una pequeña localidad burgalesa, se encuentra entre los manifestantes. Destaca el incremento de los insumos frente a la caída de los precios de los cereales. "Lo que pedimos principalmente es la regulación de precios. El cereal ha bajado mucho, pero los abonos y fertilizantes siguen estando por las nubes", denuncia Eliseo. Explica que la crisis se agravó a raíz de la guerra de Ucrania, cuando el precio de los fertilizantes se disparó, pero después, cuando el precio del cereal cayó, los costes no bajaron. "Estamos hablando de que ahora mismo el cereal está a 216 euros la tonelada, mientras que el fertilizante está a 600 euros, y esto es imposible de sostener", asegura.
Además de la situación económica, la climatología ha jugado una mala pasada este año a algunos agricultores. Eliseo menciona los problemas que ha tenido con la cosecha de girasol, que se ha visto gravemente afectada por las lluvias y el viento. "Las lluvias hicieron que la siembra fuera más tardía y ahora, con el viento, el girasol se ha tumbado en muchas fincas y es posible que no se pueda recoger", dice.
La situación no es exclusiva de Villegas. José Daniel, agricultor de Villaquirán de los Infantes, también ha acudido a la manifestación en Valladolid. En su caso, trabaja en una cooperativa agrícola donde cultivan trigo, cebada, patata, remolacha, girasol y guisante. "Estamos en un sector donde los precios nos están matando, no paran de entrar cereales de otros países, sobre todo de Ucrania, y los puertos están saturados", explica con frustración. Pese a que las cosechas de este año han sido buenas en términos de producción, los costes son tan elevados que muchos agricultores están viendo cómo los beneficios se esfuman.
preocupados también por el petróleo
José Daniel señala también los efectos de la guerra en Ucrania e Israel en el precio del petróleo, lo que encarece aún más el proceso de producción. "Ya nos están avisando de que el precio del petróleo subirá y eso afectará de nuevo a nuestros costes de producción", afirma. Además, el agricultor muestra su preocupación por las recientes lluvias en Burgos, que han arrasado la cosecha de patata en algunos valles de la provincia: "A nosotros nos queda por recoger una hectárea y media de patata, pero con las crecidas de agua que se esperan, es posible que suframos también daños".
la tromba de agua, tan mala como la sequía
Finalmente, Roberto Gallangos, agricultor de Cerezo de Río Tirón, aporta una perspectiva diferente desde la comarca de La Riojilla Burgalesa, que ha sido especialmente castigada por la sequía. "Aquí en marzo y abril cayeron apenas tres o cuatro litros de agua, lo que no es suficiente para que la planta subsista", comenta Roberto. Este año ha sido especialmente duro para su explotación, que abarca 400 hectáreas de trigo, cebada y guisantes. "Llevamos tres años de malas cosechas y este ha sido catastrófico", añade. A los problemas de la sequía, se suma el alto coste de los abonos y herbicidas, que han seguido subiendo de precio.
La situación es compleja y afecta de manera desigual a los distintos puntos de la provincia y la región. Sin embargo, todos los agricultores coinciden en que sin una regulación de los precios y un apoyo firme por parte del Gobierno, la viabilidad del sector está en serio peligro.
"Estamos en una situación límite. O conseguimos sentarnos a dialogar y tomar medidas o el campo se va a morir", advierte Eliseo Martínez.
Mientras tanto, las organizaciones agrarias esperan que esta manifestación en Valladolid sirva como una llamada de atención para las instituciones. Las demandas no son nuevas, pero la crisis en el sector cerealista no ha hecho más que agudizarse, y la paciencia de los agricultores parece estar llegando a su fin
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