martes, 14 de abril de 2020

Desinfecciones contra el Coronavirus, días 28 de marzo, 3 y 13 de Abril.

Los días 28 de Marzo, 3 y 13 de Abril 
se procedió a desinfectar el pueblo 
para control de las propagación y contagio del coronavirus COVID-19.


Comunica el Ayuntamiento de Redecilla del Camino que, 
como medida preventiva para controlar 
la posible presencia del virus COVID-19 en el pueblo, 
se va a proceder a desinfectar todo el pueblo 
con la maquinaria de la Cooperativa el Sextil, 
y con mochilas/"candajas" sulfatadoras para aquellas partes 
a las que no pueda llegar la maquinaria. 
El desinfectante es el recomendado por las autoridades sanitarias:
Cloro disuelto en agua.

Aunque esa mezcla no supone ningún riesgo para nuestra salud,
mejor cerrar las ventanas.

Agradecer a todos los que participen en esa labor, 
y en especial a los miembros de la Cooperativa el Sextil.

Hoy podemos decir que no tenemos constancia
 de que hay contagiados por el virus en Redecilla del Camino.
Esperemos que sea así siempre.

¡ NO SALGAS DE CASA !


















lunes, 13 de abril de 2020

Asociaciones jacobeas plantean una vuelta al peregrinaje con garantías [COVID19]

Volver al Camino.

Desinfectando Albergue Aviles.
El objetivo de la Asociación de Municipios del Camino de Santiago se plantear distintas estrategias que permitan reponer el Camino de Santiago ante el parón que supone el COVID-19.

Iniciativas hay  son dos las que destacan sobremanera entre todas las presentadas: 
Primera la la creación de una herramienta tecnológica que permita conocer la ocupación de los albergues en tiempo real para la vuelta a la actividad y el desarrollo de un portal web donde se concrete cómo se van recuperando los municipios. La citada aplicación, que ayudará a gestionar plazas ocupadas y disponibles y permitirá evitar aglomeraciones en ciertos puntos del Camino, tendrá una fase piloto, de 60 días de duración, en el Camino Francés. De esta manera los peregrinos podrán saber si cuentan con plaza en el albergue en el que desean pernoctar o deben dirigirse a otra población.

También, desde la Asociación de Municipios del Camino de Santiago se expone la necesidad de desarrollar ciertos "planes de contingencia" para la "apertura natural" de la ruta jacobea. "Proponemos acciones de carácter nacional e internacional y planes de relanzamiento cuando las circunstancias los aconsejen", argumentan. No obstante, reconocen que la reapertura de la red de albergues será complicada pero quieren que, cuando sea posible, se pueda ofrecer "una acogida perfecta", tanto del ámbito social como de la salubridad de las instalaciones.

Lograr la indulgencia plenaria de los peregrinos en el Jacobeo de 2021 es el objetivo de la Asociación de Municipios del Camino de Santiago que han lanzado una comunicación con diferentes propuestas sobre cómo recuperarse tras la crisis del coronavirus con garantías para los caminantes. "Es buen momento para comenzar a dar pasos, para empezar a poner sobre la mesa ideas y propuestas para recuperar las peregrinaciones, para recuperar la red de albergues y para ir recuperando la economía de los pueblos por los que discurre el Camino", señalan en su comunicación.

Por su parte, desde la Xunta de Galicia confían que, una vez superada la crisis sanitaria del COVID-19, las administraciones, las asociaciones, los empresarios y los peregrinos unan fuerzas para recuperar "lo que nos une y lo que nos hace seguir al pie del cañón" y depositan en las Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago -como la que preside en Asturias Laureano García- la esperanza de todos de "volver al Camino".

Desde la comunidad vecina ofrecen un e-mail (cultura.xacobea@xacobeo.org) y un teléfono de contacto para plantear dudas y propuestas para la recuperación de las peregrinaciones en los próximos meses. "Vuestro esfuerzo no debe parar, sois los grandes depositarios de esta tradición", anima el consejero de Cultura de la Xunta. 

Fuente caminosantiago.org

Coronavirus, explicación para catetos especialistas en pandemias.

Os traslado texto del catedrático 
Agustín Estrada Peña* Universidad de Zaragoza.
Mejor explicado, imposible. Vale la pena leerlo.


"Queridos conciudadanos de la cacerolada de las 9:00 PM. :
Pretendo escribir unas líneas a vosotros, los que hasta hace un mes erais expertos entrenadores de fútbol, a la par que avezados especialistas en mecánica de coches, y en las últimas semanas sois expertos en pandemias. A vosotros, quienes no tenéis ni idea de qué es R0 pero lo manejáis con soltura mientras la familia cena. 
A vosotros, que no sabéis distinguir entre letalidad y mortalidad, pero no os importa, porque lo verdaderamente serio es mostrar la indignación de la ciudadanía.
¿Por qué el gobierno ha actuado tarde?
Por la economía. Si se cierra un país a todo tipo de actividad económica porque hay cuatro personas que tosen mucho, y nada más, la caverna mediática hubiera condenado a los responsables con el estigma de “quieren destruir el país”. Se esperó hasta que se comprobó que, realmente, la cosa iba en serio y que había que tomar medidas. Hubo en momento en que los datos pintaron realmente feos, y ahí (tarde) se comenzó a actuar. Se actuó tarde por dos razones. 
La primera porque es un nuevo virus. Aunque seáis expertos en pandemias, no tenéis ni idea de qué son los segmentos S, M, y L de un virus y cómo se recombinan. No os lo voy a explicar aquí, pero debéis de saber que aparecen virus nuevos de los que no tenemos ni idea de cómo funcionan. Es como si estáis en el bosque y no sabes si estáis viendo enfrente de vosotros un mirlo o un feroz oso. No sabéis cómo se comporta. Mejor esperar a ver qué hace. Y eso hicimos.
La segunda es porque los chinos mintieron. Desde el principio. Esto sí que os lo voy a explicar porqué es adecuado para los especialistas en pandemias. Desde aquella epidemia de SARS en China, existe un sistema de vigilancia temprana y de alerta rápida en el país. Cada vez que se detecta un caso de neumonía “extraña” se debe comunicar a Pekín (perdón, Beijing). Pero eso acarrea ceses fulminantes y esas cosas de los chinos, y los responsables de sanidad de Wuhan decidieron que estaban mejor callados. Hubo un día que se les fue la cosa de las manos.
Os diré que el primer caso declarado es de finales de noviembre de 2019, por lo que el virus, con lo que sabemos hoy, podía estar circulando ya entre agosto y septiembre. La comunidad científica admite hoy que todas las cifras de infectados y fallecidos son falsas. Se ha calculado comprobando el tiempo que han funcionado las incineradoras de Wuhan en los últimos meses. Es decir, estábamos ciegos ante lo que nos venía.

¿Por qué hicimos mal el cierre de fronteras?
Porque es un virus diferente y no sabíamos que estaba ya “dentro”. Como sois especialistas en pandemias (reconvertidos de entrenadores de fútbol) podéis consultar nextstrain.org/ncov y comprobar que la introducción del virus se produjo en Europa en algún momento de Navidad, procedente de Shanghai, con dudas acerca de si fue en Reino Unido o en Islandia. Sí, Islandia, la gente también viaja allá. Navidad. Vosotros estabas discutiendo con el cuñado mientras ese virus entraba y luego os daría mucho juego de conversación con la familia. Pensadlo otra vez: Navidad. Aquí empezamos a preocuparnos en marzo, cuando el virus se había amplificado y nos dimos cuenta.

¿Por qué no hemos hecho pruebas rápidas?
Antes que nada, todos estáis manejando las siglas PCR como si fueran algo normal en vuestras vidas. Debéis de saber que en condiciones óptimas una PCR suele llevar unas 4 horas de tiempo y costar unos 40-50€. El hecho de que se estén realizando unas 20.000 diarias en España (a día de ayer, 5 de abril) os dará una idea del esfuerzo. Si además os cuento que un termociclador (permitidme que introduzca una palabra nueva a los expertos en pandemias, pero es el cacharro que se usa para hacer una PCR, no sirve la sartén de vuestra casa) cuesta unos 10.000€, os daréis cuenta del esfuerzo.
Todos estáis hablando de las “pruebas rápidas” (me niego a llamarlas “tests”, yo escribo en castellano) pero aún pensáis que se trata de una especie de magia que apunta a un individuo y aparece una luz roja. Pues no. Hay dos tipos. Una intenta detectar los antígenos del virus. En otras palabras, el método intenta encontrar si hay proteínas del virus en una persona. Pero el Centro Nacional de Microbiología comprobó que la sensibilidad era de un 30%. Es como si en un control de alcoholemia de la Guardia Civil se escapa el 70% de los borrachos. ¿Verdad que no sirve para nada? Por eso se devolvieron. Pero, claro, el Ministro es un torpe. Después se ha venido trabajando con pruebas que permiten conocer si una persona ha desarrollado inmunidad al virus. ¿Para qué? Ahora sabemos que antes de que una persona desarrolle inmunidad, puede llevar 5-7 días transmitiendo el virus. Estas pruebas nos dirán quienes han estado en contacto con el virus. Estas pruebas rápidas nos darán datos acerca de la infección intra-domiciliaria. Poco más.

¿Por qué es distinto este virus, por qué no hay respiradores?
Sabemos hoy que el virus se multiplica en la garganta a niveles simplemente brutales. En aproximadamente un 30% de las personas (pero también hay diferencias genéticas) el virus puede pasar al pulmón. No sabemos por qué, pero las células que se encargan de nuestras defensas, al ver la inmensa carga vírica, sueltan toda la artillería. Un gin-tonic está bien, pero ocho son demasiados. Aquí pasa lo mismo. Los enfermos graves lo están porque su sistema inmune se ha pasado de la raya.
Oh, los respiradores. Vale, os lo explico. Seat, Ford, Volkswagen fabrican coches al ritmo que saben que se van a vender. Lo mismo con los respiradores y las mascarillas. La fábrica produce sus artilugios al ritmo que se van a vender, y no invertir más dinero en cosas que no tienen salida. Yo no puedo ir a Seat y decirles “mañana quiero 30.000 coches”. No se pueden hacer. Pues es lo mismo. Pero, claro, el ministro de Sanidad es un torpe porque así lo han decidido los ex-entrenadores de fútbol.

¿Y qué hay de los modelos?
Mi frase favorita es la de un premio Nobel de Economía, quien dijo “si torturas suficientemente a los datos, puede que terminen confesando”. Quienes hayan leído los informes del Imperial College (lo que proporciona un grado supremo de Experto en Pandemias) habrán constatado que en España “debería haber” entre 2 y 20 millones de infectados. Vamos a volver a leerlo. Es como si vas a la frutería y preguntas por el precio de los tomates. Y te contestan que están entre 2€y 20€ el kilo. Eso ha hecho el Imperial College. Quien crea ciegamente en eso acaba de obtener el diploma de pajero mental supremo. Repito, no tenemos ni idea acerca de cómo funciona este bicho, y nuestras estimaciones solo eso estimaciones algo laxas.

¿Qué va a pasar?
No lo sé. Si lo supiera ya sería entrenador de fútbol. Pero pienso que la humanidad va a tener una pandemia que se extenderá por todo el planeta, que todos nos acabaremos infectando y que quizás (o no) tengamos inmunidad o se convierta en una vacuna que haya que incluir todos los años en el calendario vacunal. Aquí tengo dos cuestiones. La primera, que nadie piense que una vacuna se hace en un mes. Cuando empiecen a morir voluntarios en las pruebas vacunales, también criticaréis la vacuna y lo demostrareis con otra cacerolada. La segunda, pensad en África y en América. Allí no hay una sanidad como en Europa. Vamos a tener olas de infección secundaria y terciaria por un largo tiempo. Es lo que tienen las pandemias. Pero eso ya lo sabíais, expertos en pandemias.
Espero que, con estas explicaciones simple, aptas para ex-entrenadores de fútbol, os lo penséis dos veces antes de la siguiente cacerolada. Un comentario final: el Capitán “a posteriori” es un personaje que ya existe en South Park. La mayoría de vosotros sois capitanes “a posteriori”, y no ayudáis. Quizás vuestros hijos queden impresionados, nada más."

*Prof. Agustín Estrada-Peña
Dept. of Animal Health, Faculty of Veterinary Medicine Universidad de Zaragoza

domingo, 12 de abril de 2020

CORONAVIRUS: Medidas para la prevención de contagios del COVID 19. Buenas prácticas en los centros de trabajo.

De cara a la incorporación al trabajo el próximo lunes, 
después del cese de actividad de estas dos semanas, 
el Ministerio edita esta guía de medidas de prevención y seguridad personal, 
en el traslado/transporte, en el trabajo, después del trabajo, 
y tratamiento de residuos de equipos usados.
















jueves, 9 de abril de 2020

Agricultura: lo pequeño no es barato!. (¿barato?, ¿qué es barato?).



las macrogranjas (y lo hacen habitualmente en cuanto pierden dinero) o se hagan con el monopolio,
entonces nuestra actual carne/basura  nos saldrá muy cara: entonces,¿será más barato el cerdo?... 
La agricultura es algo mucho más que economía de trileros/charlatanes.
Republico este artículo porque, dejando a parte esos aspectos, aporta elementos de interés para la discusión, como, por ejemplo, el contexto internacional que nos ha llevado hasta aquí, la diferencias del modelo americano y el europeo, el momento en que empieza a declinar el pequeño agricultor y ganadero, no es por el coste salarial de los jornaleros...
Joaquín Arriola*,

En la época de la gran depresión se produjo un cambio estructural muy importante en la agricultura norteamericana. A pesar de su responsabilidad en la crisis, el gran capital financiero no perdió influencia política. Ejecutó las hipotecas que pesaban sobre los pequeños agricultores altamente endeudados, expropiándoles sus tierras para venderlas a grandes capitales inversores en búsqueda de nuevas fuentes de beneficios en una época en los que estos eran bastante escasos en la industria o los servicios.

En Europa no se dio un fenómeno parecido. La cercanía de la URSS hacía temer a las clases dirigentes europeas la radicalización política de la clase obrera. Así, en los dos países en los que con mayor fuerza se había manifestado el proceso revolucionario entre los trabajadores, Italia y Alemania, pronto se estableció una alianza que incorporó a los pequeños propietarios agrícolas en un esfuerzo por unir a la pequeña burguesía en contra del movimiento obrero radicalizado. También en la península ibérica se produjo, primero en Portugal con la dictadura de Salazar y después en España con la Guerra Civil y el franquismo. En Inglaterra o en Francia, el mantenimiento del sistema democrático fue posible gracias a los avances en la protección social y la participación política de los trabajadores. Y, por supuesto, con un pacto de no agresión con los pequeños agricultores. Así que con fascismo, nazismo o democracia, parte del precio de acabar con las veleidades revolucionarias reales o potenciales de los obreros fue mantener a los pequeños propietarios agrícolas.

Si en Estados Unidos el autoritarismo de corte fascista no fue nunca un fenómeno relevante es porque la radicalización de la clase obrera norteamericana al calor de la revolución bolchevique fue siempre un fenómeno minoritario, por lo tanto el gran capital no dudó en acabar con la agricultura a pequeña escala como forma de producción agrícola predominante. La literatura de la época (El camino del tabaco y La parcela de Dios, de Erskine Caldwell, o Las uvas de la ira de John Steinbeck) reflejan el sentimiento de una época que está pasando a mejor vida, la vida en el recuerdo de una clase social de productores agrarios a escala familiar.


A principios de siglo, en EE.UU. había 2 millones de explotaciones agrarias; en la Unión Europea occidental (UE 15) la cifra era tres veces mayor, con 6,5 millones de explotaciones. Pero mientras que en Estados Unidos la explotación media tiene una dimensión de 175 hectáreas, en la UE15 el tamaño medio es la décima parte que en EEUU. El Estado norteamericano con las explotaciones medias más pequeñas es New Jersey, donde tienen una dimensión media de 35 hectáreas, y las más grandes están en Wyoming, donde superan las 1.500. En la UE15 el tamaño medio más grande lo tiene Holanda con 300 y el menor, Grecia, con menos de 3. Si en la UE se considera "pequeñas" a explotaciones que generan menos de 15.000 € de beneficios, y "muy grandes" los que generan más de 100.000 €, en EE.UU. son "pequeñas" las explotaciones que generan menos de 250.000 $ de ventas.
Estas diferencias se manifiestan también en las posibilidades de vivir de la producción agrícola: en Estados Unidos la mitad de los agricultores lo son a tiempo completo; en la UE15, apenas la cuarta parte. Y mientras el número de agricultores europeos no deja de reducirse cada año, en Estados Unidos la cifra se mantiene relativamente estable.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el miedo al "contagio comunista" reforzó la necesidad de garantizar el apoyo de los pequeños agricultores o en su caso (Alemania, Italia€) de recuperarlos para el proyecto democrático. Este objetivo se encuentra en la base de la inclusión en el proyecto de Mercado Común Europeo de una Política Agrícola Común, con el argumento de garantizar la seguridad alimentaria en Europa occidental y la mejora de las rentas de la población rural, mucho más bajas en general que las de la población urbana. La planificación de la agricultura europea bajo el paraguas de la PAC ha sido sin duda el mayor éxito del mercado común en toda su historia.

No fueron, como reza el relato oficial, las presiones del Grupo de Cairns (EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Argentina, Uruguay€), los grandes exportadores agrícolas competidores de la UE, sino la desaparición del comunismo lo que llevó a partir de 1993 a un debilitamiento progresivo de la intervención en el sector agrícola, de la protección a los pequeños propietarios, en favor de una agricultura cada vez más mercantilizada. Los pequeños agricultores ya no son aliado necesario en las estrategias, democráticas o autoritarias, de contención del radicalismo.

En lo que llevamos de siglo, han desaparecido en España más de 800.000 explotaciones agrarias, la inmensa mayoría microexplotaciones de menos de 10 hectáreas. Por el contrario, han aumentado en más de 3.000 las explotaciones agrarias de más de 100 hectáreas. Con todo, todavía hoy, de las más de 900.000 explotaciones, apenas hay poco más de 50.000 con un tamaño suficiente para generar economías de escala y un uso eficiente del capital. Y las muy grandes, las de más de 500 hectáreas, son solamente la décima parte de estas. En consecuencia no es de extrañar que el 20% de las explotaciones que generan menos producción apenas lleguen a los 10.000 € de media en España, frente a los 30.000€ de Gran Bretaña, 36.000€ de Francia o 45.000€ de Alemania.

Así que la alternativa es clara: 
si queremos mantener una estructura productiva en el sector agrario basado en las explotaciones familiares, la agricultura de cercanía, 
los cultivos ecológicos, el bienestar animal y la cercanía campo-ciudad etc., 
habrá que pagarlo. 
El conjunto de los consumidores tendremos que hacernos cargo de esa menor eficiencia en términos de producción por euro invertido de ese tipo de agricultura. Contra lo que se afirma, incluso por los propios productores, no es cierto que la competencia de la agricultura procedente de Marruecos, Sudáfrica o América del Sur se base en menores salarios, porque en estos países priman también las grandes explotaciones agrícolas capaces de reducir los costes unitarios y ser competitivos.

Desde que España abandonó con 30 años de retraso su versión local del totalitarismo y se incorporó a la UE, hemos podido disfrutar de importantes ayudas de la política agrícola común. Lamentablemente, casi al mismo tiempo que se producía la incorporación, la política agrícola empezaba a virar lentamente hacia criterios neoliberales basados fundamentalmente en la rentabilidad capitalista y esta en la agricultura va asociada casi indefectiblemente al tamaño. 
Esa es la madre del cordero: en la programación financiera para los próximos siete años se está planteando una reducción brutal en la PAC de aproximadamente unos 40.000 millones de euros. De llevarse a cabo, puede suponer una reducción entre ayudas a la producción de pagos directos y ayudas al desarrollo local rural unos 690 millones menos de euros al año de subvenciones para la agricultura española.

No se puede decir que el problema del sector son los salarios que se paga a los trabajadores asalariados. Por el contrario, los salarios del sector son altamente competitivos, mucho más que los de la industria o los servicios, en comparación con la Europa desarrollada occidental. Los aproximadamente 5.500 millones de euros de salarios pagados a los 470.000 asalariados del sector agrícola (pesca incluida) son equivalentes a la subvención anual recibida de la PAC y todavía sobran unos pocos centenares de millones para otros gastos. La subida acordada en el salario mínimo a 950 € serían unos 850 millones de euros extras que, junto con la reducción prevista de las ayudas europeas, supone que estas pasen de cubrir la totalidad de los gastos salariales del sector a cubrir solo tres cuartas partes.

Estas cuentas rápidas implican que mantener la agricultura familiar en explotaciones poco rentables y que subsisten gracias a la explotación de la fuerza de trabajo y a la subvención de los costes salariales y por parte del presupuesto comunitario nos puede costar por lo menos 1.500 millones de euros al año que habría que pagar con nuevas subvenciones locales (es decir, impuestos) a los agricultores o a los precios de sus productos.

La alternativa puede ser más cara a corto plazo, pero más rentable a largo plazo: llevar a cabo una reconversión agrícola que establezca la jubilación forzosa de los agricultores de más de 60 años y proceder a una concentración de tierras y al desarrollo de empresas agrícolas de alta capacidad productiva. El envejecimiento es un fenómeno que afecta a más del 40% de los propietarios de pequeñas explotaciones en España. Por el contrario, en las grandes explotaciones españolas que generan una producción superior a los 100.000 € solo el 10% de los propietarios tienen más de 65 años y 2/3 tienen menos de 55, porcentaje comparable de la media europea. Como se ve, lo pequeño puede ser hermoso, pero tiende a ser más caro.

* Profesor de Economía Aplicada UPV/EHU.

domingo, 5 de abril de 2020

El Bella Ciao con una letra muy particular para animar a los calceatenses, a cargo de Iván.


Iván Vázquez Valgañón anima desde su ventana cada tarde 
a sus vecinos de Santo Domingo de la Calzada interpretando diferentes canciones, 
con motivo del confinamiento por el estado de alarma decretado 
para luchar contra el coronavirus Covid-19. 
En esta ocasión ha puesto una divertida letra al famoso Bella Ciao.

En la canción anima a la gente a quedarse en casa y resistir hasta que todo se arregle.

jueves, 2 de abril de 2020

Cartografía ecosocial de las protestas rurales



El cabreo del mundo rural tienen que ver principalmente con dos embudos, el socioeconómico y el político. Hace décadas que nuestros sistemas agroalimentarios están gobernados por una gran distribución y una globalización neoliberal (tratados internacionales, la comida como mercancía, la PAC al servicio de las grandes explotaciones) que no recompensan a quienes producen nuestros alimentos. El segundo de los embudos se refiere a la crítica de las formas de representación en lo que respecta a mesas de negociación, desigualdades de género o a la búsqueda de reemplazos generacionales y de modelos productivos. Por ahora el sindicalismo de mayor visibilidad ahonda en posiciones conservadoras, particularmente ASAJA como gran patronal del campo inserta en la CEOE.



Está por ver qué caminos de transformación real de los anteriores embudos emprenden organizaciones críticas como COAG y UPA, ésta última vinculada a sectores rurales de la UGT. El mundo rural ha alzado su voz merced a los huecos abiertos en la agenda social, política y hasta artística. Abandona el fatalismo y se vuelve protestón ante los diversos embudos. Está por ver si las demandas iniciadas al calor de la sucesión de convocatorias #AgricultoresAlLímite y la reclamación de precios justos son un paraguas que dinamice cambios estructurales.

La respuesta del Gobierno ha sido el decreto lanzado el martes 24 de febrero: prohibir la venta a pérdidas, fomentar contrataciones indefinidas y reducir de 35 a 20 las peonadas necesarias para acceder al desempleo agrario. Sin duda, se plasman aquí reivindicaciones que invitan a visibilizar y cuestionar nuestro insostenible e injusto sistema agroalimentario. Algo muy positivo. Pero parecen medidas para contentar a una gran distribuidora hortofurtícola y menos a una pequeña producción. Las peonadas o las contrataciones de largo plazo no constituyen un apoyo directo hacia la subsistencia de los últimos eslabones de la cadena agroalimentaria (la producción rural) ni para la innovación hacia sistemas agroalimentarios más locales y diversificados.
En esta situación conflictiva y de embudos no resueltos, han emergido también nuevas plataformas rurales o nuevas vías para la reinvención de un sindicalismo agrario transformador. Por ejemplo, destaca en los últimos años el papel cada vez más relevante de organizaciones de mujeres en el seno del gran sindicalismo. Iniciativas como Ganaderas en Red han contribuido a poner sobre la mesa los embudos en torno a las desigualdades de género en el mundo rural. No ha faltado la irrupción de posiciones más conservadoras y algunas de extrema derecha (en defensa de las "esencias" del campo, nula referencia a la gran distribución, énfasis en precios, puesta en escena a favor de la "marca España"), las cuales han encontrado eco en organizaciones como la Asociación Nacional del Sector Primario o la recién creada Unión de Agricultores Independientes (ambas con base en la Almería agroexportadora).

Los conflictos del campo irán a más. Aparte de no resolverse la problemática de los embudos mencionados, se produce una resonancia social de protestas en otros países, como los chalecos amarillos en Francia. 
O irrumpen nuevos imaginarios literarios en este país, una ola de "neorruralismo": novelas llevadas al cine como "Intemperie", de Jesús Carrasco Jaramillo; poéticas ecofeministas como la de María Sánchez; la crítica del desarrollismo que erosiona tramas de vida rurales como hace Rafael Navarro en "La tierra desnuda"; o ensayos bastante criticados por su perfil urbanita, caso de Sergio del Molino y su obra La España vacía". 
Están emergiendo gritos compartidos. Pero también protestas encontradas en su seno. Por ejemplo, la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) es una buena piedra de toque para un análisis de dimensiones de clase social o del derecho a tener derechos.

La patronal ASAJA y las nuevas plataformas rurales próximas a la extrema derecha se muestran crític a s con dicha subida, atrayendo a sectores de UPA y COAG. Entre estos últimos, sin embargo, emergen respuestas defensoras de dicho SMI y con propuestas que tratan de desbordar la globalización neoliberal (derechos del campesinado, circuitos cortos, necesidad de una transición hacia otros modelos productivos), caso del Sindicato Labrego Galego y otros espacios afines a la Vía Campesina. 
Son distintos polos que atienden a diferentes conciencias de "clase rural" y de relación concreta con los embudos económicos y políticos que siguen alentando la apuesta suicida de un "desarrollismo global".

En estas circunstancias, el ecologismo y el feminismo, o la sencilla reclamación de una producción sustentable y de igualdades de género, difícilmente encuentran un espacio de incidencia. La extrema derecha ha impulsado un caladero de votos rurales muy distante de estos polos, a través de su particular reinterpretación de algunos dramas del medio rural con tan sólo azuzar banderas como la caza o la defensa de "tradiciones" frente al ataque de los/as "animalistas urbanos". De caciques globales o regionales no hablan mucho, es más, se corre el peligro de que se sitúen al frente del descontento rural, como muestra el afán movilizador de la patronal ASAJA frente al actual gobierno.

En paralelo, desde el campo se percibe también una escasez de propuestas (comunicados, perspectivas, organizaciones, afán por tejer lazos con estas protestas) que trabajen temas de sustentabilidad o de crítica de los embudos sociales, económicos y patriarcales partiendo del propio medio rural. Del lado eco, observo que la palabra "sostenibilidad" y la conciencia por los impactos del vuelco climático están ya en gran parte de la agenda social y sindical. 
Para mucha gente la cuestión es común a cualquier tema de decrecimiento con justicia: ¿quién va a pagar las facturas?, ¿qué nuevos modelos de transición se van a apoyar?, ¿quién se hará cargo de los costes (económicos, electorales si no son bien enfocados) derivados de un alza del precio del petróleo, una política de "residuos cero" en los tratamientos fitosanitarios o una relocalización de las cadenas agroalimentarias?-

En la dimensión de género, si bien la protesta mediática ha presentado un rostro fuertemente masculino, diversas concentraciones y hasta cortes de carretera han sido protagonizados por mujeres. Hay un reconocimiento entre ellas de que resta mucho camino para que puedan superarse desigualdades de siempre en torno al acceso a tierras y titularidad, paridad en las organizaciones y formas de acción participativas, valorización de trabajos del campo ahora invisibilizados y desarrollados por mujeres. Pero se avanza. Organizaciones como el Sindicato Labrego Galego marcan aquí la pauta seguir. Al mismo tiempo, la necesidad de la ruralizar ciertas propuestas está ahí: ¿cómo se va a avanzar hacia un ecofeminismo amplio, si sus corrientes principales de pensamiento y de propuestas no están conectando con determinadas inquietudes rurales, las cuales tienen una particular lectura de temas comunitarios, familiares o de su relación con montes y ganadería? Vivimos tiempos de chalecos turbulentos. Quizás el campo esté ofreciendo chalecos problemáticos y de colores diversos (algunos marrones como la sociedad del carbón). 

Pero está hablando ya de implementar otros mundos y otras economías. Sería conveniente articular encuentros, pedagogías y formas de impulsar otras relaciones campo-ciudad sin renunciar a voces y a obligaciones decrecentistas que son propias de cada territorio.

jueves, 26 de marzo de 2020

"Nuestro modelo de vida ha generado una economía caníbal que se sostiene devorando otros cuerpos y territorios"

Una llamada urgente a sostener la vida ¿qué amenaza hoy nuestra existencia?

"Estamos en un momento en el que la economía, la cultura y la política hegemónicas han declarado la guerra a la vida. 
Es decir, se sostienen, crecen y medran de espaldas y en contraposición con las bases materiales
que permiten sostener la vida humana y el conjunto de los sistemas vivos. 
Desde el punto de vista ecológico nos encontramos ante una crisis de energía y materiales. 
En el año 2006, la Agencia Internacional de la Energía (AIE), poco sospechosa de ecologismo radicalreconoció 
que se había alcanzado el pico del petróleo convencional. 
Esto tiene unas consecuencias tremendas en un mundo que "come petróleo" 
y para un modelo industrial de producción de alimentos petrodependiente y energívoro. 
Nuestras ciudades ya no se sostienen sin grandes cantidades de energía fósil. 
También hay límites en los sumideros del planeta. 
El cambio climático no es más que un importante problema de saturación de sumideros".

Entrevista a Yayo Herrero* 
Trini díaz / Iban aguinaga.

¿La transición energética es la solución? Hay más fuentes energéticas que el petróleo.
–Se habla mucho de la transición energética, pero las energías renovables y limpias no pueden mantener nuestro sistema económico globalizado e industrializado, ni satisfacer las necesidades humanas al ritmo de consumo actual. Para poder construir aerogeneradores, fabricar coches eléctricos o avanzar en la digitalización de la economía necesitamos minerales (litio, platino, cobre...) que también han alcanzado, o lo van a hacer próximamente, sus picos de extracción. Las cuentas no salen, a no ser que los beneficios sean para unas pocas personas. Esta reflexión tiene que salir del ámbito experto y trasladarse a los movimientos sociales y a la sociedad organizada para ir pensando en alternativas que no excluyan a nadie.

Propone cambiar las gafas con las que vemos el mundo. El ecofemismo ¿dónde pone el foco?
–La mirada del ecofeminismo nos ayuda a entender cómo funciona, se sostiene y mantiene la vida. El ecologismo nos ha hecho conscientes de la ecodependencia, de esa necesaria conexión con la naturaleza y la imposibilidad de vivir sin ella. Desde el feminismo, aprendemos la interdependencia y que el sostenimiento de la vida es una cuestión de corresponsabilidad entre comunidades, instituciones y personas. El diálogo entre ecología y feminismo es muy fructífero y rico.

¿De qué depende la vida humana? ¿Qué la mantiene?
–Somos una especie viva que está inserta en una naturaleza de la que obtenemos absolutamente todo para mantener nuestra existencia. Sin embargo, una buena parte del conocimiento dominante ignora esta ecodependencia y que los bienes fondo de la naturaleza (minerales, recursos, procesos) no son ni producidos ni controlados a voluntad del ser humano. Nada –ni una ciudad, ni ningún sistema económico– puede crecer de forma expansiva e ilimitada. Pero, además, la vida permanece inserta en otro territorio que es nuestro propio cuerpo, que es vulnerable, que es finito y termina muriendo. Somos interdependientes, es decir, necesitamos espacios comunitarios y sociales que garanticen que se van a recibir todos los cuidados necesarios y adecuados para cada momento del ciclo vital, especialmente en la infancia, la vejez, la enfermedad o la diversidad funcional. Esta tensión estructural marca la dinámica de guerra contra la vida.

Hombres y mujeres tenemos el mismo derecho a recibir cuidados, pero los deberes no se reparten de forma igualitaria.
–Esto es así, no porque las mujeres estemos mejor dotadas genéticamente para el cuidado de los cuerpos vulnerables y finitos sino porque la sociedad patriarcal ejerce una división sexual del trabajo que asigna de forma no libre diferentes roles a hombres y mujeres, mediante un proceso de educación y socialización desde la infancia. A las mujeres nos asignan los cuidados, a través de lo que algunas feministas han denominado "servicio familiar obligatorio" y de un sentido del deber acompañado de sanciones y culpas. A los hombres otros roles igualmente opresores: la potencia, el éxito en el espacio público, el dominio, e incluso la violencia. El sujeto patriarcal y político se percibe a sí mismo emancipado de la naturaleza, de su propio cuerpo –porque hay otras personas que lo cuidan– y desresponsabilizado de otras personas. Conforma, además, una noción de progreso completamente separada de la materialidad de la tierra y de los cuerpos.

¿Qué significa poner los cuidados en el centro?
–En las economías y políticas hegemónicas la prioridad no es el mantenimiento de vidas dignas sino el crecimiento económico. Poner los cuidados en el centro, requiere de políticas que produzcan lo que es necesario para sostener la vida y que lo hagan, además, de forma justa. Pero no tenemos instrumentos económicos para razonar desde el punto de vista de las necesidades. En términos monetarios, la producción de alimentos y la producción de armamento se miden de la misma manera.

¿Qué es progreso? ¿Cómo medir la riqueza?
–Nuestra economía se basa en que solo tiene valor aquello a lo que se le puede asignar un precio. Esto hace que tengamos una idea de la economía y la producción distorsionada. Llamamos producción a lo que hace crecer el PIB y dejamos de tener consciencia e invisibilizamos la importancia económica de los bienes fondo de la naturaleza y de trabajos que mayoritariamente hacen mujeres y comunidades para sostener cotidianamente la vida. Pero el mayor peligro es que empezamos a contabilizar la destrucción como si fuera progreso y riqueza. Me refiero a que un río contaminado hace crecer más la economía que un río limpio porque hay que gastar para descontaminarlo. Lo que llamamos capitalismo verde no es más que hacer caja con la propia destrucción.

¿Hay alternativa a este capitalismo que devora cuerpos y territorios?
–Desde hace tiempo hay propuestas en todos los campos de la economía, pero permanecen en los cajones de universidades o ministerios. Eso sí, cualquier alternativa justa y viable pasa por interiorizar el inevitable decrecimiento de la esfera material de la economía. Esto es un dato documentado por los científicos, no es una opción, por lo que debemos ponernos ya a la tarea de construir alternativas donde la comunidad tenga mayor fuerza, los bienes relacionales crezcan y el consumo de recursos de la tierra vaya disminuyendo.

¿Hay que vivir con menos para vivir mejor?
–Tenemos que aprender a vivir de una forma austera en lo material, en el uso de energía, en los kilómetros recorridos, en la distancia de los alimentos que consumimos. Esa austeridad es clave para poder conformar un modelo en el que entremos todas las personas. Y ahí topamos con la lógica capitalista de que todo merece la pena ser sacrificado con tal de que la economía crezca. Por eso, cualquier alternativa tiene que ir acompañada de una disputa de la hegemonía política y cultural. Necesitamos mucha gente organizada, espacios de debate, lugares de activismo, dinámicas barriales, porque donde nos jugamos la construcción de la utopía es en la comunidad, en la recuperación de los vínculos y las relaciones.

¿Es posible hacerlo en un contexto en el que los totalitarismos y la extrema derecha tienen cada vez más fuerza?
–Ellos tienen cada vez más fuerza, pero la gente organizada también. En situaciones de crisis surge esa polaridad tremendamente violenta y los espacios de grises, de diálogo, se estrechan. Adolescentes y jóvenes están tomando las calles para defender las causas del feminismo y la ecología. Este fenómeno mundial me tiene perpleja, me emociona. Es muy clarificadora la mirada del ecofeminismo para el análisis de la realidad porque los neopopulismos xenófofos, que señalan con el dedo a migrantes como culpables de la crisis, se pueden combatir mejor cuando se cae en la cuenta de que el camino de las personas migrantes es el mismo que recorren las materias primas que le son extraídas de sus países de origen.

¿Los efectos del cambio climático son irreversibles?
–La comunidad científica nos dice que si no empezamos a introducir medidas de mitigación importantes, la temperatura media global aumentará en 5-6 grados. El cambio climático ya ha desencadenado un daño irreversible, que obliga ahora a aplicar políticas de mitigación y también de adaptación. La borrasca "Gloria" sobre el Levante lo ha mostrado con claridad. Ya hay alcaldes, bastante lúcidos, que apuestan por favorecer la restauración ecológica de las dunas para proteger sus costas. Las inundaciones del Delta del Ebro, que ha supuesto la pérdida de 3.000 hectáreas de cultivo de arroz, ha provocado migraciones forzosas. Son los primeros refugiados climáticos de nuestro país.

¿Qué nos espera?
–Vamos a vivir una intensificación de todos estos efectos climáticos extremos. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) dice que la Península Ibérica se calienta al doble de velocidad que el resto de Europa, por lo que ya hay que empezar a proteger a las personas, seres vivos y a la tierra de sus consecuencias. En las riadas de Reinosa quien no tenía un buen seguro de hogar se ha quedado sin nada. Hay una dimensión de clase, de redistribución de la riqueza, que es preciso visibilizar para abordar todo esto de una forma justa. Para afrontar el cambio climático necesitamos restaurar espacios ecológicos, proteger el campo y adaptar nuestras ciudades. Son procesos que van a requerir una importante inyección de dinero público.

¿Las mujeres están pagando en mayor medida las consecuencias del cambio climático?
–Por cuestiones fisiológicas, la mortalidad acelerada por olas de calor y la contaminación persistente afecta más a las mujeres. En las inundaciones de Asía, el 80% de las víctimas fueron mujeres, posiblemente atrapadas en sus casas y al cuidado de otras personas. El extractivismo (búsqueda de petróleo) conlleva un aumento de la violencia contra las mujeres y de la trata, y las sequías o la deforestación afectan principalmente a las condiciones de vida de las mujeres, que son las que buscan agua y leña. Pero no solo son víctimas sino agentes muy activos en la defensa de la tierra y sus comunidades, en el sostenimiento de los vínculos y relaciones. En Noruega, por ejemplo, hay una organización de mujeres pensionistas que están denunciando a su Gobierno por no implementar medidas para mitigar los efectos del cambio climático y, por tanto, incrementar el riesgo de mortalidad anticipada.

¿De qué manera la crisis climática afecta a la crisis económica?
–Esta crisis ecológica incide de forma directa en la crisis económica global. Si la valla que rodea la Europa rica –además de no dejar entrar migrantes– impidiera el paso de energía, materiales, pesca, alimentos y productos manufacturados, la Europa rica no se sostendría ni dos meses. 
Todos los países ricos son deficitarios en materias primas y excedentarios en residuos. También la interdependencia de la vida y el trabajo de cuidados lo realizan mujeres migrantes. Nuestro modelo de vida ha generado una economía caníbal que se sostiene devorando otros cuerpos y territorios, a veces con medios bélicos y otras con las reglas de la Organización Mundial del Comercio o los tratados comerciales, que configuran una verdadera arquitectura de la impunidad del saqueo. Es un modelo que genera un gigantesco sistema de expulsión y que tiene un rostro marcadamente desigual.

¿Cómo se está afrontando el problema?
–Con políticas públicas que no son ni humanitarias ni justas. Después de haber negado el cambio climático, una buena parte del poder económico y empresarial dice ahora que es una nueva oportunidad de negocio. La geoingeniería, la agricultura inteligente, la construcción de infraestructuras, son mecanismos que convierten el cambio climático en un negocio al servicio de sectores privilegiados, que se están preparando y protegiendo para afrontarlo. En el Foro de Davos también se debate sobre cambio climático.

El proceso migratorio está siendo tratado como un problema de seguridad. Para ello, construyen una narrativa que señala a la persona migrante como peligrosa y violenta y la convierten en la materia prima del nuevo negocio de la seguridad de las fronteras, los centros de internamiento, las concertinas y las cámaras de vigilancia.

¿Otra política es posible?
–Fuera de la política pública institucional hay personas que nos estamos articulando en torno a la economía social y solidaria, en la banca ética, en cooperativas energéticas y de consumo, medios de comunicación alternativos, producción agroecológica, pesca artesanal, etc. Necesitamos darle la vuelta a la política para hacer que lo común y la socialización de recursos básicos sea un principio político. Otra política es factible y la dificultad está en conseguir mayorías sociales que la deseen y que estén dispuestas a luchar por estos cambios.

¿Qué pasos tenemos que ir dando para hacer las paces con la tierra?
Una transición hacia la sostenibilidad agroalimentaria y la relocalización en la producción de alimentos es fundamental. Hay que consumir productos de temporada, con circuitos cortos de comercialización y, si es posible, libres de agroquímicos. Lo que está pasando con el cultivo del aguacate es tremendo: ahora que se ha puesto de moda en las dietas saludables y vegetarianas, el monocultivo del aguacate en Perú está trepando hasta los cerros y arrasando territorios. El reto está en lograr una alimentación saludable para todas las personas, no solo para las que puedan pagarlo. Además, hay que repensar nuestras ciudades, usar transporte público y colectivo, y quizá movernos menos. Los cambios personales son necesarios, pero no suficientes. No hay que olvidar que la dimensión es colectiva y comunitaria.

La sostenibilidad ¿qué debe aprender de las mujeres?
–En este momento, la posibilidad de construir utopías locales, que además puedan crecer a los ámbitos más globales, pasan por la cultura del tejido. Si ha habido especialistas en el tejido de vínculos y relaciones han sido históricamente las mujeres y quienes los han puesto en valor y han hecho de ello práctica política cotidiana han sido los movimientos feministas. Por ello, hay que mirarlos abiertamente, sin prejuicios y falsos conceptos. La mitad de la población del planeta tiene mucho que aportar y no nos podemos permitir, en las circunstancias en las que estamos, prescindir de todo ese conocimiento y práctica.

"Cualquier alternativa justa y viable pasa por interiorizar el inevitable decrecimento de la esfera material de la economía"

"La economía, la cultura y la política hegemónicas han declarado la guerra a la vida"

"Las energías renovables no pueden mantener nuestro sistema económico globalizado e industrializado"

"El ecofeminismo nos ayuda a entender cómo funciona, se sostiene y mantiene la vida"

"Lo que llamamos capitalismo verde no es más que hacer caja con la propia destrucción".

Yayo Herrero*  se define como una persona enamorada de la de la vida, de la naturaleza, de la gente, de lo comunitario. Esta pulsión da fuerza a sus palabras y a su decidido compromiso por crear alternativas de reorganización económica y política igualitarias y sostenibles.
Es antropóloga, educadora social, ingeniera agrícola y profesora de la Cátedra Unesco de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

miércoles, 25 de marzo de 2020

Proyecto de ejecución de acondicionamiento de aparcamiento en parcela calle Burgos-Logroño 292, Redecilla de Camino.

ADMINISTRACIÓN LOCAL,
AYUNTAMIENTO DE REDECILLA DEL CAMINO.

23 de marzo 2020.

Este Ayuntamiento aprobó en sesión de 6 de marzo de 2020 la separata número 2 del proyecto de ejecución de la obra de acondicionamiento de aparcamiento en parcela calle Burgos-Logroño 292, redactado por el arquitecto don Javier González Ágreda, por un importe de 27.000 euros y de su ejecución por Administración.
Lo que se hace público durante el plazo de quince días hábiles para su examen y
alegaciones, en su caso, en este Ayuntamiento.

En Redecilla del Camino, a 8 de mayo (?¿) de 2020.
El alcalde,
Julio Gallo García

Ha fallecido Isabel García Manero, descansa en paz.

 El día 19 de noviembre ha fallecido Isabel García Manero, nacida en Cerezo de Riotirón hace 89 años,  se casó con el difunto Teófilo (Filo)...