El bautizo jacobeo
28.02.10 - 01:28 -Norte de Castilla
Y aquí está el establo de Marcial, con cerca de cien
terneros en su interior. La suya es la primera construcción que se
encuentra el peregrino al estrenar el Camino por Castilla y León. Y la
suya es la primera voz que se escucha en esta ventosa mañana. «Buen
camino», saluda mientras ayuda a su sobrino, que empuja unas pacas de
paja al interior de la nave donde guarda sus animales. Es un día como
hoy, domingo, cuando el ajetreo llega a esta parte de Redecilla del
Camino. Vienen los carniceros del matadero de Briviesca para elegir
mercancía. Uno o dos terneros cada semana. Y al día siguiente, rumbo a
los mostradores de Santo Domingo de la Calzada y Belorado.
-¿Y aquí no hay carnicería?
-No, no. Aquí no- responde Marcial López-Para que, aunque
jubilado (ya tiene los 70) no le niega un par de manos al sobrino,
«porque me he dedicado a esto desde los 18 y cuesta mucho quitarse».
Lo dice a pie de Camino, con la vista hacia la vereda que
lleva a Grañón (el último pueblo de La Rioja) y por la que tiene que
pasar el caminante que se adentra en Castilla y León. Un gran monolito,
ubicado a 600 metros de Redecilla, le informa al peregrino de que acaba
de entrar en el portal más grande de la Calle Mayor de Europa.
Bienvenido a Castilla y León. La comunidad autónoma con más kilómetros
jacobeos. A partir de ahora tienes 392,4 kilómetros por tierras
castellanos y leonesas. Un tesoro para descubrir paso a paso. Y en esas
estamos. Servidor y otros valientes peregrinos -no muchos- que de a uno
encuentras en el Camino.
Como Thomas Biedermann, suizo de Basilea, 51 años, que
está matando el mono por segundo año consecutivo (en el 2009 ya se hizo
varias etapas por Francia, aunque tuvo que volverse en Toulouse por
culpa de una infección). Como Fumitoshi Taniguchi, japonés de Tokio, 23
años, que se está dando el palizón de su vida (salió de Roncesvalles el
20 de febrero, cuarenta kilómetros al día, cinco heridas ya en los pies,
el 'walking machine' le llaman otros peregrinos) porque su maestro le
dijo que el Camino, además de viaje barato y ruta espiritual, le haría
más fuerte. O como Antonio Gavilán, español de Sevilla -«de la calle San
Luis»- que ahora vive en Tarrasa y acaba de parar en Redecilla con la
intención de hacer noche en el albergue. Echa un vistazo y, como no
encuentra calefacción, decide hacer de tripas corazón y caminar unos
kilómetros hacia Castildelgado.
Don Félix y la pila bautismal
Tres peregrinos que pasean por la Calle Mayor de
Redecilla del Camino (pusieron unas conchas en el suelo hace dos años y
Goyo colgó de su ventana, frente al templo parroquial, una figura que
apunta a Compostela) pasan de largo sin entrar en la iglesia de Nuestra
Señora de la Calle, que atesora uno de los pequeños tesoros de la ruta.
Lo enseña don Félix, desde septiembe el nuevo párroco de la localidad (y
de otros siete municipios vecinos). Su coche blanco está aparcado junto
a su casa, al lado de la iglesia, lo que quiere decir que no anda muy
lejos. Él tiene la llave. Una llave gigantesca que abre la gran puerta
de madera. Detrás está la pila bautismal, dicen, más grande del Camino a
su paso por Castilla y León (compite en valor por una de O Cebreiro, ya
Galicia). Una maravilla románica todavía en uso cristiano y que bautiza
además (siquiera simbólicamente) a los peregrinos que inican su ruta
por Castilla y León. ¡Buen camino!
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