Este palabrario de Redecilla del Camino, como cualquier otro, no solo es un archivo de palabras muertas, vivas o moribundas, sino que es, sobre todo un documento “fotográfico” de las condiciones de la vida cotidiana de una época, de un pueblo o un comarca…
Las palabras, aquí recogidas, tienen que ver mucho con la demanda y la necesidad humanas de organizar su vida diaria: su molienda, sus labores, sus fraguas, sus casas, sus eras, sus fraguas… en fin, su subsistencia; y, cómo no!, estas palabras organizan sus sentimientos, su sociedad, sus amores y odios, su valores y su visión del mundo…
Estas palabras, ¿de dónde vienen?, ¿cuál es su origen?, ¿de quién son?...
Las palabras, aquí recogidas, tienen que ver mucho con la demanda y la necesidad humanas de organizar su vida diaria: su molienda, sus labores, sus fraguas, sus casas, sus eras, sus fraguas… en fin, su subsistencia; y, cómo no!, estas palabras organizan sus sentimientos, su sociedad, sus amores y odios, su valores y su visión del mundo…
Estas palabras, ¿de dónde vienen?, ¿cuál es su origen?, ¿de quién son?...
Las palabras no son de ninguna parte, cerrar a estas palabras en los límites de Redecilla del Camino, o de una comarca, o una época.., es falsear el valor de las palabras. Por eso, este palabrario no es nuestro, nos ha venido dado, lo han usado nuestros padres y antepasados.
Decir que son de Redecilla o comarca, es robar a la historia el valor de las palabras, algunas, muchas, con + de 3.000 años de existencia.
Las palabras son el hilo que une la existencia de los hombres de Atapuerca y nuestras propias vidas…
Las palabras hacen humano al animal que somos. Y ese el gran valor de los palabrarios: en ellos se puede ver cómo son nuestros antepasados, porque sin ellas nuestros mayores y sin ellas nosotros nos existimos como hombres…
Las palabras son el hilo que une la existencia de los hombres de Atapuerca y nuestras propias vidas…
Las palabras hacen humano al animal que somos. Y ese el gran valor de los palabrarios: en ellos se puede ver cómo son nuestros antepasados, porque sin ellas nuestros mayores y sin ellas nosotros nos existimos como hombres…
Disfrutemos de ellas, y, si es posible, usémoslas: sin duda son un tesoro que nos hace humanos para hoy y para el futuro.
Cabe reseñar que este empeño ha generado
muchas aportaciones de no pocos redecillanos, sobre todo de Servi. Este
documento es trabajo de todos, y siempre será un pequeño reflejo de la
cultura y el patrimonio de todos, de todo el pueblo. Solo queremos hacer
una recogida de ese tesoro lingüístico, para que esté a disposición de
todos.
Aún no está acabado, si tienes alguna palabra y la quieres incorporar, escribe a calleycamino@gmail.com pon la palabra y su definición. Lo mismo si ves errores, otras acepciones o definiciones de una palabra....
Edición 5ª. Navidad de 2005"
Aún no está acabado, si tienes alguna palabra y la quieres incorporar, escribe a calleycamino@gmail.com pon la palabra y su definición. Lo mismo si ves errores, otras acepciones o definiciones de una palabra....
Edición 5ª. Navidad de 2005"
Con motivo de la reciente presentación/publicación del libro
"PALABRAS MORIBUNDAS",
del burgalés Alex Grijelmo, Director de la Agencia EFE y
de Pilar G. Mouton del Consejo Superior de Investigación Científicas,
Rescatan del olvido palabras moribundas
como ababol, chiticalla o zorrocloco
Madrid, 8 nov (EFE).- Evitar que caigan en el olvido voces como ababol, archiperres, chiticalla, encocorar, siguemepollo o zorrocloco es uno de los objetivos del libro "Palabras moribundas", en el que Pilar García Mouton y Álex Grijelmo han reunido un sinfín de términos que están a punto de pasar a mejor vida.
El libro contiene más de 150 entradas y pretende dar "una segunda vida" a ciertos términos cuyo significado ignora la mayoría de los hablantes y a otros que disfrutan de buena salud en diversas zonas de España o de Hispanoamérica pero son desconocidos en el resto.
Esta obra "es un pequeño museo de las palabras, pero un museo interactivo porque uno ve las palabras en el libro y sale con ellas", afirma en una entrevista con el presidente de Efe, Álex Grijelmo, periodista y autor de varias obras relacionadas con el lenguaje.
Se trata de "acercar palabras que todos tenemos en la trastienda, propias del lenguaje rural en algunos casos y que empiezan a desprestigiarse porque ya no se utilizan en las ciudades", añade García Mouton, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y especialista en Geolingüística y Dialectología.
Y es que en la trastienda quedaron arrumbadas hace tiempo voces como "acerico", en su acepción de "almohada pequeña que se pone sobre las otras grandes de la cama para mayor comodidad"; "alifafes" (achaques leves), "andancio" (enfermedad epidémica leve) o "siguemepollo", esa "cinta que como adorno llevaban las mujeres, dejándola pendiente a la espalda", según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE).
"Palabras moribundas", editado por Taurus, tiene su antecedente inmediato en el programa de Radio Nacional de España "No es un día cualquiera", que se emite los fines de semana, aunque el libro "es radicalmente distinto", aclara la filóloga.
Grijelmo llevó en dicho programa la sección "Palabras moribundas" desde septiembre de 2004 hasta julio de 2007, y a partir de esa fecha se hizo cargo de él García Moutón.
El gran poder evocador de muchas de las voces incluidas en el libro es una de sus mayores riquezas. También su capacidad de emocionar.
Términos como la "achicoria" que sustituía al café en la posguerra española, cuando este era un artículo de lujo; la "aljofifa" que se utilizaba para fregar el suelo antes de que se inventase la fregona, o como "guateque", esa fiesta que organizaban en casa los jóvenes, generalmente aprovechando la ausencia de los padres, trasladarán a muchos lectores a su infancia o juventud.
Hay voces que están olvidadas en España, pero que en América siguen "muy vivas". Así sucede con "atarantado", que en México "designa al que va atontado, al que conduce distraído"; con "borceguí", que en Argentina se emplea para un tipo de botines que llega al tobillo, o con "chinela", ese sinónimo de calzado cómodo, de uso cotidiano en varios países hispanoamericanos.
Vivos siguen también en América el término "frazada", sinónimo de manta de lana, y "palangana", aunque con acepciones diversas según los países.
Y hay otras palabras cuyo significado es diferente a uno y otro lado del Atlántico, como "pickup", una voz que en España fue desplazada por "tocadiscos" y que en América "es una furgoneta o camioneta", dice el presidente de la Agencia Efe.
En la base estadounidense de Rota (Cádiz), en el sur de España, "a la camioneta que llegó con los americanos la llamaban 'la picá', con su pronunciación a la andaluza", añade.
Este singular diccionario contiene la historia de cada palabra, porque eso "contribuye a darles prestigio y a que la gente las vuelva a querer", indica García Mouton, autora de "El español de América" y de "Cómo hablan las mujeres", entre otros ensayos.
Así, los que no son del oriente español se enterarán de que "ababol" es sinónimo de amapola ("eres más del campo que los ababoles", se dice) y de "persona distraída, simple, abobada", y verán además que "archiperres" significa "cosas inútiles" y figurará en la próxima edición del DRAE.
"Chiticalla" (persona que calla y no descubre ni revela lo que ve) es "una palabra antiquísima, documentada en el siglo XVI, como parte del refrán 'No hay casa do no haya su chiticalla'", según los autores.
También es antigua "encocorar" ("fastidiar, molestar con exceso"), y que es poco usada, lo mismo que sucede con "zorrocloco" ("hombre tardo en sus acciones y que parece bobo, pero que no se descuida en su utilidad y provecho"), que sigue viva en Canarias.
Hay términos que dejan de usarse porque son sustituidos por extranjerismos, como "córner", que desplazó a "cornijal" (esquina de un terreno).
"Los mozos que juegan en la era al fútbol, por la mañana pueden poner el tractor en el cornijal y por la tarde lo quitan para sacar el córner. Parece que córner da más prestigio", comenta Grijelmo.
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