jueves, 19 de noviembre de 2020

Crecer para morir: el círculo vicioso de las exportaciones agroalimentarias. La alimentación en el centro para transformarlo todo.

 La crisis del coronavirus nos ha recordado que la agricultura es una actividad esencial 
y, a la vez, nos muestra las vulnerabilidades de nuestro abastecimiento alimentario
 en una economía globalizada atrofiada de tanto crecer. 
Para rearticular en lo local la economía y en especial la alimentación, 
necesitamos revisar nuestras creencias, valorar y visibilizar, para que florezcan, las alternativas agroalimentarias
que están construyendo una economía arraigada en los territorios con justicia social y ambiental. 
¿Cómo lo hacemos?

Universidad de Sevilla,
Fuente Soberanía Alimentaria.


Crecer para morir: el círculo vicioso de las exportaciones agroalimentarias.
 «¡Arriba las manos, esto es un mercado!»,
del Comando Forquilla Ganivet

En las últimas décadas, una parte del sector agroganadero local se ha modernizado y se ha insertado en las cadenas globales de valor con una creciente orientación agroexportadora. Esta dinámica, lejos de hacerle ganar valor añadido, lo ha sumido en una profunda crisis económica que se expresó en las manifestaciones del otoño de 2019. Invirtiendo en tecnologías que implicaban costes crecientes además de impactos ambientales, el sector agroganadero, incluida una parte importante de la agricultura familiar, no ha dejado de aumentar sus producciones y sus exportaciones. Sin embargo, Europa vive desde hace décadas un problema estructural de excedentes que empobrece y expulsa a quienes trabajan en el campo. Recordemos que los excedentes han costado mucho dinero a la Unión Europea en el pasado llegando a tener que financiar su destrucción o subvencionar sus exportaciones contribuyendo, paradójicamente, al hundimiento de los precios internacionales. Sin duda, también han contribuido a ello la liberalización de los precios agrarios que han impulsado los acuerdos internacionales de libre comercio y la adaptación a los mismos de las últimas reformas de la PAC.

   La defensa de la orientación exportadora de nuestra agricultura no es una solución, sino un círculo vicioso que nos debilita.   

Deberíamos empezar a comprender que la defensa de la orientación exportadora de nuestra agricultura no es una solución, sino un círculo vicioso que nos debilita: invertir en profundizar la mecanización y la digitalización agraria implica nuevos costes para aumentar aún más producciones que generan nuevas reducciones de precios pese a los intentos de diferenciación en calidad. Exportamos cada vez más e importamos también más alimentos, lo que nos hace crecientemente dependientes de los mercados internacionales. A la vez, se reducen en número las fincas y aumenta su tamaño, en una dinámica de crecer o morir que termina siendo de crecer para morir. Estos procesos generan fuertes impactos ambientales que están destruyendo nuestra capacidad futura de alimentarnos: creciente consumo de energía tanto en la producción como en el transporte de los alimentos; pérdida de fertilidad del suelo y de biodiversidad, como en el caso de los monocultivos del olivar andaluz; contaminación y agotamiento de los acuíferos, como en los invernaderos de hortalizas en Almería o de la fresa en Huelva; ganadería intensiva con fuerte contribución al cambio climático que desestabiliza la economía de la ganadería extensiva y de las dehesas, por ejemplo, las macrogranjas porcinas, etc. A ello se unen la reducción del empleo y la degradación de las condiciones laborales en el campo, en especial para la mano de obra asalariada jornalera, mucha inmigrante pero también local.

¿Realmente debemos seguir promoviendo las exportaciones agroalimentarias para intentar compensar el déficit de la balanza de pagos y la factura energética? ¿No sería una solución más estratégica relocalizar y reterritorializar una parte creciente de nuestra producción alimentaria y también industrial, incluida la de material sanitario, y moderar así las vulnerabilidades socioeconómicas de una crisis como la actual? ¿No deberíamos, además, bajar el consumo de energía asociado al transporte a larga distancia de los alimentos y otros bienes necesarios para poder mitigar el cambio climático y la crisis energética? Ese es el debate hoy: es necesario y urgente que las prioridades cambien.

Rearticular en lo local los sistemas agroalimentarios: ¿cómo lo hacemos?

Disminuir el número de fincas y aumentar la escala y la intensificación, rebajando la mano de obra y dañando el medio ambiente nos hace vulnerables: ¿no tendría más sentido mantener e incluso aumentar el número de fincas, reduciendo la escala, defender el empleo agroganadero, eliminar excedentes y orientar las producciones prioritariamente a los mercados locales con criterios de calidad, sostenibilidad y justicia social?

Una parte del sector agroganadero europeo, hombres y muchas mujeres del campo, está desarrollando ya desde hace décadas nuevas estrategias de reducción de insumos, actualizando saberes tradicionales para el rediseño de los agroecosistemas con innovadores criterios agroecológicos. También están diversificando sus producciones con estrategias multifuncionales, defendiendo los mercados locales y abriendo canales de comercialización en alianza con nuevos agentes rurales y urbanos, representantes de una sociedad activa y comprometida. ¿Qué racionalidad económica necesitamos que guíe a los hombres y las mujeres del campo?: ¿maximizar beneficios y producciones, minimizar el empleo entendido como un coste o generar autonomía económica manejando la biodiversidad con conocimiento campesino y defender un modo de vida con una ética del cuidado? ¿Qué racionalidad económica necesitamos que guíe nuestros hábitos alimentarios?: ¿supermercados desconectados de los límites de la naturaleza o el cuidado y la justicia socioambiental? Todavía tenemos una agricultura familiar y cooperativa campesina que trabaja la tierra cuidándola como modo de vida, buscando la estabilidad y la autonomía, generando vínculos de vida cotidiana con las gentes de sus territorios a quienes alimentan desde la proximidad relacional y física. Este es el sector agroalimentario que necesitamos.

Esta propuesta de soberanía alimentaria no es ni autárquica ni excluyente. Es un cambio de modelo y de prioridades de forma que el comercio internacional sea subsidiario del abastecimiento alimentario y no al revés, primando la proximidad para reducir las vulnerabilidades y la volatilidad de los mercados globales. La crisis del coronavirus nos recuerda que es el momento de preguntarnos hacia dónde caminamos y qué futuro agroalimentario queremos.

Nuevas políticas públicas

Esta transición necesita de políticas públicas a su favor y en este caso debemos poner la atención en la PAC, especialmente ahora que las negociaciones sobre su reforma están abiertas. Toda política pública necesita un modelo de referencia para fijar objetivos y diseñar políticas coherentes y eficaces. La PAC lleva décadas defendiendo formalmente un modelo agrario europeo basado en la multifuncionalidad, la sostenibilidad y la agricultura familiar y cooperativa, pero destinando la mayor parte de las ayudas a explotaciones intensivas agroexportadoras integradas en cadenas globales agroalimentarias. Es el momento de una PAC coherente para la reconversión agroalimentaria que necesitamos.

El debate sobre la PAC no está solo en los instrumentos, ayudas de primer o segundo pilar, sino sobre todo en el para quién y para qué. Estas cuestiones están interrelacionadas porque la forma en que se cultiva, se crían animales y se elaboran alimentos no es solo una cuestión técnica sino también sociocultural, económica y política al mismo tiempo.

Es necesario revertir la actual distribución desigual de fondos agrarios según la cual el 80 % del dinero lo recibe el 20 % de los beneficiarios de mayores dimensiones. La PAC debe dejar de subvencionar, e incluso comenzar a penalizar, las grandes propiedades de tierras y los modelos intensivos agroexportadores que tienen que iniciar urgentemente su reconversión. Este proceso implicará la destrucción de empleo en las industrias de insumos agrícolas, que tendrán que redirigirse hacia otros sectores del sistema agroalimentario o hacia otro tipo de actividades en un proceso general de reconversión económica y productiva para la mitigación del cambio climático. En todo caso, será necesario que mucha más gente trabaje el campo en un proceso de reagrarización y reruralización de la vida. Para ello las condiciones materiales y simbólicas del trabajo en el campo tienen que cambiar.

La PAC debe concentrar sus fondos en la agricultura y la ganadería a pequeña escala donde predominan el autoempleo y las racionalidades económicas sociales y cooperativas. La profesión agroganadera tiene que dignificarse y las políticas públicas pueden contribuir a garantizar una renta agraria mínima para todo agricultor o agricultora que trabaje la tierra con criterios agroecológicos y genere empleo de calidad. De la misma forma, los derechos laborales y sociales de quienes trabajan en el campo, libres de discriminaciones raciales o de género, deben estar garantizados por el conjunto de la sociedad; la producción de alimentos ha de considerarse un servicio público esencial.

Las políticas públicas deben garantizar una renta agraria estable capaz de atraer a la juventud y en especial a las mujeres a formas agroecológicas de producir alimentos y a la dinamización de mercados locales. Recordemos que los procesos de despoblamiento rural están, en muchos lugares, asociados a la emigración de las mujeres como resultado de la falta de oportunidades para desarrollar un proyecto de vida autónomo en el medio rural. Para ello son necesarias políticas imaginativas y activas de acceso a la tierra para mujeres y jóvenes a través de bancos de tierra y políticas integrales de reforma agraria destinadas a dinamizar nuevos sistemas agroalimentarios locales. Para ello, las políticas públicas, más allá de la PAC, tendrán que financiar unos servicios públicos de asesoramiento agroecológico, con personal técnico formado para ello, articulados con una investigación participativa al servicio de quien trabaje la tierra, transforme alimentos y los comercialice en el ámbito local.

No se trata de subsidiar actividades económicas que no son viables. Por el contrario, se trata de impulsar un cambio en la forma de producir y comercializar alimentos hacia una nueva economía local próspera y estable. Se trata de favorecer una estabilidad que se asienta en una población local que come cotidianamente alimentos saludables de proximidad con precios asequibles y así garantiza unos ingresos estables para productores y productoras locales que practican una agroecología de bajos insumos y costes.

Necesitamos una nueva PAC para colocar la alimentación en el centro y rearticular las economías locales en torno a ella, ayudas para acompañar la reconversión no solo del modo de producir alimentos, sino también de su comercialización y consumo. La compra pública de alimentos locales en escuelas, hospitales, centros de mayores… junto a la dinamización de canales cortos de comercialización y mercados locales tienen que ser políticas públicas generalizadas en los territorios para esta transición en marcha.

   Necesitamos miradas nuevas que vean en lo rural el espacio que nos da la vida, territorios llenos de sabiduría, riqueza y belleza que hay que defender.   

La alimentación en el centro

Para colocar la alimentación en el centro y rearticular la economía de nuestros territorios hay que comenzar con un cambio cultural profundo. Necesitamos cuestionarnos los sesgos que se esconden detrás de nuestras miradas hacia lo agrario, lo rural y lo doméstico cuando los vemos como mundos a abandonar, atrasados, sin valor. Necesitamos cuestionar los relatos que nos impulsan a fortalecer unas dinámicas suicidas con mitos de riqueza, progreso, desarrollo, eficiencia, productividad, competitividad y crecimiento, que en realidad implican daño para las personas y para la naturaleza de la mano de pérdidas de empleo, aumento de las desigualdades sociales, empobrecimiento para la mayoría, en especial para quienes trabajan la tierra, y destrucción de unos recursos naturales imprescindibles para la vida.

Necesitamos miradas nuevas que vean en lo rural el espacio que nos da la vida, territorios llenos de sabiduría, riqueza y belleza que hay que defender. Necesitamos ver y sentir el mundo agrario campesino y agroecológico con el reconocimiento y agradecimiento que merecen quienes nos alimentan sin destruir nuestras posibilidades futuras de vida. Necesitamos disfrutar todos, no solo las mujeres, de nuestras cocinas y nuestra comida diaria como parte del cuidado y del cariño compartido con nuestra gente querida. Los cambios que necesitamos solo podrán venir de la mano de una nueva forma de sentir y mirar el mundo agrario, rural y culinario. Nuestra capacidad actual y futura para alimentarnos es lo que está en juego. Es, sin duda, el momento de plantearnos el futuro hacia el que queremos caminar y comenzar a dar los pasos hacia él.

Marta Soler Montiel

Universidad de Sevilla.

jueves, 12 de noviembre de 2020

¿Para cuándo una etiqueta Cruelty free que garantice que un alimento vegano ha sido producido sin ocasionar maltrato a los campesinos?.

 Los ganaderos de montanera, trashumancia y pastoreo, 
que continuamos apacentando a nuestros rebaños en modo tradicional 
con lo que produce el campo,
somos LIBRES DE CRUELDAD..
Los “ecologistas de pandereta” suelen ser urbanitas 
que prefieren superalimentarse con maca andina y chía mesoamericana 
antes que con un lechazo de pastoreo y km 0.


Patricia Palmero, ganadera, escritora
y alcaldesa de Prado, Zamora.
Europa prima la agricultura ecológica, lo que motiva que negacionistas de la emergencia climática y el Green New Deal se cambien de chaqueta: son los “ecologistas de PAC”

En nuestro Edén ultraliberal, donde todos tenemos un precio, la tierra es un bien raíz más. Y como tal, su función no es la de producir garbanzos, queso de oveja, aceite o aerogeneradores, si no la de rentar el máximo beneficio económico a su propietario

Si a lo anterior sumamos, que la ganadería de montanera, trashumancia y pastoreo está siendo fagocitada por la industria del pienso para humanos, verbigracia la industria alimentaria, que no necesita tierras sembradas de cereal o forraje, porque las integradoras imponen que sus animales se ceben sólo con sus piensos compuestos medicalizados, entenderemos mejor el cambio de rumbo que se está produciendo en el rural español.

Lejos quedan ya aquellos años de reivindicaciones agrarias vitales y sujetas a lógica. Sólo unos pocos podríamos hoy contextualizar históricamente aquel “La tierra para el que la trabaja”. Qué importa, si ya nadie quiere trabajar la tierra. Nadie. A excepción de unos pocos, entre ellos los escasos ganaderos de montanera, trashumancia y pastoreo, que continuamos apacentando a nuestros rebaños en modo tradicional con lo que produce el campo, tal y como se viene haciendo desde que allá por el Neolítico se inventó la agricultura y la ganadería. Porque trabajar cansa, produce escasos beneficios, y es más cómodo esperar a ver qué subvenciona Europa.

A nadie sorprenda, pues, que al igual que un trigal produce trigo, y el sueño de la razón produce monstruos (Goya dixit), un sistema aberrante, y la PAC tal y como está concebida lo es, sólo pueda producir aberraciones. Como que firmes defensores de macrogranjas porcinas, algunas de ellas, por ejemplo, la de Hellín en Albacete, contamina más que una refinería de petróleo, declaren sus tierras como agricultura ecológica en la nueva PAC. O como que, puede que si llegado el caso y la PAC del futuro, Dios no lo quiera, subvencionara las fincas de algodón recogidas por esclavos negros, estos ahora ecologistas de cartera llena y sin escrúpulos ni conciencia se reconvertirían sin dudarlo en las nuevas Scarlett O´Hara.

En la gran ciudad crece otro tipo de ecologista, también de cartera llena, pero escaso sentido común. Estos ecologistas de pandereta prefieren superalimentarse con maca andina y chía mesoamericana antes que con un lechazo de pastoreo y con alimentos de proximidad y kilómetro cero. Sin importarles las consecuencias que se derivan de su libre y contradictoria elección, como el despilfarro energético en el transporte o la esclavitud a la que se aboca a algunas comunidades indígenas. Ya existe una etiqueta internacional Cruelty free (libre de crueldad), para certificar los productos de origen animal producidos sin crueldad contra éstos. Así que ¿para cuándo una etiqueta Cruelty free que garantice que un alimento vegano ha sido producido sin ocasionar maltrato a los campesinos que lo han sembrado y recolectado en cualquier parte del planeta?

Aviso para navegantes: la palabra ecología, procede del griego, oikos para decir casa y logia para conocimiento, y sirve para definir la ciencia que estudia las relaciones que establecen las infinitas especies con el medio natural que habitan. Así que eco-oportunistas de PAC y eco-urbanitas de pandereta, que no saben diferenciar al mastín del carnero padre, aparte, más nos vale a todos tomarnos muy en serio la protección de esta casa común que habitamos, o no será tan sólo el mundo rural el que no tenga ningún futuro.

(*) Ganadera, escritora y alcaldesa de Prado.

jueves, 5 de noviembre de 2020

Torre de Villaorceros en el nº2 del Boletín de la Asoc. Esp. Amigos de los Castillos, Burgos.

Víctor Barrio Sierra,
Boletín de la Delegación Provincial de Burgos, 
nº 2 noviembre 2020, páginas del 16 al 20.
Asociación Española de Amigos de los Castillos.








Hacia una aldea cosmopolita responsable de la naturaleza.

La aldea como factor de seguridad. 
Los dos grandes hábitats creados por la humanidad, la aldea y la ciudad, viven tiempos de zozobra. 
La aldea, perdida en la memoria, abandonada y tratada como un trasto inútil; 
y la ciudad, hipertrofiada, pervertida por el productivismo, malcriada por el capital y asfixiada por la prisa, 
se ha convertido en un enorme artefacto de pensamiento totalitario y hegemónico 
en el que se ha embarcado la humanidad como opción preferente de vida.
Jaime Izquierdo

Detalle de ilustración para el texto «Confesiones de una voyeur de huertos» | Comando Forquilla Ganivet

La aldea es una estructura protourbana, anterior por tanto a la ciudad y responsable de su advenimiento, cuya función esencial e irrenunciable radicaba en la gestión del territorio al que se vinculaba y que realizaba de forma organizada, regular y autorregulada, sometida a los procesos agroecológicos locales y limitada por el determinismo de los recursos renovables del entorno. Combinando unas tecnologías, las más de las veces orgánicas, con una cultura endógena creó un sistema estable de provisión de alimentos y energías para abastecer a la comunidad y comerciar los excedentes en los mercados urbanos de proximidad a los que abastecía.

Era, además, y ante todo, la más acreditada gestora local de la naturaleza que, utilizando la cultura vernácula, creó el campo, un territorio de naturaleza doméstica desde el que aprendió a dialogar con la naturaleza silvestre. Manejó las claves para conservar a ambas —doméstica y silvestre— por los siglos de los siglos hasta que el pensamiento y la ciencia industrial, productivista o conservacionista, la apartaron de sus funciones. Los acontecimientos económicos del siglo xx en Europa provocaron la quiebra de la aldea y el final del campesinado. La ciencia y la política industrial la acusaron injusta y presuntuosamente de ignorante, supersticiosa y atrasada.

Muy pocas voces salieron en su defensa ante el tsunami de la ciudad industrial. Entre ellas, la más preclara fue la de Lewis Mumford que en 1961 escribió: «Las aldeas están funcionalmente más próximas a su prototipo neolítico que a las metrópolis que han empezado a absorberlas hacia sus órbitas y a minar su antiguo modo de vida. Tan pronto como permitamos que la aldea desaparezca, este antiguo factor de seguridad se desvanecerá. La humanidad todavía tiene que reconocer este peligro y eludirlo». Esa advertencia de Mumford ha cobrado especial relevancia durante estos meses de pandemia e inseguridad urbana.

La ciudad, por su parte, fue el espacio donde la ciencia, las artes y las tecnologías inorgánicas alcanzaron su máximo esplendor. Desde su fundación hasta la Revolución Industrial, la ciudad había mantenido una relación simbiótica, cotidiana y familiar con el campo a través de un camino de ida y vuelta que unía la tierra —la naturaleza aldeana— con el mercado urbano, un espacio noble situado en el mismo corazón de la urbe. Hoy esa relación está rota y se hace preciso recomponerla.

Dos tareas se abren ante nosotros para este tiempo de reconstrucción: la integración agroecológica de la periferia agraria en el futuro de las ciudades —especialmente en las medianas y pequeñas— y la rehabilitación de los pueblos pequeños y aldeas. Para la ciudad, poner en marcha planes integrales de soberanía alimentaria y gestión integral de las zonas verdes que orlan la urbe; y para la aldea, dotarla de acceso a la comunicación telemática y poner en marcha la rehabilitación de su sistema agroecológico local.

Reactivar soberanías locales

   Apoyar la autonomía aldeana implica
una cesión de responsabilidades desde los gobiernos.   

 Como aldea cosmopolita, entendemos aquella que retoma su función de gestora y conservadora de la naturaleza y se relaciona con el resto del mundo a partir de la concertación entre sus tres componentes esenciales: el biológico —conjunto de especies y variedades domésticas y silvestres—, el cultural —conjunto de conocimientos y saberes recogidos en el cosmos, corpus y praxis local y los aportados por los nuevos tiempos— y el social —la comunidad aldeana y sus fórmulas de cohesión, cuidados y organización— que constituyen el armazón y sin los cuales la aldea no es viable y no puede desarrollar la función histórica que le es propia.

Sin estrategia, plan y gestión organizada, no hay viabilidad para la aldea. La estrategia aldeana es la herramienta que le permite anticiparse a los acontecimientos y ponerlos de su lado. Para que la estrategia despliegue toda su potencialidad, debe ser acertada y aceptada; es decir, pertinente y ajustada a las realidades y deseos de la comunidad y de todos sus miembros. Y para ello, para que la estrategia sea y se sienta como propia, lo mejor es que la elabore la comunidad aldeana desde la aldea, para la aldea y por la aldea.

En la medida que la aldea es una estructura orgánica nacida de la relación entre la naturaleza y la cultura humana, que dio como origen al campo y creó unas estructuras físicas, protocolos de trabajo, calendarios laborales, instrumentos o tecnologías y que en la actualidad se encuentra en riesgo de extinción, necesita reinventarse sabiendo que «ningún perfeccionamiento orgánico es posible sin una reorganización de sus procesos, funciones y propósitos», tal como nos recuerda Lewis Mumford.

Será necesario aumentar la autonomía aldeana ya desde el principio, en la fase de diseño de su estrategia, apoyándola para que tanto el diseño del plan como su gestión sean eficientes y cumplan las expectativas. Apoyar la autonomía aldeana implica una cesión de responsabilidades desde los gobiernos.

Aumentar la autonomía pasa por dotarla de atributos para que cumpla una función de interés para el conjunto de la sociedad y para ella misma, que ha sido pactada en la propia aldea y aceptada como pertinente por las instituciones territoriales de mayor rango competencial. Si quiere acertar en el diseño de su estrategia, debería seguir la recomendación de Marcel Proust: «Soyez vous-même, c'est votre seule opportunité d'être original» (sé tú mismo, es tu única oportunidad de ser original).

La aldea es el territorio de la naturaleza campesina

   Nuestros paisajes rurales no son ni espacios, ni naturales;
son mayoritariamente territorios de naturaleza campesina.   

 El campesino, dice el arquitecto paisajista portugués Henrique Pereira, «é um animal [racional, por supuesto] de clareiras» o, lo que es lo mismo, las comunidades campesinas en esa perspectiva ecológica histórica hicieron y mantuvieron claros en los bosques para vivir y darles otra vida, creando una segunda naturaleza y un nuevo ecotono que, por lo general, contribuyó al aumento de la biodiversidad y a la estabilidad del sistema territorial. Nuestros paisajes rurales no son ni espacios, ni naturales; son mayoritariamente territorios de naturaleza campesina, ahora abandonados, que conviven con el riesgo de incendio. Sin el concurso de las aldeas no podremos gestionar el medio rural, de ahí su importancia estratégica.

Inicié el artículo con la advertencia de Mumford sobre el valor de la aldea. Y lo voy a terminar con lo que dejó escrito en El arte general de granjerías un aldeano reconvertido a fraile, natural de La Riera, en el concejo asturiano de Colunga, que en 1711 definió lo que ahora llamamos «desarrollo sostenible». Decía fray Toribio de Santo Tomás y Pumarada: «La conservación de una cosa es su continua producción, y se reputa el conservar por lo mismo que producir, y lo mismo es estar conservando una cosa que estarla siempre produciendo».

Leyendo a fray Toribio podemos llegar al convencimiento de que las reflexiones teóricas actuales sobre la sostenibilidad, la economía circular, la biotecnología, la formación agraria, el reciclaje, el ciclo del carbono, las energías renovables o la conservación de la naturaleza, formaban parte de la práctica cotidiana de la aldea Esos saberes ecológicos estaban engarzados en un elaborado y complejo sistema de pensamiento sistémico y local de trasmisión oral y fueron desmontadas por el pensamiento analítico urbanocéntrico e industrial. De ahí el interés en recuperarlos para que nos ayuden a rescatar la ciudad para hacerla agropolitana y para devolverle a la aldea sus atributos históricos y reforzarla con la posibilidad, inédita hasta ahora, de convertirse en cosmopolita.

Jaime Izquierdo

El título y el contenido de este artículo están basados en el libro La ciudad agropolitana. La aldea cosmopolita, de Jaime Izquierdo, publicado por krk Ediciones. Oviedo, 2019.

Este artículo cuenta con el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo

fundacion rosa luxemburgo

lunes, 2 de noviembre de 2020

FotoRural 2020, ganadores: Un premio finalista a foto la Dehesa en los Montes de Ayago, Valgañón.

 

El Concurso de Fotografía del Mundo Rural ha culminado este año su XIV edición.

Acceso a Ver ganadores 2020

El planeta se enfrenta estos días a un reto colosal e inesperado. Una pandemia global y destructiva hace tambalearse al mundo y a sus sistemas. España está haciendo frente, con firmeza y determinación, a los efectos negativos del coronavirus. Hoy más que nunca, comprobamos la necesidad de contar con cimientos firmes que sustenten nuestras estructuras sociales y no dejen desamparados a los ciudadanos.

La cadena agroalimentaria, formada por cerca de un millón de agricultores y ganaderos en España, y por miles de cooperativas, industrias agroalimentarias, transportistas y establecimientos de la distribución, ha lanzado un mensaje rotundo a la sociedad: somos esenciales, hoy y siempre.

Esa cadena tiene su origen y su fundamento en el medio rural. Por eso, la XIV edición del Concurso de Fotografía del Mundo Rural dirige este año su mirada al papel esencial de toda la cadena agroalimentaria durante el confinamiento, con la temática central “ESENCIALES, HOY Y SIEMPRE”.

La Fundación de Estudios Rurales de UPA y Eumedia, S.A., con la colaboración del Foro Interalimentario y de la Entidad Estatal de Seguros Agrarios (ENESA), convocan una nueva edición de FotoRural, un concurso de fotografía que trata de visibilizar la realidad rural de España. La Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) también colabora y da nombre a una categoría del concurso.

Para el premio ENESA-Campo Seguro del concurso se valoran especialmente aquellas fotografías que resalten la condición del riesgo inherente a las actividades agrícolas y ganaderas, los fenómenos meteorológicos, la sequía, las catástrofes en el campo, el cambio climático, la sanidad y seguridad animal y vegetal, y demás facetas que se enmarquen dentro del ámbito de la seguridad en el campo.

El objetivo último del Concurso es impulsar el conocimiento de la realidad del espacio rural en su conjunto, con especial atención hacia aquellas situaciones directamente vinculadas con el trabajo de los agricultores y las agricultoras, con la oferta de productos alimentarios y de otros usos que obtienen en sus explotaciones, y con las actividades complementarias al ámbito agrario que se desarrollan en el mundo rural y en el conjunto de la cadena agroalimentaria. El ámbito territorial es el de España.

El Premio Fademur a la fotografía de las Mujeres Rurales está destinado exclusivamente a mujeres fotógrafas que reflejen la realidad de las mujeres rurales en España.

Premios

  • Primer PREMIO (Foro Interalimentario): 600€

  • Segundo PREMIO: 400€

  • Tercer PREMIO: 300€

  • PREMIO ENESA a la mejor fotografía relacionada con los seguros agrarios: 400€

  • Premio Fademur a la fotografía de las Mujeres Rurales: 400€

  • Accésit a las 20 fotografías finalistas: 80€, 
  • De los finalista publico sólo la de nuestro comarcano de VALGAÑÓN

    • José Félix Hernández Pérez,  Lluvia en la dehesa (Montes de Ayago), Valgañón (La Rioja)





viernes, 30 de octubre de 2020

Día Universal del Orgullo Rural- 16 de noviembre

El salón de plenos del Ayuntamiento de Cuevas de Almudén fue testigo, el pasado 14 de octubre, de la presentación del Día Universal del Orgullo Rural, cuya primera edición será el 16 de noviembre. 
Entre las promotoras del acto estaba Elena Ezquerro, la tía Elena, de la Hoz de la Vieja (Teruel). Elena, ademas de ser una bellísima persona, cariñosa, currante, rural... 

Los promotores de esta iniciativa son las personas que hay detrás de la Plataforma Ciudadana Rural Minera. En su afán por hacerse oír y ver han conformado hasta una bandera propia del Orgullo Rural, que se ha teñido de todos los colores de la naturaleza: el azul del cielo; el amarillo del sol; el marrón de la tierra; el verde de los ríos y la vegetación; y el rojo de los minerales. 



Pero sobre esas tintas había que colocar un elemento más, uno que denote universalidad. 
Así pues estamparon sobre la tela siete estrellas, las mismas que conforman la constelación de la Osa Mayor y que puede verse desde un solo cielo, el que nos es común a todos.
Seguiremos informando para celebrar como se merece el @Día Universal del Orgullo Rural... y que la Sierra esté orgullosa de ser rural!.


Estadística del IRPF en Redecilla del Camino; análisis con base en 2016.

Ministerio de Hacienda


Según los datos hechos públicos por el Ministerio de Hacienda la renta bruta media en el municipio de Redecilla del Camino en 2016 fue de 14.089€, -1.199€ menos que en el año 2015 . Una vez descontada la liquidacion por IRPF y lo aportado a la Seguridad Social la renta disponible media se situó en 12.494€, -923€ menos que en el año 2015.

Redecilla del Camino - Evoluión Renta bruta


Evolución de la Renta Media en Redecilla del Camino
AñoRenta BrutaVarRenta DispoVar
201614.089€-1.199€ (-8,51%)12.494€-923€ (-7,39%)
201515.288€-1.060€ (-6,93%)13.417€-750€ (-5,59%)
201416.348€444€ (2,72%)14.167€358€ (2,53%)
201315.904€0€ (0,00%)13.809€0€ (0,00%)

En 2016 Redecilla del Camino se sitúa como el municipio nº238 con una mayor renta bruta media de la provincia de Burgos, y en la posición nº1386 en la comunidad de Castilla y Leon, el 5663 a nivel Nacional (sin PV y Navarra), abajo se muestra una tabla con las posiciónes en las que se encuentran los municipios cercanos y con población parecida.

Renta Municipios Cercanos
MunicipioRenta BrutaPos ProvPos ComuPos Naci
Gaià (Barcelona)22.075€2786451414
Alicún (Almeria)16.730€332693736
Grañón (La Rioja)15.700€1061064457
Villarta-Quintana (La Rioja)15.301€1121124744
Castildelgado (Burgos)14.164€23513665600
Redecilla del Camino (Burgos)14.089€23813865663
Mesas de Ibor (Caceres)12.991€1623006372
Tormantos (La Rioja)12.817€1321326473
Benifato (Alicante)12.754€1355216505
Ibrillos (Burgos)12.533€28517526594

Los habitantes de Redecilla del Camino liquidaron 70.927€ en concepto de IRPF en el año 2016 y recibieron por parte de las diferentes administraciones de forma directa en el presupuesto municipal (capitulo 4 Y 7) 82.481€ un 116,29% de lo aportado, en la siguiente tabla podemos ver las cifras de los municipios cercanos o de población similar.

Liquidación IPRF vs Presupuesto Ayuntamiento
MunicipioLiquidaciónCapitulo 4 y 7 Presupuesto%
Gaià (Barcelona)219.103€159.567€72,83 %
Alicún (Almeria)137.040€254.215€185,50 %
Grañón (La Rioja)206.288€71.422€34,62 %
Villarta-Quintana (La Rioja)86.762€31.399€36,19 %
Castildelgado (Burgos)45.010€0€0,00 %
Redecilla del Camino (Burgos)70.927€82.481€116,29 %
Mesas de Ibor (Caceres)46.582€155.000€332,75 %
Tormantos (La Rioja)67.283€39.030€58,01 %
Benifato (Alicante)75.390€92.348€122,49 %
Ibrillos (Burgos)9.261€11.131€120,19 %

jueves, 29 de octubre de 2020

Cercas digitales: cercamiento financiero de las tierras agrícolas en América del Sur.

La tecnología de georreferenciación, y la información geoespacial que trasmite, 
se convirtieron en el principal criterio de acceso a un certificado catastral 
y al título de propiedad en el proceso de regularización de la tierra, 
lo que facilita la legalización del histórico e ilegal acaparamiento 
de tierras públicas y de colectivos originarios del territorio

Una verdadera financiarización de la tierra, de los recursos naturales y del sistema agroalimentario está en marcha a lo largo de América del Sur. En el contexto de las múltiples crisis mundiales, la presión sobre el control de la tierra y otros recursos de interés, como el agua, en la frontera agrícola ha aumentado
 considerablemente, ya sea para uso productivo o como activos financieros. Para este fin la digitalización de la gobernanza de la tierra y la tecnología de georreferenciación que la apoya están sirviendo para disimular un masivo acaparamiento de tierras digital.

La tecnología de georreferenciación, y la información geoespacial que trasmite, se convirtieron en el principal criterio de acceso a un certificado catastral y al título de propiedad en el proceso de regularización de la tierra, lo que facilita la legalización del histórico e ilegal acaparamiento de tierras públicas, incluso a favor de extranjeros, sobre todo en las zonas prioritarias de expansión e inversión de la agroindustria. La georreferenciación se convierte también como un requisito para el acceso a otras políticas públicas y de crédito rural en el sistema financiero.

A través de estas tecnologías, financiadas en varios casos por instituciones internacionales como el Banco Mundial y con recursos para el combate al cambio climático, territorios de pueblos tradicionales e indígenas son “borrados”, para luego reaparecer “legales y verdes”, en manos de los agronegocios y se les promociona como “sustentables” dentro de las cadenas globales de las mercancías agrícolas de exportación.

En este informe se evalúa la situación de la tierra y su digitalización en cinco áreas de expansión e inversión de los agronegocios en América del Sur: el Orinoco o Llanos Orientales en Colombia; el Matopiba en el Cerrado brasileño; y las regiones a lo largo de la ruta de flujo de la hidrovía Paraná-Paraguay, el bosque seco Chiquitano en Bolivia, el Chaco Seco paraguayo y el Chaco argentino.

Este informe contiene:
  • Mapa Zonas de expansión y ecorregiones de la sabana 
  • Mapa de la infraestructura logística en las zonas de expansión 
  • Mapa de Corporaciones y Fondos de Inversión en las Zonas de Expansión
  • Mapa de la infraestructura logística y los agentes agroindustriales en las zonas de expansión 
  • Tabla que detalla los elementos de los mapas
Leer el informe completo en : https://grain.org/e/6530

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jueves, 22 de octubre de 2020

El colapso de la soja. Pocilgas III

Unos 3,5 millones de toneladas de esta legumbre entran cada año por los puertos de Cataluña
 para la ganadería estabulada de la industria cárnica.

En Las fábricas de la soja se explicaba como los puertos de Tarragona y Barcelona son dos piezas clave de la conexión sojera que nos ata con Brasil, Argentina y Estados Unidos. Unos 3,5 millones de toneladas de soja entran anualmente por ambos puertos para alimentar a la ganadería estabulada de la industria cárnica, especialmente la avícola y la porcina. Cuando la dependencia es tan bestia, cuando millones y millones de animales dependen de solo dos o tres fábricas, no puedo dejar de hacerme la pregunta de ¿qué puede pasar cuando alguna de estas tres fábricas, o las tres a la vez, dejen de producir soja? ¿Qué pasaría si por alguna razón se cerrara el grifo de la soja? El estudio La Relevancia de Catalunya y el Puerto de Barcelona ofrece un dato llamativo al respecto. Si no tuviéramos a disposición la soja que se produce en otros países, se necesitaría contar con el doble de  toda la superficie agrícola actual de Cataluña... y plantarla todita de esta leguminosa. 

¿Qué circunstancias podrían provocar este colapso de la conexión sojera y por ende la imposibilidad –por escasez o por  un precio muy alto– de mantener viva la industria porcina y avícola? ¿Son hipótesis probables? Enumeremos algunas. 

Si no tuviéramos a disposición la soja que se produce en otros países, se necesitaría contar con el doble de  toda la superficie agrícola actual de Cataluña

Puesto que hablamos de un cultivo, deberíamos contemplar los riesgos de malas cosechas por problemas climatológicos que, en estos tiempos de crisis climática, son cada vez más habituales, tanto en forma de sequías como de inundaciones. Hay autores que también advierten de que la pandemia y sus confinamientos pueden derivar en una ola de “nacionalismos alimentarios” que llevarían al cierre o a la perturbación de las cadenas de suministro y los flujos comerciales. Con personajes como Bolsonaro y Trump, como gerentes de dos de estas tres fábricas, nada puede extrañarnos. Argentina tampoco es una buena garantía. La peste porcina que afecta a China está obligando a que este país compre mucha carne de cerdo en el exterior, lo que es el principal motivo del crecimiento actual de la industria porcina en todo el Estado español. Pero para encontrar un suministro de carne más barata que la europea, estos días China está negociando un acuerdo con Argentina para que el país sojero críe cerdos para la potencia asiática. Gracias a millonarias inversiones chinas, se posibilitaría la construcción de decenas de mega-macro-granjas de medio millón de cerdas que permitirían doblar la producción actual argentina. ¿La soja argentina se dedicará a suministrar estas granjas?¿Podrá Argentina ampliar su producción sojera al ritmo que exige China y seguir exportando a Europa? ¿Se encarecerá el precio de la soja para la exportación?

La UE va a iniciar la reducción del consumo de aceite de palma como biocombustible y el sustituto será el aceite de soja, que ya representa el 26% del consumo mundial

En cualquier caso, sí que podemos asegurar que la conexión sojera sufrirá una importante transformación a partir de 2023. A la polivalente soja le ha surgido un pretendiente muy poderoso, más que la industria cárnica. A partir de esa fecha, por fin y gracias al esfuerzo de muchas campañas e investigaciones, la Unión Europea va a iniciar la reducción del consumo de aceite de palma como biocombustible y se prevé que el sustituto ideal será el aceite de soja que, según el informe de Ecologistas en Acción Soja, la nueva palma de los biocombustibles, representa ya el 26% del biodiesel que se consume en el mundo. 

Venimos insistiendo en la necesidad de transformar nuestro consumo alimentario y nuestro modelo de producción; se hace mucha política respecto a la necesidad de cambiar la matriz energética para buscar las menos contaminantes; pero si no nos preguntamos, como dice el informe, para qué y para quién necesitamos tanta energía solo cambiaremos una deforestación por otra. Una desaparición por otra. Una pandemia por otra. Una injusticia por otra.

Ha fallecido Isabel García Manero, descansa en paz.

 El día 19 de noviembre ha fallecido Isabel García Manero, nacida en Cerezo de Riotirón hace 89 años,  se casó con el difunto Teófilo (Filo)...