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Redecilla del Camino pierde, en 20 años, 47 habitantes.
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Buena parte de la provincia de Burgos se ha
convertido de un tiempo a esta parte en un auténtico desierto
demográfico. Y la tendencia, lejos de frenarse, parece ir a peor a
medida que avanza el tiempo, tal y como demuestran los datos del padrón
municipal de la última década, que reflejan una paulatina pérdida de
población a todos los niveles.
Las cifras, en este sentido, son
demoledoras: en 2011, la población de Burgos alcanzó su techo histórico
con 375.657 habitantes. Desde entonces,
la provincia ha perdido la friolera de 21.240 vecinos.
Y eso a pesar de que la llegada de inmigrantes ha amortiguado parte del
golpe demográfico. Sin su aportación neta a la estadística, los datos
serían todavía peores, ya que, básicamente, apenas nacen niños.
La estadística es este sentido también es
demoledora. En 2020, último año con cifras oficiales en el Instituto
Nacional de Estadística (INE), nacieron en la provincia un total de
2.165 niños, un número muy alejado del máximo registro histórico, que
data de 2008. Aquel año, la tendencia demográfica aún venía espoleada
por la época de bonanza económica previa y nacieron en Burgos un total
de 3.525 niños. No obstante, la crisis lo cambió todo, y la cifra de
nacimientos comenzó a dibujar a partir de ese momento una tendencia
claramente inversa. La caída de la natalidad desde entonces se sitúa en
el 38,5%, uno de los índices más preocupantes de todo el país, pero muy
similar al de otros territorios de la España interior.
Además, los pocos niños que nacen cada año
en la provincia lo hacen en apenas un puñado de municipios. Sólo la
capital acumula más de la mitad de las inscripciones de recién nacidos
de toda la provincia (1.199 en 2020, un 55, 3% del total). A partir de
ahí, los únicos municipios con cierto peso en la estadística de
nacimientos son Aranda (236 nacimientos) y Miranda (234). Curiosamente,
la capital de La Ribera adelantó años atrás a la ciudad del Ebro en este
aspecto, a pesar de que esta última sigue contando con mayor población
empadronada.
En
todo caso, el número de nacimientos en ambas ciudades también ha
descendido sensiblemente en la última década, como también lo ha hecho
en la práctica totalidad de los grandes municipios de la provincia.
Eso sí, el impacto ha sido mayor en unos
lugares que en otros. Por ejemplo, la caída de la natalidad en Briviesca
-y de población- es muchísimo más acusada que en otros municipios. En
el último ejercicio con datos oficiales sólo se registraron 26 niños en
la capital de La Bureba, muchos menos que, por ejemplo, en Medina de
Pomar, cuya evolución en este sentido está siendo más plana.
En 37 municipios burgaleses no se ha inscrito ningún nacimiento en 20 años
A
partir de ahí, el resto de municipios de la provincia se quedan a verlas
venir. Y, en la mayoría de los casos, cada vez de una manera más
sangrante. De hecho, en la provincia hay hasta 37 municipios en los que
no se han inscrito nacimientos entre los años 2000 y 2020. Estamos
hablando del 10% de los municipios de la provincia. Casi nada.
Cabe destacar que la inmensa mayoría de
esos municipios tienen menos de un centenar de vecinos empadronados, y
los que superan esa población (Humada, Barbadillo de Herreros, Valle de
Valdelaguna y Huerta de Arriba), lo hacen por poco.
En todo caso, esos 37 municipios no son una
isla en el conjunto de la provincia. Otros muchos van por el mismo
camino. De hecho, en otros 37 municipios sólo se ha registrado un
nacimiento en los últimos 20 años con datos oficiales, y en otros 38
sólo se ha inscrito a un par de retoños.
Un simple vistazo al mapa de población
permite tener una visión relativamente acertada de la situación. Más
allá de los grandes núcleos urbanos, la provincia de Burgos se está
convirtiendo en un erial que pierde población a pasos agigantados.
Así,
un total de 163 municipios de la provincia (el 44%) cuentan con menos
de cien vecinos, y la tendencia es a la baja. Mientras tanto, la mayor
parte de la población se concentra cada vez más en Burgos y su alfoz,
Miranda, Aranda y las grandes localidades de Las Merindades (Medina de
Pomar, Villarcayo y Villasana de Mena).
En todos esos lugares se ha registrado un
incremento de población desde el año 2000, más evidente en unos y mucho
más ajustado en otros. Por ejemplo, nada tiene que ver el crecimiento de
la población de Aranda en los últimos 20 años (3.425 habitantes más, un
11,5%) con el de Miranda (129 habitantes más, un 0,36%). Además, si en
vez de tomar como referencia el año 2000 se comparan los últimos datos
con los de 2011, en la inmensa mayoría de los casos el resultado es
negativo.
En este sentido cabe una mención específica
para municipios como Oña (617 habitantes menos en 20 los últimos años),
Espinosa de los Monteros (-522), Sasamón (-549), Villadiego (-488),
Melgar de Fernamental (-473), Pradoluengo (-562), Belorado (-313) o
Quintanar de la Sierra (-475). Todos ellos comparten un perfil similar,
al ser municipios de tamaño medio con un marcado carácter rural y
alejados de los grandes núcleos de población.
Sólo
Arcos parece escapar de esa tendencia, con un crecimiento poblacional
acumulado cercano al 650% en dos décadas, pasando de los 276 habitantes
empadronados a principios de siglo a los 1.776 registrados en 2020.
España Vaciada
En todo caso, la fotografía de
situación que presenta Burgos en términos poblacionales es muy similar a
la que ofrecen buena parte de las provincias de la España interior. Y
es que, la despoblación es un problema que sacude a la práctica
totalidad de las zonas rurales de Castilla y León, así como en buena
parte de Galicia, Huesca y las provincias del Sistema Ibérico, esto es, a
la España Vaciada.
Lo llamativo es que, mientras todos esos
territorios se convierten paulatinamente en un auténtico desierto
demográfico, con la natalidad por los suelos y una tasa de
envejecimiento disparada, apenas unos kilómetros más allá se vive otra
realidad, con núcleos urbanos cada vez más grandes. De hecho, el impulso
de Madrid y parte de las provincias del litoral ha permitido que España
en general aumente su población en los últimos años.
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