Con la crisis por todas partes que
Rajoy no ha podido levantar desde su llegada al gobierno(“hundan,
hundan más el país,decían los populares a los socialistas, que nosotros
lo levantaremos, mientras se les tiraban al cuello desde la oposición, y
a los que ahora piden ayuda), cientos de miles de familias renunciarán
estos meses de verano al apartamento en la playa y abrirán la puerta de
una casa en uno de esos miles de pueblos semi abandonados de los que un
día salió el padre, el abuelo o ellos mismos en busca de otra vida y a
los que ahora vuelven con hijos, nietos, amigos o demás familia. Se
trata del reflejo de un problema, pero también es una bendición, ver de
nuevo puertas abiertas donde ya había crecido la hierba y el moho. Un
retorno donde muchos van a recordar en estas fechas las tierras donde se
hacia la siega a hoz y hoy entran las cosechadoras; los abrevaderos del
ganado hoy vacíos; corrales en el campo donde dormían pastores y
rebaños, cuadras y tenadas llenas hoy abandonadas; fuentes y regatos
cubiertos por la maleza donde antaño bebían los animales y personas; las
eras, donde en verano en estas fechas caída ahora un sol de justicia,
que lo de los 40 grados no es de hoy, con las abuelas de negro sobre un
trillo moliendo vuelta a vuelta las espigas y las mujeres yendo al campo
cubiertas hasta los ojos para no quedarse morenas, que era algo que no
daba puntos ante los forasteros.
Muchos de los más jóvenes van a descubrir que la leche no viene del brik, que las faenas en el campo no tienen horas de entrada y salida, que los ganados comen todos los días y varias veces, que la leche se ordeña mañana y tarde, que el agua tiene unas horas de riego, que, en eso del campo, en verano no hay domingos ni fiestas de guardar, menos “la virgen” de agosto y las fiestas patronales. El resto del año estaba prohibido trabajar los festivos y ya lo advertía el cura, que era el encargado de que se cumplieran las normas y si no venía la guardia civil.... Van a redescubrir lo que es ahora un pueblo de verdad, un sector agrario que no es el campo de cartón que, en la mayor parte de los casos, se diseña en las casas rurales.
Pero, volver a esa casa semiabandonada de ese pueblo supone darse también de bruces con otra realidad. Si miramos a la salud, aunque han mejorado las redes de asistencia en el medio rural, el nuevo vecino se encontrará que la visita del médico solamente es unas horas y un día a la semana y que las farmacias de guardia no están en cada barrio, sino una en cada grupo varios pueblos. No sirven para casi nada las tarjetas porque los cajeros no abundan, y, ya antes de que llegara la crisis a las cajas, las oficinas sólo se hallaban en pueblos intermedios donde, una sola persona se multiplica para abrir varias y sólo unas horas al día. Al margen de las producciones propias de huertas o animales, para el suministro alimentario, hay una dependencia diaria de las furgonetas ambulantes con productos más caros que, en muchos casos son reventa de los adquiridos en centros baratos de la gran distribución por lo que el habitante de ese medio rural paga un IPC más caro que quien viva en un centro urbano. Los más cumplidores con la religión, no oirán la misa diaria. No quedan curas. En mi pueblo, don Emérito, uno de esos nuevos curas que imparte clases por la mañana en un centro escolar y que los domingos y festivos es un todo terreno “ que dice” misa en media docena de pueblos,en ocasiones, cuando se imponen otras circunstancias como entierros(los más), bodas y bautizos (los menos), anuncia que la misa semanal será el sábado por causas de fuerza mayor, y que lo que importa, es la voluntad de cada uno y no el día para cumplir con los mandamientos...
Volver a ese pueblo semiabandonado, es una gran ocasión para que muchos descubran que, al margen de las ayudas de la PAC, que una buena parte la cobran preceptores que viven en las grandes ciudades, hay un colectivo cada día mas reducido y, lo más grave, más envejecido, que trabaja sin jornada en una actividad para la que cada día hay menos vocaciones. Ni en tiempos de crisis en los demás sectores. Su presencia en ese medio, en tantos servicios marginal, es fundamental para mantener un territorio, el 80% del país, y unas casas vacías que ahora se vuelven a abrir, que están ahí, porque durante todo el año, hay hombres y mujeres,alcaldes y concejales sin sueldos, que con escasos medios y su dedicación personal,hacen igual de luceros que de fontaneros para mantener vivos unos servcios
Con o sin crisis, para mi es sagrado en vacaciones estar con los de mi pueblo para hablar de agricultura y del gobierno, de lo mal que van las cosas siempre, y donde hay siempre hay también una mayoría que están seguros de que toda la culpa de todo la tienen los socialistas. Discuten, se lamentan, pero no se unen ni para comprar ni para vender, aunque se lo diga ahora el gobierno de los populares....
Vidal Maté. Soy periodista y pequeño agricultor. Nací y viví pegado al campo y al mundo rural.
Aprendí de agroindustria y la distribución para seguir el calvario
(ahora se llama cadena alimentaria) que siguen los productos agrarios
hasta el consumidor. Dicen que soy un histórico - he visto pasar a todos
los ministros - y un tipo crítico. Nunca me he casado con nadie.
Defiendo un futuro para el mundo rural. Soy trigo limpio.
Muchos de los más jóvenes van a descubrir que la leche no viene del brik, que las faenas en el campo no tienen horas de entrada y salida, que los ganados comen todos los días y varias veces, que la leche se ordeña mañana y tarde, que el agua tiene unas horas de riego, que, en eso del campo, en verano no hay domingos ni fiestas de guardar, menos “la virgen” de agosto y las fiestas patronales. El resto del año estaba prohibido trabajar los festivos y ya lo advertía el cura, que era el encargado de que se cumplieran las normas y si no venía la guardia civil.... Van a redescubrir lo que es ahora un pueblo de verdad, un sector agrario que no es el campo de cartón que, en la mayor parte de los casos, se diseña en las casas rurales.
Pero, volver a esa casa semiabandonada de ese pueblo supone darse también de bruces con otra realidad. Si miramos a la salud, aunque han mejorado las redes de asistencia en el medio rural, el nuevo vecino se encontrará que la visita del médico solamente es unas horas y un día a la semana y que las farmacias de guardia no están en cada barrio, sino una en cada grupo varios pueblos. No sirven para casi nada las tarjetas porque los cajeros no abundan, y, ya antes de que llegara la crisis a las cajas, las oficinas sólo se hallaban en pueblos intermedios donde, una sola persona se multiplica para abrir varias y sólo unas horas al día. Al margen de las producciones propias de huertas o animales, para el suministro alimentario, hay una dependencia diaria de las furgonetas ambulantes con productos más caros que, en muchos casos son reventa de los adquiridos en centros baratos de la gran distribución por lo que el habitante de ese medio rural paga un IPC más caro que quien viva en un centro urbano. Los más cumplidores con la religión, no oirán la misa diaria. No quedan curas. En mi pueblo, don Emérito, uno de esos nuevos curas que imparte clases por la mañana en un centro escolar y que los domingos y festivos es un todo terreno “ que dice” misa en media docena de pueblos,en ocasiones, cuando se imponen otras circunstancias como entierros(los más), bodas y bautizos (los menos), anuncia que la misa semanal será el sábado por causas de fuerza mayor, y que lo que importa, es la voluntad de cada uno y no el día para cumplir con los mandamientos...
Volver a ese pueblo semiabandonado, es una gran ocasión para que muchos descubran que, al margen de las ayudas de la PAC, que una buena parte la cobran preceptores que viven en las grandes ciudades, hay un colectivo cada día mas reducido y, lo más grave, más envejecido, que trabaja sin jornada en una actividad para la que cada día hay menos vocaciones. Ni en tiempos de crisis en los demás sectores. Su presencia en ese medio, en tantos servicios marginal, es fundamental para mantener un territorio, el 80% del país, y unas casas vacías que ahora se vuelven a abrir, que están ahí, porque durante todo el año, hay hombres y mujeres,alcaldes y concejales sin sueldos, que con escasos medios y su dedicación personal,hacen igual de luceros que de fontaneros para mantener vivos unos servcios
Con o sin crisis, para mi es sagrado en vacaciones estar con los de mi pueblo para hablar de agricultura y del gobierno, de lo mal que van las cosas siempre, y donde hay siempre hay también una mayoría que están seguros de que toda la culpa de todo la tienen los socialistas. Discuten, se lamentan, pero no se unen ni para comprar ni para vender, aunque se lo diga ahora el gobierno de los populares....