Fuente Arainfo
El profesor asociado de
Geografía en la Universidad Rovira i Virgili, Sergi Saladié i Gil,
compareció ante la Comisión de Transición Ecológica del Senado español,
para informar sobre el reto de una transición energética sostenible, y
lo hizo en calidad de invitado por parte de Teruel Existe, a quienes
quiso agradecer la oportunidad.
El experto se sirvió del ejemplo de Cataluña para radiografiar cómo ha sido en los últimos años el proceso de implantación de energías renovables
en el marco de la Transición Energética, y las principales conclusiones
que se extraen de esta práctica para con los territorios en los que se
lleva a cabo. Un tema sobre el que Saladié ha estudiado en su tesis
doctoral, como consultor para la Generalitat catalana sobre el paisaje, y
en su labor de investigador recogida en dos publicaciones: “Impacto
económico de las centrales eólicas sobre los presupuestos municipales en
Cataluña” y “Conflicto entre paisaje y energía eólica”.
En este último aglutina las principales conclusiones de
su tesis doctoral, que se centró en tratar de averiguar por qué ciertos
colectivos sociales se oponen al modelo de implantación actual de
energías renovables, aun cuando los mensajes que llegan desde las
administraciones públicas y los promotores es que las centrales eólicas
pueden repercutir en nuevos puestos de trabajo e ingresos en las arcas
municipales que ayuden a superar las dificultades estructurales que
tienen los territorios -en su mayoría zonas rurales- donde se instalan
estas tecnologías, y “con la minusvaloración del impacto paisajístico”.
Alemania, un modelo de renovables con el 50% de
generación distribuida y participación de las comunidades locales en los
beneficios
Relató que en el estudio que realizó con el “Observatori
del paisatge de Cataluña” para ver la una posible integración de la
energía eólica con el paisaje, estudiaron cómo se había hecho en Europa y
“había países que llevaban muchos más años de ventaja con un modelo más
democrático, con mucho más número de agentes interviniendo en el
desarrollo de estas energías renovables, más repartidas por el
territorio”. Una de las conclusiones que sacaron fue que los países que
tuvieron más éxito en la implantación de megavatios de renovables fueron
los que aplicaron políticas que favorecían la generación distribuida y
la participación de las comunidades locales.
El profesor Saladié ofreció datos sobre el despliegue
del modelo de generación distribuida en Alemania en 2010, donde de los
más de 50000 megavatios que tenían energía renovables instalados, el 54%
del desarrollo de energía eólica y el 84% de la fotovoltaica estaba en
manos de comunidades locales y particulares. Además es un modelo que
aprovechaba los espacios ya alterados, el 18 % de las placas
fotovoltaicas estaban sobre construcciones ya existentes y no
modificaban paisajes ni espacios agrarios, y un 66% de los 15.000 MW de
fotovoltaicas estaban en espacios urbanos en manos de la ciudadanía a
través sociedades coparticipadas, y con inversiones a partir de 1.500
euros per cápita y utilizando espacios públicos municipales.
El modelo concentrado elige para implantarse territorios despoblados y núcleos pequeños
Saladié apuntó que desde los distintos movimientos
sociales en defensa del territorio “se alertaba y se ha continuado
alertando de que el proceso de despliegue de las energías renovables se
está concentrando en determinados territorios, para hacer que solo estas
zonas carguen con una parte importante de la transición energética, y
esto produce procesos de concentración territorial, llegando a la
masificación de estas tecnologías en un determinado punto”.
Así mismo, la apreciación que estos defensores del
territorio hacían era que el proceso va acompañado de un cierto nivel de
concentración empresarial, donde solo unas cuantas empresas llevan a
cabo estas implantaciones y controlan los sistemas productivos. Algo que
el propio Saladié confirmó al mostrar una gráfica donde se observaba
como el 66% de la potencia eólica del Estado español está en manos de
cinco grandes empresas. “Todo esto ha llevado a estos grupos a afirmar
que dichas instalaciones no contribuyen al desarrollo de los territorios
donde están instaladas, aún a pesar de lo que puedan decir promotores y
empresas”, trasladó el profesor.
“Fundamentalmente estos movimientos sociales en defensa del territorio lo que vienen a decir es: energía renovable sí, pero de otra forma,
a través de lo que se conoce como generación distribuida o
descentralizada y que la gestión de esas instalaciones sea comunitaria”,
sintetizó Saladié.
El despliegue masivo de renovables apenas genera empleo local y ofrece ingresos bajos
Sergi Saladié abordó también las escasas repercusiones
económicas que tienen este tipo de instalaciones en los territorios en
los que se implantan, basándose en los estudios de su primer libro. En
los resultados vio como el promedio del porcentaje de ingresos
municipales procedentes de las centrales eólicas en Catalunya supone
solo un 3,4% de la facturación estimada de las empresas que las
controlan. Además el profesor apuntó que de este último porcentaje, un
2% está sujeto a los impuestos obligatorios que deben pagar las
empresas, y el resto (1,4%) se relaciona con los convenios que se
establecen de forma bilateral entre ayuntamiento y empresa, “y que no
siempre se terminan cobrando”. Informó que en el 100% de los convenios
que revisó los servicios jurídicos de la Diputación de Tarragona “los
consideraron de dudosa legalidad, y al no estar regulado muchos no se
están cumpliendo teniendo que ir pequeños ayuntamientos a juicio contra
las grandes empresas”.
En cuanto a la creación de empleo, el experto la
calificó como “testimonial” y señaló que en el caso catalán la ratio de
trabajadores fijos empadronados en los municipios era de 0,02 puestos de
trabajo por MW instalado, lo que ni siquiera suponía un 1% sobre el
total de la población ocupada. “Si hay poco impacto económico y hay nulo
impacto laboral, esto se traduce en que aquellos problemas
estructurales que tiene el mundo rural y que teóricamente este tipo de
instalaciones venían a solucionar, vemos con datos en la mano y al cabo
de unos años de poder evaluar ese modelo, que eso no se está
cumpliendo”, señaló el experto.
Así mismo, el profesor ha querido mostrar que la
ubicación de estos parques eólicos no es fortuita. “En Cataluña casi el
80% de las centrales eólicas están en municipios de menos de 1000
habitantes. Esto da un perfil del tipo de localidades que se prefieren
por parte de los promotores, generalmente pueblos pequeños, rurales de
interior, con escasa diversificación económica, con una estructura
piramidal muy envejecida…”, apuntó, y en este sentido añadió que en la
década 2008-2018 los municipios de Cataluña con instalaciones de
centrales eólicas han perdido población.
A estos datos Saladié i Gil sumó algunos estudios
recientes como el de la Universidad de Zaragoza que refleja cómo los
primeros parques eólicos en Aragón no han generado empleo real en la
zona ni tampoco han contribuido a paliar el descenso demográfico, u otro
en el País Valenciano que concluye que el 90% de los municipios con
centrales eólicas han perdido población.
Saladié concluyó que existe un gran interés de grandes
empresas, y también de fondos de inversión sobre todo en temas de
fotovoltaica, realizando “una privatización de los beneficios y la
socialización de los impactos, ejecutando estas centrales lejos de los
grandes centros de consumo, generando procesos de concentración y
masificación territorial”. También destacó que desde la sociedad “se
perciben como proyectos que vienen apropiarse de un recurso que es de
todos y que se llevan el beneficio y nos dejan poco o muy poco es la
percepción general”.
Retos territoriales ¿cómo y quién debe hacer la transición energética?
Atendiendo a todos los retos que plantea el proceso de
implantación de energías renovables, el profesor quiso poner sobre la
mesa una serie de alternativas al modelo actual, fomentando un modelo de
autosuficiencia local y de “cosecha territorial”, con el ahorro en los
recibos de energéticos de electricidad y calor, además de generando
ingresos complementarios con la explotación de unos “recursos
territoriales propios, entendidos como una cosecha más del territorio”.
Para ello Sergio Saladié plantea el fomento de la
generación distribuida consiguiendo más reequilibrio territorial, más
eficiencia al generar un acercamiento a los centros consumidores, y un
mayor beneficio para la sociedad y los territorios. El profesor defiende
que un sistema de generación distribuida es más democrático y es más
eficiente que un sistema centralizado, teniendo muchos agentes como
promotores de esas instalaciones, centrales pequeñas y un equilibrio
entre la producción y el consumo de cada territorio. Saladié concluyó
que la sociedad y las administraciones están de acuerdo en que la
descarbonización es un reto inaplazable, pero el problema es cómo debe
hacerse la transición energética y quién debe ser protagonista de este
cambio.
Joaquín Egea plantea la necesidad de un empoderamiento energético del medio rural
El senador de Teruel Existe, Joaquín Egea, agradeció la
exposición de Sergi Saladié, el rigor de los datos reales frente a las
promesas que se trasladan a los pequeños pueblos, que la Academia y la
universidad contribuyan a resolver cuestiones tan complejas como la
transición energética. Egea defendió que la ponencia del Senado sobre
transición energética debería acordar “que el empoderamiento rural debe
ser también un empoderamiento energético, que la transición hay que ver
quién la hace para quién y cómo.”
Finalmente Egea ha preguntó al ponente sobre el impacto
que representaría para las pequeñas poblaciones la generación
distribuida. Sergio Saladié respondió que no había estudiado este tema,
pero que “es evidente que las grandes empresas traen sus trabajadores de
fuera, y el modelo de generación distribuida lo instalan empresas del
territorio que generan puestos de trabajo estables".