Jerónimo Aguado Martínez y Andrés Aganzo
Ed. Colectivos de Acción Solidaria
ISBN: 978-84-616-4953-2
Un maestro, Esteban Vega, y un pastor, Jerónimo Aguado, dieron vida a la sección mundo rural en el periódico Carrión durante más de dieciséis años, para denunciar ante el mundo todas las tropelías que se están cometiendo contra nuestros pueblos.
Ellos son los autores de EL MUNDO RURAL SE ESCRIBE. Aún es tiempo de esperanza.
Con la publicación de este libro se pone en orden algunos de los artículos escritos en dicho periódico, para dar cohesión a tres de los ejes con los que se estructura el mismo: la cultura rural; conciencia crítica, participación y compromiso, y palabra de campesino. El conjunto de los textos invitan a leer y releer la palabra mundo, para interpretar y expresar críticamente lo que sucede en él; dan a conocer iniciativas y proyectos que construye la gente para abordar sus problemas cotidianos; concluyendo con pequeños pronunciamientos, siempre cargados de utopías y esperanzas, ingredientes básicos de las personas con conciencia campesina que han aprendido a escribir mientras abrazaban la tierra.
El mundo rural se escribe para poner en cuestión el modelo de globalización neoliberal que está llevando al ser humano al borde del abismo y cómo dicho modelo ha propiciado un sistema agroalimentario que ha expulsado de nuestros pueblos a las agricultoras y agricultores. Para comprender mejor dicho análisis se reflexiona sobre los valores que sustenta el neoliberalismo ( competitividad, crecimiento sin límites, la cultura del tener frente al ser,…) y se denuncian todas las políticas institucionales que anteponen el valor del dinero y los intereses del gran capital a las necesidades humanas, traducidas éstas en los ajustes estructurales que tanto sufrimiento humano está suponiendo a millones de personas, y que en el medio rural son la causa del desmantelamiento continuo de los derechos universales, la pérdida de autonomía, abandono y despoblación, llegando al punto de dar al traste con la vida y las culturas de muchos pueblos.
Aun así, ninguno de los dos autores se conforma con el drama, en el interior de cada uno de los artículos siempre queda espacio para hablar de futuro, ofreciendo alternativas a un modelo de sociedad y de desarrollo que ha dado la espalda a los pueblos, alternativas especialmente desarrolladas en el primer apartado del libro que hace de introducción, pero que a su vez es síntesis de la trayectoria de lo ocurrido en los pueblos en los últimos veinte años, ofreciendo una propuesta que invita al ser humano del siglo XXI a volver al campo, a la conciencia de la vida.
Por todo ello EL MUNDO RURAL SE ESCRIBE, y es tiempo de esperanza.
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