viernes, 17 de junio de 2016

Denuncian el hormigonado del Camino de Santiago en Redecilla (Burgos).




Un 'atentado' contra el patrimonio.

Burgos, 17 jun (EFE)











INDIGNACIÓN Y ESTUPOR: esta fotografía, enviada ayer por nuestro amigo y peregrino Juan Girontxi, muestra el hormigonado del trazado del Camino de Santiago que se está efectuando en Redecilla (Burgos. Camino Francés)
Con total desprecio a la historia, a los peregrinos, a un itinerario cultural de primer orden y a un Patrimonio Mundial, esto es lo que está ocurriendo con total impunidad en los trazados del Camino de Santiago. 
¿Cuándo van a actuar esas administraciones públicas que tanto se llenan la boca con las estadísticas de peregrinos? 
BASTA YA, UN RESPETO PARA EL CAMINO DE SANTIAGO.

La Fraternidad Internacional del Camino de Santiago, conformada por asociaciones jacobeas, estudiosos, hospitaleros y peregrinos de todo el mundo, ha denunciado una obra de hormigonado que afecta a la ruta jacobea en Redecilla del Camino (Burgos).

En una nota de prensa, el colectivo ha criticado una "agresiva" obra de hormigonado del trazado realizada en Redecilla del Camino, "deteriorando gravemente la naturaleza del Camino".

La actuación podría incluso constituir un delito contra el Patrimonio Histórico, han apuntado desde la Fraternidad, puesto que el municipio burgalés es uno de los hitos históricos de la ruta.

La calzada que pasa por Redecilla es uno de los espacios más valiosos desde el punto de vista histórico, pues forma parte del tramo que Santo Domingo de la Calzada habilitó en el siglo XI.

Además, la ruta era ya de uso común para los peregrinos europeos en el siglo XII, y así aparece recogido en el Códice Calixtino.

El Camino de Santiago es un trazado legalmente protegido, como Patrimonio de la Humanidad, I Itinerario Cultural Europeo y Bien de Interés Cultural, y los poderes públicos "están obligados a protegerlo".

De ahí que la Fraternidad Internacional del Camino de Santiago denuncie estas intervenciones urbanísticas que convierten el sendero peatonal en una pista hormigonada.

Se trata de obras que alteran de manera "irreversible" la ruta, "lesionando" los valores históricos, culturales y ambientales del trazado jacobeo, han insistido. EFE




Ha fallecido la Celi.

Hoy 17 de junio,
Burgos. 

Ha fallecido Araceli (Celi) Barrio García
nacida en Redecilla del Camino el 15 de febrero de 1924. 
Tiene 92 años.

Celi acompañando a la Virgen de Ayago,
Acción de Gracias, agosto 2005

Celi,  la más joven de los 9 hermanos Barrio, quedó huérfana de madre a los dos años, 
lo que condicionó que todo el pueblo y el resto de la familia se volcara en atenciones hacia ella.   
De ese cariño recibido,  surgió una personalidad generosa,  amigable,  siempre dispuesta a darlo todo por los demás.

Casó con Julio Sainz en Villanasur Río de Oca, donde estableció su residencia. 
Cuando  bajaba a Redecilla,  casi era un acontecimiento: todo el mundo la saludaba y viceversa...

No se perdía las fiestas de Acción de Gracias de Redecilla, 
y aquí trasladaba toda su familia por unos días.

Tiene dos hijos Javier y Rafa. Los últimos años de su vida los ha pasado con Rafa y su mujer Luci y el nieto Mario, que la han cuidado y mimado hasta el fin, Gracias primos.

Descansa en paz una de las mejores personas que he conocido.

Gracias, tía Celi, por ser como eres


Vitor Barrio Sierra


--------------------------------------------------------------------------------------------------
Celi está en el tanatorio de La Paz, Burgos.

El entierro será mañana, sábado, a las 17 hrs. 
en Villanasur Río de Oca.

lunes, 13 de junio de 2016

La España vacía. Viaje por un país que nunca fue

         Sergio del Molino: “Un país sin relato no es un país”


La España Vacía. Viaje por un país que nunca fue, se trata de un ensayo sobre la diáspora rural que se produjo en nuestro país a partir de los años 50
Sergio del Molino

El periodista y escritor Sergio del Molino (Madrid, 1979) publica La España vacía. Viaje por un país que nunca fue (Turner), un ensayo sobre la despoblación rural que se produjo a partir de los años 50, diáspora que ha terminado convirtiendo a España en un país imaginario del que, sin embargo, todos guardamos alguna imagen fantasmagórica. Un recorrido sociológico de trasfondo cultural que indaga en las consecuencias del continuo y alarmante vaciamiento de la Península ibérica a través de sus últimos 60 años de historia.

Parece que desde el propio subtítulo pretendes apelar directamente a los tópicos. ¿Qué le debes a este país vacío para que emocionalmente te hayas lanzado a escribir un libro como éste?
Ciertamente sí que hay una conexión sentimental, y creo además que ya estaba expresada en mi novela anterior. Una de las cosas que exploro en Lo que a nadie le importa (Literatura Random House, 2014) es cómo mi abuelo, que nunca ha vivido en esa España vacía porque procede de ese pueblo menguante que es Bubierca (donde nació pero nunca ha vivido), considera que pertenece a él y que allí ha construido una mitología. Cuando se jubiló se compró una casa y se convirtió en campesino, pero un campesino de mentira, porque él siempre ha sido de ciudad. Quien lo ve, cree que ha vivido en el pueblo toda su vida y que viene de plantar tomates, aunque las manos las tenía perfectas porque era un white-collar.

Portada de La España Vacía

En esa reflexión está el germen de este libro como motivo literario y narrativo. Para todo lo demás no hay una cuestión de deuda, pero sí una clara relación biográfica al margen de la conexión familiar con mi abuelo, y ésta es la conciencia que tengo de vivir en Zaragoza, una ciudad rodeada de desierto y donde no hay un entramado urbano. Literariamente siempre me han interesado mucho los márgenes de la ciudad, los cinturones, esas tierras de nadie, las zonas de transición. En Zaragoza no existen apenas; de repente, sabes que el siguiente poblado está a cien kilómetros y viven cuatro abuelos. En esa conciencia del desierto, que yo he recorrido mucho como periodista, y también por gusto, hay una fascinación íntima que viene de años atrás, un runrún que me viene acompañando desde hace tiempo y que, como tema y motivo de reflexión, me parece poderoso. Es una literatura que siempre me ha gustado de una forma bastante natural, no estoy intentando saldar ninguna deuda con la España vacía porque ni siquiera procedo de ella. Pero sí que tengo una vinculación sentimental.

En las primeras páginas del libro dices que “España tiene mucho que digerir y muy poco estómago”. Es como si los tópicos aparecieran de manera inconsciente. ¿Es algo propiamente nuestro o sucede también fuera de España?
Sucede en todos los países. Y hay motivos como la heterofobia o el desprecio al paleto que son constantes. Un paleto es un paleto en todas partes, ahí tenemos el redneck norteamericano. Y los franceses, por ejemplo, han sido maestros en el arte de despreciar al bruto del campo. Son como el paradigma del desprecio. Si quisieras despreciar bien, tienes que fijarte en cómo lo hacen ellos porque lo hacen muy bien. Pero volviendo a la pregunta, la diferencia no es tanto cualitativa sino cuantitativa. La diferencia es la intensidad. El dramatismo que le damos nosotros a las cosas, como algunas expresiones universales, en España tienen un cariz muy bronco, violento y a menudo está muy acompasado con el paisaje. Esos mismos mitos se pueden explorar en otras naciones, y existen, pero no de una forma tan dramática y determinante a la hora de definir un país como España. 


¿Existe alguna alternativa posible que nos permita recuperar ciertos lugares sin convertirlos necesariamente en reclamos turísticos?
No lo sé. No he escrito un ensayo programático, de hecho no tengo capacidad para eso. Tengo capacidad para identificar, explorar literariamente y hacer sugerencias. Es una cuestión que rebasa el sentido del libro. Si preguntas por mi opinión al respecto, te diré que lo observo con poca esperanza. Tal vez habría que rebobinar y no haber destruido la cultura y el pasado agrícola. En ese sentido, el turismo puede ser una tabla de salvación, pero el futuro que dibuja Houellebecq en El mapa y el territorio, que concibe Francia (y por extensión tal vez Europa) como un gran puticlub-museo-restaurante Michelín, ya se está viviendo en algunas zonas de la España vacía. Es muy triste porque conlleva asumir tu propia caricatura e interpretarla. La encrucijada es muy difícil porque se han probado muchas cosas y ninguna ha funcionado. La sangría sigue. Creo que nadie tiene una respuesta sobre cuál es la fórmula para que muchos pueblos sigan existiendo y su gente con ellos. Lamentablemente vamos a presenciar la desaparición de muchos más.

Sobre el caso del crimen de Fago: “No querían ser contados por otros ni encajar en ningún cliché sobre la vida rural o la España negra, pero tampoco querían contarse ellos mismos”. ¿No verbalizarnos a nosotros mismos ha contribuido a dilatar la brecha entre el campo y la ciudad?
Sí, pero en general la gente que vive en el margen no quiere ser contada. Si se han echado a un lado, igual quieren que los dejen en paz. Yo me pregunto muchas veces quién cuenta la vida de otros y quién tiene derecho a poner voz a los demás. Desconfío mucho de la gente que asume portavocías. ¿Quién les ha pedido permiso? A lo mejor tienen voz y no quieren alzarla. Hay mucho paternalismo y mucha superioridad moral en ese aspecto. Me preocupa mucho como escritor y como periodista, y por eso en parte he escrito este ensayo, porque quería explorar cómo hemos acallado y silenciado a cierta gente.

Háblame de Las Hurdes.
Lo de Las Hurdes es muy significativo para mí. En 1908 se organiza el primer congreso de hurdanófilos. Se hace fuera, en Plasencia, y allí se reúnen una serie de filántropos preocupados por el problema de Las Hurdes. Pues bien, vuelve a hacerse en los 80, y en 1988 se celebra en Las Hurdes con la particularidad de que para entonces ya es un congreso de hurdanos y hurdanófilos. En ese momento asumen la voz y aceptan sin rechazo la historia que se ha tejido en torno a ellos. Entonces son capaces de verbalizarla y de pertenecer a ella. Esa asunción de la primera persona me parece importantísima.

La orografía, los sistemas políticos, nosotros mismos... ¿Quiénes son los culpables de que abandonáramos nuestra tierra de manera precipitada y en parte sin saber por qué?
Las razones son muy diversas, pero el problema es que tampoco hay alternativa. La condición moderna implica lo urbano y la ciudad es el espacio donde socializamos. Lo que no hemos sabido resolver es cómo relacionar, articular e integrar el campo en la ciudad. Esta es la oportunidad que tal vez hemos perdido: hemos abusado muchísimo y hemos especulado en beneficio de cuatro sinvergüenzas y cuatro mangantes. Somos un pueblo de saqueadores y tenemos tradición, saqueamos América y todo lo que encontramos a nuestro paso, incluido nuestro propio territorio. Lo que se echa de menos en España, aunque nunca ha existido, es un proyecto de integración nacional donde una gran porción del territorio se sienta parte de la marcha del país y pueda participar en ella.

En los últimos diez años hemos tenido más posibilidades de tener una vida que no fuera tan endémicamente urbana y, sin embargo, seguimos prefiriendo la ciudad. Me estoy refiriendo a los planes de repoblación rural que se han venido ensayando en ciertas zonas.
Estos programas siempre han sido voluntaristas, aislados y, en ocasiones, muy desiguales. El Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA), propietario de un gran número de pueblos abandonados, vendió muchos de ellos. Hoy el régimen de propiedad de algunos es muy particular. En la mayoría no puedes construir sino sobre lo ya edificado y además nunca es propiedad tuya porque está en usufructo. Es decir, los planes de repoblación que el ICONA ha puesto en marcha han sido anecdóticos y no han tenido por lo general un alcance más allá de la experiencia piloto.

Sergio del Molino
Sergio del Molino

¿Te parece representativo de algo?
En absoluto. Tan sólo creo que no ha llegado a calar, y es lógico, porque es tanto el vacío que hay que tampoco se sabe muy bien qué hacer. En el mejor de los casos hablamos de una economía de subsistencia porque no existe mercado.


¿La cultura ha dado la espalda a la España vacía?
No. En la cultura ha habido más corrientes de sensibilidad que de desprecio, sobre todo la de paisajistas como Machado. De hecho buena parte del cánon literario español es gente muy sensible al paisaje.

En varias ocasiones hablas de una común incapacidad de comprendernos, del desequilibrio intergeneracional, que a mi modo de ver es la mayor tragedia de la España vacía. ¿Qué pasará cuando ese país vacío se vacíe del todo, cuando desaparezcan nuestros abuelos? ¿Nos veremos obligados a inventar un pasado que nunca existió?
España ya está vacía culturalmente hablando; lo que me interesa es la pervivencia de las familias y cómo se van articulando sus mitos. Ahí, dado que el relato español está muerto, sí que puede haber una acción política.

¿España como nación está muerta?
No tiene relato, está completamente desarmada. Primero fue el franquismo y luego la democracia, que no tuvo agallas suficientes para apropiarse del relato nacional que el franquismo había usurpado. La cultura y la literatura españolas sentían miedo de que fueran asociadas al sentido franquista de lo español. En consecuencia, ambas se distanciaron de lo español. El relato es inapropiable y por eso la batalla está perdida: un país sin relato no es un país.

¿Qué alternativa tenemos entonces para convivir los unos con los otros?
Ya no tenemos una conexión histórica ni mítica, nadie cree en el Cid ni en la conquista de América; nadie en la escuela se tragaría el relato de Menéndez Pidal, ha quedado obsoleto. Pero se me ocurre que podríamos aprovechar esa conciencia difusa y colectiva que tenemos, nada que tenga que ver con el relato del “ellos” y el “nosotros” o una belicosidad encubierta, sino que esté vinculado a la conexión sentimental que mantenemos con el país. Al fin y al cabo los afectos son el eje de nuestra identidad.

martes, 7 de junio de 2016

Ruta celta-jacobea, Dalí y Freud

José María Bleda García


Unos días desconectado de la cotidianeidad vienen siempre bien, aprovechando los días de vacaciones de la Semana Santa (o fiestas de la primavera, como se quiera) he recorrido parte de El Camino de Santiago, antigua ruta celta que la Iglesia Católica rescató para afianzar la religiosidad de sus adeptos, esta vez yendo desde Logroño a Burgos. 
El camino está plagado de simbología cristiana y mariana representada de manera muy diversa: iglesias, conventos, retablos, coros, imágenes, puertas o reliquias; es decir, manifestaciones artísticas unas más atractivas que otras, unas mejor conservadas que otras, aunque la mayoría de ellas no se podían contemplar, pues los lugares donde se encuentran estaban cerrados a cal y canto.

Así pues me he encontrado con mucho tiempo por delante para pensar y disfrutar del paisaje y de la gastronomía de esta zona castellana. Como soy un adicto a la lectura eché en el morral dos libros: un manifiesto comunista ilustrado y una biografía sobre Dalí; el primero ni lo abrí, al segundo le dediqué algunos ratos, no muchos. Sin embargo, la relación de Dalí con el psicoanálisis me ha servido para mis paseos, pensamientos y análisis personal. 

En mis andares por los pequeños pueblos por los que he pasado había muy poca gente, la mayoría de las casas eran muy humildes, destacando las casas palaciegas de los antiguos aristócratas o caciques lugareños. 
Siempre había algún bar, que casi con toda probabilidad puede subsistir por lo que se dejan en ellos los peregrinos, solían ser un buen lugar para compartir una amena charla y poder degustar los productos gastronómicos de la zona. 
He hablado con pocas personas, aunque estas siempre eran muy amables y cercanas. Me encanta oír a las personas mayores contar la historia desde sus propias vivencias y su interpretación, generalmente con humor.

En estos días ha habido un tema recurrente, la ruptura y el olvido. He visto muchas cosas rotas, tales como: esculturas, cristales, maderas, piedras, casas…; por la mayoría de ellas el tiempo ha pasado inexorablemente y parece que no van a ser reparadas, están olvidadas, han tenido una vida pasada, que nunca podrán recuperar. 
He pensado también en las vidas rotas y olvidadas de las personas que habían luchado en las muchas batallas libradas en esos lares, de las que habían construido esas iglesias o palacios, de los que habían sido explotados por esos grandes aristócratas terratenientes, o de las que habían tenido que emigrar a otros lugares buscando un lugar donde vivir un poco mejor. 
Y, como no podía ser menos, he dedicado muchos momentos a mis propios rotos, algunos de ellos ya olvidados, otros no tanto.


















En definitiva, creo que en estos días ha habido un poco de realismo y psicoanálisis, aunque también me he dejado llevar un poco por el surrealismo y los sueños dalinianos. Mañana volvemos a la vida real, veremos qué tal, aunque la primavera es una buena época para reiniciar el pulso vital.




sábado, 4 de junio de 2016

No es rural todo lo que parece. Qué es el medio rural de la España interior hoy

Qué es el medio rural de la España interior hoy.

Puede haber tantas definiciones como disciplinas lo estudian (sociología, geografía, etc.). Sin embargo, más allá de las definiciones exógenas, podríamos definir el medio rural como un complejo mosaico de realidades económicas, políticas, culturales, sociales y psicosociales que tienden a desaparecer por aculturación o asimilación de lo urbano y/o por la propia extinción de las comunidades que hasta el momento se han podido reconocer como propiamente rurales. Así al menos lo vivimos desde dentro: una ruralidad que estamos viendo en directo, y sin que nadie nos lo cuente, cómo va desapareciendo, sin que ninguna administración sepa ni pueda y, lo que es más grave, quiera, remediar la situación.

Alabanza de la aldea menosprecio de la corte.

A lo largo de los siglos lo urbano y lo rural se han contrapuesto, han sido vistos como dos ámbitos no solo diferentes sino antagónicos. Desde la Edad Media al menos, Europa se configura como un sistema de ciudades rodeadas por su hinterland subordinado, habitualmente definiéndose ciudad y tierra como realidades jurídicas diferentes, considerándose inferior al campesino por norma general. Aunque la cultura académica, oficial, emite en ocasiones a lo largo de los siglos mensajes de admiración por lo rural, idealizando el campo y sus valores (alabanza de la aldea, menosprecio de la corte), lo cierto es que paralelamente existe también un desprecio hacia lo rural, con figuras arquetípicas, simples, glotones, rudos, pragmáticos aprovechones. Así pues, en esta alta cultura se mezclaban refinados pastores de elevados conocimientos infusos con grotescos labriegos.
Observamos cómo aún hoy se mantienen estos pre-juicios (por la imagen que han ofrecido los medios de comunicación, especialmente el cine español y la publicidad). Por un lado, se encuentra un mundo rural idealizado, que muchas veces es utilizado por la publicidad de la industria alimentaria para resaltar la calidad y salubridad de un determinado producto; por otro lado, nos encontramos todavía con el cliché del paleto, tan difundido por el cine de los años 60 y 70 que, estamos seguros, todavía forma parte del imaginario colectivo en ciudades tan ensimismadas como Madrid y, por extensión, en algunas ciudades de provincias que viven su realidad de espaldas al ámbito rural al que deben su rango capitalino de segundo o tercer orden. Tan importante nos parece este tema, que estamos convencidos de que buena parte de las decisiones políticas que se han tomado en los últimos cincuenta o sesenta años, incluyendo la más rabiosa actualidad, obedecen al profundo desconocimiento del medio rural que demuestran insistentemente las élites políticas.

Rural = agrario.

Uno de los grandes males que ha sufrido el medio rural español ha sido la absoluta identificación de lo rural con lo agrario. Políticas como la PAC, no solo no han ayudado al desarrollo rural, sino que en muchos casos (en nuestra comarca hay centenares de ejemplos), han vaciado los pueblos, promoviendo la figura del agricultor absentista, habitante en ciudades como Guadalajara, Teruel, Valencia, Zaragoza, mientras que disfruta del aprovechamiento de las tierras del medio rural que ha abandonado y de las subvenciones que recibe por ello.

Calidad de vida.

Otro de los clichés incluso repetido por los actores rurales ante personas de fuera, es el de la supuesta calidad de vida (se supone que se quiere decir que se vive mejor en comparación con la ciudad. “Aquí hay calidad de vida”). Sin embargo, para nosotros, es una idea falsa, tanto si se emplea desde fuera como si se emplea dentro. La calidad de vida que ve el urbanita, se trata de una vista parcial, sesgada, de una realidad que ignora por completo. La calidad de vida que arguye el hombre y la mujer rural supone una justificación innecesaria y, lo que es peor, un conformismo que nos impide avanzar. Por ello, en un juego de palabras, otros más que de calidad de vida, hablamos de calidad debida. Una calidad que se nos debe, se nos adeuda, y que jamás hemos logrado alcanzar los hombres y mujeres rurales pese a que la Constitución y el Estatuto de Autonomía la garantizan. Cuántos neorrurales han llegado a los pueblos en busca de esa quimera que… no han encontrado, porque simplemente no existe, porque hay que ganársela día a día.

Paradigma de la Healthy life.

El medio rural, habitualmente ausente en la publicidad en tanto que el hombre y la mujer triunfadores que usan coches, perfumes y la última tecnología son –como todo el mundo sabe- exclusivamente urbanos, es utilizado en los anuncios, sin embargo, como un espacio de alimentación sanísima donde habitan personas hipersaludables. Todavía está por estudiar un hecho habitualmente oculto, acaso por considerarse aún como una cuestión de ámbito doméstico. Nos referimos al elevadísimo número de casos de alcoholismo y drogadicción que se encuentran en nuestros pueblos. Quizás alguien se ofenda por ello, pero podemos considerar a nuestra sociedad rural una sociedad técnicamente enferma en ese aspecto. ¿Está establecida la frecuencia de enfermedades mentales, depresión, ansiedad y otros trastornos relacionados en el ámbito rural?, ¿y de suicidios? En absoluto, queremos emitir un juicio de valor sobre estos temas tan serios pero, al tiempo, tan poco atractivos para la pretenciosa imagen del medio rural que a veces se hace desde la sociedad biempensante. Todo lo contrario. Sacar a relucir esta realidad con todas sus aristas es, por nuestra parte, una denuncia a la falta de perspectivas que sufren tantas y tantas personas en nuestras comunidades rurales, desestructuradas, sobre las que, desde el poder, se ha inducido su misma desaparición.

Qué pueden aportar el hombre y la mujer rurales a la sociedad.

La realidad del medio rural no es muy halagüeña, como no puede serlo la de ninguna sociedad con unas perspectivas de desaparición a medio o incluso corto plazo. Sin embargo, los habitantes del medio rural somos depositarios de unos conocimientos que no pueden seguir perdiéndose con nosotros. Si por algo somos afortunados en el siglo XXI es porque, incluso inconscientemente, estamos inmersos en una “diglosia cultural” que nos convierte en puente indiscutible entre los conocimientos tradicionales y la cultura digital. La gran mayoría de los hombres y mujeres rurales conocen los códigos del mundo urbano, pero también, al tiempo, los de su propio medio. (No puede decirse lo mismo de los urbanitas). Desafortunadamente, los habitantes del medio rural, a raíz de la campaña de desprestigio que se ha hecho de la vida en el pueblo han llegado a despreciar su propia cultura en una perversa avidez por aparentar su modernidad, por no parecer de pueblo. Una tendencia innecesaria, en tanto que casi inconscientemente, por nuestra misma contextualización en un tiempo, una tecnología y unos hábitos idénticos a los de las ciudades, se puede decir que somos indiscutiblemente rururbanos.
A lo largo de las últimas décadas se ha perdido una gran cantidad de patrimonio tanto material (especialmente en las décadas de los 60-80) como inmaterial (todavía en fase de desaparición). Por eso es necesario que el nativo recobre su confianza. Que se vea como una persona valiosa por un bagaje cultural recibido y que puede transmitir no solo a sus descendientes sino también a los habitantes del medio urbano y a potenciales futuros habitantes del territorio. Asimismo, los gobiernos deben incentivar la transmisión de conocimientos. En una situación límite como la que se encuentra el medio rural no es de recibo que las Administraciones Públicas mantengan, ya no solo desatendidas sino incluso penalizadas, a las personas que vivimos en el campo español.

La quinta columna

No cabe duda de que este proceso ha contado con la colaboración de la propia sociedad rural. No solo somos víctimas por lo tanto. Cierto que ha habido una colaboración pasiva (la de la sociedad en general) y una colaboración activa, la de una élite política rural que, al menos desde la inauguración de la Democracia, se ha manifestado en la adhesión incondicional a las ejecutivas autonómicas y provinciales de los partidos, mimetizándose con ellos hasta el punto de llegar a renegar de lo propio. Suponemos que existen tantos casos como territorios pero, en el ámbito geográfico que conocemos, las tres últimas décadas han supuesto un recrudecimiento del fenómeno caciquil. Desde luego este fenómeno debería ser estudiado como merece, con datos objetivos, muchos testimonios, datos cualitativos y cuantitativos que nos darían mucha luz. No obstante, por lo que conocemos de primera mano, por nuestra propia experiencia, concluimos que a lo largo de casi 40 años de Democracia y treinta y pico de Estado de las Autonomías el desarrollo y el progreso del medio rural ha chocado una y otra vez con la tupida malla de las redes clientelares, pudiendo afirmar que hasta que no se elimine este gravísimo problema, cualquier Plan de Desarrollo Rural será completamente inútil, incluidos los repartos de los fondos europeos a los Grupos de Acción Local. Asimismo, aunque somos comarcalistas convencidos, nos negaríamos a poner en marcha unas comarcas sin haber eliminado el neocaciquismo previamente. El desembarco de esta política en una hipotética Castilla-La Mancha comarcalizada sería todavía peor, muchísimo más asfixiante, que la actual Región con sus cinco diputaciones.

No somos intrusos, somos parte del medio.

En el argumentario ecologista, a menudo adoptado por las mismas Administraciones, encontramos discursos en los que el ser humano literalmente sobra en el medio. Las Administraciones, al socaire de estas ideas, lanzadas indefectiblemente desde el ámbito urbano, diseña parques naturales y otras figuras de protección, necesarias pero, al mismo tiempo, tremendamente despectivas con las comunidades rurales que durante siglos (a veces milenios) han habitado en espacios que, con el fanatismo del neófito, parecen haber descubierto los recién llegados. Un parque natural, un parque nacional, un geoparque, un monumento natural, un LIC (Lugar de Interés Comunitario) o cualquier otra figura de protección de la naturaleza es, desde luego, un reconocimiento al valor ecológico de un espacio dado, pero también debería ser un reconocimiento a las comunidades que a lo largo de los siglos lo han protegido con un uso sabio hasta la actualidad. Pocas veces se tiene en cuenta esto último. Por eso, es imprescindible que más que de un medioambiente pretendidamente virgen, se hable de paisaje, concepto que implica la acción humana a lo largo del tiempo, no desde un punto de vista exclusivamente peyorativo, sino como un elemento modelador más que puede y debe ser considerado parte del medio. Las comunidades han dotado de nombre a los parajes, lo que entraña su individualización con respecto a otras áreas inmediatas. A veces en un pequeño espacio de cuatro o cinco hectáreas podemos encontrar otros tantos topónimos que hablan de vivencias, de recuerdos, de interpretaciones de la naturaleza o del pasado por parte del nativo, que en todos los casos hablan de un trasfondo admirativo hacia el medio. La ordenación del territorio desde los despachos tiende a despreciar esta realidad. Se cambian topónimos o se amplían denominaciones a espacios jamás utilizadas por los nativos lo que, a nuestro entender, supone un elocuente y simbólico desprecio del homo urbanus, del técnico de despacho, del ecologista de fin de semana, a todo el bagaje de sabiduría transmitido durante siglos que se atesora en el pueblo. Una arrogancia empobrecedora, revestida de tecnicismo, contra la que el hombre y la mujer rurales debemos rebelarnos, puesto que en ella subyace la idea de que sobramos en nuestro propio territorio. Todo es compatible: la protección de la naturaleza y la vida en el medio, pero sobre todo nadie podrá jamás, mientras vivamos, desligarnos de nuestro paisaje, de nuestra cultura, de nuestra condición de hombres y mujeres de pueblo.   

miércoles, 18 de mayo de 2016

Bajada de la Virgen de Ayago, 2016.

Como todos los años, el día de San Isidro, 15 de mayo, 
los redecillanos y no pocos allegados comarcanos
 suben a la ermita de Ayago para bajar la Virgen.

Este año no fue tan luminoso como el año anterior.
La lluvia amenazó la subida y la bajada,
pero no se personó durante toda la procesión.

Este año, la Virgen de Ayago viste de azul.

Al salida de la ermita se echó una densa niebla sobre los montes de Ayago,
 y se hizo necesario proteger la imagen y el estandarte.

Unas 110 personas acompañaron a la Virgen desde la ermita


En Villaorceros comenzamos a cantar el Rosario


Estamos en las proximidades de Redecilla, en frente de La Aidilla.


En El Olmo se bendicen los campos,
donde se suman los que no han podido subir a Ayago.

San Roque

La Virgen de Ayago y San Roque llegan al pueblo

A la entrada del pueblo, casi 200 personas
acompañaron a los patronos en la procesión. 








jueves, 12 de mayo de 2016

Bajamos la Virgen de Ayago, el domingo, el día 15 de mayo.

A las 12hrs. en Ayago, 
ya "almorzados" y listos  para bajar a la Virgen para bendecir los campos.

La Ermita de la Virgen de Ayago está enclavada en el corazón 
de los Montes que llevan su nombre


¡Viva la Ntra. Sra. de Ayago!


Unas 65 personas subimos en 2015 a Ayago a acompañar a la Virgen

En 2004 fuimos unos 150 devotos subimos a bajar la Virgen de Ayago

Los Montes de Ayago tienen  magia y los pimpollos del roble reciben a la Virgen

Amando, bajando a la Virgen en 2006


Cantamos la Salve en La Lápida

Era 2004,  Mario bajando la Virgen de Ayago

Un recuerdo para Marino y Teodoro, era 2004

Comenzamos a rezar el Rosario Cantado

Bascuña recibe a la Virgen de Ayago como siempre.









En El Olmo se bendicen los campos, 2015



San Roque esperando a la Virgen




Juntos se encaminan a la iglesia parroquial, 2015

La Virgen de Ayago y San Roque entran en el pueblo por la Plaza Mayor, 2015


Todos acuden a recibir a la Virgen de Ayago, 2015




Ha fallecido Isabel García Manero, descansa en paz.

 El día 19 de noviembre ha fallecido Isabel García Manero, nacida en Cerezo de Riotirón hace 89 años,  se casó con el difunto Teófilo (Filo)...