Este verano agricultores y ganaderos de Quintanilla, de Redecilla del Campo y del Camino, de Cerezo, de Ibrillos, de Villarta, de Quintanar, de Zamora, de Treviana,
de Valuercanes, de Cirueña, de Grañón, de Sto. Domingo...
han controlado varios incendios en la comarca,
¡ellos son los héroes apaga fuegos!.
Todos contra el fuego, todos: los protocolos, los ingenieros, los bomberos forestales,
los agricultores, los ganaderos, los cazadores, todos, todos los vecinos.
Cuando se toca a arrebato, no sobra nadie; es arrebato: "impulso repentino, inesperado y generalmente brusco de hacer cierta cosa", Drae.
Los protocolos no saben de arrebatos, son la planificación y la puesta servicio de recursos para lograr sus objetivos.
Los protocolos antincendios habrán planificado mucho, habrán intentado poner estrategias y recursos (de prevención (poca), de extinción, de reconstrucción (menos)), mas una cosa es incuestionable:
estos fuegos de los últimos años están desbordando todos los protocolos.
Al final, lo que estamos observando es que la profesionalización (protocolarización...), la prevención y lucha con el fuego y su gestión está bien, pero, de hecho, no es suficiente.
Al final, la participación de la ciudadanía es importante, es necesaria y, como vemos, inevitable para la gestión del fuego, y habrá que compensarla.
Al final, se aprecia que el trabajo "al arrebato" de un tractorista, de una población unida y con sus herramientas, hay que tenerlo en cuenta porque es muy efectiva en muchos de los incendios.
Al final, esa política fácil de evacuar a los pueblos, para saberles la vida, no les salva de nada, porque el fuego mata su proyecto de vida, y además no les han dejado hacer nada por su vida (otro proceso migratorio más al que se somete a las gentes de los pueblos: mejor echarlos de su pueblo, ya vendrán (-ya han venido-) los fondos de inversión a tomar el territorio desde la city). Los que se han ocultado de la Guardia Civil, y no se los han llevado, han salvado más de un pueblo...
Al final, si se quiere de verdad repoblar el campo habrá que contar con los agricultores, con los ganaderos, con los silvicultores, con los recolectores (caza, pesca, miel, tubérculos, setas, paja y forrajes...), y no solo para que apaguen los fuegos cuando los protocolos han sido sobrepasados...; también para gestionar el territorio en todos los sentidos.
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Incendio, Redecilla del Camino, Villorceros, El Rebollar, el 13 de julio de 2015, en el que los tractores 1º perimetraron el fuego de cereales y luego los bomberos controlaron una lengua de fuego que se había metido en El Rebollar. |
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Entre tanto ganaderos y agricultores hacían lo que debían, defender lo que les da de comer o les daba, ahora morirán las ayudas en despachos y estamentos pudiendo haber evitado el desastre que lleva a Zamora a perder cerca de 70.000 hectáreas de terreno en menos de un mes.
En decenas de situaciones hemos estado con ellos, con remolques cargados de depósitos llenos de agua de sus mismos pozos y balsas. Con cubas llenas de agua, con mangueras y bombas de achique listas para sacar agua y recargar sus depósitos salvadores.
Hemos visto tractores con arados, vertederas y rotavators arrancando cultivos para evitar que el fuego llegará más allá, más cerca de pueblos y explotaciones, de casas y granjas, de naves y rediles.
La llamada a fuego antes se hacia a toque de campana y allí en la puerta de la iglesia, todos contra el fuego.
En los pueblos se sabe que los bomberos tardan, que están lejos y muchas veces llegan al " humo de las velas ", y no porque ellos quieran sino porque la lejanía en los parques tiene un verdadero problema que se llama tiempo, y contra el fuego, el tiempo es oro, el oro de vida que se lleva entre los dos incendios de la Culebra miles de vidas que producen oxígeno, animales y plantas que cohabitan con los que de forma negligente juegan a un juego que nunca sale bien.
Por eso los agricultores y ganaderos, siempre tienen preparadas sus herramientas y son los que mejor prevén casos como los que estos días ahogan a las administraciones que no ven más allá de 4 años más de sillón.
Huertos, cultivos, naves, almacenes de paja y grano, casas y edificios se han perdido por el fuego, lugares a los que no llegan con escaleras en altura los bomberos porque no las tienen, al menos en la provincia de Zamora, a los que no llegan porque los parques siguen lejos para los ciudadanos de segunda, si, de segunda que sólo son de primera a la hora de los votos.
Veredas que ellos saben, caminos que conocen a la perfección y que gracias a su profesión han dado a las brigadas la pauta para ataques a las llamas de forma contundente. Ellos son los verdaderos héroes del sofocar de forma directa. La administración en este caso de velar por los pueblos es la Diputación y su Consorcio de Bomberos, que fueron activados tarde aún a sabiendas que muchos de los bomberos se ofrecieron horas antes sabiendo lo que les llegaba.
No vale la ingeniería muchas veces, sino el ingenio y ser de pueblo y a mucha honra.
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