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sábado, 5 de febrero de 2022

¿Se reactivará la "fiebre mundial" por la compra de tierras?.



Foto Purificación Arias.
Más de diez años después de la oleada de grandes transacciones de tierras (las GTT) a escala mundial, sobre todo en los países en desarrollo entre 2008 y 2009, que siguió luego a un aumento de los precios de los productos básicos agrícolas al final de la primera década del año 2000, la iniciativa “Land Matrix” ha vuelto a hacer balance de la situación de esta “fiebre mundial por la tierra” y sus impactos económicos y medioambientales.


Los hallazgos de esta investigación dibujan cierta estabilidad de las compraventas de tierras en los últimos años. Después de acumular entre 2007 y 2012, a raíz del pico en los precios de las materias primas en 2007-2008, unos 18 millones de hectáreas en todo el mundo, entre 2013 y 2020 alcanzaron apenas 3 millones de hectáreas.

Se trata de una cifra pequeña de compraventas en este último periodo, sobre todo si se le compara con la dimensión total de los contratos de 36 millones de hectáreas para las 2.059 transacciones capturadas en la base de datos hasta 2020, lo que podría ser debido a una expectativa de precios más moderados a finales de la década del 2010.

No obstante ahora, tras la crisis económica provocada por la pandemia y el nuevo periodo post-Covid, con la necesidad de recuperación de las economías, el “péndulo podría volver a oscilar”, visto el incremento en el último año de los precios mundiales de las materias primas, alimentarias o no, que aún continúa.

Si se levantan las restricciones y las condiciones económicas se tornan más favorables, apunta el informe “Land Matrix”, las GTT globales podrían acelerarse otra vez, con un nuevo “súper-ciclo de comercialización”, que estaría guiado por la recuperación económica post-Covid. De hecho, añade, algunos países, como Indonesia y la India, ya han liberalizado sus mercados de tierras para atraer inversiones extranjeras (Rights and Resources Iniciative, 2020).

A pesar de la ralentización de la década anterior, este fenómeno no ha parado nunca, según indicó Ward Anseeuvw, uno de los coautores del último informe e investigador del Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (CIRAD).

El informe alerta de que, con la salida de la crisis de la pandemia de Covid, los ciclos de las materias primas se están reactivando y es posible que vuelvan a acelerar también las adquisiciones de tierras a escala mundial.

Resulta alarmante, expone “Land Matrix”, lo poco que se cumplen los principios de conducta empresarial responsable siendo común, por el contrario, que se realicen pocas consultas con las comunidades que se ven afectadas por las compraventas de tierras. La pérdida de tierra no consensuada y no compensada trae consigo, a menudo, muy pocos beneficios socioeconómicos para la comunidad, que se ve despojada de este medio de producción básico, ya sea a nivel de empleo, por efectos positivos de la productividad o en infraestructuras.

En líneas generales, las GTT no han cumplido la promesa de mejorar los medios de vida de las poblaciones locales afectadas y, por ejemplo, se siguen destruyendo las selvas tropicales, los hábitats naturales y la biodiversidad en las fronteras agrícolas del Amazonas, el Sudeste asiático y la cuenca africana del Congo. 

A menudo, las compraventas o arrendamientos de tierras que se firman lo son en perjuicio de la pequeña agricultura y del pastoreo. Como recuerda Anseeuw, en el continente africano entre el 60% y el 80% de los terrenos negociados son tierras comunales o colectivas, que las autoridades ceden al mejor postor, sin consultar la población que depende para su supervivencia de las mismas.

Cambios

El cultivo de palma para producir aceite sigue siendo el principal motor de las adquisiciones de tierras en el mundo, ya que acumula aproximadamente 6 millones de hectáreas en 20 años. Le siguen el cultivo del maíz, el árbol del cacao, el caucho y la remolacha azucarera, que se mantienen por debajo de los 2 millones de hectáreas.

Ante algunos recientes fracasos, los inversores se mostraron más reticentes con respecto a los mercados alimentarios, apunta Ward Anseeuw. Numerosos proyectos de importancia no están necesariamente garantizados, debido en parte a problemas agronómicos, como en Madagascar con la jatrofa, o a cambios repentinos en la normativa de los países, como sucedió  en Laos en 2012, cuyo gobierno se reservó el derecho a recuperar las tierras adjudicadas cuando no fueran cultivadas o, como en Etiopía, donde algunos contratos imponen al comprador trabajar las tierras durante al menos unos años, si no quiere que sean anulados.

A todo ello se añaden otros cambios en las políticas aplicadas, como la moratoria en la compraventa de tierras en importantes países objetivo; la disminución del apoyo a los biocombustibles de primera generación y, en algunos casos, las restricciones a la hora de vender tierras a inversores extranjeros

La mayor parte de los compradores de tierras a nivel mundial residen en China, Estados Unidos o Malasia, pero también en paraísos fiscales, como Chipre o Singapur. Grandes fondos de inversión han sustituido poco a poco a los bancos como compradores de tierras, incluso algunos ligados a prestigiosas Universidades como Vanderbilt o Harvard, que han adquirido tierras en Sudáfrica para financiar su funcionamiento.

Prioridades de actuación

A pesar de haberse logrado algunos avances en relación a la gobernanza de la tierra, falta mucho por hacer en la implementación de políticas en este ámbito. Algo que en el informe se pone en evidencia, al evaluar la aplicación de las Directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la tenencia (VGGT) y la transparencia de las adquisiciones de tierras.
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Por lo general, el informe “Land Matrix” muestra con meridiana claridad lo urgente que es repensar las adquisiciones de tierras a gran escala (LSLA) y transformar las prácticas actuales  en contribuciones responsables y sostenibles para el desarrollo económico y social. En concreto, para garantizar de manera efectiva que se protegen los derechos a la tierra, que se mejora el desarrollo social en las regiones objetivo y que se respeta el medio ambiente.

Esta iniciativa de supervisión, lanzada en 2009 y que agrupa a varios socios, entre ellos el CIRAD y la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra (ILC), contempla cinco prioridades (aunque son 11 las recomendaciones) para abordar la modificación de las políticas ante esta situación. Entre ellas, que las reformas de la gobernanza de la tierra y su puesta en marcha efectiva, basadas en la VGGT, deben llevarse a cabo y acelerarse por los propios Gobiernos.

También que el desarrollo local debe ocupar un lugar central en esta compraventa de tierras, dando prioridad a los “efectos contagio” (beneficios para la comunidad que se vea afectada por estas adquisiciones) y a la inclusión de los pequeños agricultores.

Por otra parte, los tratados internacionales de inversión deben integrar disposiciones ambientales y de derechos humanos para evitar los efectos adversos de las compraventas de tierras. Es más, la debida diligencia en materia de derechos humanos debe ser obligatoria.

Es notorio que se están produciendo adquisiciones de tierras a gran escala (LSLA), que conducen a la deforestación, por lo que es urgente acotar la conversión de hábitats naturales valiosos o que dañen importantes “depósitos de carbono”, como las turberas.

Por último y en quinto lugar, la iniciativa “Land Matrix” ve necesario fijar compromisos vinculantes, que aumenten la transparencia en la compraventa de tierras para todas las partes interesadas. “Debemos reflexionar sobre nuevos modelos que permitan un desarrollo más sostenible y más inclusivo” en las GTT, señala Ward Anseeuw, como las inversiones en industrias de transformación local o en las infraestructuras, tener en cuenta criterios de sostenibilidad de los inversores, etc.

Efectos limitados

Los autores del informe señalan que las grandes adquisiciones de tierras (GTT) tienen un efecto muy limitado en la creación de empleo, debido a que se necesita poco mano de obra para la producción en la mayoría de las grandes explotaciones. Si las explotaciones de palma para aceite pueden generar un millón de empleos en el mundo si se cultivan todas las tierras, otros cultivos, como el cacao, el trigo o la cebada no suponen, por el contrario, muchas contrataciones.

Los proyectos de GTT plantean también, según este informe, cuestiones sobre la igualdad de género entre hombres y mujeres, al tenerse en cuenta que la producción de palma para aceite de Indonesia recurre más a la mano de obra masculina que a la femenina.
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En la actualidad, de las 30 millones de hectáreas, que fueron objeto de transacción entre los años 2000 y 2020, solo estarían en producción entre 6 y 13 millones, debido a que por ser grandes extensiones o por la falta de infraestructuras, los inversores no cuentan en muchos casos con los medios necesarios para cultivar las tierras adquiridas.

Deforestación de tierras

No obstante, como apunta Anseeuw, la situación puede cambiar y la proporción de tierras cultivadas puede aumentar rápidamente en estos próximos años, acelerando también la deforestación.

Al respecto, la iniciativa “Land Matrix” analizó datos de de 964 transacciones de tierras, geo-referenciadas como ubicadas en regiones tropicales, con una superficie total de contrato de 19 millones de hectáreas. Los resultados mostraron que, aproximadamente, 9,4 millones de esas hectáreas seguían con cobertura boscosa e el año 2000, pero que esta área se había reducido un 20,2% o en 1,9 millones de hectáreas en 2019.

Según el análisis “Land Matrix”, muchos de los impactos ocasionados por la deforestación de las GTT todavía están por llegar. Según sus datos, el 87% de las adquisiciones de tierras a gran escala tiene lugar en regiones con una biodiversidad terrestre de media a alta y el 39% está ubicado, al menos en parte, dentro de zonas de alta biodiversidad.

Otro de los problemas es que las GTT producen frecuentemente cultivos con una gran demanda hídrica, incluso en zonas áridas. El 54% de todas las transacciones registradas en la base de datos “Land Matrix” planea producir cultivos (palma aceitera, caña de azúcar, algodón  y caucho) con un alto consumo de agua. El 34% de esas transacciones tiene lugar en zonas de secano, con el 10% de ellas produciendo cultivos de alta demanda hídrica.

En resumen, el informe muestra a las claras que es urgente reconsiderar las GTT. Las prácticas actuales en las inversiones agrícolas a gran escala precisan, por un lado, reconvertirse en contribuciones sostenibles y responsables para un desarrollo socioeconómico que respete los derechos humanos y el medio ambiente. Por otro, se ve necesario promover un desarrollo rural de base amplia y patrones de crecimiento endógeno. Queda mucho por hacer a todos los niveles, concluye “Land Matrix”, desde lo local, a lo global, para garantizar la protección eficaz de los derechos a la tierra y mejoras en el desarrollo rural de las regiones objetivo, de manera que se respete el medio ambiente.
  

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