Julio Haya se ha propuesto combatir el éxodo rural
con la revitalización del pueblo que lo vio nacer:
Mi Aldea.
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| Casa Felicita.Germán Cabo |
A través de la rehabilitación de viviendas o solares que estaban en desuso, ya son dos las casas inauguradas en lo que lleva de recorrido: Casa Felicita y Casa Felipa. Por el camino debemos sumarles al menos otras ocho propiedades que prometen ver la luz en los próximos años, además de otros proyectos por los alrededores vinculados a la explotación agraria, de los que hablaremos unas líneas más adelante.
Mi Aldea es esa vuelta a los orígenes que tanto tiempo llevamos demandando, de devolver al mundo rural la importancia que se merece, alejarnos del ruido de las grandes urbes y presenciar el renacer de los pueblos de siempre. Además, es momento de ofrecer nuevas oportunidades a aquellas personas que en lo más profundo de su ser nunca quisieron abandonar el campo.
El lujo de volver a lo esencial
Y es que todo pueblo no existiría sin los nombres que lo habitan (o que lo hicieron en su momento). Felicita, Felipa, Elena, Emilieta, María, las Serranas…todas ellas son las protagonistas de Mi Aldea, pues suyas eran las casas que ahora pueden presumir de tener una segunda vida en esta nueva etapa y donde han mantenido los nombres de sus antiguas propietarias en un claro homenaje al pasado que nos llega en forma de nuestro presente.
Al impulsor de esta iniciativa, el arte de la hospitalidad no le viene de nuevas. Este profesor de secundaria de francés e historia que ya no ejerce, comenzó hace una década en el mundo empresarial con Apartamentos de Pradas, una empresa de alojamientos vacacionales en Valencia. En 2022 cambiaron el ritmo frenético de la capital del Túria por uno más pausado con la primera vivienda rehabilitada de Casas de Pradas: Casa Felicita.
“Mi Aldea es un proyecto global que busca poner en valor nuestra zona, utilizando la rehabilitación de las casas como motor para favorecer el desarrollo económico de la aldea, mantener viva tanto su historia como su patrimonio y crear comunidad con negocios y productores locales, a la vez que ofrecemos una propuesta sostenible de turismo de calidad a nuestros huéspedes”, indica Julio Haya...
Mucho más que la rehabilitación de viviendas
No solo de casas va la cosa. Como viene siendo habitual en estos casos, cuando se vende una propiedad, esta va acompañada de las tierras que le corresponden. Y así, a la misma vez que Julio compraba una casa, también se quedaba con sus tierras. Es justo ahí cuando entendió que los pueblos no viven solo de las personas que los visitan, sino de las que lo habitan trabajando, cuidado y acompañando un paisaje rural. “Me di cuenta que para que todo el engranaje funcione, el campo tiene que estar en marcha y en completo funcionamiento. Nos tenemos que preocupar por las personas que viven ahí, además de todo el entorno que lo acompaña”, añade...
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