madriguera de conejo

"Guía de adaptación al cambio climático para el Camino de Santiago Francés”, proyecto Fund.Sta. María La Real.

    Un estudio, realizado desde el área de Paisaje y Sostenibilidad de la Fundación Sta. María la Real, ha permitido definir y catalogar has...