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jueves, 17 de febrero de 2022

Castilla despoblada, entre el voto de castigo y la tentación ultra.


Javier tiene internet en casa porque se ha instalado él mismo una antena de satélite. Es una conexión bastante inestable y muy lenta, pero es mejor eso que nada. Porque en Bañuelos de Bureba, en la Riojilla Burgalesa, no pueden conectar un router por la línea telefónica como en cualquier otro lugar de España. De hecho, ni siquiera hay cobertura móvil en todo el pueblo. "Vas a cualquier país africano y en medio de la sabana tienes cobertura. Aquí no", lamenta.

Otra vecina, que prefiere no decir su nombre, tiene una casa en venta en el pueblo. Explica que tenía un posible comprador pero que, cuando supo que no había cobertura móvil ni posibilidad de tener una conexión de Internet decente en casa, retrocedió inmediatamente. No se lo podía permitir, y más teniendo niños. "Yo creía que la casa ya estaba casi vendida", admite. La casa sigue vacía, desocupada, como tantas otras en este pueblo.

El Internet y la cobertura no son las únicas carencias de este pueblo de la provincia de Burgos, donde viven literalmente cuatro familias, máximo una veintena de personas. En el pueblo tampoco hay chiquillos, a pesar de tener unos columpios y una escuela (hoy es un museo en honor al maestro catalán Antoni Benaiges, fusilado por los golpistas del 36). Tampoco tiene bares, ni comercios. Ni médico, que antes de la pandemia venía una vez a la semana; ahora ni eso. Ni una línea de transporte público regular. Por no tener, no tiene ni carteles electorales. Lo que sí que tienen son muchas casas en venta (por precios irrisorios) y vecinos que se van.

burgos españa vaciada - Nicolas Tomas

Un informe elaborado por el Banco de España en mayo del año pasado revelaba que siete de cada diez municipios de la provincia de Burgos, donde se encuentra Bañuelos de Bureba, están en riesgo de despoblamiento. Concretamente 270 de sus 371 pueblos ven su supervivencia "amenazada en caso de que sus dinámicas poblacionales recientes no se reviertan". De hecho, la demarcación tiene al menos cuarenta pueblos sin población y más de setenta en riesgo de perderla (porque tienen menos de tres personas censadas).

El despoblamiento ha sido un elemento central de la campaña electoral en Castilla y León. No sólo por la aparición de candidaturas como la España Vaciada, que ha conseguido presentar listas en cinco de las nueve provincias y podrían tener la llave de la gobernabilidad junto con los leonesistas. También por la importancia del voto rural. Cerca de un tercio de la población castellanoleonesa (32%) vive en pequeños municipios, cifra que supone el triple que en el conjunto del Estado español. Un votante, generalmente fastidiado, que intenta captar las nuevas plataformas de la España Vaciada. Pero no sólo.

Lo que está claro es la desafección. Lo expresa Jesús, que es el anterior alcalde de Bañuelos de Bureba. Lo fue por el PP, pero no se priva de criticar al gobierno de Alfonso Fernández Mañueco por el olvido al que han sometido pueblos como el suyo. "Ellos hablan mucho de los pueblos pero a la hora de la verdad no intentan hacer nada; nada de nada", se resigna el exalcalde, que constata cómo "los pueblos están olvidados por los grandes partidos". Ni siquiera se les ha visto en campaña electoral: "Envían las papeletas a los buzones y nada más". Ve "difícil" que su pueblo no acabe "muriendo".

Hay opiniones muy variadas sobre las posibilidades de esta nueva candidatura de la España Vaciada, que aquí se llama Vía Burgalesa. La vecina que no quiere dar su nombre —la que tiene una casa en venta— tiene claro que el PP no hará nada por ellos "después de tantos años gobernando" sin hacerlo", y que el PSOE "tres cuartos de lo mismo". Con respecto a la España Vaciada, los ve con mejores ojos, aunque cree que podrían perder fuerza" por no ir unidos. A la extrema derecha de Vox ni la quiere mencionar. Jesús, en cambio, es mucho más escéptico con la España Vaciada. Las intenciones son siempre "muy buenas" pero después "siempre pasa lo que pasa", que quedan arrinconadas.

Lo cierto es que la formación de Santiago Abascal también está intentando penetrar en este electorado, que en el caso de Castilla y León es bastante conservador y ha votado tradicionalmente por el PP. Esta misma semana se ha podido ver a Iván Espinosa de los Monteros y José Antonio Ortega Lara paseando por las calles de Briviesca, a muy pocos kilómetros de allí en coche. Es una tentación que está allí, que busca captar el voto de la desafección. Ya se ha visto en otras elecciones.

burgos españa vaciada - Nicolas Tomas

El mejor ejemplo se encuentra en Carrias, a sólo cinco minutos de Bañuelos. Un municipio que también tiene una veintena de habitantes y que tampoco tiene nada. Por no tener, ni siquiera tienen constancias de casos de coronavirus durante estos dos años. Tampoco tienen cobertura. Ni médico. Y la escuela está cerrada desde los años setenta.

En Carrias se produce un voto dual bien curioso. En las elecciones municipales de mayo del 2019, el PSOE consiguió los tres escaños del Ayuntamiento. Un total de once votos para los socialistas y uno para el PP (¿su candidato?). Al cabo de splo medio año, en otras elecciones, las generales del 10-N, las cosas cambiaron: la extrema derecha de Vox fue la primera fuerza, seguida del PP, el PSOE y Unidas Podemos. El mismo fenómeno se ha reproducido en otros municipios de la comarca de La Bureba.

Genaro, un vecino de edad avanzada de Carrias, tiene claro que irá a votar este domingo: "Votar, se tiene que votar". Lo hace desde que murió el dictador. "No votar quiere decir trasladar el mensaje que ya te está bien, que estás contento con lo que hay", asegura. Él, en cambio, está harto de falsas promesas que después no se cumplen. "Estamos abandonados", sentencia. Y no se esconde: "Yo voté por Vox. Son muy extremistas... No me parece ni bien ni mal. Peor me parecen los de Podemos. Los voté porque había que votar por alguien".

En una posición más delicada está Emilio, el alcalde socialista de Carrias, que se abstiene de comentar los resultados de la extrema derecha en municipios como el suyo. Pero su diagnóstico es muy duro: "Es penoso decirlo, pero los pueblos sobrevivirán mientras aguantemos. Y, si no cambia el sistema, durarán diez o quince años". Comparte el mismo sentimiento que sus vecinos que pueden acabar cogiendo la papeleta de Vox: "Cuando hay elecciones todos se llenan la boca de saliva con promesas, pero después...". Después nada de nada. Asegura que lo mismo ha dicho a los de su partido, el PSOE.

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