María Muñoz
Los montes vecinales gallegos no son públicos ni privados.
Son de las personas que los habitan, quienes los gestionan mientras
viven allí de manera comunal y a través de asambleas y procesos
participativos. Un documental, que acaba de iniciar una campaña de crowdfunding para finalizar el proceso de montaje, recoge varias de las experiencias y visibiliza una realidad de gestión comunitaria
que en los últimos años están experimentando con llegada de gente nueva
proyectos que ponen de manifiesto el valor social y ambiental de estos
montes vecinales.
“Nos parecía muy importante dar
valor a una realidad muy invisibilizada como es la propiedad comunitaria
porque creemos que los procesos que llevan a cabo pueden servir como
modelo y ejemplo de gestión en otros aspectos de la sociedad”, explica
Alberto Román, de la cooperativa gallega Trespés, principal impulsora del documental. Señala que En todas as mans- En todas las manos en castellano- refleja una realidad que ocupa casi la cuarta parte de todo el territorio de Galicia.
“Los montes vecinales gallegos tienen una superficie de más de 700.000
hectáreas y hubo tiempos en que llegaron a ocupar un millón y medio”,
afirma.
En toda la región hay unas 3.000 comunidades
de montes vecinales donde viven más de 150.000 personas. “Su titularidad
es comunitaria, pertenecen a los que viven en ese lugar,
pero los montes no están vinculados por el lugar de nacimiento sino
porque alguien está viviendo ahí en ese momento”, describe Román.
Durante la dictadura franquista -y la portuguesa de Salazar, porque la
película documenta también experiencias en el norte del país vecino- se
requisaron buena parte de los terrenos que hace más de 30 años
comenzaron a regresar a las manos de los vecinos. Cada comunidad de monte se organiza a través de una asamblea, donde reside el poder de decisión, y es quien elige al Consejo Rector, encargadado de la gestión.
“Es una realidad, que incluso en Galicia, es muy poco conocida y
creemos que es un poder que tienen las personas en el que debemos
fijarnos más porque está desaprovechado y tiene herramientas de
participación de lo más vigentes”, afirma el cooperativista. Pone como
ejemplo el hecho de que todas las comunidades de montes tienen en sus
estatutos lo que se conoce como derecho de revocación, por el que si los vecinos no están de acuerdo en cómo el Consejo Rector está haciendo la gestión un 20% de la población puede forzar nuevas elecciones.
“Se trata de una herramienta muy democrática de control y participación
que ojalá que se pudiera aplicar a otras situaciones”, comenta Román.
Actividades diversas
Cada comunidad vecinal ha potenciado la actividad que han decidido entre todos: unos han apostado por la vía forestal, otros por los pastos
para que las pequeñas explotaciones ganaderas accedieran a pastos más
amplios, comunes, que luego repercuten en la calidad de la carne. Con la
llegada de gente más joven, subraya Román, se están poniendo en marcha
nuevos proyectos como cultivos de setas o de turismo sostenible,
que recuperan antiguas casas y ofrecen rutas de senderismo. “La
incorporación de la mujer a los consejos rectores, porque en las
asambleas siempre han estado, están propiciando la incorporación de
nuevos valores que son importantes”, indica el miembro de Tréspes, una
cooperativa centrada en proyectos culturales y de dinamización del territorio.
Tras tres años de rodaje, el documental, dirigido por Diana Toucedo,
encara ahora la fase de montaje para la que necesitan recaudar 7.000
euros, y poder así estrenar la película a finales de abril. “Es una
realidad muy importante que puede servir de modelo para otros
territorios”, subraya Román, quien explica que el título de la película,
En todas as mans, hace referencia a las manos comuneras que trabajan en los montes y a las que se alzan en las asambleas para decidir qué hacer en ellos.