Cuando hablamos de La Rioja tenemos en el
imaginario colectivo una imagen que coincide con la actual Comunidad Autónoma de La Rioja. Incluso
hablamos de Rioja Alta, Rioja Baja y Rioja Centro. Olvidamos que esta realidad,
más política que geográfica y económica no corresponde a la historia ni siquiera más reciente. Hemos
hecho desaparecer como por ensalmo, que los Cameros nunca fueron considerados
Rioja; y mucho menos se sentían riojanos los serranos del alto valle del
Najerilla, que hasta anteayer, bajaban a la Rioja, cuando se asomaban a Anguiano.
El nombre de La Rioja no procede, como popularmente se cree, del
río Oja. Por eso es conveniente trasladarse a otros tiempos, unos mil años
hace, cuando estas tierras iban definiéndose en su situación política y social, incluso religiosa y económica. Aún
paseaba por estas tierras el inmenso Almanzor
(+1002) y no acababan de asentarse los
reinos cristianos. Si del Iregua hacia arriba las tierras
habían ya sido conquistadas por tropas
cristianas del Reino de Pamplona, aguas abajo, Calahorra, permanecía aún bajo los musulmanes
de Tudela y Zaragoza. Esa entonces cuando surgen entonces documentos que nos
van dejando nombres de ciudades, regiones, ríos y montañas que a su vez van
configurando una geografía en la que hombres libres se organizaban para permanecer sin miedos a futuras
invasiones. Los reyes conceden fueros y derechos;
los caballeros obtenían jurisdicción para convertirse en señores dispuestos a la
guerra.
La Rioja siempre fue una región
En 1092 aparece un documento que nos interesa. En
el Fuero que Alfonso VI concede a
la
Ciudad
de Miranda se habla de que «sea este lugar el puente entre Álava y Logroño,
Nájera, Oca y Rioja ya que es el único puente por
aquella parte». Nos interesa que aparece el nombre de La Rioja en castellano antiguo
que aún no ha definido su ortografía, por lo que unas veces escriben riogga,
otra riu doca, otra rioga, etc. ¿Dónde se encuentra esta región? Porque es
claro que no habla de río ni de ciudad.
Pero antes tenemos que contar cómo muchos de estos
documentos no están escritos en castellano. La mayor parte de ellos, fueros,
donaciones, contratos, testamentos… se escriben en latín. Las dos lenguas conviven
pacíficamente, aunque el latín se conserva más en los documentos oficiales,
mientras que el castellano es «ya román paladino, en qual suele el pueblo
fablar a su vecino».
La gente del pueblo intenta poner en latín, una palabra que designa a una región, pero
olvidan de dónde proviene: bien pudo proceder de la lengua de los berones, o
pelendones, o vascones o cuantos pueblos
iberos pasaron por estas tierras. O de
los romanos.
La toman, pues, en sus manos y hacen lo mismo que
el pueblo hoy: ¿Rioja? ¡Pues, claro, de río Oja! Y lo ponen en latín, unas
veces como rivus otras como flumen (‘río’); y la segunda parte, casi la
transcriben (ogga, oja), no lo traducen a sus posibles sonidos castellanos
(hoja u ojo). Cuando, pues, encontramos
escrita en latín la expresión rivus-de-ogga o similares, no puede traducirse a
castellano como río Oja, sino, como lo que entonces se entendía, una región
llamada Rioja.
RIVULU
RIVALIA
..‘conjunto de riachuelos, regachos’
rialia
riolia
*riolla
rioia
Rioja
NO EXISTE EN LA HISTORIA NI EN EL
PUEBLO
UN RÍO OJA.
¿Porqué no podría llamarse río, si por allá
baja un río que llamamos Oja? Pues
porque ¡oh milagro de la historia! nunca y por ningún habitante de sus riberas ni en documentación
antigua, que no sea extraña a la tierra, se le ha llamado Oja. Siempre ha sido la Ilera, Illera o Glera.
Resulta sorprendente cómo cambios de las cuatro
últimas décadas (después de mil años
en contrario) a un cauce de río la mayor parte del
año seco y cascajoso se le puede ‘imponer’ por desidia un nombre que no le
corresponde.
O por la simple razón de encontrar un significado a
una palabra querida como es Rioja.
Nos bastará leer con detenimiento dos
documentos para entenderlo con toda
claridad.
Una es la confesión de un investigador que escribió
sobre estos mismos temas:
«A partir de esa aldea (Posadas) se da ya al río el
nombre de ilera con el que se le conocerá por cuantos viven en sus orillas
hasta el final, nombre que por cierto coincide con el de una finca en Villalobar
de Rioja llamada Ilerilla. El tal vocablo vulgar es sinónimo de Glera, que
nuestro diccionario traduce por ‘cascaja’, y
que está bien aplicado por cierto...El río se ensancha ya desde
Azárrulla y sobre todo desde
la aldea de Zaldierna y su lecho cascajoso deja sus
blancos guijarros a la vista y así seguirá
a su paso por Ezcaray, Ojacastro y Santo Domingo (…)» J. B. Merino y Urrutia, El río Oja y su
comarca, Logroño, 1968, pág. 77.
El otro documento es antiguo. Pero deja claramente
que no existe un río Oja, ya que hablando de ese caudal, de los diferentes ríos
(en el sentido de canales, acequias, canalejas, etc) que recogen o echan en él
sus aguas, no lo llaman nunca así. Los concejos de Santo Domingo de la Calzada y Santurde firman
una carta de concordia sobre uso de pastos y montes).
En la misma carta de concordia entre Santurde del Valle
de Ezcaray y Santo Domingo se habla expresamente de La Glera en repetidas veces.
Se describen los términos y límites que componen
este valle y siempre se le llama La
Glera.
Por ninguna parte aparece nada parecido a río Oja.
En este documento por tres veces se le apellida a Santurde, «del Valle de
Ezcaray».
Más aún, se trata de una concesión de aguas a los
de Santo Domingo que han de recoger
en términos de Santurde u Ojacastro, lugares donde el agua surge más tiempo y segura,
y nunca se las llama a esas aguas ni río
ni Oja, sino Madre, de donde se toma el agua
¿Dónde está el ‘río Oja’ pues? Nunca a este valle
se le llama el Valle del Oja, sino de Ezcaray
en unas ocasiones y en otras, más antiguas, de Ojacastro.
LÍMITES DE
ESTA REGIÓN
Aclarado esto nos queda definir los límites de esa
región llamada Rioja.
1.- Por occidente llegaría hasta Belorado (hoy
Burgos). Así lo define un documento de Alfonso I el Batallador en el que se
proclama «rey de todo Aragón, y Pamplona y toda la Rioja hasta Belorado».
2.- El límite oriental lo declara un contencioso
entre el Obispo de Burgos y el Cabildo
de Santo Domingo de la Calzada. El Cabildo le
niega el derecho de ejercer su potestad sobre la Iglesia de Santo Domingo
de la Calzada,
a pesar de haberlo ejercido en Pino de
Yuso, aldea situada justamente a un kilómetro de
Santo Domingo, pero al otro lado de La Glera. Es por tanto esta Glera el límite de La Rioja
primitiva (hoy la llamamos Riojilla burgalesa, que incluiría algunos
municipios, hoy ligados a La
Rioja, Comunidad Autónoma y Diócesis).
3.- El norte lo define otro documento que habla de
los diversos Señores del castillo de Grañón. De Pedro García de Lerma se dice
«que el conde Fernán González se presenta a sí mismo como Señor de Castilla,
Cerezo y Grañón, deducimos que el río Tirón es la divisoria entre la Rioja y Cerezo.
4.- El límite al sur nos lo definen los Montes de
Yuso que bordean por el norte la
Dehesa de Valgañón.
En donación de Alfonso VI de Castilla al Monasterio
de San Millán (a.1087) entre otras heredades
le concede un «lugar desierto situado en la cumbre de Rioja». Estas
heredades van subiendo desde el Monasterio de San Sebastián, objeto de la
donación,situado entre Valgañón y Zorraquín; más
arriba La Dehesa
y más arriba, la cima de Rioja.
ETIMOLOGÍA
¿Qué significa esta palabra Rioja que aparece de
tan antiguo, define una región y se sitúa en lugar que ahora, en su mayor parte
no corresponde a lo que hoy conocemos como tal? Por caminos distintos hemos
confluido en dar el mismo resultado el Prof.Claudio García Turza y el que esto
escribe. Los últimos pasos que a mí me faltaban me los indicó él mismo; mi
hipótesis de trabajo le sugirió la clave de su incógnita.
En el Códice 51 de San Milán de la Cogolla, Turza encontraba una palabra que le resultaba
enigmática rialia, junto a otra más clara auca.
Auca define la región y montes de Oca. Por mi parte
yo, por intuición, iba relacionando la palabra
rioja con otras muchas de semejante estructura:
palabras terminadas en -oja, -aja –lla (muralla,
baraja, gavilla…) que provienen de plural femenino neutro latino (terminadas
por tanto en -a) y que mantienen su significado plural con terminación femenina
singular en castellano (por ejemplo, muralla son los ‘muros’ de la fortaleza;
gavilla es un conjunto de ramas,
palos o sarmientos…).
Retornando a
Rioja, concreté que su significado
estaba efectivamente relacionado con el ‘río’ pero no se trata de una
doble palabra sino que se refiere al
‘colectivo de riachuelos, canalejas o regachos’ que en conjunto serían algo
semejante a rivalia. Por evolución sencilla, esa palabra se convirtió
enseguida en la rialia que encuentra el Prof. García Turza y que él interpreta
justamente como la región junto a Oca, que sería nuestra Rioja. De ahí a tomar
la forma de Rioja, un paso… y un par de siglos.
CONCLUSIÓN
¿Por qué, pues, la región de la Rioja es hoy una realidad geográfica tan distinta? Todas las
regiones de España y del mundo han ido modificando sus límites y situación según las vicisitudes de la historia.
Para mí personalmente el primer impulso de emigración de esta ampliación hacia la actual Rioja lo dio una persona excepcional, Santo
Domingo de la Calzada. El
ermitaño dado a la caridad en el
servicio a los Peregrinos en el Camino a Santiago de Compostela. Enseguida su
fama corrió por todos los caminos de
Europa que confluían en este paso de un torrente,
o Glera, que ni hasta entonces era río que mereciera puente (sí lo habría a la
altura de Villalobar para la antigua Calzada Romana, pero seguro que en
aquellos momentos está destruido; u otro a la altura de Ojacastro por el sur,
como paso de San Millán a Castilla).
De Santo Domingo fue la iniciativa de tener
expedito siempre este paso y allí asentado, venido desde su Rioja natal (nace
en Vitoria de Rioja en 1019) es conocido como Domingo de Rioja: así lo certifica hermoso documento de la Catedral de Calahorra en
1120: «los cofrades hacen donación al Obispo Sancho de Nájera de su Casa de la Calzada llamada de Santo Domingo de Rioja».
Para la gente de fuera, el lugar donde descansa el Cuerpo Santo de Domingo, llamado enseguida
de la Calzada
queda asociado a su lugar de origen, La Rioja. Y así de sencillamente el nombre pasó la Glera hacia oriente y se fue
extendiendo paulatinamente a la
Rioja Alta, hasta Nájera, Logroño, la Rioja baja y, en nuestros
días, hasta comprender Cameros y La
Sierra.
Todos Riojanos -a mi parecer- por Santo Domingo de la Calzada, cuyo Noveno
Centenario de su muerte este año
celebramos. Padre y Fundador de la
Ciudad que lleva su nombre y canal por el que La Rioja hoy es nuestra
realidad geográfica y política. Esperemos que también religiosa, que para ello
fue un entregado y genial cristiano.
RAMÍREZ
PASCUAL, Tomás,“La Rioja.
Origen y
etimología: de cómo Santo
Domingo de la Calzada trajo “rioja” a La
Rioja”,
Berceo 148 (2005), pp. 7-37.