La UPM premia al científico que ha salvado los olmos españoles.
El catedrático de la ETSI Montes, Forestal y del Medio Natural Luis Gil, Premio de Investigación 2016 de la UPM en reconocimiento a su dilatada trayectoria investigadora, docente y profesional en el ámbito de la genética forestal.
06.02.2017
Biólogo y doctor ingeniero de Montes, el madrileño Luis Gil es catedrático de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). En ella dirige el Grupo de Investigación Genética, Fisiología e Historia Forestal,
 trabajando desde hace décadas en el estudio genético de las especies 
forestales. Por su actividad, que ha permitido conocer mejor nuestro 
patrimonio forestal, su historia y cómo preservarlo para que tenga 
futuro,  ha recibido el Premio de Investigación 2016 de la UPM.
El galardón también aquilata la destacada trayectoria profesional y 
la labor docente de este profesor de notable personalidad, que ha 
contagiado su vocación científica a varias generaciones de estudiantes.
Luis Gil trabaja no solo para rehacer la vida de los árboles y dar 
continuidad a las especies arbóreas. También para que lo hagan en las 
mejores condiciones y, en consecuencia, se beneficien las personas, por 
lo que en todo ese esfuerzo de años no ha faltado su implicación en 
proyectos de cooperación en Etiopía para romper el pernicioso círculo 
entre pobreza y degradación ambiental.
PREGUNTA.-
 Su investigación se ha centrado en la anatomía y fisiología de las 
principales especies arbóreas de los bosques ibéricos y macaronésicos y 
en la mejora y conservación de sus recursos genéticos forestales. ¿Cómo 
se puede reducir su vulnerabilidad ante amenazas potenciales como 
incendios, erosión, gestión inadecuada, cambio climático…?
RESPUESTA.- La vulnerabilidad de las especies forestales se debe a la
 acción del hombre: fuego para incrementar las áreas de pasto, pues 
nuestra fauna doméstica o cinegética no tiene la capacidad de 
alimentarse de la biomasa de los árboles por su altura. Pero cuando son 
jóvenes y de baja talla, el ganado los utiliza como alimento. 
Desaparecidas estas causas, salvo en zonas donde caza y ganadería son 
todavía importantes y extensivas, solo se puede reducir por la 
repoblación forestal cuando no existe arbolado en su proximidad. El otro
 aspecto más destacado es que haya una gestión activa que elimine los 
efectos de la actuación humana. La filosofía generalizada de que se debe
 dejar actuar solo a la naturaleza es errónea. Ignora nuestra historia. 
 
P.- Desde 1992, trabaja en el Hayedo de Montejo en la 
Comunidad de Madrid, uno de los sistemas forestales mejor conocidos de 
España gracias a sus investigaciones. Para el mismo, existe la 
aspiración de que se convierta en Patrimonio Natural de la UNESCO. 
 ¿Cuál es el “estado de salud” de este sistema en constante 
transformación y especialmente sensible a los efectos del cambio 
climático?
R.- Para cualquier observador sería excelente, por el elevado 
porcentaje de flora y fauna que posee. Pero un examen detallado muestra 
que es un sistema en retroceso por la elevada densidad de árboles en el 
que aparece un regenerado potente de hayas y robles. Lo que es falso, 
pues responde a una situación próxima al colapso por la competencia 
intraespecífica: árboles con un dedo de grosor resulta que poseen 50 
años. Por otro lado las viejas hayas, uno de los mayores valores del 
monte, están en una importante regresión, por la competencia de los 
individuos que se regeneraron tras el cese del pastoreo, agravado por 
unos veranos muy secos, más frecuentes en las últimas décadas. Procesos 
que reducen su vitalidad, lo que favorece el incremento por la presencia
 de hongos patógenos que eliminan su sistema radical primario y las 
viejas hayas caen abatidas por no superar mecánicamente el esfuerzo del 
viento.
El hombre posee la capacidad y la técnica para recuperar
casi cualquier especie amenazada
P.- Otras de sus áreas de atención es la recuperación de 
poblaciones con demografía reducida y caracterizadas por su singularidad
 evolutiva. Su grupo ha conseguido genotipos válidos para clonar olmos 
autóctonos resistentes a la grafiosis, la enfermedad fúngica que está 
aniquilando a la especie en todo el mundo.  ¿La intervención humana será
 definitiva en este caso?
R.- El hombre posee la capacidad y la técnica para recuperar casi 
cualquier especie amenazada, pero el coste no es comparable entre unas y
 otras especies. En el caso de los olmos, gracias al Ministerio de 
Agricultura que proporcionó las superficies y el mantenimiento de las 
colecciones y parcelas de ensayo durante más de 30 años, ya es posible. 
Aumentar el número de olmos resistentes es cuestión de financiación, y 
los árboles carecen del atractivo de ciertas especies animales o 
endemismos vegetales de ser más valorados, pero nos apoya el enorme 
interés suscitado en los pueblos que van recuperando olmos jóvenes que 
sustituyen a los viejos. Es entrañable ver que la calle, la plaza o los 
pueblos que incluyen la palabra olmo recuperan al organismo que les dio 
nombre.
P.-  Académico de la Real de Ingeniería, formalizó su ingreso
 en la institución con su discurso “La diversidad que no se ve”,  con un
 particular homenaje a los pinos y rodales españoles a los que considera
 infravalorados ¿Cuál es el papel histórico de esta especie?
R.- En su historia reciente, junto al foráneo eucalipto, han sido 
considerados los malos de nuestros paisajes actuales, como si fueran los
 culpables de su presencia. De los pinos se decía, y aún se mantiene en 
ciertos círculos, que no eran naturales en su mayoría, que habían sido 
introducidos por los ingenieros de montes, que acidificaban y 
empobrecían los  suelos, que impedían crecer la hierba bajo su sombra, 
que sus acículas no se degradaban, que favorecían los incendios, que sus
 repoblaciones eran colocar barriles de trementina; que eran especies de
 crecimiento rápido y un largo etcétera de opiniones nunca demostradas 
por la ciencia.
En la historia pasada fue una especie dominante de nuestras montañas 
em“pinadas”, por su carácter rústico, lo que le impedía rebrotar como 
hacen la mayoría de los árboles ibéricos. Pero fue incapaz de adaptarse a
 la perturbación humana más recurrente: fuego seguido de pastoreo.
La gestión forestal es la mejor forma
de favorecer la adaptación al cambio
P.- Historiador pionero de la flora forestal ibérica. ¿Cuáles
 son las principales amenazas para preservar nuestro valioso patrimonio 
genético y cómo puede defenderse?
R.- Lo que nos ha llegado, tras haber superado el periodo de 
ganadería extensiva y agricultura marginal, carece de amenazas salvo por
 cuestiones de urbanización, de cambio climático o de una gestión 
inadecuada. La gestión forestal es la mejor forma de favorecer la 
adaptación al cambio, promoviendo la regeneración en aquellas 
poblaciones de mayor singularidad. El nuevo regenerado se establecería 
bajo las condiciones actuales y sobrevivirían aquellos individuos con 
las combinaciones genéticas adecuadas para las nuevas situaciones 
ambientales. Posible, por ser la variación genética intraespecífica de 
los arboles forestales muy elevada. Situaciones como la actual han 
estado presente desde hace millones de años y las especies forestales 
han persistido.
Luis Gil recibe del rector Guillermo Cisneros, el Premio UPM de Investigación.
P.- Por cierto, ¿cómo ve el futuro de nuestros bosques?
R.- Desde un punto de vista humano, incomprendidos. La sociedad no 
percibe sus valores naturales, culturales ni como promotores de 
desarrollo rural. Su falta de movimiento los considera como seres 
inanimados insensibles al cambio en el corto plazo, que es el que 
demanda la sociedad y la política. Su futuro es el de seguir aumentado 
su área por el abandono rural, pero conservando unas estructuras 
inadecuadas para una evolución dinámica y progresiva hacia más 
parámetros más adecuados con sus características ecológicas. La sociedad
 actual demanda conservación de lo ya existente, que son formaciones 
rejuvenecidas y lo que se debería fomentar es una gestión dinámica hacia
 estructuras más evolucionadas.
P.- ¿Cómo valora el descenso actual de vocaciones 
tecnológicas entre los jóvenes,  que puede tener como consecuencia la 
escasez de técnicos en un futuro? ¿Dónde cree que están las causas?
R.- La valoración es negativa, pero es acorde con los tiempos en que 
vivimos, en que la única ingeniería nombrada por los medios de 
comunicación es la mal denominada “ingeniería financiera”. Cualquier 
innovación técnica no puede competir en beneficio económico con los 
generados por las especulaciones financieras. El desarrollo económico 
del país y un empobrecimiento cultural favorece que los jóvenes dediquen
 sus esfuerzos a profesiones con mayores ganancias salariales y, éstas, 
no suelen estar ligadas con los beneficios de la empresa en su conjunto,
 sino con los que proporciona a la élite empresarial; en general cuando 
es poseedora de un porcentaje minoritario. La minusvaloración de una 
cierta dignidad social y empresarial es la principal causa.
P.- Ha dirigido proyectos de cooperación para mejorar el 
eucalipto como instrumento para la reducción de la pobreza en las 
Tierras Altas de Etiopía, por los que recibió  el reconocimiento del 
gobierno de aquel país y el de la  UPM, que en 2014 le concedió el 
Premio de Cooperación Internacional en Investigación para el Desarrollo.
 ¿Qué alcance tuvo la iniciativa?
R.- La iniciativa fue una experiencia muy valiosa y enriquecedora. 
Pero partíamos con la ventaja del apoyo de un funcionario forestal 
etíope que había realizado su tesis en nuestro grupo y que, desde sus 
primeros años en España, tuvo claro que quería volver a su país. 
Colaboración que evita las incertidumbres propias de los trabajos de 
cooperación. Aprendimos, que no teníamos que plantar el bosque que 
deseábamos, formado por las especies autóctonas en peligro de extinción.
 Teníamos que utilizar especies que favorecieran el desarrollo rural, 
árboles con un crecimiento que permitiera retornos económicos en pocos 
años y que pudiera convivir con el ganado, pues no se podían cerrar las 
plantaciones. Solo una especie reunía las condiciones y, además, ya 
estaba presente en el país: el eucalipto. Iniciado en 2006, en 2010 el 
proyecto UPM-ETSIM de recuperación de tierras degradadas fue premiado 
por el Gobierno de Etiopía y nuestro colaborador es el actual Director 
General del Ethiopian Environment and Forest Research Institute
 (EEFRI). Con el proyecto se pudo construir un centro forestal que lleva
 el nombre de Margarita Burón; investigadora y cooperante de la UPM que 
falleció en 2007.

