un tesoro en peligro por el cambio climático y el abandono.
Trashumancia, una economía acorde con la naturaleza. |
En España desde el siglo XIII, la trashumancia es la fórmula ganadera de pastoreo tradicional que mueve los animales según las estaciones, Ahora es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, según ha comunicado la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Este reconocimiento ha sido aprobado el 6 de diciembre 2023 en la decimoctava sesión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial que se desarrolló en Kasane, República de Botsuana.
La declaración del deber de protección de esta forma de ganadería se extiende a una decena de países europeos: Albania, Andorra, Austria, Croacia, Francia, Grecia, Italia, Luxemburgo, Rumanía y España.
Ya en abril de 2017 el Gobierno de España declaró a la trashumancia Patrimonio Cultural Inmaterial de España. Fue, a propuesta del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, esa la declaración de la trashumancia como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial.
Para facilitar este trasiego de los ganados, no solo ovejas, España cuenta con 125.000 kilómetros de vías pecuarias que cubren todo el territorio peninsular y de las islas, que ponen de manifiesto que la trashumancia es una práctica extendida por todas las comunidades autónomas.
La Unesco destacó el papel de los ganaderos en la “documentación, la transmisión y la promoción” de la trashumancia, así como el impacto económico y social en los países donde se practica. También remarcó que esta modalidad de pastoreo es beneficiosa para los ecosistemas, ya que contribuye a preservar las razas locales y mejorar la fertilidad del terreno.
La trashumancia en España y en el mundo constituye en la actualidad un patrimonio vivo. Además de haber contribuido a conformar la identidad cultural de muchos territorios, la actividad trashumante ha originado un rico patrimonio cultural y etnográfico, reflejado en fiestas y tradiciones, en la toponimia, en la gastronomía y en toda la arquitectura relacionada con esta actividad.
La trashumancia destaca es una “práctica ancestral que implica prácticas sociales y rituales relacionados con el cuidado, la cría y el adiestramiento de los animales, así como la gestión de los recursos naturales”. Ha sido “transmitida de manera informal en el seno de familias y comunidades, y refuerza la identidad cultural y los lazos entre familias, comunidades y territorios, al tiempo que contrarresta los efectos de la despoblación rural”.
A su vez, la trashumancia porta las manifestaciones de la tradición oral, la artesanía y las técnicas de pastoreo tradicional, así como la ordenación de los pastos en el marco del derecho consuetudinario son elementos de la cultura trashumante que esta actividad ayudó a transmitir a su paso por los diferentes y distantes territorios peninsulares. De esta manera, “la trashumancia ha sido tradicionalmente un mecanismo de intercambios culturales entre los diferentes territorios de la Península”.
Al mismo tiempo, se destaca que través de la amplia red de vías pecuarias, se produjo la transmisión de noticias y conocimientos, resultando que a lo largo de los diferentes territorios se genera una cierta homogeneidad cultural derivada de las interrelaciones sociales y culturales que este pastoreo producía. La actividad ganadera trashumante ha aunado históricamente el aprovechamiento de los recursos naturales y el ganado mediante la “denominada cultura pastoril trashumante, produciendo interrelaciones familiares, sociales, económicas, patrimoniales y biológicas y modelando y contribuyendo a la cohesión y vertebración del paisaje peninsular”.
La primera regulación legal en España de la trashumancia data de 1273, y la legislación legal vigente data de 1995, donde se protegió de forma especial las rutas trashumantes tradicionales que atraviesan el territorio peninsular e isleño.
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