Entrevista a Enrique Martínez,
“Es un puente entre aquellos que viven en la ciudad y quieren irse a vivir al campo”, describe así, Enrique Martínez, Proyecto Arraigo, una iniciativa que según su fundador, él mismo, ayuda a cambiar de vida a las personas acercándolas al mundo rural. Él y su hijo, con quien fundó el proyecto, trabajaban de ingenieros en Burgos y Soria, cuando un día fueron a visitar los pueblos abandonados de la provincia de Soria, momento, que les cambió la vida.
En su recuerdo está Navalbedilla, un pueblo de Soria, abandonado. “Veías salir las higueras por las casas y nos dolió bastante”, rememora Martínez. Desde entonces han conectado a 205 familias con 93 pueblos, repartidos en la Sierra Norte de Madrid, Soria, Zaragoza, Palencia y Burgos.
¿Cómo son las personas que huyen de las ciudades?
Encontramos todo tipo de urbanitas. Los hay que son emprendedores, personas que buscan trabajo, o trabajadores que quieren vivir en el mundo rural. Entonces conectamos a estas familias y las vinculamos al mundo rural, al ocio y a la cultura. Se les encuentra el ambiente más idóneo para que el arraigo sea perfecto. No entendemos un arraigo solo para el trabajo, si la persona se queda fuera, los vínculos los tendrá fuera.
¿Quiénes juegan un papel en este proceso?
Al llegar al mundo rural no podemos hacer esto solos. Primero tenemos alianzas con los ayuntamientos, con los que se firma un contrato. Luego entran las empresas locales, los propietarios de las casas. Aquí es importante los negocios que al no haber cambio generacional al jubilarse la persona que los dirige se pierden, entonces conectamos ahí a un urbanita.
¿Todas las personas que os llegan a Proyecto Arraigo se quedan en los pueblos?
No todas las familias a las que se intenta vincular se quedan, de cada cinco solo una se establece. Esas que se van no han estado satisfechas con el pueblo que le hemos mostrado. Entonces siguen su búsqueda porque ya saben que se quieren ir de la ciudad.
¿Por qué está corriente de buscar lo rural?
La calidad de vida. Buscar una realidad distinta a la que se tiene en una gran ciudad que es estresante, agobiante, hay pérdidas de tiempo y contaminación. Los urbanitas buscan un futuro diferente. El mundo rural está urbanizado y tiene servicios, lo que ocurre es que no son tan cercanos a los que se tienen en el mundo urbano, pero se gana en naturaleza, libertad y salud.
¿Ha cambiado esta tendencia con la llegada del covid-19?
Hasta noviembre de 2020 existía una gran demanda del mundo rural. En nuestra página web se multiplicaron por tres el número de familias interesadas, cada mes nos llegaban 80 o 100 nuevas personas.
Lo que ocurre es que la pandemia está haciendo más daño del que nosotros pensábamos a los pueblos. Hay zonas que se están cerrado, no quieren que vaya gente de las ciudades a buscar una casa por razones sanitarias, pero esto hace que muchos negocios de la zona estén cerrando. El mundo rural está dejando de existir. Se está despoblando económicamente.
¿Cómo se ha llegado a una situación en la que es necesaria que se vaya población de los núcleos urbanos a los pueblos?
Ha sido por el abandono de estas zonas durante muchos años, lo que ha hecho que falte el trabajo en el mundo rural. Todo, tanto lo estatal como lo privado, se ha concentrado en las grandes ciudades, sin hacer políticas que tengan en cuenta como zonas de expansión a los pueblos. Nos encontramos en España, con provincias que acaparan todo el interés industrial, educativo y cultural. Mientras que los pueblos se han convertido en verdaderos desiertos con pocas oportunidades para las personas.
Además, si se quedan por la zona de su pueblo, estas personas suelen acabar viviendo en las cabeceras de provincia porque tienen mayores comodidades. Pero yo creo que ahora mismo se dan las variables para que la gente, con la ayuda de la población del mundo rural, vuelva a estas zonas de forma efectiva.
¿Cómo se podría paliar esta despoblación?
La primera necesidad de los pueblos es el tema de Internet. Tenemos que estar todos comunicados, no puede haber un rincón en España donde no haya conexión. Por otro lado, las primeras acciones las tienen que realizar los gobiernos guiados por el interés por el mundo rural, que ha nacido de la reclamación unánime de muchas asociaciones y regiones del país.
Pero el gobierno y autonomías tienen que conducir sus ayudas a aquellos ayuntamientos en los que el alcalde sea un valiente para tomar medidas orientadas a repoblar su pueblo. Al final el ayuntamiento es el ente más importante en la repoblación. El alcalde debe estar verdaderamente sensibilizado para poder relanzar su localidad y dar acogida a las familias que lleguen. Y así enriquecer la vida social y económica del lugar.
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