04. El nombre de Rioja. Tierra de Ríos,
Rioja, Rioja… el
nombre surgirá e ira generalizándose. Los pobladores sentían la necesidad de
bautizar a estas tierras. ¿Qué sería de todo lo que amamos si no hubiese un
nombre con que llamarlo? ¿Cabría el mismo amor si no lo tuviese, si careciera
de él? Por ello el ser humano otorga un nombre propio para designar todo
aquello que le es de mayor relevancia y para promover su distinción y reconocimiento.
La tierra que le vio nacer a uno no va a ser distinta y por ello será
nombrada para ser identificada y amada.
Siglo XI, un nuevo
nombre, aparecerá entre los pergaminos monacales. De nuevo los monasterios como
guardianes del acervo cultural del Medievo. Las preguntas cuándo y cómo aún hoy
día serán un misterio sin resolver. Al igual que decíamos en el episodio
anterior sobre el nuevo idioma, imposible resultará constatar fecha y lugar
concreto de su primer uso por cuanto el nombre llevaría ya un tiempo
utilizándose. Los monjes que anotaron
rivo de ogga y rioga en sendos
documentos de 1082 y 1099 respectivamente no hicieron sino constatar la nueva
realidad.
Tradicionalmente
―y así se lee en numerosos libros todavía― se ha considerado el Fuero
de Miranda de 1099 como el primer documento
donde aparece el nombre de esta tierra en las formas rioga, riogam y Ribodeoja,
pero… adelantémonos a 1082 y en el Becerro Galicano podremos leer rio de ogga. Ambos pergaminos podrán
considerarse las partidas de nacimiento y bautismo de nuestro histórico nombre.
Rivo de ogga, rivo de oga, rioga, riogam, Ribodeoja, fluminis Oggensis,
fluminis oggensis, riuo de Oiha, Rivo de ogga, rivo de Ogga, rivum de Oia, rivo
Ogia, rivo de Oia, rio d’Oia, herri ogia, Riogia, riogia, Rioija, Rioxa, rivo
de ogia, Ribo de Oia, rivo de oia, rivo ogie, rivo Ohia, rivodoia, rivogia,
Rivogio, rivogio, rivum de oiha, Rivvo de ogga, Rivvo de Oia, Val de Oiaco
Harana, Rrioia…
«Mil y una» formas en que se verá
escrito a lo largo de toda la Edad Media. Incluso Rioja y la Rioja, sin
artículo y con él. En minúsculas, con mayúscula inicial, junto, separado, con
v, con b, con doble r… y no siempre estará aclarada la distinción entre la
tierra y el río que la cruza.
Para una recién nacida… ¡no
estará mal la cantidad de documentación que dejará constancia de su realidad!
Esta Rioja no será la misma que
hoy conocemos, no corresponderá con el reino de Nájera. En un principio será
solo la comarca entre los ríos Tirón y Oja. Con el tiempo se habrá de extender
a todo el reino de Nájera que, ya perdida su condición de reino, paulatinamente
mutará su nombre por el de Rioja/La Rioja.
Rioja,
Rioja… ¿Cómo nace, de dónde vendrá el nuevo nombre? ¿Cuál es su significado?
Serán preguntas aún sin resolver en la actualidad. Los cuantiosos documentos
antiguos no reflejan esta cuestión, su origen y etimología serán el foco de
diversas teorías, algunas no pasarán de ser meras conjeturas.
Junto a la conocida y popular
idea de que el río Oja dio su nombre a la tierra, orígenes euskéricos y romances
latinizados serán los que se barajan, sin que a ciencia cierta se pueda hoy día
conocer la realidad.
¡Río Oja?
La
tradición popular asumirá que el nombre de esta tierra vendrá del río Oja, así sin más y está será la
explicación adjudicada por los despachos oficiales en los últimos años.
¡Demasiado fácil! Habrá que mirar más allá de lo presuntamente evidente para
tratar de averiguar lo que se esconde detrás de la voz antigua. Incluso en la
aceptación de que fuera así, ¿que significaría el vocablo Oja, toda vez que río
no parece entrañar ningún misterio? Una vez más la tradición popular
simplificará y será ’río de las hojas’.
¡Raíces vascas?
¿Será
cierto que Rioja no es sino el ‘río del
bosque’ en la suma de rivum>río
(latín) y ohia>bosque (una de las
formas de bosque en vasco)? O, según otros autores, ‘tierra fría’ de herri
hotza, donde herri es tierra y hotza, frío. Tal vez, ‘tierra del pan’ de herri ogia ―ogia es pan― por el cereal que todavía hoy se cultiva en la zona. No
faltará quien apunte Arrioxa ―harri es piedra―como nombre inicial del que
derivaría Rioja por la ‘mucha piedra’ que ciertamente existe en su
cauce. O quien afirma que el artículo ‘La’ en origen no era tal, sino que la
voz primitiva es Larreolha, ‘campo de ferrerías’, siendo larre, pastizal, campo y olha taller (de
forja); y nuevamente…, ¡la tradición popular…! descompondría el nombre para
darle la forma actual donde ‘La‘ es ya artículo. O quizás, venga de Rivo Oiha donde oiha no es otra cosa que cama, referida en este caso al lecho
fluvial dándose la tautología o repetición de conceptos río y lecho fluvial. Nuevamente se repetirá tautología en Val de Oiaco Harana, término aparecido
en un documento de 1380 que traducido resulta ‘Valle del Valle del Oja’, (haran/aran>valle).
Ambas tautologías y el vocablo Arrioxa concuerdan con la palabra
latina>romance Glera que significa cascajal. Efectivamente el río Oja,
también llamado Glera, es un cascajal. Como Glera se conoce desde antiguo tal
como se plasma en documento fechado en 1275: «rio de Oia que dizen la Glera». Esta escritura en lengua romance desmiente
algunas afirmaciones de que el río siempre se llamó Glera y no Oja. Los dos
nombres convivirán desde el Medievo para llegar a la realidad actual en la que
Glera ha quedado casi olvidado en beneficio de río Oja y de la oficialidad que considera
que el río da nombre a la tierra. Olvidado, salvo para los más mayores del
lugar que aún lo nombran como «la Ilera» en clara corrupción de Glera
y con artículo femenino como es habitual por estos pagos, como también habremos
de escuchar en alguna ocasión ―las menos ya― decir «la Iregua».
No
será descabellado pensar que
el nombre de Rioja tenga su origen en el siglo X en aquellos colonos
vascos que la repoblaron y dieron nombre a montes y ríos tal como
explicaba en los episodios
uno y dos y que fuera traducido por los monjes a partir del siglo XI al
romance
como Rioga, ribodeoja o al latín como
rivo de ogga y similares. Pero nada será conclusión definitiva ni probada.
¡Romance latinizado?
Nuevas
voces han de alzarse en la oscuridad que conlleva tratar de siglos lejanos y
surge la idea de que el nombre de Rioja es un par de siglos anterior a sus
registros oficiales de 1082 y 1099. Rioga
sería palabra romance utilizada en el siglo IX para llamar a la tierra
entre los ríos Tirón y Oja. Después, en los siglos XI y
posteriores, vendrán las latinizaciones cuando se quiera escribir en documentos
cultos.
Rioga como termino romance,
vendrá del latín hablado por los hispanogodos, un latín que perdería su
identidad para transformarse con el largo paso del tiempo en la lengua de hoy
día. Una palabra, rialia aparecerá en
el códice 51 de San Millán para nombrar la comarca como [tierra de] riachuelos. Fácil será
establecer la relación entre la palabra original latina rivalia de significado ‘riachuelos’ o ‘regajos’ con Rioja. La conocida
evolución lógica de la lengua en otras palabras nos muestra el camino que seguiría
del latín al romance, rivalia> rialia>riolia>rioja.
Se dará la extraña circunstancia
que nacida del latín, la palabra romance Rioja será traducida nuevamente al
latín en los documentos cultos. ¿Y cómo lo hará? Pues con la lógica popular del
siglo XI, no tan distante―en este caso― de la actual, que en Rioja verá la
unión de dos palabras, río y oja. Así se latinizará unas veces, las menos, como
fluminis oggensis y otras como rivo de ogga, pues ogga será palabra muy conocida, referida a aquellas abundantes hoyas,
hoyos, ojos, charcas donde naceran esos pequeños riachuelos que se decía por
aquellos montes de Yuso, entre Valgañón, Grañón y los pueblos de la zona hoy
conocida como la Riojilla.
Alumbrado el nombre Rioja entre
los ríos Tirón y Glera-Oja, tendrá en la propia Glera su límite oriental. Será
Santo Domingo de la Calzada (Domingo de Rioja) nacido en esa Rioja primigenia quien
al fundar la ciudad de su nombre traerá y cederá el de Rioja a la cuenca del
río Glera ―que
por asociación lógica comenzaría a ser llamado río Oja― para extenderse con los
siglos a toda la región riojana.
Pero como decíamos referente a
las raíces vascas, también a este respecto…
nada será conclusión definitiva
ni probada.
Curioso, como una fácil
etimología popular puede ser dada la vuelta. No ser el río Oja el que da nombre
a La Rioja, sino más bien que pudiera ser lo contrario, que La Rioja nombrará
al río Oja.
Como curioso será ―o quizás no tanto― que la invasión
árabe, en ese afán humano que explicaba al comienzo del artículo, la hubiese
llamado anteriormente Velez Assiqia
que no es sino ‘tierra de acequias’
que viene a ser lo mismo que esa Rialia, [tierra de] riachuelos , que poco después habrían de llamarla los cristianos. Tengamos en cuenta que en La Rioja a las acequias les decimos ríos.
Expansión del nombre
El
nombre hará fortuna y desde esa Rioja pequeña de entrerríos se irá extendiendo
a todo el antiguo reino de Nájera. Será
en octubre de 1228 cuando un cura de la Diócesis de Calahorra se autorreconocerá
bajo su nombre y rúbrica como riogñ
[sic], abreviatura de riogensi, es
decir el gentilicio riojano.
Los siete valles ―ya
en el siglo XVI― serán Rioja, con o sin el artículo La.
Con
los siglos, nuevamente La Rioja cederá su nombre. Lo hará en las lejanas
tierras del Nuevo Mundo de la mano de un conquistador de Estollo que fundará la
Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, hoy conocida simplemente por La
Rioja, capital de la provincia de su nombre en la República Argentina.
El vino de Rioja
Y
ya en el siglo XX el producto riojano más identificativo tomará de su madre
tierra su nombre. «El vino que lleva el nombre de su tierra en la etiqueta»
que pregona la canción La Rioja existe,
pero no es... que tantas veces hemos cantado con Carmen, Jesús e Iñaki.
Será la tierra la que ceda su
nombre a su vino al contrario de lo que expresa de manera involuntaria el
eslogan «la
tierra con nombre de vino».