José Rico, bautizado con su nombre oficial de la partida de bautismo como Joseph Isac (sic) Vicente, es grabador de las imágenes que acompañan a las tres ediciones de la novena a Ntra. Sra. de Ayago. Es gaditano, y la primera edición de la novena se produce en Cádiz en 1815.
Siendo su composición, edición e impresión en Cádiz, teniendo en cuenta la fuerte presencia de los comerciantes redecillanos en esa ciudad,es más que seguro que ese grabado se encargara por estos al Director de Grabado de la Escuela de Nobles Artes de Cádiz, José Rico, que firma esas estampas como Rico sc.
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Estampa Ntra. Sra. de Ayago en la edición de su Novena de 1817. Autor José Rico. |
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Estampa Ntra Sra. de Ayago en la edición de su Novena de 1815. Autor José Rico. |
Está claro que se utilizó la misma plancha para la impresión del grabado: las imágenes son idénticas; la de 1815 peor conservada.
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Portada de la Novena a Nra. Sra. de Ayago en su edición de Cádiz, año 1815. |
Son varias las obras de José Rico, hombre muy devoto y cofrade de varias cofradías gaditanas, se asemejan a ésta de la novena a la Virgen de Ayago.
Por ejemplo ésta de la Virgen de la Candelaria tiene la misma configuración y estructura.
Esta biografía de José Rico, que se publica a continuación, está tomada de la parte final del artículo de
José María
Collantes González,(UNED),
Nuevos, datos en torno a la Sta. Cueva de Cádiz:
notas sobre una estampa del grabador José Rico*:
"...El grabador José Rico.
Algunos autores han puesto de manifiesto que no
se ha estudiado en profundidad a los grabadores gaditanos, aunque la importancia comercial de
Cádiz en el siglo XVIII se vio reflejada
en numerosas imprentas y en el comercio
de estampas (Gallego Gallego, 1979: 310).
Sobre
José Rico,
desde la obra de Ossorio hasta la actualidad no se ha añadido prácticamente nada; grabador en
cobre, residente en Madrid en los primeros años del siglo XIX, con grabados
para publicaciones de música, para la Biblia y otros temas religiosos (Ossorio
y Bernard, 1868: 163). Lo que sí han
añadido autores posteriores, además de catalogar parte de su obra, han sido
unas fechas que sitúan su actividad entre 1787 y 1827, erróneamente, ya que
falleció en 1822. Así encontramos estas
mismas fechas repetidas en el Repertorio de Grabados Españoles en la Biblioteca
Nacional (Páez Ríos, 1983: 22) o el
Repertorios de Grabadores Españoles (Correa Ruiz, 1981: 282).
No es el objetivo
de este trabajo hacer un catálogo de su obra, pero sí intentaremos aportar algunos
datos a la desconocida biografía de este artista.
Nació en Cádiz el
2 de junio de 1754. En su bautizo, celebrado una semana más tarde, el 9 de
junio, le pusieron los nombres de Joseph Isac (sic) Vicente.
Hijo de José
Rico, natural de Zalamea la Real, y de Rosalía María Lázaro, natural de Cádiz,
tuvo seis hermanos,
sobreviviéndole sólo dos, una hermana, María Rico, que profesó como religiosa
en el convento de la Concepción de Lebrija con el nombre de Sor Francisca María
de San Cayetano y un hermano que también siguió la vida religiosa, Juan Rico,
como presbítero.
Contrajo
matrimonio con Inés Gómez, el 16 de septiembre de 1776.No tuvieron
descendencia.
En
su formación como grabador
tendría mucho que ver su entorno familiar, ya que su padre, José Rico Romero,
fue platero, lo que nos da una idea de que sus inicios estarían
relacionados muy probablemente con la Escuela de Dibujo que se crea en 1777,
perteneciente a la congregación de San Eloy del Colegio y Arte de Platería, del
Gremio de Plateros. Era fundamental para sus operarios ya que no existía otro
organismo de esas características. Uno de los primeros grabados que se conoce de
José Rico data de 1778, realizado para la Esclavitud del Santísimo de Cádiz, y
representa al Santísimo Sacramento y las ánimas del Purgatorio.
Esta carencia de
centros de enseñanza la quiso remediar, en 1779, el regidor don Francisco de Huarte solicitando al Ayuntamiento la creación de
una Academia de Bellas Artes. Por su parte, la Congregación de
Arte de Platería solicitó abrir una Academia de Dibujo, autorizándose el 28 de
mayo de 1779. Los problemas económicos obligaron a cerrarla en 1785. No
obstante, estas enseñanzas artísticas continuaron gracias al Gobernador de la
plaza, el conde de O’Reilly, quien estableció una escuela gratuita de Dibujo,
Aritmética y Geometría en el Hospicio. Con su éxito se puso en evidencia la
necesidad de un centro con más posibilidades (Martínez López, 2001: 22).
Ya desde el año
1785 y siguientes, se trata con diligencia este tema hasta llegar a conseguir,
gracias a la intervención del Gobernador don Joaquín de Fonsdeviela y Ondeano,
la creación de Escuela de Nobles
Artes el 27 de marzo de 1789. El sitio elegido fue el antiguo palacio de
Recaño, cuya torre es la
conocida como torre Tavira.
Para procurar una
buena formación, la Escuela convocaba becas para que los alumnos pudieran estudiar fuera de
Cádiz, siendo Madrid fundamental para los estudiantes de Grabado, debido a que
la Real Academia de San Fernando de Madrid es la institución clave para el
desarrollo del grabado ilustrado. Los estatutos de la academia madrileña de 1757 contemplaban la enseñanza del Grabado, de la
cual se encargaban dos directores. Juan Bernabé Palomino fue el director con más relevancia en
su enseñanza hasta su muerte en 1777, fecha en que le sucedió Manuel Salvador
Carmona, manteniéndose en el cargo hasta 1820, fecha en que murió (Carrete
Parrondo, 1994: 439-449).
En su proceso de
aprendizaje, José Rico formó parte del alumnado de la Escuela de Nobles Artes
de Cádiz y estuvo pensionado en Madrid. Uno de sus primeros trabajos
importantes es su intervención en la obra de Palladio Los Cuatro Libros de
Arquitectura, cuyas láminas grabadas se comenzaron a realizar en 1795,
contribuyendo con cinco gra- bados (AA.VV. 2004: 228).
En la Junta que
celebra la Escuela de Nobles Artes de Cádiz en marzo de 1797, se presenta una memoria donde se
da cuenta de que José Rico se encontraba en Madrid para perfeccionar su
formación en el Grabado —todavía no incluido en las enseñanzas impartidas en la
Escuela de Cádiz— y que lo hacía con sus propios medios económicos, situación
que podría imposibilitarle continuar con sus estudios por no poder hacer frente
a los gastos. Rico solicitó una pensión, añadiendo en el informe sus últimos
trabajos para que pudieran convencer de lo provechoso de estos estudios.
El dictamen de la
Junta fue favorable, concediéndole una cantidad mensual (trescientos reales de vellón)
para que pudiera continuar su formación en el Grabado, teniendo que remitir a
la Academia pruebas de todos sus grabados como garantía de su provecho y poder
regresar a Cádiz como profesor.
Esta pensión
confirmaba la preocupación de la Escuela por la formación en el Grabado, aunque todavía no
existiera como asignatura, interés que continuaba en junio de 1798 cuando se
pensionaba a otros alumnos para estudiar en la Real Academia de San Fernando
(Gascón Heredia, 1989: 121-122).
José Rico seguía
pensionado en Madrid en 1800, como así lo atestigua la estampa objeto de
nuestro estudio, que lo cita expresamente; «Grabada por Josef Rico, Pensionado
por la Escuela de Nobles Artes de Cádiz, en Madrid en 1800».
No obstante, la
crisis económica que padeció el centro no permitió afrontar durante mucho más tiempo los gastos
que acarreaban los pensionados. En 1801, tras la epidemia de fiebre amarilla,
se suspendieron las
pensiones de José Rico y otros alumnos, aunque la Junta manifestaba su
propósito de reanudar el pago de estas becas cuando mejorara la situación
económica de la Escuela (Gascón Heredia, 1989: 123).
Hasta 1805 no
contó la Escuela de Nobles Artes de Cádiz con la clase de Grabado, nombrando
profesor a José Rico, con 500 reales mensuales. El director de la clase de
Grabado era el único profesor de esta materia. No ocurría así con los
directores de Arquitectura, Pintura y Escultura, que tenían cada uno dos
profesores ayudantes en calidad de tenientes directores (Gascón Heredia, 1989:
140).
Precisamente al
año siguiente, en 1806, grabó el retrato del Marqués de ValdeÍñigo, con dibujo
de José García,
estampa incluida en la Carta Edificante, obra que hemos citado anteriormente.
Otro de sus
retratos es de uno de los militares españoles que lucharon en la guerra contra
los franceses. Así El
Conciso anunciaba en agosto de 1812 que José Rico, Director de Grabado en la
Academia de Nobles Artes de Cádiz había realizado el retrato del general
Ballesteros, dando cuenta de los lugares en donde se podría adquirir al precio
de seis reales.
Por esa época
también se encargó, junto con Juan de Valderas, del estampado de las láminas
que ejecutaron
prestigiosos grabadores para la obra que sería usada por los alumnos de la
Escuela para el estudio de
Arquitectura; Principios de Arquitectura
según el sistema de Vignola. Gracias a la holgada situación
económica que vivía la Escuela se pudo llevar a cabo esta publicación encargada
a su secretario, D. Tomás de Sisto y Bacaro, que se publicó en Cádiz en 1813
(Martínez López, 2001: 40-41).
Poco duraría esta
situación boyante, teniendo que suspender, en 1815, debido a la precaria situación
económica que pasaba la Escuela, el medio sueldo de retiro que se le abonaba
como Director de la
clase de Grabado, con intención de reanudarse y abonarle lo que se le adeudara cuando mejorara
la situación económica (Gascón Heredia, 1989: 304) En 1817, aparece empadronado
en el barrio del Nuevo Mundo, en la calle de la Encarnación, número 160.
En 1820 se
encuentran entre el profesorado de la Escuela diez de los antiguos alumnos que estuvieron
pensionados en Roma, Sevilla y Madrid, entre ellos José Rico.
En su testamento, fechado a 22 de julio de 1822, encontramos
bastantes datos de su vida que nos pueden ofrecer una visión más cercana de
nuestro personaje, como su relación con el padre Gandulfo, ya que lo nombra
—facultándole al igual que a sus albaceas— para que elijan el lugar donde será enterrado
en el cementerio de la ciudad, así como la clase de funeral, entierro, oficio y
número de misas que en sufragio por su alma se hayan de decir.
Como
hombre religioso,
su testamento nos ofrece interesantes datos sobre la religiosidad popular de la época, no
tan distinta de la actual, indicando que es hermano de las hermandades de la
Virgen de los Remedios, sita en el convento de franciscanos observantes y de
Nuestra Señora de los Desamparados, que radicaba en esa época en la parroquia
de San Antonio y que actualmente tiene su sede en la Real Parroquia del Santo
Ángel Custodio (Castrense). Da las órdenes para que tras su fallecimiento se
avise a los mayordomos de estas hermandades:
Para que dispongan la concurrencia
de sus insignias a mi funeral, y entierro, y que se apliquen en sufragio de mi
alma las misas, y oraciones que acostumbran hacer con sus hermanos difuntos en conformidad,
y con arreglo a lo que previenen las constituciones de ambas hermandades.
Testimonio de la
pasión por su arte y de la precaria situación en la que vivía, es el relato de
sus bienes. En su casa guardaba millares de estampas de
diversos tamaños, tanto obras suyas como de otros artistas, pasando del
centenar las que tenía enmarcadas, además de planchas de cobre, algunas grabadas
por él y otras compradas y grabadas por otros artistas, junto con láminas de
cobre, listas para grabar, de todos los tamaños.
Tan sólo queda
fuera de lo relacionado con su profesión los muebles, menaje y adornos de la
casa, su ropa y una pequeña cantidad de dinero en efectivo para su manutención
y para costear la medicación de su
enfermedad.
Deja también
especificados, en esos últimos momentos de su vida, los trabajos que tiene pendientes
de cobrar, declarando que hizo entrega, primero a Diego Pisano en tres
ocasiones, de lotes de estampas para su venta en América y «que no tengo en mi
poder resguardo, ni documento alguno, que acredite dicha entrega, ni menos he
cobrado cosa alguna del valor de las mismas estampas». Lo mismo le sucedió en
otra ocasión al entregarle también estampas, sin documentación acreditativa, a
Antonio Recio para que las vendiera también en América. Este último a la hora
de redactar el testamento ya había fallecido, pero relata estos dos hechos para
que se tenga constancia de ello y que sus albaceas y herederos pudieran
intentar recaudar algo de ello.
También declara
que entregó, a través de Lorenzo Macías, a un capitán y piloto llamado Fulgencio Alveza unas
cuatro mil estampas para el Puerto del Callao de Lima, teniendo esta vez recibo
firmado por el contramaestre del buque en que se embarcaron, aunque no recibió
tampoco ningún dinero por todas estas estampas, esperando que sus herederos
puedan conseguir cobrar algo.
Con respecto a su
relación con la Escuela, manifiesta que tiene en su casa tres estampas pertenecientes a
la Academia de Nobles Artes de Cádiz, que le servían para la instrucción de sus discípulos cuando
estaban en su casa en tiempo de vacaciones y por ello ordena que se devuelvan a
la citada Academia.
Es importante la
aparición en el testamento de otro grabador de Cádiz, José Grillo, al que
nombra como su oficial,
legándole los buriles y demás
instrumentos que tiene en uso, además de cuatro bolitas de barniz
para grabar al aguafuerte.
De otro
instrumental de grabado, como el tórculo o prensa de estampar o imprimir y un
barril de tinta para ese
uso, era su deseo que lo vendieran sus albaceas e invirtieran el dinero en
sufragios por su alma. Sus
albaceas testamentarios fueron; su hermano Juan Rico, Pedro Alcántara teniente
de arquitectura y Manuel Montano teniente de pintura en la Academia de Nobles
Artes de Cádiz.
Al no tener
herederos legales ascendientes o descendientes, nombró herederos a su hermano
Juan Rico, a sus
cuñadas Nicolasa y Juana Gómez y a su sobrina política, María Sevilla, hija de
su otra cuñada fallecida,
Isabel Gómez.
A los trece días
de testar, José Rico fallecía el 3 de agosto de 1822.
Una vez
despejadas algunas incógnitas de su vida, señalaremos algunos datos de su obra, centrándonos
también en los aspectos menos conocidos.
Como muestra del
desconocimiento de la figura de nuestro grabador, Gallego dice, cuando se
refiere a José Rico, que «no puedo asegurar si se trata del mismo grabador que
actúa en Madrid en diversas publicaciones musicales a fines del XVIII y del que
Oss rio cita ilustraciones para una Biblia, una Equitación y estampas
religiosas» (Gallego Gallego, 1979: 310).
Podemos confirmar
que interviene con sus grabados en publicaciones musicales, como la obra Principios para
tocar la guitarra de seis órdenes, precedidos de los Elementos generales de la música, dedicados
a la Reyna Nuestra Señora, por el capitán D. Federico Moretti, alférez de
Reales Guardias Walonas, impresa en Madrid en 1799.
Sobre las
ilustraciones para una Biblia, en los fondos bibliográficos de la Real Biblioteca
y de los Patronatos
Reales se encuentran dos ediciones de la Biblia Vulgata Latina que cuentan con grabados de José
Rico, una impresa en Valencia en 1790 (Registro nº 12382) y otra en
Madrid en 1807 (Registro nº 12384).
En el tema de la
equitación, además de realizar tres estampas para la obra del barón de Bohan, Principios para montar é instruir los
caballos de guerra, impreso en Madrid en 1827 (Carrete Parrondo, 1994:
538), la Calcografía Nacional conserva una lámina titulada Esqueleto del
caballo, correspondiente a la Cartilla de Equitación, grabada por José Rico por
dibujo de Cosme Acuña (AA.VV. 2004: 293).
Dentro
del género de estampas religiosas,
además de la que estamos tratando, encontramos en su obra estampas que reflejan
la moda de la segunda mitad del siglo XVIII de reproducir la pintura por medio
del grabado. Aunque esto se hizo de una manera oficial al crearse en Madrid, en
1789, la Compañía para el grabado de los cuadros de los Reales Palacios,
también fue habitual que algunos grabadores reprodujeran obras pictóricas,
sobre todo en aquellos formados en el extranjero o en la Academia de San
Fernando (Carrete Parrondo, 1994: 564-575).
La pintura
barroca de la escuela española fue la preferida por los grabadores del XVIII y
Murillo el más admirado y
reproducido. Así, José Rico, hizo una Santa Rosa de Lima «copiada del original
de Murillo que conserva en su colección D. José Ignacio Lezcano, Consiliario de la Academia de Bellas Artes de Cádiz»
(Carrete Parrondo, 1994: 589-591) Rico no sólo
acude a la pintura, sino que utiliza el grabado para reproducir esculturas y arquitecturas.
De las primeras podríamos poner como ejemplo el grabado que hace de los Santos Patronos de
Cádiz, san Servando y san Germán, obras de Luisa Roldán, la Roldana, en 1687,
que se encuentran en la
Catedral de Cádiz (Moreno de Soto, 2012:81-82). De las segundas y dentro del
tipo de la arquitectura efímera, podríamos citar el grabado de un catafalco
levantado a la muerte de Carlos III cuyo dibujo se debe a Torcuato Benjumeda.
Es imposible
recoger en este artículo la totalidad de su obra, pero para finalizar citaremos
uno de sus trabajos
como muestra del nivel económico y la sensibilidad artística en el Cádiz de
finales del siglo XVIII y
principios del XIX, cuando un rico comerciante llamado Sebastián Martínez**, gran coleccionista de
obras de arte que fue retratado por Goya, encargó a José Rico, hacia 1807, un artístico grabado
que utilizó como tarjeta de visita.
Somos conscientes
de que queda mucho de su vida y obra por investigar. No obstante, concluimos
este acercamiento al artista José Rico, uno de los grabadores más importantes
de Cádiz, cuya figura hemos querido reconocer..."
Notas:
*José María Collantes González,(UNED), Nuevos, datos en torno a la Sta. Cueva de Cádiz: notas sobre una estampa del grabador Jose Rico*.
Cuadernos de Ilustración y Romanticismo. Revista Digital del Grupo de Estudios del Siglo XVIII. Universidad de Cádiz / ISSN: 2173-0687, nº 21 (2015), pgs. 274-278.
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Tarjeta de Sebastián Martínez.
Autor José Rico. |
**Estuvimos pendientes de identificar a este Sebastián Martínez, por si fuera oriundo redecillano de la familia de los Martínez Junquera, pero no, no tiene relación con Redecilla del Camino, aunque es riojano de Treguajantes, y pasó parte de su vida en Cádiz, donde seguro que pudieron tener relaciones.
Archivo Catedralicio
de Cádiz (ACC),
Sección Libros Sacramentales
de Santa Cruz. Bautismos, libro 57, f.68 v.
ACC,
Sección Libros Sacramentales de Santa Cruz. Matrimonios, libro 37, f.9
El
Conciso, 24 de agosto de 1812, p. 8
Archivo
Histórico Municipal de Cádiz (AHMC), Barrio de la Cuna, Padrones de los 17 barrios, libro 1062, p.13