viernes, 4 de marzo de 2022

¡Los riojanos de Burgos o los burgaleses de La Rioja!

A raíz de la publicación reciente en el Diario de Burgos del artículo "Los riojanos de Burgos o los burgaleses de La Rioja", en el que se habla de determinante "De Rioja"  de Villoria( y de otros pueblos burgaleses de la comarca, como Avellanosa de Rioja , Sotillo de Rioja, Quintanilla del Monte en Rioja...), traigo un pequeño comentario sobre ese proceso de creación en la provincia de Logroño y el deseado o no por los vecinos de los pueblos que estuvieron "yendo y viniendo" de la nueva provincia de Logroño a la vieja provincia de Burgos, durante 15 años; hasta que al final se quedan lo que está por llamar, por oficializar o por desechar u odiar, como se quiera o no llamarnos "Rioja y/o/tal vez Riojilla Burgalesa".
El problema de los nombres en esta comarca es muy serio y lamentable, porque sin nombre no somos aunque existamos: no sabemos si somos de la Sierra de la Demanda puesto que por lo que aparece Sierra de la Demanda únicamente y oficialmente se aplica a la Demanda en su cara Sur: La Demanda en su cara norte "parece que no es Demanda".
 Esto viene a cuento de lo que dice Antonio en el Diario de Burgos que reproducimos abajo: 
Yo he sido concejal y subía a Burgos a hacer algún papel y cuando decía 
que era de Viloria de Rioja me decían que ese pueblo no existía
que me fuera a Logroño a hacer los papeles. 
Así que sólo estuve cuatro años en política. Con eso digo todo"

 Lamentablemente Antonio tiene razón: para una parte de la materia gris de la capital provincial, esta comarca no existe, la desconocen...; eso explica muchas cosas, y, tarde o temprano, puede fomentar el desapego de quien ignora tu existencia y tus necesidades.... 

Pero no todo es atribuible a la capitalidad provincial: En nuestra contra están la dejadez en conocer nuestra historia, la falta de participación de la vida social, la envidia y acaparamiento de bienes del común, la falta de compromiso en la defensa de nuestro territorio, de los bienes y servicios comunales, exigencia de nuestros derechos...

A continuación un breve comentario sobre la organización provincial del s.XIX y luego el articulo del Diario de Burgos.


El proceso de Organización en provincias del s. XIX, en esta zona de frontera entre Rioja y Burgos.

La España del s. XVIII estaba dividida en “Provincias e Intendencias y subdividida en Partidos, Corregimientos, Alcaldías mayores, Gobiernos políticos y militares, así de Realengos como de Ordenes, Abadengo y Señoríos”...

Con ese panorama tan anárquico las Cortes de Cádiz deciden hacer una reorganización territorial de España... Además  de esa variedad de tipologías y de dependencias administrativas, unos territorios estaban mezclados con otros, no había continuidad geográfico/administrativa.

La reestructuración del Estado llevada a cabo en el Trienio Liberal aprobó la provincia de Logroño, constituyéndose oficialmente a comienzos de 1822. Aquella 1ª provincia de Logroño contaba con un mayor territorio: Rioja Alavesa, Riojilla burgalesa, parte del norte de Soria, algunos municipios de la Ribera navarra y la localidad de Tarazona. 

Pero la reacción absolutista de Fernando VII en 1823 acabó con los planes del Trienio Liberal y en octubre de ese mismo año se volvió a la división anterior. 

Fue el 30 de noviembre de 1833, con la llegada de nuevos liberales tras el fallecimiento del rey. Javier de Burgos, Ministro de Fomento, diseñó un nuevo mapa provincial para intentar resolver la secular atomización del Estado. Se aprueba una demarcación similar a la actual, en la que Redecilla y comarca está dentro de la nueva provincia de Burgos. 

Pero en 1836 Redecilla del Camino vuelve a la provincia de Logroño, y,  por fin,  el Decreto de 24 de Febrero de 1837 vuelve a la delimitación de 1833, que es en la que ha permanecido[2]

Está claro que el Decreto de  1822 no tuvo efecto, y es por lo que el Decreto de 30 de Noviembre de 1833 se considera como la fecha real del cambio y constitución definitiva de nueva provincia de Burgos, y de la 1ª provincia de Logroño conocida hasta esa fecha, (y no como dicen en el Diario de Burgos de estos días)

Hubo un periodo de 15 años de implantación de la organización territorial de España, en los que se estudia, se consulta... las nuevas fronteras provinciales. 

Hubo diversos proyectos previos de división y en  los primeros  la mayoría de los pueblos de la comarca actual se incorporaban a la nueva provincia de Logroño. Esto se puede apreciar en el proyecto de divisoria de 1822, y se ve en el mapa adjunto: De Belorado para abajo inicialmente se incorporaban a la provincia de Logroño.

Pero fueron los pueblos de actual partido de Belorado los que se desmarcaron de esa pretensión riojanista, y solicitaron salir de ese proyecto de provincia de Logroño, e integrarse en la nueva provincia de Burgos. Ya en 1821, al menos Belorado y Cerezo de Río Tirón, se desmarcaron de la incorporación a la nueva provincia de Logroño y solicitaron por carta a las Cortes que el partido de Belorado permaneciera en la provincia de Burgos.  

F. Javier Díez Morrás intenta explicar esta opción: “Quizá fue la definitiva elección de Logroño como capital de la provincia una de las razones que provocó ese deseo por formar parte de Burgos[3].

Cabe recodar que  hasta el año 1833 Redecilla del Camino y comarca estuvo incardinado en el partido de Sto. Domingo de la Calzada, que a su vez pertenecía la enorme provincia de Burgos que comprendía parte de Palencia, la actual Burgos y parte Logroño actual y territorios de la actual Soria.

 

web bermemar.com

Mapa riojanista, composición patriótica al uso.
Estos tampoco parecen conocer bien el territorio,
porque a  Redecilla del Camino lo colocan más/menos en Valmala o en Sta. Cruz de V.U.

____________

[2] Agustín Merino Sánchez. Mapas de la Rioja de 1572 a 1850.

[3] F.Javier Díez Morrás, La ciudad de Sto. Domingo de la Calzada y la creación de la provincia de la Rioja. Fayuela, Rev. de Estudios Calceatenses nº 3 y 4, Sto.Domingo de la Calzada 2007/08, pags. 243 y 252.



R. Pérez Barredo 

Hace ahora 200 años que un Real Decreto delimitó la provincia, entonces llamada Logroño, que incluía pueblos que hoy se hallan en Burgos: Belorado, Pradoluengo, Cerezo de Río Tirón, Redecilla... En algunos como Viloria, ese pasado en su propio nombre.

Antonio y José Ignacio, vecinos Viloria de Rioja. - F-: Patricia
Al rico solete de febrero se está solazando José Carlos camino de su preciosa casa de Viloria, pueblo que lleva 'de Rioja' como apellido no sólo por la cercanía con la vecina región, o porque tiene características geográficas similares a ésta, sino porque hace ahora doscientos años formaba parte, al igual que localidades burgalesas más grandes como Belorado, Pradoluengo, Redecilla del Camino o Cerezo de Río Tirón, de la recién nacida provincia entonces llamada Logroño. "Aquí hay mucha más relación con La Rioja que con Castilla. Vamos más de compras a Santo Domingo de la Calzada o a Haro que a Belorado o a Burgos. Antes, los más antiguos de aquí decían: Haro, París y Londres. Lo que no encontrabas en Haro, no lo encontrabas en ningún sitio". Sonríe José Carlos. En sus palabras no hay crítica ni rencor para con Burgos. "Yo me siento castellano y vivo en Castilla, pero nos sentimos muy cercanos a La Rioja".

El nacimiento de la provincia de Logroño se aprobó por las Cortes en enero de 1822. El decreto recogía, claro, los límites de este territorio, y describía así cuáles eran estos en su zona occidental: Empieza en el origen del Neila; atraviesa por el Este de Huerta de Arriba y Oeste de Canales hasta encontrar el origen del Nagerilla, desde cuyo punto continúa por el puerto de la Demanda a encontrar el origen del río Tirón, cuya derecha sigue hasta Belorado; y pasando por el Este de este pueblo, Loranquillo, Quintanilla de San García, Valluércanes y Villartilla, va a encontrar las lomas que vierten al Tirón hasta que en Pancorbo encuentra los Montes Obarenes y por ellos sigue hasta terminar al Sur de Nuestra Señora de la Herrera.

"Mucha gente que pasa por aquí se extraña cuando se entera de que esto es provincia de Burgos. Al llamarse Viloria de Rioja creen que están en La Rioja. Pero estamos en Castilla y León, es así", cuenta Carmina, la mujer de José Carlos, riojana de nacimiento por más señas. Un estruendoso pitido irrumpe en la luminosa mañana de febrero. Es el panadero recorriendo las calles de la cuna de Santo Domingo de la Calzada, cuya presencia y recuerdo dominan el centro del caserío: aún son visibles los carteles de la celebración en 2019 del milenario del nacimiento de aquel hombre de fe, a la sazón uno de los principales impulsores del Camino de Santiago. También hay pancartas que reivindican que la ruta jacobea atraviesa este pueblo, cuestión sobre la que existe todavía hoy mucha controversia, para profundo lamento de los vilorianos.

"Toda la vida ha pasado por aquí el Camino", tercia en este punto José Ignacio, alcalde del pueblo, cuyo discurso es bastante más vehemente que el de otros vecinos respecto de la importancia de la relación y sentimiento de pertenencia a una región y a otra. "Si Viloria perteneciera a La Rioja, como dice su propio nombre, este sería otro pueblo. Estamos abandonados y olvidados por la provincia de Burgos. No quieren hasta quitar el Camino de Santiago. No es que me sienta más riojano que burgalés, pero sí que estamos muy olvidados por Burgos. ¡Pero si llevamos cincuenta años pidiendo un carril lento para la Pedraja! Es una vergüenza. La Rioja hace más por nosotros que Castilla y León. Vergonzoso", apostilla José Ignacio.

Mira José Ignacio junto a otro vecino, Antonio, el mapa de 1822 que incluye a la hoy llamada (mal llamada) Riojilla Burgalesa dentro de la provincia de Logroño. "¡Cuánto mejor nos hubiera ido de haber quedado así el mapa!", suspira el regido. Tercia Antonio que esa zona limítrofe de Burgos es una suerte de Treviño a la riojana. "Yo he sido concejal y subía a Burgos a hacer algún papel y cuando decía que era de Viloria de Rioja me decían que ese pueblo no existía, que me fuera a Logroño a hacer los papeles. Así que sólo estuve cuatro años en política. Con eso digo todo", subraya Antonio.

Apenas una década. En 1822, el territorio riojano y sus municipios se hallaban bajo dependencia de las provincias vecinas, siendo principalmente Burgos y Soria a donde todos los administrados debían de rendir cuentas, con todo lo que ello suponía de trastorno por cuestiones de distancias y desplazamientos. Así fue como nació la provincia de Logroño. Pero esa división apenas duró algo más de una década, ya que en 1833, con Francisco Javier de Burgos como ministro de Fomento, se realizó la nueva división provincial, quedando aquel Logroño con unos límites similares a los que representa hoy la región de La Rioja (exactamente lo mismo pasó con la provincia de Burgos, claro). Álava y Navarra presionaron para que, aludiendo a conceptos históricos -la partición en provincias según la antigua división en reinos de España y no por naturalidad geográfica-, hizo que se inclinara la balanza y La Rioja se quedara con aquellas localidades que hoy forman parte de Burgos, Soria y Álava.

Aquella división racionalizada del territorio español no tenía otro objetivo que uniformar y centralizar el Estado para que el Gobierno actuara de una manera más rápida y eficaz en todo el territorio. Así, España quedó dividida en 49 provincias y 15 regiones. Hubo leves modificaciones posteriores hasta la más importante, que se produjo en la década de los 80 del siglo XX, con los Pactos Autonómicos.

miércoles, 2 de marzo de 2022

Ganadería entre árboles: una fórmula perfecta, silvopastoralismo.

 Hoy vamos a hablar en ‘Bosques para Siempre’ del pastoreo de ganado extensivo dentro de bosques (silvopastoreo). Y es que vacas, cabras y ovejas también se alimentan entre robles, castaños, pinos, fresnos y hayas. Incluso los cerdos comen bellotas entre masas arbóreas más cerradas que la dehesa de encinas y alcornoques dispersos que nos viene enseguida a la mente. Estudios y expertos resaltan la importante capacidad para secuestrar carbono y mitigar los efectos del cambio climático que tiene esta actividad, sin olvidar la de prevenir incendios gracias al manejo constante del sotobosque. Nos vamos a conocer a ganaderos y ganaderas que practican el silvopastoreo en diversos puntos de España. 

Ganadería Cobrana. Somiedo.Asturias.
Ver también;  Silvopastoralismo, una actividad imprescindible en la transición a un modelo ganadero sostenible


“No tiene mucho sentido que si mis vacas pastan en las brañas más altas donde no hay árboles tenga derecho a ayudas de la PAC (Política Agrícola Común de la Unión Europea) y si lo hacen entre estas hayas pierda ese derecho”. Abordaremos en este artículo esta contradicción, en especial en un país como el nuestro, que reparte bosques muy diferentes por doquier. Ahora el paseo con Diego Cobrana entre montañas asturianas pide escucharle atentamente mientras se disfruta hacia arriba de las cumbres afiladas del valle de Somiedo y alrededor de una densa vegetación entre las que sus vacas buscan sobre todo la hierba.

Diego Cobrana es uno de los no más de 15 ganaderos del valle, y cuenta con una cabaña formada por más de 200 vacas de la raza asturiana de los valles. “A partir de abril o mayo, según como venga el año, las subiremos a las brañas (los pastos y prados situados a mayor altura), pero ahora pastan entre cualquier tipo de vegetación que tenemos más abajo, por ejemplo entre hayas, donde siguen comiendo hierba y algunas hojas caídas”, afirma este joven ganadero continuador de una tradición familiar de varias generaciones. Sus reses también se mueven entre fresnos, acebos y serbales de los cazadores, dos especies estas últimas apetitosas para un conviviente salvaje de las vacas, el oso pardo. “El oso no ataca, a veces algunos jóvenes simulan ataques como juego, y lo vemos porque subimos casi a diario a ver al ganado, porque el que sí puede hacer daño es el lobo”, apostilla Cobrana.

Pasamos de vacas a cabras, a las 50 de razas autóctonas (del Guadarrama y guisanderas) que Irene Jara y Mario de Castro tienen entre pinares del abulense valle del Tiétar. Las conozco bien porque, entre otras cosas, degusto casi a diario los quesos que elaboran con su leche desde Al Sur de Ávila, y comparto enseguida con ellos la inquietud que te entra al ver cabras comelotodo entre un denso pinar. “Ahora las tenemos entre pinos”, explica De Castro, “y se comen hasta los líquenes de los troncos, y es cierto que ramonean y comen los pinos más jóvenes, pero yo digo que por cada uno que comen plantan ocho con sus excrementos; piensa que de los cerca de tres kilos de estiércol que echa al día, dos se quedan en el bosque”.

Más biodiversidad y menos cambio climático con el silvopastoreo

No obstante, como apuntaba Diego Cobrana y ahora corroboro entre los cabreros de Santa María del Tiétar, resulta esencial un buen manejo del ganado entre bosques para que no haya un excesivo pastoreo que afecte a la capacidad de regeneración de la vegetación. “Tenemos un rodalillo (de rodal, conjunto de árboles que se diferencian de los dominantes en ese terreno) de castaños dentro del careo (las 60 hectáreas donde pastan) donde hasta diciembre comen incluso los erizos que cubren las castañas, y en verano las bajamos hacia los pastizales, a por la hoja del fresno, pero casi siempre son ellas las que van buscando el pasto más apropiado; es como si nos pastorearan ellas”, apuntan estos ganaderos también jóvenes. Este ir y venir entre bosques con pastos favorece incluso la salud de las cabras: “No las desparasitamos porque ellas mismas, cuando lo necesitan, tiran más del enebro; piensa que el aceite de miera de este árbol sirve para ese fin”.

Hay otra cuestión importante que surge en la conversación con Mario de Castro e Irene Jara: “Últimamente ha crecido mucho la zarza, la jara y la retama y las cabras regulan muy bien este sotobosque; además, hemos notado una mayor presencia y diversidad de aves desde que nos asentamos aquí”. Hablaremos de las dehesas más adelante, pero sobre este beneficio del silvopastoreo para la biodiversidad, la Estación Biológica de Doñana (EBD/CSIC) acaba de dar a conocer un estudio científico que ha liderado en el que subrayan: “Los paisajes adehesados del suroeste de la península ibérica, gracias a que mantienen usos agro-ganaderos tradicionales y ricas poblaciones de ungulados salvajes, atraen buitres leonados procedentes de toda España y Francia”. Y concluyen: “Las dehesas ibéricas son claves para la conservación de las grandes aves carroñeras del sur de Europa”.

Más sobre beneficios ambientales, porque documentándome para este artículo di con otro que redunda en esta cuestión, en los valores en pro de la biodiversidad, la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático que aporta el silvopastoreo. Lo escriben en The Conversation José A. Reque, profesor titular de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia, y Almudena Gómez-Ramos, profesora titular de Economía, Sociología y Política Agraria de la Universidad de Valladolid. De entrada me quedo con esta frase: “Una promoción racional a nivel mundial del silvopastoralismo puede llevar a un secuestro de CO₂ del orden de 26 a 42 gigatoneladas. Su potencial es superior al de la reforestación”.

Lógicamente, hablan de evitar los riesgos del sobrepastoreo, que pueden provocar fenómenos erosivos, pero también de dos esenciales provocados por no contar y valorar como se debe a la ganadería extensiva entre bosques: incendios y despoblación rural. Con base en recientes estudios publicados en revistas científicas, Reque y Gómez-Ramos recuerdan: “La combinación de vegetación herbácea de ciclo anual y fuerte potencial de regeneración, intercalada con vegetación leñosa con potentes sistemas radicales capaces de explorar suelos profundos, supone una opción excepcional para el secuestro y fijación de carbono”. Uno de esos trabajos recopiló datos de 86 estudios para concluir que, en promedio, se produce un mayor secuestro de carbono en el suelo en sistemas agroforestales clasificados como silvopastoriles que en el resto.

Trashumancia en Salas de los Infantes, Burgos. Foto: Javier Rico.

“Somos a la ganadería lo que la artesanía a la industria”

Del estudio científico al estudio de campo. Nos lo muestran Clara Rubio y Antonio Valencia entre robledales de roble melojo y castañares repartidos entre los pueblos salmantinos de Montemayor del Río, Colmenar de Montemayor y Peñacaballera. Tienen 40 vacas, más sus crías, de razas avileña negra ibérica, limusina y charolesa, y comparan “el robledal donde pasta nuestro ganado, que aporta el doble valor de un pasto controlado más un bosque sano y cuidado, y ese que ves a no más de cien metros con una vegetación cerrada en la que no se puede entrar y los árboles están mucho menos sanos”. Advierten más cosas: que esto “sí fija población y fija el paisaje” y algo inherente al bienestar animal en la ganadería extensiva, que “queremos ver a nuestras vacas a gusto, porque un animal hormonado y que sufre no produce en condiciones”.

A medida que nos adentramos en estas conversaciones regreso al artículo de Reque y Gómez-Ramos en The Conversation: “El imparable despoblamiento del medio rural y el mal funcionamiento de la cadena de valor, que no permite remunerar adecuadamente la actividad al ganadero, cuestiona a día de hoy la continuidad futura de la ganadería extensiva”. “Y no digamos entre bosques”, añaden Rubio y Valencia. “Nosotros somos a la ganadería lo que la artesanía a la industria”, prosiguen, “y somos conscientes de que nuestros filetes son más caros que los procedentes de explotaciones intensivas, pero también queremos que se valore y reconozca lo que hacemos por conservar todo esto, que no se nos meta en el mismo saco”. Y, como con Diego Cobrana en Somiedo, vuelve a surgir la queja de que estos bosques cuenten como superficie forestal no pastable y se les excluya de las ayudas de la PAC.

Esperando a una PAC más comprometida con los pastos entre bosques

Dentro de la PAC existe un coeficiente de admisibilidad de pastos (CAP) por el que se otorgan ayudas a la ganadería extensiva. Ese CAP, basado fundamentalmente en imágenes de satélite, descarta que se pueda pastar en determinadas masas boscosas muy densas, con mucha pendiente y afloramientos rocosos y, por consiguiente, que se opte a las ayudas, situación que afecta negativamente a una orografía diversa e irregular como la española. “Y lo peor es que esto no cambia sustancialmente con la nueva PAC”, señala Javier Alejandre, técnico de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA). “Es el problema de haber cambiado el modelo de pago y basarlo en la superficie en lugar de en el número de reses, o de no tener en cuenta la capacidad de regeneración de los pastos. Solo los eco-esquemas incluidos en esta programación de la PAC y la demostración, mediante alegaciones individuales, que tradicionalmente un tipo de ganadería ha aprovechado pastos entre bosques, pueden parchear esta situación”, concluye Alejandre.

A simple vista se podría decir que a la dehesa no le afecta ese CAP, sobre todo a aquellas con un arbolado más disperso y en terrenos muy llanos. Sin embargo, desde colectivos como la Federación Española de la Dehesa y la Fundación Savia denuncian constantemente la injustica de que gran parte de la dehesa se quede fuera. En algunas de estas dehesas más cerradas terminamos el viaje. Primero con Helena Escaño, hija de ganaderos que tiene claro que “todos somos dehesa: los pastos y los árboles, los animales y las personas”. Estamos en Cortegana, Huelva, con una ganadería de porcino en ecológico y con denominación de origen Jabugo que pasta entre alcornoques, encinas y quejigos. Incluso hay olivar y parcelas con huertas y cultivos de alfalfa y guisante, para que se consiga una rotación agro-ganadera sostenible.

¿Y si el jamón de Jabugo también es FSC?

“En la dehesa el objetivo no es que el cerdo engorde, sino que aproveche a fondo la montanera”, explica Escaño. Justo ahora estamos en plena montanera, momento de la caída de la bellota que solía empezar en septiembre (“el cambio climático cada vez la altera más y empieza más tarde”, se queja Escaño) y se prolonga hasta febrero. Aquí también recuerdo a los cabreros del Tiétar y el efecto antiparásitos del enebro: “En verano comen alfalfa y calabaza, que tiene propiedades antiparasitarias”, me dice esta joven ganadera. En la finca Montefrío de Cortegana también disponen de alojamientos rurales. “Es una manera de poner más en valor lo que hacemos, pero también de difundir y compartir conocimientos en torno a la agro-ganadería ecológica”, concluye Escaño.

La última parada en tierras onubenses da algunas claves para terminar con esperanza este periplo silvopastoral, sobre todo en lo relativo a poner más en valor y diferenciar en positivo esta ganadería extensiva. “Al igual que he conseguido la certificación forestal FSC para la madera o el corcho, ahora estamos trabajando para que las setas y los jamones, que ya tienen la DO Jabugo, puedan tener el sello FSC y darle aún mayor valor añadido al producto”. Así lo cuenta José Joaquín Suárez, ganadero pero sobre todo impulsor de numerosas iniciativas para revalorizar este tipo de dehesas, por ejemplo a través de la Asociación de Dehesas Ecológicas (Adeheco) o la Fundación Agroecosistema.

En el artículo de The Conversation resaltan lo necesario de estas líneas de apoyo “a través de un distintivo de calidad en el producto –como pueda ser un sello de sostenibilidad– o bien a través de apoyos directos al ganadero por los beneficios generados. En este sentido deben ser citados aquí los exitosos programas de empleo de ganado en régimen de pastoreo controlado para reducir el combustible vegetal en zonas estratégicas y prevenir así incendios forestales: las ovejas bomberas”. O las cabras bomberas, como destacamos recientemente en El Asombrario. “Tampoco verás que sale una llama de estas dehesas”, afirma Suárez, al que cogemos igualmente en la montanera y con un ganado muy diverso que favorece ese “cortafuegos” tan especial: “Ahora el cerdo ibérico es el rey de la dehesa, las ovejas me las llevo a un olivar para que lo dejen limpio y las vacas a zonas con menos densidad de arbolado; luego las pasaré a la dehesa, para que se coman las bellotas que han dejado los cerdos”.

martes, 1 de marzo de 2022

“No debemos aceptar sin más que la agricultura intensiva forma parte del orden natural de las cosas”

 “Europa está tan inundada de estos patógenos industriales como cualquier otra parte del planeta”.
La agroindustria empresarial solo tiene éxito si externaliza los costes de su producción en todos los demás: 
agricultores, consumidores, gobiernos, animales de granja, fauna local… 
Todos absorben los costes y los daños de la producción para que estas empresas puedan obtener beneficios. 
Una laguna de estiércol estalla y produce una muerte de peces en un río local. 
¿Quién paga? La empresa no
En el mejor de los casos suele recibir una pequeña multa, si es que la recibe. 
Los millones de euros en daños y limpieza los pagan los vecinos y 
los gobiernos de todas las jurisdicciones, desde la ciudad local hasta la Unión Europea.


Investiga la propagación geográfica y la evolución de los agentes patógenos en el sector de la agroindustria. ¿Qué hemos aprendido, por ejemplo, de la gripe aviar o la covid-19 en este sentido?

Con la pandemia de los dos últimos años aprendimos que cuanto más se propaga un patógeno a través de una variedad de entornos, más rápida y prolífica es su evolución. Hemos asimilado que, con el fuerte aumento del comercio internacional de aves de corral y cerdos, la cría industrial desempeña un papel muy relevante en la propagación de las gripes aviar y porcina, así como de otras enfermedades. Cuanto más se extienden estas gripes, más se promueven nuevas cepas y evolucionan sus  adaptaciones moleculares.

¿Cómo se comportan las distintas cepas de gripe aviar que han ido apareciendo?

Las cepas H5Nx que se propagaron por Europa y EE UU hace un par de años cambiaron de nicho ambiental. Pasaron de golpear zonas de producción extensiva de pollos –características de la producción mayoritariamente minifundista– a lugares de producción intensiva de pollos, poblaciones humanas urbanizadas y horticultura gestionada. Esto significa que estas nuevas cepas parecen estar cada vez más adaptadas a la producción avícola industrial, cerca de los centros urbanos.

El H5Nx también evolucionó para infectar mejor a las aves de corral industriales. La proteína hemaglutinina pasó de unirse específicamente a los receptores de los intestinos de las aves acuáticas, a expandirse hacia los receptores que se encuentran en las gargantas de las aves de corral. Eso significa que el virus podría infectar ahora a una gama más amplia de especies huésped, incluidas las aves de corral que la agroindustria mundial cría por miles de millones. La cría industrial desempeña un papel muy relevante en la propagación de las gripes aviar y porcina, así como de otras enfermedades

¿Es posible la resiliencia ecológica en un contexto como este?

No debemos aceptar sin más que la agricultura intensiva forma parte del orden natural de las cosas, como el oxígeno que respiramos o el suelo bajo nuestros pies. La producción de este tipo impulsa cada vez más la deforestación y la aparición de enfermedades. No encontraremos la resiliencia ecológica hasta que acabemos con la agricultura industrial tal y como la conocemos.

¿Cómo se consigue?

La resiliencia necesita la agrobiodiversidad en la granja de paisajes alimentarios que la producción industrial rechaza por principio. Apoyar una diversidad de ganado y aves de corral en cualquier granja produce los cortafuegos inmunitarios que impiden que los patógenos mortales evolucionen hacia la infectividad y virulencia, y que acaba con toda la base económica agrícola de una región. Sin embargo, la producción industrial depende de la deslocalización de la cría para obtener características morfométricas homogéneas como el crecimiento rápido o mayor tamaño.

¿Cuál es el papel de los agricultores?

Solo se puede producir un paisaje alimentario ecológicamente resistente devolviéndoles la autonomía. Los agricultores deben ser capaces de tomar decisiones sobre lo que es mejor para sus tierras y comunidades.  No encontraremos la resiliencia ecológica hasta que acabemos con la agricultura industrial tal y como la conocemos

En el libro Grandes granjas, grandes virus habla de que el contexto socioecológico y político es fundamental para explicar cómo las grandes explotaciones permiten la proliferación de los virus. ¿Por qué?

Una vez más, no podemos llevar a cabo las prácticas agrícolas que encajonan a los patógenos más mortíferos sin devolver a las comunidades agrícolas locales la toma de decisiones. Estamos hablando de resiliencia socioeconómica comunitaria, de economías circulares, de fideicomisos de tierras comunitarias, de redes cooperativas de suministro integradas, de justicia alimentaria, de reparaciones y de revertir traumas históricos de raza, clase y género.

En contraposición con la agroindustria.

Esta depende de la transformación de las agriculturas en economías industriales, convirtiendo la tierra y la comunidad en mercados de escala, organizados en torno a los beneficios que se obtienen en sedes corporativas a cientos de kilómetros de distancia. Si queremos impedir la aparición de patógenos, en primer lugar, hay que retroceder más hacia lo que se denominan economías naturales. Tales sistemas solo funcionan cuando se permite a los lugareños ajustar la estrategia agrícola y la planificación regional a las realidades de la tierra y de la mano de obra en tiempo real, en lugar de mantenerlo para los intereses de los beneficios corporativos trimestrales.

¿Qué ocurre con el bienestar animal?

Los animales de granja se tratan como clases de activos sujetos a volatilidades de precios. En consecuencia, la cría, el nacimiento y el desarrollo se inclinan logísticamente para servir primero a las proyecciones de mercado. Las cerdas industriales que están a punto de parir, por ejemplo, son sacrificadas en masa antes o después del parto mediante una histerectomía terminal. Se les retira el útero y se les coloca en cunas húmedas o se les rocía con un antiséptico antes de extraer los lechones de su envoltura uterina.

A continuación, los lechones se aíslan y, en algunos casos, se les induce médicamente a un destete precoz. Estamos hablando de las medidas extremas que toma la agroindustria para evitar cambiar el mismo modelo de negocio que seleccionan muchos de estos patógenos. No podemos estudiar la evolución y la propagación de los microorganismos sin incluir las realidades de los contextos socioecológicos y políticos en los que están evolucionando. Una laguna de estiércol estalla y produce una muerte de peces en un río local, ¿Quién paga? La empresa no. En el mejor de los casos, suele recibir una pequeña multa. Los millones de euros en daños y limpieza los pagan los vecinos y los gobiernos

En el caso de los residuos y los problemas que generan, también señala que son las poblaciones locales las que pagan las consecuencias de este tipo de producción. ¿Cómo podemos hacer para que las industrias contaminantes paguen las consecuencias?

La agroindustria empresarial solo tiene éxito si externaliza los costes de su producción en todos los demás: agricultores, consumidores, gobiernos, animales de granja, fauna local… Todos absorben los costes y los daños de la producción para que estas empresas puedan obtener beneficios. Una laguna de estiércol estalla y produce una muerte de peces en un río local. ¿Quién paga? La empresa no. En el mejor de los casos suele recibir una pequeña multa, si es que la recibe. Los millones de euros en daños y limpieza los pagan los vecinos y los gobiernos de todas las jurisdicciones, desde la ciudad local hasta la Unión Europea.

¿Qué propone entonces?

Devolver los costes externalizados a los balances de las empresas garantizaría que los causantes de los daños pagaran por ellos. Una intervención de este tipo también acabaría con la agroindustria tal y como la conocemos. Y eso no es malo. Hay modelos de producción de alimentos perfectamente razonables y ya bien elaborados que pueden alimentar al mundo y devolver a la humanidad –y a nuestra producción de alimentos– a la matriz ecológica de la que depende nuestra especie.

¿Son soluciones reales?

Sí, si la gente se organiza lo suficiente para actuar en consecuencia. De lo contrario, caemos en la trampa de lo que se conoce como “ecopragmatismo”. No podemos cambiar las cosas a menos que las corporaciones y la clase política que ha comprado estén de acuerdo con ello. Si eso sigue siendo así, todo está perdido. Muchas de las infecciones protopandémicas que ya circulan –las gripes, el ébola, los coronavirus, la gripe porcina africana, etc.– estallarán globalmente, y mucho antes que los cien años que separaron a la gripe de 1918 de la covid-19.

Usted señala que hay varias propuestas para garantizar la seguridad alimentaria con paradigmas alternativos y ambientalmente sostenibles. ¿Cuáles de estas propuestas le parecen más razonables y eficaces a corto plazo?

El tiempo se ha comprimido. La supervivencia a corto plazo requiere ahora pensar a largo plazo. De lo contrario, nos quedamos con el pensamiento que nos colocó en múltiples precipicios medioambientales y epidemiológicos. Llevará tiempo salir de una producción de alimentos dirigida por el capital que está destruyendo el mismo planeta que necesitamos para regenerarlos para muchas generaciones más. La alternativa que mejor funcione depende de una serie de circunstancias específicas de cada comunidad: la disponibilidad de agua, el tipo de suelo, la demografía o temas culturales.

También habla de las diferentes formas de tratar la agroindustria entre EE UU y en Europa. ¿Qué diferencias existen?

Europa se felicita a sí misma por no ser EE UU. Es verdad que este país y China están a la vanguardia de las tecnologías y prácticas de producción industrial -me vienen a la mente los campus de los hoteles para cerdos en China- pero, a riesgo de pintar las cosas con una brocha demasiado gruesa, Europa se esfuerza en gran medida por seguir el ritmo. El continente está tan centrado en orientar las prácticas agrícolas en direcciones que aumentan el rendimiento y reduciendo la agrobiodiversidad que, en última instancia, favorecen la evolución y la propagación de patógenos mortales. Como resultado, Europa está tan inundada de patógenos industriales como cualquier otra parte del planeta.

¿Me puede dar algún ejemplo?

Me viene a la mente es el Grupo Alimentario VION, de propiedad holandesa y alemana, con sede en los Países Bajos, la mayor empresa porcina europea. En contraste con el modelo cooperativo de Danish Crown, en el que los ganaderos son propietarios de la empresa, VION opera con el modelo americano de integración vertical. Es decir, subcontrata la producción a ganaderos de los Países Bajos y Dinamarca. Estas empresas han facilitado la concentración del mercado mediante adquisiciones horizontales de competidores directos.

¿Y de buenas prácticas?

Existen ejemplos de éxito en todo el mundo. La agroecóloga política Jahi Chappell escribió sobre Belo Horizonte, la ciudad brasileña de 2,5 millones de habitantes que desarrolló un sistema alimentario regional. Este método subvencionaba a los agricultores de la periferia para que cultivaran alimentos de forma agroecológica, protegiendo los bosques locales y suministrando a los residentes de la ciudad alimentos nutritivos en los mercados de barrio y en los restaurantes municipales, de los que se eliminaron los intermediarios usureros.

Con el apoyo del gobierno mexicano, los indios zapotecas desarrollaron una silvicultura certificada como sostenible y controlada por la comunidad. El pino de la llanura se vende al gobierno estatal, y los productos acabados, incluidos los muebles, se producen en una fábrica local. La cooperativa oaxaqueña reinvierte sus beneficios en la empresa, en la preservación del bosque y en sus trabajadores y la comunidad local. Así se mantienen las pensiones, una cooperativa de crédito y viviendas para sus hijos que estudian en la universidad.

La Federación de Uniones de Grupos de Agricultores de Níger –con más de 62.000 miembros, más del 60% mujeres y una cooperativa que opera a escala– les ofrece formación, banco de cereales, tiendas de insumos, líneas de crédito, servicios de ahorro, consulta, defensa y radio comunitaria. Antes de esto, al desmantelarse las cooperativas estatales, los agricultores solo podían consumir sus cosechas o venderlas a comerciantes con los que acumulaban enormes deudas.

Son iniciativas esperanzadoras…

Hay muchos más ejemplos de este tipo. Es como si hubiera todo un mundo ahí fuera, aparte de Europa, EE UU y su huella colonial en el mundo. Está claro que, con un gran esfuerzo, estos modelos son algo más que pruebas de concepto localizadas. Pueden ampliarse o, mejor aún, escalarse hasta abarcar el bienestar de millones de personas.


*Rob Wallace, Doctor en biología y pionero en filogenia molecular,  ha centrado sus investigaciones en la evolución y propagación de patógenos y su relación con la economía y la agricultura. Autor del libro “Grandes granjas, grandes virus”, editado en español por Capitán Swing, contrapone las prácticas dañinas de la agroindustria, como los intentos de producir pollos sin plumas, con las de cooperativas, donde hay una implicación de agentes locales y una resiliencia ecológica.

viernes, 25 de febrero de 2022

La mejora de la conectividad en las zonas rurales es una necesidad y un derecho, pero no logrará por sí sola evitar la despoblación.

Es una cuestión de derechos, de igualdad y de equidad, garantizando la accesibilidad y la conectividad. 
Ni internet ni ningún otro factor o actuación en solitario, 
y mucho menos a través de visiones cortoplacistas.
Esta es una de tanta variables que hay que "arreglar".


Shutterstock / Evgeniya Uvarova

Durante las últimas décadas, se han ido presentando acciones y medidas contra la despoblación del medio rural español.

Se ha hecho hincapié en el empleo. Se ha incidido en que era necesario crear nuevos trabajos y diversificar las actividades. Sin embargo, muchos trabajadores se desplazaban al medio rural mientras residían en ciudades pequeñas y medianas, gracias en parte a las mejoras de las comunicaciones.

Se insistió en que era necesaria la ampliación de la cartera de servicios públicos para atraer y fijar población, hecho indiscutible. Pero, de nuevo, estas medidas, que pueden ser mejorables, no han frenado la despoblación.

Uno de los momentos más interesantes en este sentido llegó con el turismo rural. Era una vía que apostaba por la diversificación de las actividades económicas y productivas, en un contexto de transformación del propio sector turístico. Pero el turismo tampoco fue la solución a pesar de su importancia en la generación de empleo y en la puesta en valor del territorio, entre otros aspectos.

La brecha digital en el mundo rural

En la actualidad, la digitalización es una de las líneas centrales entre las medidas para frenar la despoblación y revertir la situación del medio rural.

Ya antes de la pandemia de covid-19 se hacía hincapié en que una de las principales debilidades de no pocos pueblos era la baja calidad de la conectividad a internet, la inexistencia de banda ancha e, incluso, la imposibilidad de acceso a la red. Las causas fundamentales eran la accesibilidad y las dificultades del terreno de esas zonas. De esta forma, personas, familias y actividades que podrían estar interesadas en establecerse en el medio rural, no lo harían en parte por esta cuestión.

Sin embargo, no debe perderse de vista que hay una trascendencia mayor en esta situación ya que se generan escenarios de desigualdad vinculados al acceso y uso de internet. Las noticias sobre municipios sin acceso a internet o con graves dificultades han estado presentes en los medios de comunicación. La imagen más frecuente era la de la búsqueda de puntos concretos donde llegase la cobertura de la señal.

Internet, ¿la solución definitiva?

Planes y estrategias, desde Europa hasta las Comunidades Autónomas, incidían en superar la brecha de acceso a las telecomunicaciones que lastraba las posibilidades del medio rural.

La pandemia de la covid-19 se presentó como una oportunidad para captar teletrabajadores en estas zonas. Pero, de nuevo, regresamos a ese “solucionismo” que podemos extrapolar a lo que anteriormente había ocurrido con el turismo, con los servicios y con el empleo. Es decir, se vuelve a pensar y a transmitir que, a través de una acción específica y sencilla, se va a resolver un problema complejo y en el que intervienen numerosos factores y variables.

Que internet llegue a todos los lugares en igualdad de condiciones y con calidad es un derecho. No estamos hablando de un capricho. Al contrario, es una necesidad.

El cierre de centros educativos en el comienzo de la pandemia mostró un escenario que se puede extrapolar, en parte, al medio rural. Por una parte, se constató la importancia y potencialidad de internet en dicha situación. Pero, por otra, se evidenció que no solo había brechas de uso sino que persistían las de acceso, parte de las cuales se creían superadas. Además, una de las enseñanzas más importantes que se puede extraer de esa situación es la necesidad de no caer en el citado “solucionismo” tecnológico, ya que había más factores que no se habían tenido en cuenta.

La digitalización no es suficiente

En el caso del medio rural y el acceso a internet, debe partirse de ese derecho ya señalado. Es una cuestión ya no de igualdad sino de equidad. Pero, hay que evitar caer en visiones simplistas y reduccionistas sobre esta realidad. Es decir, por el hecho de que los pueblos cuenten con mejores conexiones a internet no se va a producir un cambio de tendencia. Ayudará, obviamente, y será un valor a tener en cuenta, ya que las dificultades de conectividad puede que no supongan un factor desmotivador para ir al medio rural. Y esto se puede aplicar tanto para residir como para desarrollar una actividad.

Sin embargo, esta medida debería ir acompañada de otras más estructurales y que no se van a dar en el corto plazo. Una de ellas es compleja ya que atañe al cambio de valores y mentalidades. Es decir, que aumente el número de personas que quieran residir en el medio rural. Pero para ello deben también generarse actividades productivas o que las existentes, especialmente en el caso del sector primario, no estén sujetas a los condicionantes actuales. Sin estos cambios, entre otros, por mucho que mejore la conectividad y digitalización de los pueblos no será suficiente para reducir o revertir la despoblación.

Además, también tendrán que tenerse en consideración las consecuencias no queridas de la digitalización. Ya hemos señalado las brechas de acceso y de uso, intensificadas en el caso del medio rural, ya que cuenta con una población envejecida.

Hay dos ejemplos claro de este proceso: la digitalización de trámites de las Administraciones públicas y la situación de los bancos. De hecho, esta última ha tomado relevancia en los últimos meses en el medio urbano, pero en el medio rural el problema viene de atrás con el cierre de numerosos oficinas e incluso de cajeros automáticos.

Además, la forma de afrontar la digitalización en estas zonas también mostrará el tipo de medio rural que se quiere construir. Es decir, si se apuesta por la atracción de teletrabajadores, de empleos cualificados, no cabe duda que la accesibilidad a internet es imprescindible. Pero, por otra parte, se generará un medio rural que tendrá poco que ver con la vinculación al sector primario, por ejemplo. Además, en el medio rural actual conviven diferentes formas de estar y trabajar.

Por lo tanto, internet es una necesidad para el medio rural, una oportunidad para sumar valor añadido a estas zonas. Es una cuestión de derechos, de igualdad y de equidad, garantizando la accesibilidad y la conectividad. Pero internet únicamente y por sí mismo no puede solucionar la despoblación. Ni internet ni ningún otro factor o actuación en solitario, y mucho menos a través de visiones cortoplacistas.

La digitalización tiene sus impactos positivos en la vida de los individuos y en las actividades productivas. Permite una conectividad que puede facilitar el acceso a determinados servicios, venta de productos, difusión de la oferta turística, etc. Pero también cuenta con sus riesgos, como son la generación de nuevas brechas y desigualdades, o el hecho de que en internet se compite de forma global. Es un gran desafío que precisa de diagnósticos certeros, de evaluaciones y de altas dosis de realismo, evitando caer en esos “solucionismos” que tantas expectativas no cumplidas han generado.

miércoles, 23 de febrero de 2022

La Sierra de la Demanda, nuestro destino a lado de casa y aún para disfrutar.

La Sierra de la Demanda, compartida por las provincias de Burgos
(por el norte de la Sierra desde Redecilla del Camino al sur del Camino de Santiago hasta Sierra de Atapuerca, 
y desde ahí por el sur de la Sierra al norte de la carretera N-234 Burgos/Soria), 
La Rioja (por el norte de esta Sierra desde Nájera hasta Grañón al sur del Camino de Santiago y límites con Soria y Burgos
y Soria (por el sur de la Sierra, al norte de la carretera  N-234 Burgos/Soria y sus límites con Rioja), en España, 
promete lugares inmersos en una infinita naturaleza donde la armonía, la tranquilidad 
y el contacto con el medio ambiente invitan a realizar variadas actividades 
para sacudirse de la vida cotidiana de las ciudades.

Lagunas, cascadas, senderos, flora y fauna forman parte de un escenario auténtico de espacios todavía no explorados por muchos turistas, quienes llegan a las grandes ciudades pero no siempre conocen sus entornos y todo lo que la naturaleza tiene para brindar.
Aquí se describen algunas de sus rutas. La información fue extraída desde el website de AGALSA - Sierra de la Demanda, que tiene como objetivo fundamental promover el desarrollo socio-económico de la Sierra de la Demanda, apoyándose en el concurso, participación y colaboración de todos los agentes públicos y privados que intervienen en los procesos de desarrollo económico, social y cultura.

Rutas imperdibles

Sierra de la Demanda, España

La Garganta de Garganchón
Este sencillo sendero recorre la garganta formada por el río Urbión. En el primer tramo, que discurre junto al lecho del río por el fondo de la garganta, los escaladores pueden encontrar nueve vías abiertas para disfrutar de otra forma este desfiladero. Pasados unos tres kilómetros, el camino inicia la ascensión hacia la izquierda hasta llegar al Mirador de Covanegra a 950m.
Desde este momento el camino regresa por la cornisa del desfiladero, permitiendo disfrutar de las vistas, hacia el sur, de los picos más elevados de la Sierra (San Millán, Trigaza, Peña Mulacardo), y hacia el este de la vista sobre el cañón.
El Alto del Camino se encuentra más adelante, a 1230m de altura, mejorando las visuales, y a continuación Peña Gavilanes, desde donde es fácil observar grupos de buitres leonados


Sierra de la Demanda, España
El Sendero de la Genciana
Entre los dos picos más altos de las inmediaciones, el Trigaza y el San Millán, surge el Barranco de la Genciana.
Este sendero se inicia en Alarcia y recorre los pinares y hayedos de la vertiente norte de la Sierra de la Demanda, alcanzando dos miradores desde los que disfrutar del paisaje serrano.
Se inicia la ruta cruzando el pueblo de Alarcia hasta llegar a la “fuente del burro”. Se continúa subiendo hacia un robledal que se abre finalmente para mostrar una panorámica de los montes de Villasur de Herreros.
Continúa la ruta entre pinares y hayedos hasta llegar al Mirador de la Genciana, desde el que la panorámica se dirige al este, divisando los Montes de Oca, la presa de Alba, Valmala, Rábanos y Villamudria.
Hay que retroceder unos metros para adentrarse por fin en los Barrancos de la Tejera y la Genciana, entre hayas, tejos y acebos.
Tras circular brevemente por la carretera se continúa el ascenso por el barranco entre pequeñas cascadas y torrenteras hasta llegar al Mirador de la Cruz, desde donde ver hacia el sur los picos Trigaza y Zapatera antes de descender cómodamente hasta Alarcia.
Indicación: El sendero transcurre por la carretera unos 400 metros para luego cruzar al otro lado. Hay que extremar la precaución en este tramo.

Sierra de la Demanda, España
Subida al Pozo Negro
Desde Fresneda de la Sierra Tirón, hay que seguir dirección Ezcaray hasta el desvío “Área recreativa Las Zarras”. A unos tres kilómetros, pasado el área recreativa, se llega al refugio Tres Aguas, donde se puede dejar el coche e iniciar la ruta, tomando la pista que surge detrás de la construcción, hacia la izquierda.
En todo momento hay que seguir las indicaciones del GR-290 “Dos Aguas”, en dirección Barbadillo de Herreros a la ida (dirección Fresneda de la Sierra a la vuelta).
Si se va en bicicleta, es mejor tomar un sendero que surge a la izquierda, con buen firme, poco después de pasar “Tres Aguas”. La senda discurre junto al arroyo de Pozo Negro, cruzándolo varias veces (se recomienda equilibrio y calzado adecuado).
La dureza de las rampas es cada vez mayor, hasta que finalmente se abren los pastizales sobre los que se encuentra la laguna. No importa el contenido del bocadillo, que a estas alturas sabe a gloria.
Tras disfrutar de este espectáculo se puede regresar por el mismo camino o lanzarse hasta el pico Otero, a un kilómetro y medio de distancia y 262 metros de desnivel, y con una impresionante panorámica sobre la Sierra de la Demanda (sobresaliendo los picos San Millán al este y San Lorenzo al oeste), Montes de Oca al norte y Sierra de Neila al sur.


Sierra de la Demanda, España
La Ruta de las Cascadas

Desde Fresneda de la Sierra Tirón, hay que seguir dirección Ezcaray hasta el desvío “Área recreativa Las Zarras”. A unos tres kilómetros, pasado el área recreativa, se llega al refugio Tres Aguas, donde se puede dejar el coche e iniciar la ruta, tomando la pista que surge detrás de la construcción, hacia la izquierda.
En todo momento hay que seguir las indicaciones del GR-290 “Dos Aguas”, en dirección Barbadillo de Herreros a la ida (dirección Fresneda de la Sierra a la vuelta).
Si se va en bicicleta, es mejor tomar un sendero que surge a la izquierda, con buen firme, poco después de pasar “Tres Aguas”. La senda discurre junto al arroyo de Pozo Negro, cruzándolo varias veces (se recomienda equilibrio y calzado adecuado).
La dureza de las rampas es cada vez mayor, hasta que finalmente se abren los pastizales sobre los que se encuentra la laguna. No importa el contenido del bocadillo, que a estas alturas sabe a gloria.
Tras disfrutar de este espectáculo se puede regresar por el mismo camino o lanzarse hasta el pico Otero, a un kilómetro y medio de distancia y 262 metros de desnivel, y con una impresionante panorámica sobre la Sierra de la Demanda (sobresaliendo los picos San Millán al este y San Lorenzo al oeste), Montes de Oca al norte y Sierra de Neila al sur.

Sierra de la Demanda, España
La Senda de los Batanes
La senda de los Batanes es un paseo agradable con un interesante trasfondo histórico: la industria textil de Pradoluengo.
El recorrido, perfectamente señalizado, descubre las principales industrias textiles que operaban en la localidad, mientras se remonta el río que les daba energía.
La ruta tiene unos 4 km de ida desde el centro del pueblo. Hasta aquí también se puede llegar en coche por una carretera. Y si se quiere continuar el paseo, se puede llegar al nacedero del Oropesa, que se encuentra a 6km desde este punto, tras atravesar un bonito hayedo: sólo hay que seguir las indicaciones del PR (línea amarilla sobre blanca).
Para regresar a Pradoluengo se puede tomar el camino que asciende hasta una carretera, con firme de grava hasta la depuradora y después asfaltada, en la que se encontrarán paneles informativos acerca de los edificios de esta Senda de los Batanes.
La ruta acumula un desnivel de 172m, es de baja dificultad y los bosques que atraviesa merecen la pena.


Sierra de la Demanda, España
Laguna de Haedillo
Esta ruta comienza en el pueblo de Tolbaños de Arriba, junto a la ermita de Nuestra Señora del Salterio (pasando el pueblo en dirección a Neila, a la derecha). El camino discurre bajo el bosque. La senda asciende con suavidad hasta llegar a una pista ancha. Hay que cruzar el arroyo por el puente señalizado (Puente de los Angelitos) y girar a la derecha para buscar la pista bien marcada que sube hacia la izquierda. Ya sólo hay que seguir esta pista, que trepa rápidamente en zigzag por la ladera. Está señalizada con hitos (montones de piedras). En invierno hay que estar muy atento porque estos montones quedan ocultos con la nieve y es posible perder el sendero. El último tramo es el de mayor pendiente, y el sendero se difumina. Una vez arriba se puede pasear por la laguna o dirigirse hacia el oeste para alcanzar a unos 600 metros el Pico Haedillo, desde donde se divisa hacia el norte y de izquierda a derecha Sierra del Mencilla, San Millán y San Lorenzo, y hacia el sur el valle del Arlanza.
Si hay ganas de continuar, se puede tomar la cuerda de la Sierra hacia el este. A 7 kilómetros del Pico Haedillo siguiendo la cuerda, divisaremos las Lagunas de Neila.
La ruta parte del área recreativa de Santa Icilia. En el camino hasta allí, una pequeña cascada cae sobre una bonita zona de baño. Se debe desechar la pista forestal que sube al Guariste (marcada como GR-290 –Dos Aguas), y el camino de grava que baja Santa Icilia; entre ellos aparece un sendero entre robles que es el que se debe seguir hasta llegar a un puente de madera.
La cascada se encuentra en el margen izquierdo del rio Umbría, por lo que no se atravesará el puente y se subirá por un estrecho camino que asciende por la montaña, hasta llegar a una pequeña campa, donde desemboca el arroyo del Chorranco. Siguiendo su recorrido contracorriente, llegaremos a la Cascada del Chorranco, de unos 20m de altura. El paisaje de robles, hayedos y pinar es una delicia.


Sierra de la Demanda, España
Subida al San Millán
El camino menos dificultoso para subir al San Millán parte desde Pineda de la Sierra.
El paisaje que se muestra durante todo el trayecto y la panorámica desde el pico más alto de la provincia hacen que merezca la pena el esfuerzo. El recorrido no presenta dificultades técnicas (más allá de su longitud y el desnivel).
Al terminar el pueblo, pasado el puente sobre el Arroyo Malo, hay que tomar una senda bien marcada a la izquierda sobre una ladera de pastos y matorral bajo, la Loma de los Helechares, que desemboca en la base del Pico San Millán.
Hacia atrás queda el cordal de la Sierra de la Demanda coronado por El Trigaza (2.084m), a la izquierda el profundo Barranco Malo y a la derecha el Mencilla. Al llegar a
un marcado cruce de caminos hay que tomar el de la derecha, que incrementa la pendiente. En seguida el camino se une a otro más ancho que llega allí desde el Puerto del Manquillo.
Queda el tramo más corto pero más duro del recorrido, para llegar a la cima del San Millán (2.131m) y disfrutar del paisaje infinito que ofrece la cumbre más alta de la provincia.
El regreso se puede hacer por el mismo camino, o bien tomando la pista ancha hasta el Puerto del Manquillo para allí unirse a la Vía Verde (esto añadirá unos 5 kilómetros a la ruta). Esta última opción permite visitar el modesto nacimiento del río Arlanzón, a unos 5 kilómetros después de iniciar el descenso, ya en el término municipal de Riocavado de la Sierra
 
Sierra de la Demanda, España
Dehesa de Arlanzón
Este pequeño recorrido por la dehesa de Arlanzón es ideal para realizar con niños.
Se puede llegar hasta la Abadía de Foncea siguiendo el trazado de la Vía Verde hasta encontrar, pasados algo más de tres kilómetros desde Arlanzón, el panel que señaliza los restos de la Abadía. Desde el mismo panel se desciende unos metros hasta el arroyo Foncea, al otro lado del cual se encuentran los restos del monumento.
Sorprende lo poco que se ha conservado de esta Abadía que fue sin embargo una de las más destacadas por su jurisdicción y poder.
De todo ello percibía el abad rentas y aprovechamientos y compartía posesión con el Concejo de la Villa de Arlanzón. Su abad era un miembro destacado del cabildo de la catedral de Burgos.
De la antigua casa-palacio con su iglesia tan sólo se conservan cinco monolitos que indican su antigua ubicación sobre los que se ha colocado una cruz.
Se puede regresar por el camino que surge en las inmediaciones, paralelo a la vía verde, bajo la bien conservada dehesa de Arlanzón. Abunda la fauna y la ganadería en esta zona, y es fácil cruzarse con parsimoniosas vacas y pequeños pájaros de bosque (herrerillos, carboneros, mitos, trepadores azules, agateadores…).


Sierra de la Demanda, España
Desfiladero en los Montes de Oca
En el curso alto de los ríos, las pendientes son elevadas, las aguas de escorrentía impredecibles y la fuerza del agua crea paisajes incisivos, horadados en la roca. El conjunto de desfiladeros del río Oca y afluentes son un gran ejemplo.
Se puede recorrer un sistema de profundas gargantas calizas de un kilómetro aproximadamente siguiendo un pequeño sendero tallado en la misma roca en las inmediaciones de la ermita de Nuestra Señora de Oca (desvío desde la N-120, poco antes de entrar en Villafranca si se va desde Burgos).
Para localizarlo: frente a la entrada de la ermita surgen dos caminos, uno ancho que discurre a lo largo de una pradera para llegar a la Fuente de San Indalecio y, junto a él, otro estrecho que sube suavemente por la ladera y que conduce al desfiladero.
Este sendero finaliza al toparse con el muro de cierre de la presa de Alba, y hay que volver sobre nuestros pasos para regresar.
Otro conjunto de desfiladeros se abre aguas arriba de la presa, y se puede acceder desde la localidad de Villamudria, en la vertiente sur de los Montes de Oca (a la que se llega tomando el desvío en Ibeas de Juarros hacia la BU-820).



Sierra de la Demanda, España
Camino de San Olav
Antes de morir a los 28 años –dicen que de nostalgia- la princesa Kristina de Noruega hizo prometer a su esposo que construiría en Covarrubias un templo a San Olav. La hija del rey Haakon IV de Noruega llegó a España en 1257 para casarse con un hermano del rey Alfonso X, el Sabio, y así fortalecer la unión entre ambos reinos. El matrimonio vivió en Sevilla, pero como el marido, don Felipe, había sido abad de la Colegiata de Covarrubias, decidió enterrar allí a su joven esposa cuando ésta murió sólo cuatro años después de la boda.
El Camino de San Olav arranca a los pies de la Catedral de Burgos, enlaza con la Vía Verde del Santander Mediterráneo, y atraviesa varios pueblos hasta introducirse en el territorio de Lara en Revilla del Campo. El retablo de su iglesia merece una parada antes de continuar hacia Quintanalara, pequeña localidad en la que perdura el arte del carboneo. El camino continúa hasta Cubillo del César mientras el paisaje se va poblando de sabinas a medida que se avanza hacia los Sabinares del Arlanza. La siguiente localidad es Cubillejo de Lara, donde destaca el dólmen que se encuentra junto al pueblo. Continúa el camino hacia Quintanilla de las Viñas, ya mencionado por la relevancia de su ermita visigótica y también por el yacimiento de incitas de Las Serenas, y después prosigue hasta Mambrillas de Lara, donde aflora otro de los yacimientos de incitas, el de La Pedraja.
Cruzando la N-234 se inicia una subida a través de la bien conservada dehesa de Mambrillas, hasta la primera de “Las Mamblas”, cerca de la entrada al valle de Santa Olalla. Siguiendo las indicaciones y ya muy cerca de Covarrubias, se desciende hasta la ermita de San Olaf, un edificio contemporáneo que representa con lenguaje actual todo el simbolismo del medievo y la nostálgica historia de Kristina de Noruega.

Sierra de la Demanda, España
Sendero Minero de San Adrián de Juarros
El doble atractivo, ecológico y etnográfico, de este recorrido lo convierten en una muy buena opción para descubrir el valle.
El sendero enlaza la historia de una minería en auge entre mediados del s. XIX hasta finales del XX, cuando otros combustibles más baratos y eficientes pasaron a sustituir la función del carbón. La historia de esta minería se explica en paneles informativos en un recorrido circular entre los pueblos de San Adrián y Brieva de Juarros.
El camino atraviesa robledales y pinares, típicos del paisaje juarreño. Desde el Mirador del Sauce, a caballo entre las dos localidades, se pueden sacar estupendas fotos de las cumbres de la Sierra, dominadas por el Pico San Millán.
La ruta parte de San Adrián de Juarros, donde se encuentra el centro de recepción de visitantes al final del pueblo. Junto a él, un panel informativo resume los datos de interés del camino y a su lado surge el sendero.

Ha fallecido Isabel García Manero, descansa en paz.

 El día 19 de noviembre ha fallecido Isabel García Manero, nacida en Cerezo de Riotirón hace 89 años,  se casó con el difunto Teófilo (Filo)...