LA SUBLEVACIÓN REPUBLICANA
DE SANTO DOMINGO DE LA CALZADA
8 de agosto de 1883
Fco. Javier Díez Morrás
Instituto de Estudios Riojanos
INTRODUCCIÓN
A las dos y media de la madrugada del 8 de agosto de 1883, en Santo Domingo de la Calzada, una tranquila y pequeña ciudad de la Provincia de Logroño, se sublevaba a favor de la reinstauración de la República el Regimiento de Caballería de Numancia.
El levantamiento no era un episodio aislado. Tres días antes, enmarcado en un mismo plan y por tanto con un mismo fin, se habían levantado los Regimientos Santiago y Covadonga en la ciudad de Badajoz. Casi a la vez que el de la ciudad riojana se sublevaba también el Batallón de Vizcaya de la Seo de Urgel. A todo ello se sumaban distintos conatos y movimientos de civiles y militares en otros puntos de España. Sin embargo, a pesar de todos ellos, el plan no había triunfado. En realidad la acción militar debía haber sido protagonizada por importantes acuartelamientos de toda España. Todo quedaría en una sublevación parcial, descoordinada y abocada al fracaso.
La sublevación riojana nacía derrotada. Para el día 8 los levantados en Badajoz se encontraban huidos en Portugal y la gran mayoría de la opinión pública lamentaba la intentona. Aun así el teniente Juan José Cebrián iniciaba en Santo Domingo de la Calzada una acción desesperada que llevaría a un trágico desenlace. Cebrián sería asesinado por uno de los suyos, y cuatro sargentos republicanos serían fusilados cuatro días después tras juicio sumario verbal de guerra.
Al huir los sublevados de Badajoz a Portugal y los de la Seo de Urgel a Francia, no sufrieron esas penosas consecuencias, por lo que el levantamiento de Santo Domingo de la Calzada adquirió especial trascendencia nacional. El fusilamiento sirvió al gobierno Sagasta para acallar las críticas por su imprevisión, pretendiendo además ser un escarmiento ante los elementos más levantiscos del Ejército.
Los sucesos de agosto de 1883 se erigen por tanto en uno de los hitos del republicanismo revolucionario decimonónico. Su derrota, no obstante, no llevó al desánimo. Tres años después, y al mando del general Villacampa, los mismos que habían sido derrotados en 1883 intentarían el que se ha venido denominado como último levantamiento militar republicano1.
1. LA PREPARACIÓN DE LA SUBLEVACIÓN
1.1. Ruiz Zorrilla, líder político de los republicanos revolucionarios
Con la proclamación de Alfonso XII por parte del general Arsenio Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874, concluía definitivamente la primera aventura republicana española, la cual había dado comienzo un 11 de febrero de 1873.
De entre las diferentes ramas del republicanismo surgía una con un cariz revolucionario la comandada por el político progresista Manuel Ruiz Zorrilla, antiguo correligionario del también progresista aunque monárquico Sagasta.
Manuel Ruiz Zorrilla (El Burgo de Osma, 1833 - Burgos, 1895)2 había llegado al republicanismo tras la salida de Amadeo de Saboya. Su progresismo
sin embargo venía desde la juventud, en 1858 se había integrado en el partido progresista. Participará en la insurrección de Prim de 2 de enero de 1866 y en «La Sargentada de San Gil», de 22 de junio, así como en la revolución de 1868. Con Serrano sería ministro de Fomento. En 1869, con Prim, fue ministro de Gracia y Justicia. En 1870 fue presidente de las Cortes Constituyentes. Como se ha dicho apoyó a Amadeo de Saboya, al que acompañó a España, siendo de nuevo ministro de Fomento en 1871 y presidente del Consejo de Ministros desde septiembre de 1872 hasta la abdicación de aquel el 11 de febrero de 1873. A partir de entonces evolucionó hacia un republicanismo revolucionario. En 1874, con la llegada de Alfonso XII, radicalizó sus posiciones y comenzó una carrera jalonada de intentos levantiscos con el fin de restablecer el régimen republicano. Es por ello que el 4 de febrero de 1875 el Consejo de Ministros decretaba su expulsión a Francia.
Sus conatos no se consolidarán hasta su unión con la Asociación Republicana Militar, organización clandestina nacida en 1880 en el seno del Ejército3. La ARM irá ganado terreno y a principios de 1883 contaba ya con la adhesión de 34 guarniciones. Los progresistas de Ruiz Zorrilla y la ARM prepararán conjuntamente el levantamiento de agosto de 1883.
1.2. La Asociación Republicana Militar y los primeros encuentros preparatorios
La fuente principal para el conocimiento del nacimiento de la Asociación Republicana Militar y de los movimientos tendentes al levantamiento de agosto de 1883, es el libro publicado ese año por Miguel Pérez, alias Siffler 725, los elementos primer secretario de la organización4. También es fuente fundamental la biografía del republicano Juan Manuel Zapatero escrita por su hijo, uno de civiles presentes en los preparativos de la sublevación, cuya parte relativa a este episodio fue transcrita en el diario La Rioja de 8 de agosto de 19315.
La ARM fue fundamental para la organización del levantamiento. El gran avance hacia una sublevación republicana no llegó hasta la implicación de ésta. La ARM era una asociación clandestina de militares creada para reinstaurar la República. A favor de su consolidación y crecimiento estuvo el descontento generalizado de gran parte del Ejército debido a unas penosas condiciones económicas y materiales, lentitud en los ascensos y ausencia de pensiones.
La asociación fue creada a principios de octubre de 1880 por Miguel Pérez. Se aprobó un reglamento y unas bases6, aunque su constitución real no llegaría hasta el 1 de enero de 1883 con el nombramiento de la junta7.
Ruiz Zorrilla se acercó al Ejército prometiendo aquellas demandas militares que venían solicitando8. Era consciente de que sus métodos sólo podían triunfar con la participación sólida de un Ejército en el que, por otra parte, no confiaba demasiado. Pérez por su parte también entendió que el líder progresista era fundamental en su proyecto. Así, éste se puso en contacto con aquel, que le mostró su adhesión al proyecto de la ARM. Según Pérez, Ruiz Zorrilla le respondió a su carta inicial diciéndole:
«Querido Siffler: apruebo cuanto en la suya me dice, y ya sabe que todo lo que sea trabajos para la causa, me halagan; por lo tanto, a trabajar y darme cuenta de los progresos. Su afectísimo amigo, AGRÍCOLA.»
Pérez comenzó así una intensa relación epistolar con el político exiliado informándole de los movimientos, de las reuniones y de los avances. Sin embargo la relación no comenzó bien, pues Pérez no obtuvo el apoyo económico de los progresistas que necesitaba para desarrollar su intensa labor de proselitismo. El propio Pérez tendría que poner dinero de su bolsillo y valerse de amigos para los gastos.
En diciembre de 1882 se creará la junta definitiva de la ARM. El brigadier Manuel Villacampa, alias Pedro Mur, que será protagonista en 1886 del último levantamiento militar republicano, sería nombrado presidente y el número 739 vicepresidente. Miguel Pérez se mantenía como secretario, pero era el verdadero protagonista de la ARM. Ruiz Zorrilla desconfiaba de esa junta y sólo mantenía relación con él9.
En septiembre de 1882 Pérez se entrevistaba con Ruiz Zorrilla en París. En la reunión Ruiz Zorrilla comprobó las verdaderas posibilidades de un levantamiento y se interesó por el compromiso de los acuartelamientos comprometidos. Pérez le informó de la sólida adhesión de todos los regimientos afines y la disponibilidad a actuar en cuanto se les requiriese. Ruiz Zorrilla sin embargo seguía desconfiando de ellos y abogaba por el levantamiento de una única plaza fuerte. Eso iba contra el propio reglamento de la ARM, que apostaba por un levantamiento de todas las plazas comprometidas10. La desconfianza del líder progresista se manifestó además con su negativa a aportar fondos para la causa.
A su vuelta Pérez siguió buscando aportaciones económicas del partido progresista. Consiguió finalmente en enero de 1883 que La Hoz entregase 600 pesetas mensuales para los gastos de las comunicaciones, que posteriormente se le reintegrarían.
El 14 de febrero, de acuerdo con el plan de Ruiz Zorrilla, Pérez quedaba citado en la redacción del diario republicano El Porvenir con un representante de aquel. El fin era hablar sobre un viaje de inspección a las unidades afines a la ARM para comprobar si el grado de compromiso con la causa y con la revolución seguía siendo el mismo que Pérez había manifestado meses antes. Al parecer Ruiz Zorrilla iba diseñando a su conveniencia el levantamiento aprovechando una supuesta debilidad del gobierno Sagasta, que quería acercarse más a la izquierda eliminando del gobierno a Martínez Campos, ministro de la Guerra, o el Marqués de la Vega de Armijo, ministro de Estado11.
De nuevo la falta de dinero provocó que no se pudiesen hacer las visitas a los regimientos previstas en las diferentes reuniones que mantuvieron esos días Pérez y Villacampa con elementos del partido progresista. Las diferencias entre el elemento civil y militar se iban acrecentando. Así ambos acudieron a Manuel Llano y Persi12, otro miembro importante del partido progresista, que les aportó 1.500 reales para la misión.
El día 27 de febrero se pudo hacer el viaje, en el que también estuvo Morán, otro político progresista. Éste pudo comprobar la gran ilusión y compromiso de todos los miembros de la ARM visitados, siete lugares en total, y así se lo hizo ver a Ruiz Zorrilla y hasta en otros foros públicos con cierta indiscreción. La visita duró diez días y les llevó a Barcelona, Lérida, Zaragoza y aunque no se menciona, también a Logroño, entre otros lugares. Es interesante un dato que ofrece Pérez en su libro y que da información sobre la trama civil de la sublevación. En todos los lugares donde iban se entrevistaban con un «elemento civil», lo que le llevó en algún caso a nuevos encontronazos con Morán, pues los miembros de la ARM entendían que era más importante la reunión con los militares. El tal Morán volvió tan entusiasmado que llegó a solicitar al presidente de la ARM y a Pérez que le nombrasen brigadier y que le admitiesen en la asociación13.
El informe que para Ruiz Zorrilla hicieron desde el partido tras el viaje incidía en la necesidad de comenzar la sublevación en Barcelona, en una sola plaza. Pérez y la ARM ya vimos que no creían en esa vía de actuación, además en Barcelona había un importante número de fuerzas en contra.
Entre el 15 y el 20 de abril se reunían en la casa del Marqués de Montemar, Miguel Pérez, el presidente de la ARM, y los progresistas Morán, Menéndez y Rincón. La finalidad de la reunión era formar una Junta Mixta de Guerra y una comisión de Hacienda. Para desesperación de los militares, cada vez estaba más presente el elemento civil en toda la organización14.
Tras la reunión Pérez se dirigió a Barcelona. Los militares de esa ciudad se oponían al plan civil. Los miembros de la ARM le insistieron que siguiese los procedimientos establecidos en el reglamento, o sea, un levantamiento conjunto y general, y le hicieron otras propuestas tendentes a la coordinación de las actuaciones. Fue entonces cuando se estableció por primera vez una fecha y hora para la sublevación, finalmente desechada, el 10 de agosto a las dos de la madrugada15.
Estos movimientos indican de nuevo que la ARM tenía claras sus posiciones. Pérez entendía que sólo debía hacer caso a su organización y no a las órdenes de Ruiz Zorrilla.
1.3. El plan de Ruiz Zorrilla