martes, 14 de noviembre de 2023

A-12, la autovía sin fin.

Viajar de Logroño a Burgos no es fácil. 
En tren es casi imposible y por carretera hay que tomar dos decisiones, ninguna de las dos buenas
.- o vas en línea recta, por una carretera repleta de camiones y con cruces urbanos imposibles, 
.- o te desvías de cuarenta kilómetros por la autovía . 
Todavía queda otra opción, que es la que recomienda Google Maps y que, al menos sobre el papel, resulta ser la más rápida (1 hora y 27 minutos): se toma la AP-68 hasta Haro, luego se continúa hacia Pancorbo por por la N.-232 y finalmente se une a la antigua Nacional 1, a setenta kilómetros de la capital castellana. 
Estos dos últimos itinerarios tienen dos inconvenientes: hay que pagar peajes (6,25 euros en el primer caso y 4,25 en el segundo) y además, diga lo que diga el GPS, durante un largo tramo el conductor no puede librarse de la inquietante sensación de que Te estás alejando cada vez más de tu destino. Todo ello explica que, a pesar de la reciente liberación de la AP-1, la antigua autovía de Burgos, reconvertida a medias en vía de dos carriles, siga siendo la vía preferida para turismos, furgonetas y camiones.

 Tráfico en el puerto de La Pedraja, con el habitual trasiego de camiones. JUSTO RODRÍGUEZ, L.R.

La A-12, recién denominada ‘Autovía del Camino’, dio sus primeros pasos en 1995. El 21 de mayo de ese año 1999, el Consejo de Ministros autorizó la contratación de las obras de la variante Navarrete, con una longitud de seis kilómetros y una precio de licitación que ascendió a 2.643 millones de pesetas. Reinaba Juan Carlos I, gobernaba José María Aznar, el Club Deportivo Logroñés estaba en Segunda División y aún no se utilizaban los euros. Unos meses antes, en febrero de 1999, el ministro de Fomento, Rafael Arias Salgado, había anunciado que se trataba del inicio de la carretera Agoncillo-Logroño-Burgos, una ansiada infraestructura que, según el ministro, iba a estar construido y disponible en 2010. Arias también dijo –la hemeroteca duele– que para ese año La Rioja ya disfrutaría de una conexión ferroviaria de “alta velocidad” con el AVE.

Trece años después de aquel horizonte mítico, la autovía A-12 sólo está a medio terminar. Es cómodo coger el coche en Logroño y circular sin contratiempos a 120 kilómetros por hora por una carretera de doble carril…, hasta dejar a un lado Santo Domingo de la Calzada, cruzar el nuevo puente sobre el Oja y las señales que anuncian con un gran ruido de colores el repentino estrechamiento del camino. Los turismos aprovechan para adelantar al mayor número posible de camiones antes de que se acabe la barra libre y las maniobras se vuelvan inciertas y peligrosas.

Desde allí hasta Burgos hay 67 kilómetros de penitencia. 
Hasta Villamayor del Río las obras viales son una presencia constante. Durante casi cuatro kilómetros se puede observar una carretera paralela perfectamente asfaltada, aunque todavía sin las líneas pintadas. Más adelante hay trabajadores trabajando, movimientos de tierras y camiones entrando y saliendo cargados de piedras. Las obras avanzan, aunque no al ritmo deseado. Este tramo debería estar en funcionamiento desde marzo de este año, pero ya ha sufrido bastantes retrasos. Aunque las obras están a la vista y el bullicio continúa, no parece posible que se abra al tráfico hasta 2025. “Esperamos que se acelere y concluya lo antes posible porque esto es sólo una cuestión de voluntad política”, afirma Daniel Osés. , Consejero riojano de Infraestructura.

Después de Villamayor no hay nada. Sólo camiones, curvas y cruces urbanos.

Parálisis en Burgos

Los dos siguientes tramos de Burgos están en el limbo. Los expedientes llevan años colgados en el Ministerio de Transportes, aunque ahora todos han quedado obsoletos porque desde hace más de cinco años no se mueve ni un solo papel. También son los tramos más caros y difíciles. El proyecto de la autopista entre Villamayor del Río y Villafranca Montes de Oca (16,6 kilómetros) fue aprobado en julio de 2015 y prevé un coste de 111,6 millones de euros. El diseño del siguiente tramo, que llega hasta Ibeas de Juarros (24,3 kilómetros) y sortea el puerto de La Pedraja, principal obstáculo del recorrido, contempla una vía completamente nueva de doble carril. Fue ratificado en noviembre de 2017 y preveía una inversión de 191,3 millones de euros.

Desde entonces no se ha hecho nada. En una respuesta parlamentaria a los senadores Cristina Ayala y Francisco Lacalle (PP), el Gobierno reconoció que, antes de proceder a licitar las obras, había que revisar los proyectos “para actualizarlos a precios de mercado”, aunque se tuvo mucho cuidado en dar fechas. : “Se realizarán de acuerdo con la disponibilidad presupuestaria y la priorización que se establezca”.

En siete años, sin embargo, no ha habido disponibilidades presupuestarias y las prioridades siempre estuvieron en otros lugares de la península. «Cada año se asignaban cantidades testimoniales en los presupuestos que luego nunca se ejecutaban. He hablado con Carreteras, pero el problema acaba siendo que quien tiene el expediente en el Ministerio nunca lo saca del montón. Siempre hay otros más urgentes. La única explicación que le veo es que nuestros territorios, en términos de aritmética parlamentaria, tienen poco significado”, lamenta el alcalde de Belorado, Álvaro Eguíluz, que se presentó a las elecciones al frente de una candidatura local (Vecinos por Belorado).

Los concejales de los municipios burgaleses por los que pasa la N-120 están proponiendo incluso movilizaciones para que estos expedientes dejen de acumular polvo en las estanterías del Ministerio y la autovía A-12 pueda continuar su recorrido hasta la capital castellana lo antes posible: « Los criterios y objetivos para hacerlo son abrumadores; el problema son los criterios subjetivos”, resume Eguíluz. Estos “criterios objetivos” propuestos por el alcalde de Belorado son fácilmente demostrables: el tráfico es intenso (unos 7.000 vehículos diarios, entre ellos más de 1.500 camiones), la siniestralidad ha crecido mucho (siete muertos en 2022) y la carretera incluye varios cruces urbanos, dos de los cuales son estrechos y peligrosos: el de Belorado, con el puente sobre el río Tirón, y el de Villafranca Montes de Oca.

El Consejero de Infraestructuras de La Rioja, Daniel Osés, se reunió en octubre con el secretario de Estado de Transportes en funciones, David Lucas, para reclamar, entre otras cosas, la “urgencia” de terminar ya el tramo de la autovía de Rioja y completarlo como tan pronto como sea posible. “Para nosotros es una conexión fundamental no sólo con Burgos, sino también con Madrid”, concluye Osés.

Incluso el llamado “primer tramo” de la A-12, el que une la capital castellana con Ibeas de Juarros, está todavía lejos de entrar en servicio. Las obras fueron adjudicadas en 2018 por un precio muy inferior al presupuestado a la UTE formada por las empresas Joca y Ocide. Meses después, cuando apenas se había movido un poco la tierra, los adjudicatarios solicitaron más dinero al Ministerio, que se negó a revisar las condiciones. Después de muchas discusiones, en 2021, cuando las obras ya debían estar terminadas, se rescindió el contrato con la UTE y hubo que volver al punto de partida. El 7 de noviembre de 2022, el Ministerio de Transportes encargó un nuevo borrador del proyecto por 860.000 euros para mejorar la conexión con la AP-1, libre de peaje.

Así, en 2025, y salvo que el Gobierno central decida exhumar de una vez por todas los archivos olvidados de la A-12, Logroño al menos podrá presumir de contar con una insólita carretera hasta Villamayor del Río, un precioso pueblo de 32 habitantes. situado a cinco kilómetros de Belorado y 51 de Burgos

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